¿Las mujeres y la política?

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¿Las mujeres y la política?

27 Julio 2013

 

Ni Freud ni Lacan pudieron responder la pregunta qué es una mujer. ¿Puede una mujer responderla? Quien se atreva a hacerlo, caerá en la objetivación, que tanto dañó a las mujeres. ¿Las mujeres? Sabemos que toda palabra deja algo por fuera, que la palabra recorta. Propongo el acuerdo de que consideremos mujeres a todas aquellas que se reconozcan como tal. No sirve la discriminación biológica. La subjetividad es producto de la alienación al lenguaje, no viene en el ADN. Hablo en términos de subjetividad y no de identidad porque la identidad cierra. Nadie es. Los sujetos no somos, devenimos. Se trata de la dialéctica subjetiva. Si una subjetividad se reconoce mujer, dice yo soy mujer, y si uno le pregunta qué es una mujer, es claro que lo que nos diga será algo que no cierra, afortunadamente.

A pesar de que existen distintos tipos de política, podemos conjugar la política en singular, aunque es un hecho social, porque la política es una acción. La acción de transformar la realidad social. Ninguno eligió los cromosomas que carga, por lo que a nadie se le puede hacer pagar la cuenta por la biología. La biología objetiva, es una ciencia. Las explicaciones de las acciones sociales por la biología fueron la explicación de todos los genocidios que hubo en el mundo. Zaffaroni en su libro La palabra de los muertos. Conferencias de criminología cautelar, hace un profundo estudio sobre el poder punitivo y su genealogía, ubicándola en la Inquisición. Para ello se sirvió del libro Malleus maleficarum o Martillo de las brujas, de 1487, obra de Jacob Sprenger y Heinrich Krämer, que fue la base teórica del genocidio católico. Nuestras respuestas penales son las mismas que las de la Edad Media.

“El Malleus es el libro más misógino que jamás se haya escrito. Afirma la inferioridad biológica e intelectual de la mujer, que ha sido creada a partir de una costilla curva del pecho del hombre y que, por ende, contrasta con la rectitud de éste. Aunque no sabemos dónde el hombre es recto, lo cierto es que la curva parece oponerse a lo recto, contradicción que veremos más tarde al ocuparnos de la venganza, pero que sería bueno dejar señalada”, nos dice Zaffaroni, y agrega: “Lo cierto es que el Malleus inventa una etimología de la voz fémina (que en realidad deriva del sánscrito: amamantar) y la hace derivar de menos fe (fe y minus); la mujer es inferior, más débil, y por lo tanto tiene menos fe. Como Satán no puede actuar sin la complicidad de los humanos, elige entre éstos a los más débiles o inferiores, que son las mujeres. Por eso el Martillo es contra las brujas y no contra los brujos, aunque algunos también fueron carbonizados al pasar. Largas páginas plagadas de citas misóginas de autores paganos y de padres de la iglesia ocupan un capítulo del Malleus. Por cierto que esta inferioridad es una nueva apelación a la biología, pues la atribuye a un defecto de origen (genético)”.

Como podemos observar, se asocia a los hombres a la rectitud, lo derecho, y a las mujeres a las curvas, al desvío. Como el diablo sabe que el hombre puede caer en la tentación, elige a las mujeres para que los hombres trasgredan las leyes del Padre creador, gracias a Dios, sino de qué viviríamos los psicoanalistas. Lo que me interesa señalar es que la cultura espera ciertos comportamientos de sus miembros. De los hombres se espera que seamos dadores, co-rrectos. El Malleus señala que la mujer fue creada con una curva del pecho de un hombre, y decimos falso, sabemos que el único pecho con capacidad de crear vida es el de las féminas, las que amamantan. Sabemos por la naturaleza que hay seres vivos que pueden amamantar, crear de la nada alimento, aunque sabemos que no es de la nada que lo crean, y otros que no, que deben ir y procurárselo. Fue una cultura, un modo de relación social, la que quiso que las féminas sólo se dediquen a amamantar. La cultura que emergió con el surgimiento de la propiedad privada, que necesitaba el derecho a herencia, para garantizar el mantenimiento del poder que otorgan las propiedades de aquellos que les tocó la mejor parte en la división del trabajo. Para ello era indispensable terminar con el matriarcado, con la posibilidad de que las féminas pudieran mantener relaciones sexuales con quien desearan, cuando los hombres no estaban obligados a relacionarse sexualmente siempre con la misma mujer.

Una fémina no es una madre. Con el surgimiento de la monogamia, aquellas que según la fisionomía parecía que podían amamantar, fueron colocadas y mantenidas en el lugar de las que se espera que procreen y se ocupen de sus criaturas. No estoy hablando en términos de hijos. Para que haya una madre es necesario que exista una mujer que desee un hijo. Kafka decía que lo único que tiene que hacer un padre por un hijo es esperarlo. Algunos sabemos de la existencia de sujetos que no fueron deseados por sus progenitores, por lo que no son padres, aunque esos sujetos así los nombren. Recuerdo una conversación con un joven del conurbano bonaerense, en la que me dijo que él formaba parte del grupo de los que odiaban a sus madres. La cantidad de veces que escuché subjetividades de todas las clases sociales narrar que sus madres les repetían que debieron haberlas abortado. La literatura, el cine, está lleno de historias de personajes no deseados. No hay por qué desear a lo que se lleva encima, por eso no castigamos a Tejerina, ni a las féminas que deseen abortar y lo hagan. La soberanía corporal es un derecho inalienable. Las féminas tienen la soberanía económica, producen el alimento para los suyos.

