Distintas películas de un Néstor irrepetible

Distintas películas de un Néstor irrepetible

12 Mayo 2013

En la tarde del domingo, se conoció un mensaje de Cristina Fernández de Kirchner, donde narraba sus sensaciones ante el “corte final” que circula de la película sobre Néstor Kirchner filmada por Adrían Caetano. En la edición de hoy de Pagina/12 Horacio Verbitsky publicaba una opinión laudatoria del film.  Caetano había protestado por esa copia, pero agradeció el mensaje de la Presidenta. Publicamos el texto de CFK, y los tweets  de Caetano y Paula de Luque; y la opinión de Horacio Verbitsky.

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El mensaje de CFK

“Olivos. Anoche, en Calafate, vi la película de Caetano sobre Néstor. Yo sabía que alguien la había subido a la red, pero no había querido verla. La de Paula Luque recién la vi después de estrenada. ¿Por qué? La verdad que me provoca demasiado dolor, casi insoportable. Hacía varios días que Florencia la había visto y me contó que le envió un mail al director felicitándolo. Le pregunté: ¿cual te gustó más? Me dijo que eran distintas. Le gustaban las dos. Que una era un documental, el de Caetano… Y el otro, el de Paula, tenía rodaje, testimonios, etc, etc. Florencia estudia cine, mira y observa cosas que otros no. Finalmente me decidí, lo llamé al Topo Devoto y le pedí que me enviara la película, que quería verla.

Anoche después de cenar llovía mucho en Calafate. Me senté en el mismo sillón que me sentaba con él y puse el cd. Me conmovió. Era él. Simple, sencilla y totalmente él. Desde el principio hasta el fin. Volví a sentir que me miraba.

La película de Paula tiene que ver con distintas miradas (tal vez por ser mujer). También con la convicción de que Néstor es producto de una generación en un contexto histórico. Muchas gracias, Paula. Caetano, literalmente, se metió adentro de él. Es la mirada del hombre sobre otro hombre y su rol en la historia de un país, el nuestro: Argentina. Debo confesar que después de volverlo a ver en toda su plenitud política, humana, y fundamentalmente en su rol histórico, me sentí pequeña, muy pequeña.

Lo llamé al Topo. Era cerca de la una de la madrugada… Le pedí que quería que la difundieran. Que se debía ver. ¿Cómo fue que inventaron, en ríos de tinta y papel, que yo la había vetado? ¿Cómo se puede mentir, difamar tanto? El Topo me contesta: “No te acordás que dijeron que a Caetano le habíamos puesto comisarios políticos? Sí, tenés razón Topo. De qué me voy a asombrar?”.

Adrían Caetano:

“Uds no tienen idea del daño que me están haciendo con todo esto del documental, un trabajo terminado que no vi ni quise que se viera así. Bastante ya sufrí por no terminar una película en la que puse todo mi esfuerzo para que hoy, en una versión de mierda, sea usurpada, robada. Déjenme en paz ya que a la película no pudieron dejarla así, guardada, dormida, digna, fuerte, con el capricho que debe tener todo director.

ESTA ES UNA VERSION A LA ANTERIOR QUE ERA EL PRECEDENTE A LA FINAL.

No soporte + y vi la version de NK que circula... no es mi copia definitiva ni se le acerca... no tiene final y la musica es de referencia. Deberia haberse dejado ver como lo que quiso ser: una pelicula con todas las de la ley, no un boceto choto. Es off line, con rayas negras, con sonido inescuchable y bocetos nunca acabados de musica, sin final... tampoco es otra película. es un boceto esa es la palabra... y no soporto las tendenciosas comparaciones con una colega... “

Al enterarse de las palabras de la Presidenta:

“@CFKArgentina un honor de verdad Sra.”

Lunes a la mañana confirmó las tratativas para concluir la película:

"Me voy a ver con el chino navarro y el topo devoto... vamos a ver que pasa, interes hay... nada cerrado también... salu" 

Paula de Luque

La directora fue mencionada en el mensaje de la Presdenta, y esto fue lo que publicó:

“@CFKArgentina Gracias por tus palabras! Pueden haber tantas miradas sobre Néstor como argentinos. Ojalá florezcan mil películas más.

Celebro que la película de @IACaetano sea difundida. Tira por la borda las mentiras acerca de que la mía fue la versión oficial".


El artículo de Verbitsky en Pagina/12

Salvaje como él, por Horacio Verbitsky

Desde hace unos días la película sobre Néstor Kirchner está produciendo un fenómeno tan asombroso como lo fue la irrupción inesperada de su protagonista en la política argentina, hace ahora diez años.

Son cien minutos documentados y compaginados sin comentarios ni talking heads que expliquen lo que es evidente. “Un documento de Adrián Caetano”, dice en los títulos. Ese documento sobre Kirchner ya atrajo a decenas de miles de personas que lo han visto en Internet, sin autorización de sus productores, sin publicidad, sin funciones compradas por sindicatos ni organizaciones, sin asistencia obligatoria, sin actos de lanzamiento ni palcos vip. Inesperado e incontenible.

