Amor marica: un deseo desperdigado por todos lados

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Amor marica: un deseo desperdigado por todos lados

17 Marzo 2018

Por Juan Manuel Ciucci

Aventurarse a un poemario nos coloca siempre en una instancia de riesgo, incertidumbre. Quizás sólo tengamos la certeza de encontrar palabras que quieran guiarnos por sentires y experiencias que nos conmuevan. Amor marica de Pecoraro nos enfrenta sin tapujos al deseo, en su afiebrada versión de amor encarnado. Desde lo personal traza un recorrido generacional de quienes han ido libertando sus palabras, espacios y placeres. Es una invitación, en suma, a asumir el riesgo del amor y el deseo. 

 

APU: ¿Cómo surge "Amor marica"?

Gustavo Pecoraro: Nace -indudablemente del amor y desamor- y surge de esa especie de auto sanación que la escritura provoca en mí. Creo que escribir es como desgarrarse la piel y volverla a colocar en su lugar con alfileres de gancho. Escribir bien, claro. En ese sentido este tercer poemario (que continúa la serie de “Deseo – palabras en el viento” y de “12 poemas Crudos”) que me permito intercalar entre los otros libros que publico, tiene una parte bien personal; alejada del análisis o la crónica social y/o política que suele ser mi sello de producción. Escribo poesía y me considero poeta. Con la subjetividad que tiene este estilo, puedo decir que sin dolor y sin alegría, la poesía que escribo sería la nada misma. Surge, como bien dice Alejandro Modarelli en el prólogo del libro, “desde la Caída”. Alejandro me conoce desde hace casi 30 años o por ahí, y sabe de mi currículum amoroso y pasional. Sus palabras son un escaneo de mi personalidad pero también un escaneo de algo que creo es común en los maricones que pintamos canas y más de 50 años: hemos vivido una parte de nuestra vida en la clandestinidad de nuestro deseo. Sufrir y disfrutar podía ser cuestión de segundos en una tetera o en un gire en la calle cuando el patrullero aventuraba una coima o un calabozo, según le diera la gana. Y ni que hablar cuando te dejaban en medio de la pista de baile justo cuando empezaban los lentos.

APU: ¿Con que ideario romántico te interesó dialogar, o a cuál enfrentar?

GP: Quienes tenemos pretensiones de “escribir sobre el amor” no deberíamos diferenciar entre el amor, las relaciones sexo afectivas, el amor romántico, el poliamor y muchas otras formas de relacionarnos que traemos con nosotros mismos y que nos permiten un polvo, una cita, un noviazgo o algo más. Al escribir no me recuesto en teorías sino en la praxis de mi vida cotidiana. Despertarme, tomar aire, mirar al cielo y descubrir que aquello que pensé sería el futuro se transforma en un hoy apresurado y definitivo que se torna presente, mortal. Es vivir. No confronto con ningún ideario romántico porque no creo en las certezas de los otros sobre mi propio corazón. Mi poesía sale desde el torrente sanguíneo de mi cuerpo, maduro, maricón, seropositivo. Desde el fracaso o el éxito. ¿Cómo podría poner en consideración algo tan personal?

APU: ¿Sentis que continúa siendo condenado el deseo homo que a veces explícitas en los poemas?

GP: No sé a qué te referirás con “deseo homo”. Sé que el deseo es una de las escasas cosas de las que no nos podemos escapar, tenga la orientación sexual que tenga. Todo deseo se condena y todo deseo se ambiciona. Específicamente mis poemas hablan de deseo, sexo y amor entre varones homosexuales (o maricas, o putos o gays, o como quieras llamarlos), pero no habla desde el reclamo contra la condena, sino desde la pasión de sostener una vida desde ese lugar del “amor marica”. Claro que política y socialmente se condena. Miremos el mundo y podremos contar casi 80 países que criminalizan (incluso con la muerte) las relaciones sexo afectivas entre personas del mismo sexo. No escribo poesía desde ahí, me sonaría a panfleto. A menudo se condena al viejo o al gordo y esa condena viene a veces desde el propio objeto de deseo. Ese rechazo también es habitual si hablamos del amor marica. La pluma y la virilidad, el activo o el pasivo, el lindo o el feo, el joven o el viejo son condenas que a veces dañan más que una ley que no te da un derecho.

