Película recomendada: El Caballero de la noche asciende

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Película recomendada: El Caballero de la noche asciende

10 Junio 2016

Por Santiago Asorey

“Marx, Nietzche y Freud no han multiplicado, en manera alguna, los signos en el mundo occidental. No han dado un sentido nuevo a las cosas que no tenían sentido. Ellos han cambiado, en realidad, la naturaleza del signo y modificado la manera como el signo en general podía ser interpretado.”

Michel Foucault


Slajov Zizek se equivocó, el imaginario occidental al final pudo construir un relato suponiendo una sociedad pos capitalista. Christopher Nolan lo logró con su tercera versión de Batman, “El Caballero de la Noche Asciende”. Lo que nadie se podía imaginar es que lo iba hacer en forma de uno de los más grandes relatos propagandísticos anti marxistas de la historia del cine.

Nolan interpretó su propia versión de una revolución socialista para codificarla en términos morales y condenarla como el mal. Bane, el villano circunstancial de la película, es el líder de los revolucionarios. A diferencia del Joker, villano nietzscheano sin otra estrategia que mutar constantemente destruyendo la verdad moral, Bane tiene un programa político. Él viene develar a Ciudad Gótica que el orden establecido por la Ley Dent, que permitía la reclusión y la opresión de los marginados, se basaba en una mentira. Lo que marca es el carácter ficcional del relato que el poder oficial de Ciudad Gótica y Batman construyeron para dominar (al igual que Marx interpreta el discurso de ficción de superficie del capital construido por la burguesía).

En términos simplificados si el psiquiatra villano Crane de “Batman Begins” (2005) era la afirmación del inconsciente liberado de Freud y el Joker era la voluntad de poder de Nietzsche, Bane se consolida como la representación de la lucha de clases de Marx. La trilogía de Nolan funciona como una demolición de la filosofía moderna de la negatividad -Freud, Nietzche, Marx- para dar paso a un restablecimiento de un orden burgués que ha sufrido el debilitamiento de la estructura de la verdad, por el mismo peso de la posmodernidad y la crisis socioeconómica mundial pos 11 de septiembre.

Bane hace visible a los marginados. Los insta a enfrentar a los agentes de poder que los condenaron a las periferias, a las alcantarillas, a las prisiones. El relato articula todos los ingredientes de la episteme marxista: la crisis del capitalismo occidental, los oprimidos rebelándose contra la alta burguesía y contra las instituciones del derecho burgués, el sistema penal, el político, el judicial, el cultural, el deportivo (ver escena de demolición del estadio de fútbol americano). La lucha de clases reprimida en el inconsciente, invisibilizada en el discurso occidental, sale a la luz como terror profundo. La revolución estalla el aparato estatal desde el interior de sus relaciones de poder, exilia a Batman para liberarse del antiguo orden. Bane destruye la arquitectura del poder establecido. Todos los marginados por la lógica del capital viviendo en los túneles subterráneos deciden dinamitar ciudad Gótica (metáfora política que recalca la implosión estructural). Durante la primera parte del relato el fuera de campo y secuencias fragmentarias de los interiores de las alcantarillas exponen a los marginados viviendo escondidos en túneles subterráneos. Solamente en el desarrollo final los planos cenitales dan una dimensión panorámica, colectiva y estructural de la fuerza de los marginados escondidos debajo de la ciudad.

Batman regresa para ascender y convertirse en el héroe restaurador del orden moral. El encapotado renace como protector de la burguesía y de la caridad como política de clase para mantener el status quo. Así se entienden todas las referencias de ayuda caritaria de Bruce Wayne a los orfanatos y niños desamparados. Lo notable es el personaje de Talia Al Ghul que alguna vez fue también una niña desamparada y esclavizada. Ella es la antítesis del modelo de caridad. Se liberó del encadenamiento por sus propios medios, por su propia conciencia de destino. Para ella, personaje subversivo por su función en la estructura del relato, Nolan guarda el rol de reina heredera de la maldad. Archienemiga de Batman. Talia traiciona a Batman y a su clase social, la burguesía.

La enunciación marca al mal como la compasión que se transforma en agenciamiento político en contra del dominio de una clase social. Talia es sensible y siente compasión por Bane, que alguna vez fue un recluso marginado. Pero su compasión se transforma en agenciamiento revolucionario. Esta operación la condena al mal. El Caballero de la noche, último baluarte de la burguesía, se asume defensor oscurantista de la edad de las sombras del capitalismo tardío. Sombras que ocultan las relaciones eclipsadas detrás del lenguaje moral y deshistorizado. Sombras que devienen en la luz enceguecedora del espectáculo técnico de efectos especiales.

Pero Nolan va más allá. No solo piensa en el fin de la sociedad capitalista. Y este es el punto ideológicamente bisagra de su construcción discursiva que lo sitúa como un pilar filosófico de la defensa recalcitrante del capitalismo tardío. Él imagina la revolución permanente y la instauración de una dictadura del proletariado como fundamento de una sociedad caótica, cruel, injusta y arbitraria. Un orden basado en el terror. Imaginario inspirado vagamente en el terror de la Revolución Francesa.

El relato llega a lograr la abolición de la propiedad privada para condenar la propiedad colectiva como el acto criminal más grande. Surge con claridad en la emblemática escena en donde Gatúbela habla con una amiga delincuente sobre las ruinas de una casa burguesa y le dice que esa casa fue alguna vez la casa de una familia. La amiga criminal le contesta que ahora la situación es mejor, esa casa es de todos. A quién se le concede esta frase no es a una revolucionaria, es a una criminal. Así está tipificada en el relato.

Nolan hace surgir nuevas relaciones de poder en donde un nuevo sistema de justicia popular intenta consolidarse. Pero el relato le otorga un estatuto fascista a los nuevos tribunales. Se vacían los fundamentos de la revolución. Se presenta una lucha de clases atravesada por la posmodernidad. A partir de la deshistorización y de la codificación moral y arquetípica del mal y el bien, la luz y las sombras, operan los engranajes ideológicos. No se trata del viejo estatuto de Batman como aceptación de la oscuridad interna para vencer al mal y llegar a la luz. Es más bien una ruptura de las referencias arquetípicas que consolida la relatividad de la oscuridad y la luz, del bien y el mal. Acaso esta operación tal vez refleje los miedos reprimidos en el inconsciente del discurso occidental sobre los limites pocos precisos de la crisis económica. Pero su último movimiento de represión es llevar la lucha de clases a las calles, el intento de la burguesía de recuperar el viejo orden a través de las fuerzas de seguridad- la policía de ciudad gótica comandada por Batman- enfrentando y aniquilando de una vez y para siempre a Bane/ Marx y a todos los oprimidos. Batman atraviesa una última experiencia “crística” de muerte y resurrección simbólica, el último encadenamiento de lo moral con lo espiritual y la burguesía gana una vez más la batalla. Pero no la guerra.