Nicolás Hochman: “Hablar de federalismo en la cultura sigue siendo solo algo pintoresco”

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Nicolás Hochman: “Hablar de federalismo en la cultura sigue siendo solo algo pintoresco”

02 Mayo 2021

Por Branco Troiano | Foto: Pablo José Rey

Nicolás Hochman, escritor y gestor cultural, lleva adelante la productora Una Brecha y ha dirigido congresos en torno a la figura del escritor polaco Witold Gombrowicz.

AGENCIA PACO URONDO: En un contexto de tanto apremio, ¿de qué manera se puede pensar la gestión cultural?

Nicolás Hochman: Con calma, ante todo. No se me ocurre ninguna propuesta más difícil de cumplir, pero entiendo que ese es el mejor camino. No hay soluciones mágicas que puedan servir para rescatarnos en este contexto, y ante la urgencia necesitamos actuar con pragmatismo y cierta frialdad. Es un momento donde necesitamos apertura mental, flexibilidad conceptual, corrernos del idealismo y buscar que los proyectos que estemos desarrollando se vuelvan posibles y sustentables a corto, mediano y largo plazo. En la parte más difícil de la pandemia es cuando tenemos que ser más inteligentes, porque si no, va a quedar muy poco de aquello con lo que vengamos trabajando. Me tienta decir que si hay algo positivo en todo esto es que nos obliga a transformarnos, a crecer, a desarrollarnos. No lo es, claramente, porque de positivo no tiene nada, pero sí es cierto que esa incomodidad puede ser un buen motor para el movimiento.

APU: Más allá del paso a la virtualidad, ¿identifica algún otro cambio que se pueda mantener una vez finalizada la pandemia?

N.H.: Me parece que el paso a la virtualidad marca algo que es más importante, más de fondo: la conciencia de que lo que considerábamos modelos inamovibles son, en realidad, estructuras que se pueden adaptar a las necesidades. Que hay formas, tecnologías mediante, de ampliar los públicos, de diversificar los productos, de mostrar lo que hacemos. La pandemia fue un baño inesperado de cosmopolitismo, y de repente nos encontramos compartiendo eventos con personas de cualquier lugar del mundo. Creo que a partir de esto tenemos que repensar la manera en la que producimos, en quién es nuestro público, en cómo podemos hacer para llegar a lugares a los que antes jamás nos hubiéramos acercado por la cuestión geográfica. Y es, por sobre todas las cosas, la excusa perfecta para darle un giro brusco a la cuestión federal, a las relaciones entre provincias. La distancia dejó de ser la que era.

APU: ¿Considera que la producción cultural porteña resiste o al menos intenta desmarcarse del sesgo unitario que caracteriza a muchos de sus habitantes?

N.H.: Hay de todo. Conozco muchos casos en los que los porteños siguen pensándose como el ombligo de mundo y miran con desdén lo que pasa en las provincias (si es que lo miran), y muchos otros en los que el federalismo se vuelve un objetivo fundamental. De ida y de vuelta. Es decir: llevando a las provincias producciones de Buenos Aires, y trayendo a Buenos Aires producciones de las provincias. Lo que sí me queda claro es que hay una tendencia cada vez más marcada a lo segundo, y que también falta mucho para que los circuitos se aceiten y comiencen a funcionar con naturalidad. Porque en definitiva hablar de federalismo en la cultura sigue siendo solo algo pintoresco, como si estuviéramos diciendo algo novedoso, o incómodo, o no del todo realizable. Hay que superar eso.

APU: ”Cómo financiar un proyecto cultural y no fundirse en el intento” es uno de los ciclos que lleva adelante desde Una Brecha. ¿De qué trata?

N.H.: Es algo que venimos desarrollando desde 2017. Son charlas, o talleres, en donde buscamos poner en común problemáticas y propuestas para diferentes agentes culturales. La idea es mostrar que los que hacemos gestión cultural no estamos solos, que somos muchos, y que esa multitud de proyectos que andan dando vueltas no tienen por qué ser competencia, aunque muchas veces los sean. Más bien creemos que es necesario tejer redes, forjar alianzas, crear comunidades, porque eso facilita las cosas, abarata los costos y permite sumar experiencias y conocimientos. No somos romántico, no pensamos que sea algo fácil ni realizable en el corto plazo. Pero sí que es importante ir diseminando ideas, que no son nuevas. Eso en un plano más bien de fondo.

En lo concreto, estas charlas y talleres apuntan a explicar cuáles son los distintos modos de financiar proyectos culturales, cuáles son sus características, sus puntos a favor y en contra. Hablamos mucho sobre los distintos tipos de subsidios y tratamos de sugerir estrategias para presentarse sin que eso sea una experiencia frustrante. No lo decimos como si fueran fórmulas o recetas, sino a partir de nuestra propia experiencia, después de muchos años de hacer actividades culturales sin un apoyo a priori. Sabemos el esfuerzo que implica realizar producciones en el mundo de la cultura, el cansancio que genera, la angustia que implica a veces. Pero también la satisfacción que queda cuando las cosas salen bien. Lo que queremos es contagiar entusiasmo y estimular a otros a que sigan, a que no bajen los brazos, siempre con realismo, sin posiciones ingenuas.

APU: Ya se están publicando obras estrictamente relacionadas con la pandemia. En ese sentido, ¿cómo entiende la relación temporal entre hecho concreto y producción de una obra que lo aborde? ¿Considera que hay una distancia ideal?

