La radio argentina cumple 100 años: la magia sigue intacta

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La radio argentina cumple 100 años: la magia sigue intacta

23 Agosto 2020

Por Analía Ávila

El 27 de agosto se celebran los 100 años de la radio argentina en conmemoración de la primera transmisión que hicieron Enrique Susini, César Guerrico, Luis Romero Carranza y Miguel Mujica, bautizados después como "Los locos de la azotea". Esa primera emisión se realizó en 1920 desde el Teatro Coliseo de Buenos Aires con la puesta al aire de Parsifal de Richard Wagner.

AGENCIA PACO URONDO dialogó con trabajadores y trabajadoras radiales de distintas generaciones: el comunicador popular Carlos Malbrán, autor del libro La radio como herramienta pedagógica (Ediciones Corregidor, 2010), la locutora y periodista Luisa Valmaggia, el periodista, docente y escritor Carlos Polimeni y la periodista y fundadora de Futurock (radio online), Julia Mengolini. En la charla recordaron radioteatros, anécdotas, maestros y destacaron el aumento de oyentes y la revalorización del medio en esta cuarentena.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Qué es la radio para usted? (Como oyente o trabajador/a radial)

Carlos Malbrán: Crecí en el momento en que la radio cobraba su mayor relevancia. Las transmisiones de fútbol, los radioteatros, y sobre todo las noticias, hacían que la familia entera pegara sus oídos a aquel maravilloso aparato con forma de capilla de madera. Me inicié como niño actor, en los radioteatros y aquí estoy después de tantos años.

Luisa Valmaggia: Para mí la radio es un medio formidable de alfabetización, de conocimiento, de cultura. Es la posibilidad de comunicarse con cualquier tipo de oyente en cualquier parte del mundo, es abarcador, llega a todos de la misma manera con el solo hecho de tener un aparato de radio, y hoy la podés escuchar a través de un celular. Creo que es uno de los medios de comunicación más formidables que ha inventado el hombre. Como oyente soy una adicta a la radio, me he formado en las AM, necesito una radio que me cuente cosas, que me hable, que me informe, que pase algo de música, pero básicamente necesito escuchar la voz humana. Como trabajadora radial trato de hacer eso, contar historias, informar, tener la posibilidad de hablar con personajes ricos de la cultura, que tengan para dar un aporte a las personas que están escuchando, que les prenda la lamparita de la idea y curiosidad, de querer saber mucho más.

Carlos Polimeni: Como oyente, la radio ha sido mi compañía desde la niñez. Aprendí, escuchando, una enorme cantidad de cosas que son parte de mi formación sentimental. En la radio escuché por primera vez docenas de canciones que me acompañaron por siempre. Escuché partidos de fútbol a miles de kilómetros de distancia, la llegada del hombre a la Luna, discursos épicos, momentos de la historia narrados por voces que luego se evaporaron. La radio es como la primera novia: inolvidable y siempre presente.

Julia Mengolini: La radio es el amor de mi vida, es lo que más me gusta hacer, es mi sustento, no solamente me gusta hacer mi programa de radio sino también pensar permanentemente en los contenidos para el resto de la programación de Futurock. Pensar en gente que no hacía radio que lo podría hacer bien, inventar formatos nuevos, creo que es lo único que sé hacer, que lo hago bien y por suerte es un amor correspondido.

APU: ¿Quiénes fueron sus maestros/as o influencias en el medio radial?

C.P.: Para los que oyeron, además de escuchar, me parece que son maestros innegables Hugo Guerrero Marthineitz, Héctor Larrea, Betty Elizalde, Antonio Carrizo, Víctor Hugo Morales, Lalo Mir, Alejandro Dolina y Alejandro Apo.

L.V.: Aprendí a trabajar en radio en el servicio informativo de Radio Rivadavia a finales de la década de los 70 en plena dictadura militar. Mis maestros, como era una radio informativa, fueron Casimiro “Cacho” Morras, Aníbal Vinasco. Y por supuesto aprendí viéndolos a Antonio Carrizo, Héctor Larrea, Cacho Fontana, Juan Alberto Badía, que eran las grandes figuras en ese momento, me abrieron las puertas siendo que en años casi ninguna mujer trabajaba en radio.

APU: ¿Podrá compartirnos algún buen recuerdo o anécdota de su trabajo en la radio?

C.M.: Recuerdo los radioteatros, conocidos también como radionovelas, que tenían gran éxito. Actores y actrices captaban audiencias multitudinarias, sobre todo femenina. Muchos fracasaban al presentarse en público, porque la gran cómplice de estos programas fue siempre la imaginación y no respondían al estereotipo que el o la oyente había imaginado. Los primeros fueron adaptaciones de grandes obras, La dama de las camelias, de Alejandro Dumas; Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, pero pronto aparecerían autores dedicados exclusivamente al género como Abel Santa Cruz, Nené Cascallar y María del Carmen Martínez Paiva. Aunque el de mayor éxito mundial fue El derecho de nacer, del cubano Félix B. Caignet ,que llegó a ser traducido a varios idiomas. Y en la Argentina nació una radioteatro que reflejaba los problemas por los que atravesaba una familia de clase media, Los Pérez García, transmitido por LR1 Radio El Mundo de Buenos Aires, escrito al comienzo por Oscar Luis Massa y continuado por Luis María Grau, que terminaría acuñando un dicho popular: "Tiene más problemas que los Pérez García". Hay un lugar especial para Las dos carátulas, programa de teatro leído, (el más antiguo y premiado), dedicado a difundir obras teatrales, dirigido actualmente por Nora Massi. Los niños eran fanáticos de los programas de aventuras: sarzán, Sabú, el niño de la selva, Sandokán, el tigre de la Malasia y los adolescentes a los de música.

