El violento oficio de dibujar

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El violento oficio de dibujar

21 Diciembre 2013

Por Boris Katunaric

12 Casettes

En el otoño de 1987 Juan Sasturain,- cuando ya se había editado su obra conjunta con Breccia, Perramus ya era de gran repercusión en la revista Fierro y a nivel internacional- se dedicó a realizarle una serie de entrevistas, que como resultado, dieron una suma bruta de 12 cassettes que son el material que compone esta obra. Un viejo grabador con micrófono incorporado y pilas de poca confianza fueron los recursos técnicos de estos cassettes, rudimentario pero sin culpas y familiar por su cercanía entre los oradores. Sasturain apunta en el prólogo hablando de estos cassettes: “Mi intención –y Alberto lo sabía- era que me sirvieran como medio privado de recopilación de datos y referencias; que fueran la fuente más fidedigna para lo que esperaba hacer algún día no muy lejano; una biografía o –mejor- un libro sobre la vida y obra de Alberto Breccia (…) es obvio que eso no sucedió. Para mí está claro que tampoco sucederá. Pero las charlas quedaron ahí, guardadas y a la espera”

Esperaron unos 25 años y estoicos mantuvieron el registro que compone la inmensa serie de entrevistas. Empezando por la niñez, Sasturain pregunta al viejo, que sin tapujos habla de sus épocas de tripero, de los primeros trabajos para la editorial Laínez, el Vito Nervio, Frontera, la pérdida de su primera mujer… así compone un recorrido biobibliográfico realmente extenso y jugoso.

Oficio

Breccia, el viejo es el testimonio de un oficio, del violento oficio de dibujar, del sacrificio, de los trabajos por encargo, de renegar de ellos, de las entregas a contra reloj, de aprender a los ponchazos los recursos más simples, de la guita que es poca, que no alcanza y hay que laburar más, de las pérdidas de originales reclamados y las changas para zafar.

Harto conocida es la anécdota en que Hugo Pratt le dijo "Vos sos una puta barata, porque estás haciendo mierda pudiendo hacer algo mejor" a manera de sacudón, de tirón de orejas para que en ese solemne acto de violencia verbal se despertara el dibujante que hoy conocemos. Sin esas palabras inspiradas del tano Pratt, tal vez nada de lo que hoy conocemos se hubiera desarrollado en la obra de este maestro, empezando en este caso con Sherlock Time al que Oesterheld le había propuesto dibujar para Hora Cero y que fue la génesis del genio producto de un insulto.

También entran en esta historia los momentos de abundancia, donde la historieta era un fenómeno en constante crecimiento. La etapa de los autores reconocidos, incluyendo al mismo Breccia, de la Historieta Argentina. Su paso por trabajos para Inglaterra y España, los encuentros con sus colegas y amigos…

Todo ese desarrollo profesional, entre la frustración y la búsqueda, la abundancia y la sequía, prueba y error de conceptos –así lo pensaba él-  se narra en la segunda parte del libro y no deja de deslumbrarnos su claridad, el lenguaje coloquial con que se manifiestan, lo hace perfectamente fresco y sencillo a lo largo de unas 360 páginas. Éstas acompañadas (en su gran mayoría) por una abundante recopilación de ilustraciones hecha por el coleccionista e investigador especializado en historietas Gustavo Adrián Ferrari, y por fotografías recopiladas por Mariano Buscaglia (nieto de Breccia) quien, además, trabajó la desgravación original del archivo.

Su palabra

Entonces se conjugan el Breccia de barrio, el artista, el laburante, el tanguero y  desde su boca brotan las palabras de un viejo que putea y se maravilla y que tiene la cadencia del oficio encima, los ojos iluminados de futuro y los dedos entintados de las asperezas de la vida. Breccia murió hace veinte años y este homenaje planteado para entender su concepto, llena espacios vacios desde que se fue ¿se fue? “¿Está el pasado tan muerto como creemos?”