Acorazado Potemkin: nuevo disco y diez años de rock independiente

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Acorazado Potemkin: nuevo disco y diez años de rock independiente

05 Mayo 2019

Por Boris Katunaric y Javier Tucci
Foto de portada: Sebastián Molina

La escena transcurre en una sala de ensayo en el barrio de Villa Ortuzar, con un cajón de cerveza que oficia de mesita ratona para los grabadores y el cenicero. Terminan de ensayar tres tipos humildones entre los cuarenta y pico y los cincuenta y pocos años, que llevan a cuesta más de 30 en este género tan variopinto que conocemos como rock. Ellos son Juan Pablo Fernández (voz y guitarra) que carga con un Marshal y dice “acá traje otra silla”, Federico Ghazarossian (bajo) con una pachorréz no consecuente con la energía que demuestra en el escenario y Luciano Esain (batería y coros) con un par de palillos que parecen extensiones de sus manos. Ellos son los responsables de mantener a flote ese acto de libertad llamado Acorazado Potemkin, una manera de amotinarse frente al desencanto producido por la picadora de carne.

Agencia Paco Urondo: Vienen de diferentes variantes del rock ¿Se plantearon cuando empezaron qué estilo iban a hacer?

Juan Pablo Fernández: No. Me había puesto a componer cosas que me acuerdo que le dije a Fede “mirá, son medio punk”. Yo venía de Pequeña Orquesta Reincidentes y me daba cuenta que estaba volviendo a componer de una manera muy guitarrera como cuando tenía 17 años. En general siempre lo decimos, que la banda es la mezcla de lo que cada uno da y lo que cada uno es. Y de eso surgirá una forma de trabajo. Después de 10 años, capaz empieza a haber una forma de resolver los temas de una manera Potemkin pero tratamos de que haya algo nuevo, algo que rompa nuestros propios parámetros. En general tiene más que ver con el vínculo personal musical.

Luciano Esaín: Nos conocemos un poco las mañas y sabés por dónde va a venir un tema de Fede o qué le voy a tirar yo o por donde va a ir un tema de Juan. Creo que aquel momento era ir como tanteándose, a ver qué me tirás y a ver qué te respondo.

APU: Sin embargo, dentro de esa cosa de conocerse las mañas, cuando empezaron a sonar se los reconoció como una banda consolidada, sonaban como si vinieran tocando desde hace mucho tiempo. 

JPF: Y, bueno, algo de oficio teníamos.

Federico Ghazarossian: La banda se acomodó cuando entró Lulo, después de tres meses de hacer unas canciones con Juan y es como que ahí cerró todo. Estaba preparado lo que era la firma Potemkin, lo que era más Mugre, lo que era más musical en el sentido de más desarrollo, un poco más hippie si querés. Ahí se dio el sonido; aparte ensayamos muchísimo hasta el primer show, estuvimos como 9 meses preperándolo, todo un parto.

APU: En las temáticas de sus letras aparecen mucho los barrios, los laburantes, por ejemplo “Miserere” o “La carbonera”, donde está presente la marginalidad ¿Por qué eligen esas temáticas artleanas, discepoleanas?  

La imagen puede contener: 1 persona, barbaJPF: Capaz no deliberadamente. Por ejemplo, “La carbonera” surgió de una vez que fui al tambo, allá por La Matanza y había pilas de carbón y también acababa de nacer mi hijo mayor. Fue así que mezclé cosas sobre lo que uno le deja a los chicos y la situación que vi, chicos jugando arriba de pilas de carbón. Entonces meché todo con una historia personal de mi papá, de cuando íbamos por la ruta 202... eso tenía que ver “con mi padre, con mis hijos, conmigo” y decidí juntar todo. Después, como toda letra siempre se busca una síntesis, con situaciones con un encuadre más o menos límite que lo puede dar la marginalidad o querer romper algo, entonces buscás algo que concentre la mayor intensidad o emotividad del recorte que querés hacer.

APU: Vemos en muchas letras un trabajo con la poesía como género, hay epígrafes de José Watanabe o de Diana Bellesi, un laburo constante entre la poesía y la canción, bastante hermanadas a veces y otras muy disociadas. Hay pocos referentes musicales que puedan tomar la poesía por fuera de la letra de una canción de rock.

