La Pampa: vuelve el histórico mensuario Lumbre

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La Pampa: vuelve el histórico mensuario Lumbre

29 Octubre 2016

Por Diego Kenis

Desde hace algunos días, los lectores pampeanos cuentan con una herramienta más para analizar el territorio: tras un lustro de ausencia, este octubre de 2016 marcó el regreso del mensuario Lumbre, que en la década redonda y compleja que fue de octubre de 2001 a diciembre de 2011 protagonizó algunos de los más relevantes capítulos de la lucha por la libertad de expresión en esa provincia mediterránea.

El primer número de su nueva etapa –que pronto agregará una edición digital- hace honor a esa historia previa: su imagen central es la del ministro de Seguridad Juan Carlos Tierno, un personaje de ficción inserto en la realidad pampeana, que encabezó represiones cachiporra en mano, recomendó a la policía a su cargo establecer la pena de muerte sin juicio previo y, en sus comienzos en la función pública, fue denunciado por un feroz episodio de violencia de género.

Al cabo de 103 números, Lumbre había sumado cientos de lectores y tres demandas judiciales de parte del poder político. Las absoluciones que consiguió en los estrados marcaron precedentes en la materia, en particular cuando un fallo de la jueza Verónica Fantini contra el demandante Tierno aplicó por primera vez en La Pampa jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En el comienzo de esta segunda etapa del mensuario, APU dialogó con su habitual columnista Juan Carlos Martínez, director e impulsor del periódico.

AGENCIA PACO URONDO: Vuelve Lumbre. ¿Qué significa esta vuelta? ¿Cómo la decidió?

Juan Carlos Martínez: El regreso de Lumbre después de cinco años es todo un desafío a mí mismo. Para quienes nos hemos formado en el periodismo gráfico, la escritura es nuestra herramienta preferida para expresarnos. En verdad, desde lo personal siento necesidad de insistir en hacer ese periodismo que tanto fastidia a los poderosos, que tanto molesta a quienes sueñan con un mundo sin periodistas. O con periodistas sumisos y obedientes, mercenarios de la pluma y la palabra. Esas cosas son las que han alimentado la idea del regreso en un momento tan especial como el que estamos viviendo en la Argentina y que también se manifiesta en La Pampa, una provincia que se ha prendido al proyecto ultraconservador de Cambiemos aunque el doble discurso del gobernador Carlos Verna trate de disimularlo. Ni siquiera en las formas se diferencian unos de otros. Las políticas de seguridad, por ejemplo, son las mismas: garrote, balas de goma mezcladas con algunas de plomo, persecuciones, detenciones y otro tipo de atropellos que generalmente tienen como blanco preferido a los sectores más vulnerables de la sociedad. También se persigue a periodistas que no son funcionales al oficialismo. ¿Saben quién participó en la creación del llamado “protocolo de seguridad”? Nada menos que Juan Carlos Tierno, un golpeador y torturador de mujeres al que Verna confió el nuevo Ministerio de Seguridad a pesar de llevar sobre sus espaldas una condena de dos años de prisión y cuatro de inhabilitación para ejercer cargos públicos por abuso de autoridad. La sentencia contra Tierno es de diciembre de 2014 pero eso no le impidió asumir como ministro el 10 de diciembre de 2015. El argumento utilizado por Verna para justificar lo injustificable es una de las tantas falacias a las que apelan los poderosos para mantenerse impunes: hay que esperar lo que se decida en una segunda instancia. De la Ley de Ética Pública ni hablar. Mucho menos del prontuario que arrastra Tierno: despedido de la función pública en dos oportunidades. La primera en 2006 por el incremento de apremios ilegales en las comisarías pampeanas cuando Tierno, como ministro de Gobierno, era responsable de las políticas de seguridad. Dos años después fue eyectado de la municipalidad de Santa Rosa apenas a ochenta y siete días de haber asumido como intendente por abuso de autoridad. El prontuario de Tierno incluye violencia de género, corrupción política por enriquecimiento ilícito y violación sistemática de la ley.

APU: Vayamos a la primera etapa. ¿Cómo nació y transitó aquellos tiempos iniciales Lumbre?

JCM: Lumbre nació en octubre de 2001, en los tormentosos días de una de las mayores crisis vividas por la Argentina. Me habían despedido del diario La Reforma apenas dos meses después de hacerme cargo de la agencia de Santa Rosa por presión del gobierno de Rubén Marín. Mis comentarios molestaban al poder político y a las autoridades de la Universidad de La Pampa, quienes pidieron mi cabeza por denunciar los ajustes de Domingo Cavallo y por darle cobertura a la resistencia de los estudiantes que se oponían a las políticas oficiales. Además, desde ese medio denunciamos la irrupción de la Policía pampeana en el recinto de la Universidad para reprimir a los estudiantes, un atropello que se hizo sin orden de un juez. En los diez años de existencia, Lumbre se sumó a ese periodismo alternativo que, a pesar de ser cuantitativamente pequeño frente a los grandes medios, suele preocupar y hasta estremecer al poder cuando se ejerce la libertad de expresión por encima de cualquier otro interés. Justamente por ser fieles a esa libertad fuimos demandados penal y civilmente por Tierno por dos artículos en los que investigamos su enriquecimiento ilícito como director del Banco de La Pampa, cargo que además aprovechó para quedarse con 1230 hectáreas de un productor endeudado con esa entidad bancaria. Ambas demandas le resultaron adversas, incluso en recursos planteados ante la Corte Suprema. El fallo de la jueza Verónica Fantini en la causa penal marcó un hito histórico en favor de la libertad de expresión al aplicarse por primera vez en La Pampa jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En la demanda penal, Tierno le pidió a la jueza que no se nos permitiera seguir informando sobre los dos temas, pero Fantini le respondió que en la Argentina no existía censura previa.

APU: ¿Qué nos encontraremos en esta nueva Lumbre? ¿Habrá diferencias entre aquella etapa y la que está iniciando?

JCM: La línea editorial será la misma, como decimos en el primer número de esta nueva etapa. No somos neutrales. Tampoco dueños de la verdad. Pero sí de nuestra libertad para expresarnos. A pesar de los intolerantes y censores que andan a la caza de periodistas díscolos. Decimos también que no hay periodistas independientes. Unos dependen de sus intereses. Otros dependemos de nuestras convicciones.

APU: ¿Cómo encuentra a usted, como periodista y persona, este renacer de un proyecto tan importante?

JCM: Respondo a esta pregunta con un párrafo que escribí en mi libro La abuela de hierro (NdR: ediciones 1995, 2012 y 2013), obra en la que se narra la búsqueda de Carla Artes, la segunda nieta recuperada en democracia: “El periodista es, ante todo, un ciudadano al que nada le resulta ajeno. Como cualquier persona vive, palpita y sufre los problemas cotidianos que lo rodean. Los propios y los del prójimo. No es, no puede ser indiferente a nada. Mucho menos frente al dolor y la injusticia. Por eso no es neutral”.