Nuestra mayor venganza es ser felices: sobre “Los de afuera”, de Elsa Chanaguir

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    Elsa y Marty
TESTIMONIO

Nuestra mayor venganza es ser felices: sobre “Los de afuera”, de Elsa Chanaguir

04 Mayo 2025

El 25 de abril de este año, el mismo día en que cumplió 88 años, Elsa Chanaguir presentó su libro Los de afuera (Alción editora, 2024), en la emblemática Librería Rubén, ubicada en el centro de la ciudad de Córdoba, lugar de paso obligado para quienes queremos estar actualizados sobre todas las novedades publicadas en esa provincia, en el país y en el mundo.

La sala se colmó de amigos, familiares y excolegas de trabajo que no quisieron estar ausentes. Su sobrina Marta, a quien dedicó el libro por sentir que tenía esa deuda con ella, viajó desde Italia para acompañarla en la presentación. Y a ella la acompañaron con su presencia sus amigas y compañeras del penal de Devoto como una muestra del entrañable afecto que las une.

El libro de Elsa Chanaguir se suma a otros que tratan acerca del encierro forzado de personas durante la última dictadura en la Argentina, entre 1976 y 1983. Pero en este caso, la autora elije hablar desde la experiencia de aquellos que estaban fuera de las paredes de la cárcel, pero, dentro de aquellas que construyó la dictadura para los de afuera.

Las vivencias de Elsa, Benjamín y sus hijos Sonia y Ernesto, forman parte de tantas historias que falta contar todavía. Elsa y Benjamín constituyeron un grupo de docentes interdisciplinarios que trabajaba en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba, que dio origen a lo que se conoció como Taller Total.

Esa experiencia, que duró hasta antes del golpe militar de 1976, tenía como basamento la idea de que la arquitectura es una profesión eminentemente social, que su enseñanza debe partir del análisis de la sociedad y sus necesidades y finalmente que su gestión debe ser democrática y participativa. Benjamín escribió sobre esto, en libro: Taller Total. Una experiencia educativa democrática en la Universidad Nacional de Córdoba (Ferreyra Editor, Córdoba: 2000).

Enseguida del golpe militar de 1976, la familia inició su propio exilio interno, de Córdoba a la ciudad de Balcarce, en la provincia de Buenos Aires, donde fueron recibidos amorosamente por la familia de su hermana mayor. Como relata Elsa en el capítulo tres del libro, desde allí viajaba (tanto como se lo permitían) para ver a su sobrina en la cárcel de Devoto. La familia vivió allí, hasta 1982.

Si en Nosotras presas políticas (2006, un libro escrito por un nutrido grupo de ex-presas de la cárcel de mujeres Devoto, única en su género en aquel momento) tomó la palabra para contar como las presas fueron construyendo su cotidianidad con el solo propósito de sobrevivir, Los de afuera reflexiona sobre cómo las visitas y las cartas, tópicos que dividen el material del libro, sostuvieron a las familias de las presas, a partir de la experiencia personal de la autora en su vínculo con su sobrina. 

En esta entrevista conversamos con ella y con su sobrina Marta Toranzo sobre lo que dice el libro, pero también sobre su experiencia vital.

Antes de comenzar, nos parece importante destacar algunos breves datos biográficos de la primera entrevistada. Elsa Chanaguir nació en Cruz del Eje en 1937. Se recibió de abogada y se dedicó al derecho laboral y penal. Fue docente en las Facultades de Derecho y en la de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba. Luego de su exilio interno en Balcarce, donde se dedicó fundamentalmente a la docencia secundaria, retomó sus actividades académicas en Córdoba y formó parte del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UNC. En ese contexto realizó una maestría en Ciencia Política y se dedicó al análisis de los partidos políticos.

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Elsa Chanaguir
Foto: Diego Cabrera

Agencia Paco Urondo: En tu libro la descripción de la vida de encierro y la comparación y reflexión entre las distintas unidades penitenciarias que conoces tienen un lugar destacado. ¿Cómo jugó el hecho de que conocieras el sistema carcelario en las visitas a Marty?

Elsa Chanaguir: Creo que no tuvo mucha influencia porque Devoto era una cárcel muy distinta a las que yo conocí, donde los presos que representé como abogada penalista todavía no habían sido condenados. Además, otra diferencia es que yo no entré en la cárcel de Devoto como abogada, sino como pariente, como tía. Allí las presas estaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, que era muy diferente a estar presa con una acusación concreta.

Las normas que regían eran otras, por eso todo me resultó nuevo. En ese sentido, las visitas sin contacto físico, la incertidumbre acerca de lo que podía ocurrir al día siguiente, la posibilidad de recibir castigos, etc., también marcan esos contrastes con los regímenes carcelarios que yo conocía. Por eso, diría que eran dos situaciones diferentes y que mi experiencia como abogada no influyó en las visitas a Marty.

APU: Para introducir las cartas de tu sobrina Marta, elegiste como subtitulo “Las cartas de la prisión. Una forma de visita sin contacto”, me gustaría que me cuentes porque elegiste esa imagen y me hables de las visitas que realizabas a tu sobrina a través de su correspondencia.