APU: ¿Sigue estando en quien escribe un poema de amor preponderantemente la instancia del anhelo?

GP: Aún ante la derrota o el fracaso, aún desde el borde del precipicio, siempre, inevitablemente tengo anhelo. Perder la ilusión o la utopía de la felicidad (en al amplio término de LA FELICIDAD) es como perder las ganas de vivir. Por cierto, una sensación que conozco y a la que transformé en poesía muchas veces.

APU: ¿Cómo fue la labor con Gauna, que ilustra el libro?

GP: Rubén (Gauna) es un gran amigo y un excelente profesional. Y yo siento que me conoce tanto que hasta se permite “transformarme” muchas veces. La experiencia de ser parte del arte de Gauna es algo maravilloso. Él me dibujó en muchas ocasiones para algunos de sus libros o para alguna campaña activista. Este libro (que edita Icara Poesía) tiene una especie de trampa con esos dibujos y esa tapa a todo color: parece un libro de cuentos infantiles, pero no lo es. Creo que los dibujos -a los que con Rubén bautizamos “los pequeños pequitos”- complementan perfectamente la poesía de Amor marica. Si lo colocás en una mesa de libros infantiles, y la gente no repara en lo que dice el barrilete de la tapa, podría pasar perfectamente como un libro para colorear. Ahora, si en realidad le prestan atención, será una sorpresa.¿Provocación o sorpresa? me da lo mismo. Si tenemos un Agüer como antes tuvimos un Quarraccino, podemos tener mucho amor marica desperdigado por todos lados. Hay que balancear la maldad de esos individuos con nuestra creación, y eso lo debemos hacer desde la afectividad. 



"Amor Marica" es el nuevo libro de Gustavo Pecoraro y su tercer poemario. Está editado por Ícara Poesía (el sello de poesía de la editorial Oficios Terrestres).
Gustavo Pecoraro (Mar del Plata, 2 de septiembre de 1965) es escritor, periodista y poeta. Autor de: “Deseo. Palabras en el viento” (2012), Letra Prima Editorial- “Palabra y pluma. Textos políticos y otras mariconadas” (2014), La Mariposa y la Iguana Editorial.- “12 poemas crudos” (2015), Hipólita Ediciones.- "Acá estamos. Carlos Jáuregui, sexualidad y política en la Argentina" -como compilador- (2016), Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. En 2017 participó de "Revolución. Escuela de un sueño eterno" editado por Relámpago Negra Mala Testa. Escribió los prólogos de:- “Sida y Poder” del doctor Carlos Mendes (2011), Madreselva Editorial- “Rostros de un Triunfo” (2011) de los fotógrafos Javier Fuentes y Nicolás Fernández- “Horror, desperté con un cazador / Vol. II” (2012) de Rubén Gauna. Es co-guionista del documental “El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui”(INCAA / Sombracine) dirigido por Lucas Santa Ana (premio del público a mejor documental y premio del jurado a mejor director en el 22ª Lesgaicinemad, Madrid 2017). Fue columnista de las revistas Manuscritos, Contraprensa y La Chispa; y redactor de la Revista NX.Es el creador de El Vahído el semanario de crítica social, política y cultural LGTBI con el que organiza desde 2011 las Jornadas Homenaje Carlos Jáuregui en conjunto con casa Brandon. Fue también colaborador del suplemento Soy de Página 12, de la Revista Furias, de Notas Periodismo Popular, y del equipo de Corresponsales Clave.Activa en favor de los derechos LGTBI desde 1984 integrando la Comunidad Homosexual Argentina y luego -en 1991- como fundador de Gays DC (organización con la que fue uno de los convocantes de la Primera Marcha del Orgullo en Buenos Aires). En 1995 funda ACT-UP Buenos Aires y en 1997 DAG (Deportistas Argentinos Gays).Fue distinguido entre los cincos mejores trabajos periodísticos en el certamen de la primera edición del Premioal Periodismo de Investigación en VIH de Latinoamérica y el Caribe, co-organizado por Onusida, la Red Argentina de Periodismo Científico y AHF. Entre 1998 y 2009 vivió en Madrid (España) donde integró algunos grupos activistas, y en Berlín (Alemania).En la actualidad es asesor legislativo en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en temas del colectivo LGTBI y derechos humanos; y preside la Asociación Civil El Vahído.