“Estoy trabajando fuertemente en el legado”

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“Estoy trabajando fuertemente en el legado”

02 Abril 2015

Por Luciana Brillantino

APU ¿Cómo comienza tu relación con el teatro?

Carlos Ianni: Me inicié con el teatro de muy jovencito, el CELCIT está cumpliendo cuarenta años de vida y yo estoy cumpliendo cuarenta años de profesión. Empecé en el Teatro Payró con Jaime Kogan y Ricardo Monti, a estudiar en 1973 y me integré al teatro en 1975. Yo tenía 21 años, estudiaba filosofía, estaba terminando Bellas Artes y me ganaba la vida vendiendo ropa en un negocio. Una noche baja Jaime a dar la clase y pregunta quién quiere trabajar en la boletería, yo, harto de vender ropa de bebé la dije que sí. Yo tenía muy buena relación con Jaime y, al poquito tiempo de estar trabajando en la boletería, supongo que por ciertas virtudes que yo debía tener, empecé a trabajar en la administración del teatro. Para que se entienda, yo era la administración (risas). Al año siguiente el equipo de teatro viaja al festival de Caracas con El Señor Galíndez,  y hace una gira que dura dos meses por centroamérica. Se fueron todos y me dejaron el teatro a mí solito; de hecho se fueron en abril, pocos días después del golpe, toda una comitiva los acompañó a Ezeiza para que los dejaran embarcarse sin problemas porque no sabíamos qué era lo que podía pasar.

APU: Tiempo después recibieron un apriete ¿no?

CI: Varios, desde cierto personaje acercándose al Payró un día para decirnos “no estrenen Galileo” (que era el proyecto siguiente de Jaime) “porque vamos a prohibir y cerrar el teatro”, a, directamente, prohibir Telarañas, que era una obra que estrenamos.  Esas eran las cosas más evidentes pero lo espeluznante era que vos levantabas el teléfono y alguien del otro lado te contaba lo que habías estado haciendo todo el día, a qué jardín iban tus hijos y a hacerte advertencias varias. Eso sin pensar en los compañeros que desaparecían. Después sufrimos atentados de bomba y esas cosas.

APU: Entonces quedaste a cargo del teatro…

CI: Si, me había ganado un lugar dentro del equipo, ya manejaba la sala. Cuando volvieron de la gira deciden poner en escena Visita, y ahí me encargan la producción ejecutiva. Visita fue la primera producción ejecutiva que yo hice, que se estrenó en 1976; pero yo ya me encargaba de la producción integral de todo el teatro, promoción, difusión. Me fui formando sobre la marcha porque mi maestro fue la práctica más que las lecturas. Por distintas circunstancias de la vida me desvinculo del teatro en 1978. En el ´79 tomo una sala que ya no existe más que era el Teatro Planeta. Además de presentar espectáculos de teatro de distintas compañías empiezo a producir teatro, y pensando en cómo estirar la vida útil de un espectáculo empiezo a averiguar qué había que hacer para hacer giras. Me entero en ese momento que hay dos organizaciones vinculadas con el teatro latinoamericano, una que era el TOLA (Theather of Latinoamérica) que el representante en Argentina era  Rubén Schumacher y el CELCIT que lo dirigía Francisco Javier Como conocía a ambos me encontré con ellos. Rubén, muy honestamente, me contó que era un sello de goma (risas), Francisco me contó un poco la idea y yo me enamoré y le propuse vincularme de alguna manera. Se daban las circunstancias  de que en ese momento se funcionaba de prestado en la casa de Castelnuovo, en San Telmo, y se tenían que mover, entonces, yo le ofrecí la sala para el CELCIT y así se fue armando una relación entre ambos y yo me fui implicando cada vez más.

En el año ´86 se hizo un congreso de filiales en Caracas un poco para diseñar la política a nivel continental; yo, en ese momento acababa de dejar el Margarita Xirgu, después de manejarlo durante dos años con tan buenos resultados que los catalanes propietarios dijeron “si es buen negocio para terceros es buen negocio para nosotros”, no  me renovaron el contrato y así fundieron el Margarita Xirgu (risas). YTrabajaba en un teatro que ya no existe más que estaba en Esmeralda y Corrientes, y era coordinador de programación artístico teatral del Cervantes. Yo volvía del encuentro en el avión cuando tuve una epifanía. Lo de los teatros pensé estaba sujeto a la voluntad de los propietarios de renovarme o no el contrato, lo del Cervantes era un puesto político que podía acabar en cualquier momento, la única opción que tenía de construir algo que dependiera sólo de mí pasaba por el CELCIT. A partir de ese momento decidí poner todo mi esfuerzo en esto.

APU: ¿Cuál es tu relación actual con el CELCIT?

CI: Me inicié a los 21 años en esta profesión y estoy cumpliendo 40 en octubre de este año. Voy a cumplir 61 años en julio, ¿cuánto me quedará? ¿10 años, 15 años útiles? Le he dedicado a esta institución 30 y pico de años de mi vida, que en buena medida lo que es hoy responde al esfuerzo y a la creatividad de mi persona más la colaboración de mucha gente, no es algo que haya hecho solo. Yo quería dedicar ese último tramo de mi vida a otra faceta de mi vida que me apasiona que es la actividad docente y la actividad creativa como director Entonces vengo armando un equipo que se haga cargo de esto ya sea porque yo no exista más o para poder dedicarme con más atención a otras cosas. Todo es responsabilidad mía por ahora, las cosas que están bien y las que no, pero sí estoy trabajando fuertemente en el legado.

APU: Me gustaría que me des una opinión de cómo ves al teatro hoy en Buenos Aires?

CI: Tengo una visión muy crítica aunque con esto que voy a compartir con ustedes ahora me siento como “Jeremías clamando en el desierto” ya que nadie parece prestar la menor bola. Fue una conquista enorme de los teatristas, después de años de pelear por eso, la sanción de las leyes que crearon el INT a nivel nacional y PROTEATRO a nivel local. Las saludos, las aplaudo, y defiendo a rajatabla su existencia aunque a veces comparta o no sus políticas. Obviamente, yo me crié en esta profesión antes de que existiera cualquier tipo de ayuda económica y siempre hice teatro de esa manera y lo sigo haciendo de la misma manera aunque haya subsidios. Pero la aplicación de políticas para mí desacertadas han distorsionado enormemente la actividad teatral. Nuestros políticos se jactan diciendo que Buenos Aires es la capital teatral del mundo, y la cantidad de espectáculos que hay por fin de semana, la cantidad de salas de teatro… En otros años cualquier compañía realizaba funciones toda la semana de su obra, hoy quizás solo puede hacer una función a la semana. A su vez, comparte escenario con otras compañías y otras obras, por lo que tiene muy poco tiempo para preparar y poner en escena cada función. Eso necesariamente atenta con la calidad de las obras, ¿qué preparación previa puede tener el actor? ¿Cómo pueden prepararse las luces, muchas veces compartidas? Hoy nadie se pregunta cuál es la calidad de la mayoría de esos espectáculos, nadie se pregunta cuántos espectadores hay por cada función.