Lila Downs: una noche entre lágrimas y deseos

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Lila Downs: una noche entre lágrimas y deseos

27 Agosto 2017

Por Analía Ávila

Siempre vuelvo, voy dentro de mí
Este vuelo de mi vida
Mi respiración volverá

(“Ser paloma”, Lila Downs)

La cita con la cantora oaxaqueña Lila Downs fue el sábado 19 de agosto en el Teatro Gran Rex, en el segundo de los dos recitales que ofreció en Buenos Aires. Nos recibió la cálida voz de la cantautora rosarina Sandra Corizzo que con su guitarra ofició de telonera, y entre ritmos de jazz y folk, ofreció un delicioso unipersonal antes del show principal. A las nueve y cuarto empezaron a sonar las palmas impacientes en el teatro colmado. En un escenario donde predominaban las luces cálidas, con telones rojos y lámparas tenues a los costados, Lila salió y se plantó frente al micrófono con su collar y labios rojos, sus tatuajes, su flor en el pelo suelto y un vestido típico artesanal. El mágico ritual había comenzado.

Ver a la Downs en vivo es una experiencia para todos los sentidos, será porque además de intérprete es compositora, antropóloga, actriz, y conjuga todos estos saberes sobre el escenario. Su tremenda voz y carisma atraviesan y emocionan. Sus letras, con una gran fusión de estilos, hablan de amor y desamor, de justicia, de libertad, del medioambiente y de la realidad latinoamericana. Reivindica las lenguas indígenas, la lucha de las mujeres, y denuncia los femicidios y las atrocidades cometidas en su país en materia de derechos humanos.  

La excusa era la presentación de su décimo álbum Salón, lágrimas y deseo, lanzado el 27 de mayo, donde regresa a los grandes boleros, baladas melancólicas y también combina diferentes formas musicales como el blues, el danzón y la cumbia. El disco incluye seis temas propios inéditos y siete clásicos de maestros como Agustín Lara y José Alfredo Jiménez. En su disco anterior, Balas y chocolate, le cantaba a la Pelona (la muerte) pero con ritmos alegres, con rancheras, rap y cumbias, como una catarsis donde muestra el simbolismo que tiene la muerte para la cultura mexicana. Durante el recital intercaló temas de estos discos además de sus clásicos.

Lila abrió su presentación con “Mezcalito”, dedicado “a las mujeres que se levantan y que van para adelante, y a la madre Tierra”. Siguió con “Humito de Copal”, un canto que dedicó a los periodistas mexicanos: “a esos que escriben los exabruptos y las verdades que suceden en nuestros países latinoamericanos, esta canción es para ellos, los que se encuentran en la línea de fuego”. Mientras, en la pantalla del fondo del escenario se proyectaban palabras como “justicia, valor, respeto, verdad, muerte”. Fue la primera emoción intensa de la noche.

Cuando cantó “La patria madrina”, que recuerda la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, terminó al grito de “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!” y erizó la piel de todos. Algunos entre el público gritaron “Aparición con vida de Santiago Maldonado”, y los aplausos tronaron en el teatro.

Promediando el concierto la cantora invitó al escenario a la coplera salteña Mariana Carrizo. “Me enseñó mucho con su canto ancestral”, dijo Lila. Acompañada por su caja, la salteña cautivó y divirtió al público con sus ingeniosas coplas: “En Salta yo soy casada y en Buenos Aires soltera” y “Yo soy modista señor vengo a tomar las medidas, de la cintura pa’ bajo, de la rodilla pa’rriba. Y se llevó una ovación cuando entonó: “Si el cigarro se te apaga no lo vuelvas a encender. Si un hombre te ha pegado no lo vuelvas a querer”.

En “Cucurrucucú paloma” La Dama desplegó su chal blanco, lo agitó como si fueran alas y se transformó en una mujer-pájaro, su voz gorjeó y trinó, con agudos que sostuvo hasta quitar el aliento. También susurró y arrulló en baladas como “La Sandunga” y los arrebatadores temas “Piensa en mí” y “Peligrosa”. La oaxaqueña cantó durante dos horas y regresó al escenario varias veces ante la insistencia del público que a los gritos le declaraba su amor. En uno de los bises entonó una versión memorable de “Gracias a la vida” con la cantante Lidia Borda como invitada.

Terminamos en una fiesta, bailando al ritmo de temas como “Zapata se queda” y “La cumbia del mole” donde se lucieron los músicos con sus solos instrumentales. La cantante agradeció emocionada a los invitados locales y al público, su entrega como siempre fue total. Nos fuimos tarareando, empoderadas y embriagadas de sabores y aromas de mezcal, chocolate, mole, caña, pan, fruta y tortilla. La mítica cantora Chavela Vargas la declaró su heredera, nuestra “Negra” Mercedes Sosa la amó. La presencia y la voz de Lila son un apapacho para el alma.

Músicos: Lila Downs (voz, jarana y guiro), Paul Cohen (saxo, tenor y dirección musical), Ángel Chacón (guitarras), Giovanni Buzzurro (bajo), George Sáenz Jr. (trombón, acordeón y keys), Luis Huerta (batería), Jerzain Vargas (trompeta), Paty Piñón (percusiones), Javier Weintraub e Irene Cadario (violín) y Sinuhe Padilla (jarana, chaquiste, guitarra acústica y quijada de burro).

Bailarines día viernes: Folklore en movimiento.

Bailarines día sábado: Combinado Argentino de Danza.

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