JPF: Siempre respondo algo parecido. En algún momento tuve que elegir entre ser letrista y ser poeta y preferí ser letrista, trabajar sobre la métrica, que siempre sea la melodía y la estructura de la canción la que condicionen lo que se va a escribir. Que siempre sea primero la canción. De hecho, nos ha pasado de darnos cuenta en un tema que estaba armado, que la letra no entraba. Ustedes citaban a Diana Bellesi (poeta argentina, 1946) que se da con “Las piedras” y con Lulo ensayamos los coros y decíamos “nos está sobrando una frase ¿Cuántas vueltas son? ¿Son tres y acá hay cuatro?”. Entonces tuvimos que contar lo mismo en menos, porque nos obligamos a que la canción funcione primero, que la melodía vaya llevando o haga un contraste, y eso te obliga a ser menos lírico y ser más directo en una parte en que la banda ya es más directa… hay ciertas arbitrariedades del laburo poético que elegimos no hacer. También se pueden decir dos cosas más hasta casi por una cuestión de timidez. Me voy a subir a un escenario delante de 300 personas, necesito estar diciendo algo de lo que esté convencido. Por otro lado hay como una renuncia. A mí me gustan algunas poesías entonces las uso, como ustedes dicen, en una cita. En el caso de José Watanabe (poeta peruano, 1945-2007), es una frase que está tomada para la letra, pero también hay algunos universos que están dando vueltas… no le podemos pedir todo a la canción porque no somos músicos de acompañamiento, somos músicos que interpelan. Eso también podría pasar en momentos musicales… vengo escuchando un compositor alemán que tengo siempre en la cabeza pero no lo voy a traer a la banda, pero capaz aparecen pequeñas citas o formas de desarrollos armónicos y eso va construyendo algo colectivo, que no sé si es el estilo pero sí nuestra forma de trabajo y de cómo se da la intensidad de cada canción. 

APU: En estos tiempos donde el disco físico, si bien no ha muerto pero sí ha mermado considerablemente ¿Cómo llevan adelante las estrategias de producción, distribución o cobro de derechos en la era Spotify?  

JPF: Lo del cobro de derechos es un laburo en paralelo sobre todos los formatos en lo que laburamos. En cada show pasamos planillas de SADAIC, porque cada disco está registrado en SADAIC y exigimos que eso se nos pague. Lo mismo tratamos de hacer con el formato electrónico que es algo totalmente nuevo para nosotros. En el momento en que la banda surgió no existía Spotify; fue una decisión importante de la banda que se comparta gratuitamente el material. Creemos que vale la pena hacer un disco físico, de hecho se agotan rápido, son tiradas chicas. Después cómo se cobra eso es otra cosa. A veces tenés un arreglo mejor o peor, pero en definitiva seguimos pensando el disco como una totalidad, como una obra en un momento de la banda que son entre 10 y 15 temas que estás laburando y que querés compartir, querés dar una identidad, que le hacés una tapa, que empezás a trabajar de una manera más madura y por supuesto el sonido en sí del disco es incomparable. Siempre le dimos bola al sonido, desde el primer disco con Gustavo Semmartín, y después con Manza Esaín empezó a aparecer otra cosa. Se le agrega una forma distinta de ser escuchados… son muchas cosas y en eso tratamos de no renunciar a los soportes, de adaptarnos a las nuevas cosas, pero entendiendo el disco como una cosa integral.

La imagen puede contener: una o varias personas y personas tocando instrumentos musicalesLE: Hay como una manera de encare que tiene que ver con el background de cosas que escuchamos y que vivimos, y eso mismo tratamos que se refleje con nuestro material, nuestro disco. Tus canciones las presentás de esa manera, vienen envueltas en ese packaging, es difícil separarse de eso. Si el disco es un archivo en una compu no lo tenés nunca, hasta un disco rayado es un disco, sigue teniendo su tapa y un tema que se escucha mal pero lo que se borra de una compu no existe más. Por ahora seguimos sosteniendo que el disco de Potemkin, además de venir gratis para descargar en las plataformas, viene en un formato físico.

JPF: Se vende en los shows, la gente lo quiere regalar a quién todavía tiene en el auto una compactera. Hacemos el chiste de que el próximo CD va a venir con auto porque no va a haber donde escucharlo (carcajadas). Es como cuando alguien hace un libro de poemas y te da el libro. Empiezan a pasar otras cosas también, el home studio antes no existía y empieza a democratizarse un poco todo. Al mismo tiempo hay una dispersión y una sobre estimulación, pero también se democratiza. Nos pasó a nosotros, el sello no podía sacar el primer disco, ya estaba terminado e hicimos un acuerdo de palabra, un “pacto de caballeros” como se dice ahora…

APU: ¿Cómo están viendo el rock en general en el sentido de catalizador de época o trinchera de sentido contracultural?    