E.CH.: La lectura de las cartas permitía conocer la vida cotidiana de las presas, se relataban las actividades que hacían, pero también sus estados de ánimo, cómo se sentían, qué pensaban... Las cartas reemplazaban lo que no podían decir o contar por la escasez de tiempo que tenían las visitas y por el régimen de vigilancia. De alguna manera las cartas eran para nosotros una forma de estar con ella compartiendo su vida diaria.  

APU: Muchas de tus reflexiones en el libro se relacionan con la imposibilidad de contacto físico con tu sobrina impuesto por el encierro carcelario ¿crees que esa situación potenció la calidad de su comunicación con la familia a través de las cartas?

E.CH.: Sin dudas. Me parece que el mejor ejemplo es la comunicación que estableció mi sobrina con los miembros más pequeños de la familia a los dirigía parte de las cartas, contándoles historias que incluso dibujaba para hacerlos más atractivos. En ese sentido, las cartas sin dudas aumentaron la calidad de nuestra comunicación. 

APU: Marta, pido nos cuente brevemente algunos datos de su biografía.

Marta Toranzo: Mi vida hasta mi detención era la de una persona de 22 años en un país que atravesaba una coyuntura en la que era imposible no tomar una posición respecto a lo que estaba sucediendo. Estudiaba Historia en la facultad de Filosofía y Humanidades (UNC) donde presenciábamos las clases con un milico al fondo del aula que controlaba tanto lo que decían los profesores como las preguntas que hacíamos los estudiantes, y donde todos los días veíamos que detenían a alguien en el campus de la ciudad universitaria.

Cuatro días después del golpe me detienen, y después de pasar por la “D2” me llevan a la UP 1, donde permanecí nueve meses sin que mi familia supiera si estaba viva o detenida, en diciembre me trasladan a la cárcel de Devoto. Allí estuve a disposición del PEN hasta octubre del ’79, cuando salí con opción a España. En 1980 fui a Italia, allí me casé, trabajé y tuve hijos y es en Milán donde vivo actualmente desde hace casi 43 años.

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Elsa y Marty

APU: ¿Cómo describirías la experiencia de la escritura epistolar carcelaria?

M.T.: Después de haber estado nueve meses en la UP 1 en Córdoba, en total aislamiento, las cartas que intercambiamos con “los de afuera” una vez en Devoto, fueron un bálsamo. Y, como cuenta mi tía en el libro, tanto las que escribíamos nosotras como las que recibíamos se leían en voz alta para todas las compañeras. Es decir, compartíamos entre todas la relación que teníamos cada una de nosotras con nuestras familias.

El libro es un testimonio importantísimo de esta experiencia. En realidad, no había vuelto a leer mis cartas, así que fue muy fuerte emocionalmente para mí releerlas. La verdad es que me sorprendió la capacidad de escritura que ignoraba poseer y la lucidez de reflexión que tenía a los 22 años, que no creo tener a los 71.

APU: Tus cartas muestran un profundo nivel de reflexión sobre los vínculos y sobre tu propia humanidad ¿pudiste escribir al respecto?

M.T.: No, nunca escribí al respecto, lo hizo la tía por mí al archivar, conservar, guardar y revisar minuciosamente, una por una, todas mis cartas. Se lo agradezco profundamente. Por mí, por mis hijos, y por las futuras generaciones. La memoria tiene que permanecer viva.

APU: ¿Cómo describirías el proceso de construcción de los de afuera por parte de las de adentro?

M.T.: El intercambio de cartas fue extremadamente importante para que los de afuera “vivieran”, de alguna manera, lo que vivíamos nosotras adentro. Contar las relaciones humanas, nuestra cotidianeidad compartiendo nuestra vida en un espacio tan reducido. A la vez, las cartas de nuestra familia nos acercaban a la vida “real”, como las voces que sentíamos desde afuera, desde la ventana, los pajaritos que cantaban, los autos que pasaban… Es decir, si las familias hacían algún paseo o viaje, si veían alguna película o algún espectáculo, si se reunían un domingo con la familia y cocinaban algo rico… Todo eso nos contaban en las cartas. Pero en mi caso tengo que destacar que mi mamá, durante el tiempo que estuve presa, se privó de todo lo que yo no podía hacer… Pero en fin... era un ser muy especial mi mamá.

APU: ¿Qué es, a tu juicio, lo que más puede interesar al lector de este libro?

M.T.: La verdad es que lo que se cuenta en el libro es muy personal, pero quizá pueda aplicarse a todas las compañeras que estuvimos en Devoto. La tía eligió publicar las cartas completas, y en ese sentido absolutamente todo es relevante para mí y para quien me conoce y conoce a mi familia. No sé si para el lector en general es así.

APU: ¿Te gustaría agregar algo?

M.T.: Sí, me gustaría compartir una frase que nos decimos siempre con las chicas: "nuestra mayor venganza es ser felices"