Las mujeres saben de las consecuencias que tiene ser mujer en determinados lugares. Lo saben también los negros, los bolivianos, los judíos, los gitanos, las personas homosexuales. La objetivación es una práctica que se extiende más allá del género, no es un problema de género. Las relaciones de poder son relaciones de fuerza, donde la fuerza del poderoso la siente el más débil. En el 2001, mientras estudiaba psicología, iba a hacer apoyo terapéutico a un grupo de personas de la villa 31 bis, que formaban parte de la CCC. En una oportunidad, mi responsable político me pidió que fuera a la casa de una mujer, que se negaba a venir al grupo, porque ella necesitaba atención psicológica porque tenía problemas de violencia. Cuando me presento en su domicilio, le digo que ella no está obligada a hablar conmigo de nada, y ella decide contarme lo que le andaba pasando, y digo pasando porque ella no podía evitar lo que hacía, era una acción que la pasaba. Me cuenta que le pegaba a los hijos porque no soportaba no tener para darles; que la desquiciaba que le pregunten desde que se levantaban qué vamos a desayunar, al mediodía qué vamos a almorzar, que cuando llegaba la tarde les pegaba un bife para que se callen, si sólo había podido darles mate con un pan duro a cada uno.

La verdad es que la relación entre quienes se reconocen mujeres y la política merece ser pensada. El 70% del movimiento piquetero eran mujeres. Eran las manzaneras, no los manzaneros. La desocupación a los hombres los hizo mierda. El principal problema de adicción es al alcohol y al tabaco, las dos drogas legales. La mayoría de los alcohólicos son hombres. Engels decía que el alcoholismo era una necesidad física y moral. Física, para aliviar el dolor del cuerpo, tan maltratado por las tareas que realiza, y moral, para aliviar el alma de tener que existir en esas condiciones. Es una carga para una subjetividad no tener con qué responder cuando esa subjetivad desea responder a la demanda. Muchos hombres, donde no tuvieron con qué responder, también repartieron bifes y no de los que se disfrutan, al menos los que no somos vegetarianos. Entre el 2005 y el 2008 trabajé en la secretaría de Acción Social en Moreno, cuando todavía no había llegado tan abajo el kirchnerismo, y quienes se presentaban a reclamar alimentos, colchones, frazadas, chapas, que no eran chapas porque eran de cartón con brea, eran mujeres. Los hombres no podían presentarse a decir que no tenían para dar, que necesitaban que les den, porque según lo establecido un nombre que no trabaja no es un hombre. ¿Un hombre solicitando que le den? Donde prima la lógica machista a los hombres no les dan, ellos dan, a los que le dan son desviados.

Lacan decía que los primeros significantes los tomamos de la naturaleza. Me pregunto si el hecho de que pueden alimentar de la nada es lo que las sostuvo en pie. Escuché una mujer sentada, solicitar ayuda, mientras su hija de tres años, de pie, le levantaba la remera para tomar la teta. Las féminas garantizan el alimento. Dentro de la lógica de tener o no tener, de la lógica acumulativa, de tener más que el otro, hablamos de la lógica de la propiedad privada, tener o no tener trabajo, qué comer, no es lo mismo. Tener o no tener qué para dar. Fueron las mujeres las que mayoritariamente garantizaron la supervivencia de sus hijos. Las que sostuvieron su deseo de una mejor vida para ellos, para quienes esperaban otra cosa.

Son la mujer y la política. Son palabras en femenino. Palabras féminas. Las féminas y la política crean con lo que tienen. La política llegó tanto a los sectores jóvenes y populares, porque la política del otro espera y le propone otra realidad, e invita a ser partícipe de la construcción de esa realidad. La política potencia al otro, supone que el otro puede, tiene poder de. Los padres, al esperar de los hijos, suponen que tienen con qué para vivir de otra manera. Como dijo Lula el martes en Bahía, que su madre le decía que siempre caminara con la frente en alto, porque por ser pobre no tenía por qué ir con la cabeza agacha. Es más fácil encontrar un hombre con la cabeza agacha, que una mujer. Un hombre afligido en el sillón, frente a la tele, mientras la mujer le dice que se levante y la acompañe a la cama. No sé cuál es la relación de las mujeres con la política, pero cuando son mujeres populares, son mucho más aguerridas.

"Hay cosas que son imperdonables, no desde lo personal, desde la Historia. Lo agarré del brazo y le dije: "Vos te venís a dormir ahora ¿me escuchás? Ahora". Él estaba profundamente perturbado. Los otros me vieron la cara y dijeron: "Sí, sí, vamos todos a dormir". Me lo llevé a la cama. Él setía que me había fallado".

Cristina Fernández de Kirchner. La Presidenta. Sandra Russo