JPF: Ustedes preguntan muchas cosas (risas). Yo encuentro el rock muy vivo, el de ahora, el de acá, el independiente. No sé si es un movimiento contracultural, quizá nunca lo fue, quizá aparecieron otras cosas. Quizá algunas cosas esenciales del rock, valores como la identidad o la autenticidad, que son valores muy personales terminan siendo contraculturales en tanto que siempre la industria termina serializando o estandarizando las cosas en los medios masivos y en sellos multinacionales. Lo que sí veo es que desde hace un tiempo, las bandas empiezan a tener un universo propio que no depende ya de la legitimación de los medios o de la venta. Vos ya sabés lo que hace un amigo, lo estás escuchando. Empiezan a tener una forma de trabajo y un estilo propio y para mí eso termina siendo una manera contracultural en tanto ya no depende de que lo legitimen. Después bueno, también trae aparejada cosas de precarización, que hay que ocuparse de todo, tenés que resolver todas las cosas, convertirte en productor, empresario, gestor cultural, etc.

APU: Claro, no tener alguien que te ponga la guita para todo eso.

JPF: Claro, eso genera algo lindo de forma independiente, pero también no hay que perder nunca de vista que esto lo hacemos para tocar y componer.

LE: Y está bueno que eso se termine sosteniendo con gente en los shows. Es parte del lenguaje, grabar discos y tocar en vivo, eso hace girar la rueda. También está lleno de escenitas, hay un montón de estudios chiquitos que trabajan con tres o cuatro bandas que se van a ver entre todos, se escuchan sus discos como si fuera el último mejor disco del mundo y hacen rock.

APU: Hay una escena que se da en los grandes festivales también, donde ustedes no tienen presencia. Se nos ocurren tres ideas posibles sobre eso ¿No los invitan, ustedes no participan por una decisión política o directamente no les interesa?

JPF: No. No nos han invitado...

FG: Siempre está bueno tocar en festivales que no son del palo que nosotros hacemos. A veces está bueno mostrarse en diferentes públicos, abrir las posibilidades, pero nunca nos llamaron, estando o no de acuerdo con las políticas que manejan ellos. A veces no me cierra mucho ese concepto que manejan los festivales pero también está bueno ir.

JPF: En los Festipulenta, por ejemplo, todos tocábamos lo mismo, todos cobrábamos lo mismo, entonces era muy lindo acompañarse, respetar el tiempo que te toca, compartir el camarín con los otros músicos, se da algo lindo, instalado ya el concepto de festival, que haya formas y condiciones para tocar cada vez mejores. Si esas condiciones en producciones muy importantes no las pueden garantizar, por lo menos que se vayan mejorando en el trabajo independiente, o que se instale que lo que es justo es justo y que cobres lo que tengas que cobrar.

APU: ¿Cómo ven la irrupción del INAMU, haciendo esto que decían de federalizar y de que sea justo el laburo de cada uno?

JPF: Lo hablamos todo el tiempo, de hecho estamos muy agradecidos porque nos han dado un subsidio y vamos a poder encarar la grabación de nuestro próximo disco con plata que ellos nos dieron. De hecho, ahora tenemos que presentar material y rendir cuentas. Siempre creímos que el Estado debería garantizar las condiciones. Algunas veces podemos elegir o cuestionar dónde se toca, cómo se toca, pero muchas secretarías de cultura de municipios del país lo que han logrado es que, grupos de convocatorias más chicas como nosotros puedan viajar y que la gente nos conozca. Hay siempre un público de rock en las provincias y menos tribus que acá, la gente va a ver rock, a una banda u otra, tal vez porque hay menos, no sé. No son las bandas grandes como lo fue Los piojos o todavía sigue siendo La renga, empiezan a aparecer otros espacios y es el Estado el que garantiza que eso sea posible.

LE: Además, si eso está disponible, hay que tomarlo, usémoslo. Si no se lo va a llevar otro o va a quedar ahí y va a decir “bueno, a esta gente no le interesa esto, no se lo demos”.

FG: Hace unos años atrás Nacional Rock levantó mucho a la música independiente y tenía una buena rotación con muchas bandas chicas como nosotros y hacían producciones muy buenas.

JPF: Y además en el buen sentido, profesionaliza el laburo. Acá la gente cobra, presenta facturas, todo eso genera un laburo paralelo. Esas cosas hay que aprovecharlas y fomentarlas, después podés discutir cómo cada gobierno y su tinte político trata de capitalizarlo, eso es una discusión aparte. Pero que para nosotros haya oportunidades cuando sos un grupo chico que quiere crecer y tiene mucho laburo de ensayo, de sonido, está bueno acceder a escenarios más grandes. Todo el mundo quiere compartir, salir a tocar, me parece que es lo más justo y todo lo que podamos hacer para contribuir a eso lo vamos a aprovechar y lo vamos a fomentar. Después hay otras discusiones que son las condiciones para tocar. A veces el INAMU puede sugerir algunas cosas, otras el sindicato de músicos, pero somos nosotros los que tenemos que sostener esto, para saber qué hacersi te da una patada un micrófono o si en un lugar los patovicas fajan a la gente…

APU: Se va formando la identidad de ustedes como laburantes de la música.