C.P.: La radio produce anécdotas todos los días, porque la dinámica del trabajo en vivo produce siempre aceleres, fricciones, historias que el público desconoce. Podría escribir un libro, de verdad, si me pusiera a recordarlas. Pero recuerdo a Charly García hablando un 9 de julio a las 8 de la mañana sobre la Patria, porque era el único artista levantado –no se había acostado, claro—y un productor atinó a llamarlo porque había pautado otra nota con alguien que no atendía. “Para mí, la Patria es mi padre llevándome de la mano por un camino de tierra en Moreno, cuando era chiquito”, resumió ese día. O a Fito Páez, llegando a la radio en taxi recién levantado y bañado a los 9.57 minutos para una nota con un programa que concluía a las 10, diciendo: “Qué noche la de anoche, Teté”.

L.V.: En una época viajaba mucho como cronista acreditada en Casa de Gobierno y en Cancillería por Radio Rivadavia. Recuerdo la época de la Guerra de Malvinas, cuando fui por primera vez a la Asamblea de Naciones Unidas y lo hice durante el tiempo que duró el conflicto en más de una oportunidad. La responsabilidad de transmitir lo más rápido posible una votación en 1982 cuando la tecnología no era la de hoy, y buscar un teléfono desde una avenida de Nueva York y no conseguirlo porque estaban todos ocupados. Fue una época de un enorme compromiso, pensando muchísimo en los soldados y su familias, es una época que me marcó enormemente.

J.M.: Un recuerdo fue el último día que hicimos Segurola y Habana desde Nacional Rock porque las autoridades nos habían anunciado que no íbamos a seguir, obviamente con el cambio de gobierno se levantó la programación de un día para otro. Ese mismo día se cortó la luz en la radio y hacía muchísimo calor, pero seguíamos transmitiendo, y a oscuras nos despedimos de nuestros oyentes con la promesa de que en algún momento, no sabía ni dónde ni cuándo, pero nos íbamos a volver a encontrar. Seis meses más tarde pude cumplir con esa promesa y desde el aire de Futurock, radio de la que fui una de las fundadoras, pude volver a escuchar la cortina de mi programa, y decirles a los oyentes que habíamos vuelto, que nos había llevado seis meses el proyecto y darles la bienvenida. Fue un momento absolutamente emocionante el haber podido cumplir con esa promesa. 

APU: ¿Qué reflexión le merece el aumento de oyentes de radio y la revalorización del medio durante esta cuarentena?

C.M.: El aislamiento a que obliga la cuarentena ha logrado un gran aumento de telespectadores y oyentes de radio. Pero desde que tengo uso de razón he escuchado vaticinar el fin de la radio; lejos de eso el medio ha demostrado con creces su supervivencia. Hoy Internet ha facilitado su crecimiento. No es necesario ninguna licencia ni permiso para conectar un micrófono y comenzar a transmitir, lo que ha democratizado la radio con mayor diversidad de opiniones.

C.P.: Pienso que la televisión de aire argentina, que está en el peor momento de su historia, te fríe el bocho. Y que hoy eso es más evidente que nunca para una enorme cantidad de personas. Una parte de esa multitud, escucha radio como un antídoto, presumo. Cada día antes de empezar, me digo a mi mismo: “Ojalá podamos mejorarle el día a la gente que escucha”. Si lo logramos, si ese es nuestro granito de arena en el mar de las cosas, me sentiría feliz.

L.V: Efectivamente se ha producido un aumento de oyentes de radio. La revalorización se da primero porque estamos hablando mucho de la radio por estar cumpliendo 100 años. Segundo, la radio tiene la posibilidad de alguien que siempre te cuenta algo que te conecta con la realidad, con un sueño, con la magia, te acerca ideas que te sacan a lo mejor de un pozo depresivo, te acompaña todo el tiempo y sería imposible si no hubiera hombres y mujeres que la hacen. La radio es una compañía, es parte de los amores, de los sueños, tiene que ver con eso cuando de hace con vocación, con amor. Espero que la radio no solo no muera, podrá cambiar, podrán hacer podcast, pero siempre que haya una voz amiga, será eso lo importante. Voy a trabajar siempre por una radio plural, democrática, porque haya muchas más voces. Lo planteo así porque no es un tema menor el hecho de que las radios estén en manos de conglomerados, o que sean una parte de multimedios. Quiero que haya radios populares, en los barrios, cooperativas, quiero que haya muchas voces, la posibilidad de generar una red, una trama que ayude a que la sociedad sea mejor, me parece que ese es el rol que tenemos y habrá que trabajar por eso.

J.M.: En la cuarentena claramente la gente empezó a escuchar más radio, por lo menos es lo que pasó en Futurock, nos empezaron a escuchar mucho más. Porque la radio es compañía, sobretodo cuando uno está en el hogar haciendo otra tarea, hay alguien que te informa, te entretiene, te conmueve, y si algo hace falta en esta cuarentena es esto, un poco de calor, sentirnos más juntos, sentir que estamos dando una pelea entre todos. También recibí un montón de mensajes de lo bien que le hacemos a la gente en cuarentena, la radio sirve muchísimo para pelearle un poquito a esa soledad que se está sintiendo, a la angustia que se va arrastrando. La radio da un sentido de comunidad, en Futurock hay una identidad forjada muy fuerte en quienes la hacemos y quienes la escuchan, se sienten parte de algo, y sentir eso en esta cuarentena es muy importante. Creo que la radio respecto a otros medios es la que no va a morir nunca, puede llegar a cambiar de plataformas pero el principio básico de la radio no va a cambiar, y más allá de los productos que se puedan generar, esa magia de la radio de que sea en vivo, es lo que da esa intimidad entre conductor y oyente, y forma parte de la magia.