Es difícil imaginar un retrato más fiel, producto de un artista que estuvo a la altura del privilegio que le confirieron, como cronista no sólo de la vida de un hombre, sino de una época. Se trata de una obra política, en la que las palabras del propio Kirchner y de su esposa permiten entender por qué el desconocido gobernador de la segunda provincia con menor población y densidad de habitantes por kilómetro cuadrado logró producir un punto de inflexión en la secuencia institucional del país, de ruptura definitiva con la herencia dictatorial, pero también de superación de los límites que en los veinte años previos a su llegada produjeron una democracia timorata, a espaldas de las necesidades populares. Lo dice el propio Kirchner en un tramo de su primer discurso presidencial: aquella que concluyó el 25 de mayo de 2003 era una democracia que en su primer turno se conformaba con asegurar la relativa subordinación de las Fuerzas Armadas y en el segundo medía su éxito por las ganancias extraordinarias del capital más concentrado.

Una característica llamativa es el quiebre cronológico de esta rapsodia, que en forma gradual y para nada retórica va exponiendo la coherencia de su retratado a través de tres décadas. No hay un solo fragmento de sus discursos que desentone o resulte contradictorio. La narración puede saltar de 1991 a 1982, de 2005 a 1999 o a 2010, sin que se altere una corriente de ideas y actitudes. Ese es un hallazgo notable de montaje cinematográfico, más propio del cine de ficción que del documental, pero que aquí se revela potente y persuasivo.

Otro tanto puede decirse del tratamiento que Caetano da a cada secuencia del material sobre el que trabajó. Sobresalen las contraposiciones de Kirchner con quienes lo precedieron en el gobierno, Raúl Alfonsín y Carlos Menem. En ambos casos, la intensidad estética está de un modo inusual al servicio de la comprensión política. En el primero, el mérito está en la elección del metraje de ambos durante la Convención Constituyente de Santa Fe. En el segundo, en el trabajo de filtros y máscara sobre un plano de Menem y Kirchner que a primera vista no tenía nada de sobresaliente, pero al que logró extraerle con escasos recursos y enorme perspicacia su sentido más profundo.
Otra muestra de esa calidad narrativa puesta al servicio de la biografía está en la elección del momento para cortar una secuencia. El mejor ejemplo, pero no el único, es la filmación en la que Kirchner anuncia que su provincia ha recibido por fin los bonos con que la Nación le pagó las regalías petroleras atrasadas. Termina el mensaje que se emitió por la televisión de Santa Cruz, pero Caetano deja que el tape continúe, hasta el momento en que el gobernador celebra, sin poder contenerse, lo que esos 600 millones de pesos significan para una provincia que no podía contar más que con sus propios recursos, y desde cuyo gobierno anticipó lo que después haría en la Nación. Ahí están enteros su personalidad y su proyecto. Otro momento descollante es la yuxtaposición del discurso despectivo e incendiario del líder de una de las cámaras patronales agropecuarias, con los miles de litros de leche volcados desde un camión tanque. Hasta las piedras pueden entender de qué se trata.

Y además está la intimidad, pero capturada en público. El amor entre Néstor y Cristina luego de treinta años de matrimonio impresionaba a quienes los vieron juntos en privado. No es el caso de Caetano, que sólo trabajó con imágenes de actos públicos. En ellos descubrió pequeños gestos, como el pañuelo con que ella le seca la frente el día del diluvio en el ex campo de concentración de La Perla, o las miradas de ambos el día en que el presidente le dijo a la Unión Industrial que ella sería mejor que él. Es inolvidable también otro beso, éste de pasión y erotismo, que dos hombres de una etnia indígena y vestidos como obreros se prodigan la noche en que el Congreso aprobó la reforma a la ley de matrimonio.

La alteración del tempo de algunas elocuciones de Kirchner, incluyendo silencios entre párrafos para hacerlas coincidir con la música imponente de Gustavo Santaolalla, enseña cómo un elaborado artificio puede conducir en línea recta hacia la más pura realidad. La banda sonora aporta en forma sutil al relato, en secuencias como la semana de los cuatro presidentes o las condenas a los policías de La Plata. El ojo del artista también se aprecia en la selección de escenas que un compaginador convencional desdeñaría, como la toma del helicóptero en el que se fue De la Rúa, o algunas de la represión en la Plaza de Mayo, atisbadas desde atrás de una bandera que según el viento muestra u oculta.

No hay ni una escena obvia en este relato de un director que se permitió la misma incorrección política que distinguía a su personaje, quien aparece en compañía de muchos actores políticos equivocados. Lo que le importa al director y lo que realza la calidad de su trabajo es Kirchner y sus actos, no a quiénes tenía cerca en cada momento ni la conveniencia actual de mostrarlos. Tal vez por ser uruguayo y estar lejos de cualquier interna partidaria argentina se salvó de las borratinas vergonzosas con que a partir de 1922 se narró la Revolución Rusa.
Es una película hecha con el mismo salvajismo con que Kirchner se abrió paso en la historia argentina, el feliz encuentro de un autor con su personaje. Por fin, el homenaje que Néstor merecía.