N.H.: No, ideal no hay nada. O nada que vaya a funcionar bien. Es esperable que surjan producciones vinculadas a la pandemia. Es entendible, y hasta necesario. Es catártico, también, y hay todo un público que desea consumir ese tipo de productos. Porque la pandemia abre ventanas emocionales y nos pone a todos con la sensibilidad tan a flor de piel que es lógico que el arte y la cultura tengan algo para decir y hacer con todo eso. Diría que hasta es fundamental que exista esto. Así como también que es algo que comienza a producir cierto rechazo, por la saturación que provoca, sobre todo. A la larga algo de todo esto va a quedar, ya sea como parte instituida, o así como también en detalles, en símbolos, en fragmentos velados. Es natural que ocurra, que mientras un fenómeno acontece haya producciones artísticas al respecto. Siempre fue así. La diferencia notable en este momento es que internet y las redes sociales, en particular, permiten una mediatización absoluta e inmediata de todo eso. Cuando comenzó la pandemia ya era evidente que todos íbamos a estar hablando de esto, compartiendo información, producción, opinión, y que eso podía dar la vuelta al mundo en unos minutos. Ahora vemos los resultados inmediatos. Qué pasa después con eso, no lo sabe nadie. Sobre todo, los gurús.

APU: La mediatización absoluta e inmediata de la que habla no solo aplica a la pandemia, es un fenómeno inherente a cualquier suceso, por más nimio que sea. ¿Considera que esa avidez por alzar la voz, por no quedar fuera de ningún debate, esa ansiedad que todo lo atraviesa y tanto caracteriza a esta época está afectando de manera directa la producción literaria? ¿Cómo? ¿Podría identificar algún rasgo de época en la actual literatura argentina?

N.H.: Seguramente hay mucho de alzar la voz y de no querer quedar afuera de ningún debate, pero no sé si esas son las intenciones, al menos conscientes, de la mayoría. Más bien diría que hay algo de hábito, de estar con el teléfono en la mano todo el día, con lo bueno y lo malo que eso implica. Tenemos acceso a información que no buscamos, o que creemos que no buscamos, porque los algoritmos hablan de y por nosotros. Y al mismo tiempo informamos permanentemente, lo tengamos en claro o no. Cómo afecta a la producción literaria no lo sé. Sí sé que no estoy de acuerdo con los que dicen que esto le quita tiempo a la escritura. La cantidad de textos presentados a concursos, la cantidad de libros publicados, la cantidad de talleres, todo muestra que el tiempo se sigue flexibilizando para que la gente escriba. Y sobre la calidad y los temas, bueno, hay de todo, como siempre.

Y me preguntabas también por algún rasgo de época, y es una pregunta complicada justamente porque tanta heterogeneidad y cantidad de producciones hacen difícil establecer algo más o menos común. Sí te podría decir que se están dando fenómenos que son bastante parecidos a los de otros países de habla hispana: autores que narran en primera persona sus conflictos (sobre todo temas delicados, o tabúes, jugando con el morbo del lector); cierto retorno a lo mágico del Boom; una búsqueda de cosmopolitismo, pero sin dejar de hacer énfasis en el color de lo local; lo urbano entremezclándose con lo rural o lo agreste; los temas que aborda el feminismo teórico, pero trabajados desde lo narrativo; y poca disrupción. Pero seguramente podemos encontrar ejemplos que sirven para decir que hay rasgos que indican exactamente lo contrario.

APU: Siendo que ha desarrollado distintos proyectos de alcance provincial y nacional, ¿entiende que, de alguna manera, las tensiones entre gobiernos de la Ciudad, Provincial y Nacional afectan a los procesos culturales?

N.H.: Donde más se nota esto es en el apoyo que los gobiernos realizan a los proyectos, a través de las políticas de premios y subsidios, y en los contenidos de los medios de comunicación y espacios institucionales (centros culturales, cines, teatros, etcétera). Hay un corte ideológico que es bastante claro de un lado y otro, aunque nunca se explicite en las bases ni los formularios, y eso afecta de manera directa qué tipo de proyectos se apoyan. No digo que sea siempre así, y de hecho hay un montón de excepciones, pero está claro que la política y la gestión cultural no son cosas que se puedan separar. Sería naif pensar así. Desde luego que lo óptimo sería que estas cosas no pasaran, pero pensando un poco en la historia argentina, o de la región, es bastante coherente con las prácticas que siempre se desarrollaron.

APU: ¿Hay algún nuevo proyecto en mente? ¿Nos puede adelantar algo?

N.H.: En este momento estamos difundiendo la publicación de la segunda edición de Cuentos a la calle (cuentosalacalle.com.ar), y en pocas semanas vamos a lanzar la cuarta antología de audiocuento.com.ar, en la que venimos trabajando hace bastante, y con la que vamos a haber publicado a más de cien autores. Y, seguramente para junio, hagamos otro lanzamiento, de una revista de narrativa latinoamericana, que nos tiene muy entusiasmados.

APU: Sabemos que además es escritor. ¿En este momento está escribiendo algo?

N.H.: Estoy corrigiendo una novela que cuestiona el mandato de ser felices y trabajando en otras dos. Una es sobre la experiencia de los concursos literarios, y otra es en coautoría con Marcos Urdapilleta. Y algunas cosas sobre crítica literaria, apuntes básicamente, pero todavía no sé qué rumbo van a tomar.

APU: ¿No se imagina en un cargo público en el área Cultura? ¿En algún momento ha estado cerca?

N.H.: No por ahora. Quizás más adelante