JPF: Cuando Fede dice que queremos abrir y tocar en festivales es porque realmente nos asumimos como laburantes. Con esa misma convicción es que decimos “nos tenés que pagar tanto”, “no te vamos a dar la guita de SADAIC, esa plata nos corresponde a nosotros, etc.” Podemos negociar un cashé más barato, podemos dormir en la casa de fulano, pero lo que tratamos es de que exista un compromiso de la otra parte y que el espíritu independiente, rockero y contracultural que esté en la palabra, en la poesía, en las estéticas o el choque de estéticas que haya entre una banda y otra, pero lo otro es una forma de laburo que es lo justo o que debería ser lo justo.

APU: En definitiva es lo que te lleva el morfi a casa.

LE: O al menos esa noche (risas). Cuanto más larga es la gira, más morfi te asegurás.

APU: ¿Hablando de giras, cómo ven la realidad del país en estos últimos años?

La imagen puede contener: una o varias personasFG: Bastante seria, porque hasta 2015 teníamos uno o dos shows mensuales en cualquier lugar del país. Desde 2016 eso se fue cayendo de manera estrepitosa. A veces también te das cuenta porque la gente no llega con la plata, no tienen plata para pagarte un show por otras prioridades normales a todos. En las provincias se nota mucho más porque ahí dependés de un productor y a veces tenemos gente que le gusta la banda y se la bancan ellos. Ahora si eso pasa una vez al año es mucho. Los costos se fueron a la mierda, llevar cuatro o cinco personas más una noche de hotel o en la casa de un amigo, la comida, los pasajes, te das cuenta que la gente no tiene plata ya. Cuando presentamos Mugre hubo un año que no paramos. Un día tuvimos que decidir no tocar más para hacer Remolino. Ahora, en los últimos dos años y medio, cambió todo.

JPF: Hay que saber leer los momentos también. Cada fecha la discutimos. A veces tenés que decir que no y otras que sí. Si un tipo saca guita de su bolsillo, te da su cama, te hace un asado, que en otro momento era más barato, entonces a ese tipo le tenés que decir que sí. Cómo hacemos en este contexto de ajuste, de achicamiento, para que no se achique el entusiasmo, para que la gente no se deprima. Tenemos que salir igual, no sé si por lo que significa el rock pero sí por lo que significa compartir un escenario. Y a nosotros nos gusta llevar el mismo show acá que a Rosario o a Junín. Es estar todo el tiempo pensando cómo hacemos para no encerrarnos en el Facebook o en Netflix y en la depresión que genera este gobierno, para encontrarse con la gente creyendo que hay una forma mejor de vincularse con la música y con el espacio cultural.

APU: Están con un disco nuevo ¿Cómo va ese laburo?

LE: Está arrancando. Armamos los temas, tenemos que cumplir con plazos que nos plantea el INAMU, hacer un esqueleto de las canciones, que también es un lindo ejercicio, armar de la nada una canción con pedazos de letra, coros, estribillos, riffs. Hicimos eso con 12 canciones. Son cosas que sin el oficio llevaría más tiempo… está buenísimo igual lo que hicimos. Como hablamos con Manza, el rock evoluciona en una dimensión tímbrica. Él siempre dice que el rock maneja los mismos tres, cuatro acordes, entonces, los sonidos de bata, los planos de las voces o las violas también va a tener que ver con lo que queramos decir en el disco. Y ponerse a hacer temas es una inyección de pilas tremenda, nos re entusiasmamos.

APU: Se los ve a los tres muy entusiasmados.

JPF: Y es una forma linda de repactar la relación cada vez más, se agrega, se suma, después con el tiempo se verá, alguno dirá “a mí me gusta más Mugre” (risas) y está bien, y todo va a estar bien.

APU: ¿Cómo va a ser el show de festejo de los 10 años el próximo 10 de mayo?

LE: Tenemos una apertura deluxe. Van a estar The Tormentos que son la mejor banda de surf instrumental de acá. Uno que anda por el under y habla de una banda de surf te dicen “¿De qué?”. Decí que en su momento Pulp Fiction puso el surf en primera plana y un montón de gente lo pudo conocer. Pero hay gente que maneja un montón de formas de tocar la viola y nunca vieron violeros de surf como el de Los Tormentos, que es una cosa tremenda y una banda histórica.

JPF: no va a haber temas nuevos (los entrevistadores entristecen de golpe), hay que esperar. Va a ser un repaso de los tres discos, va a haber invitados, lo de siempre cuando hacemos estos shows más o menos grandes.

LE: Y conseguimos El Teatrito que es un lugar grande para que sea un fiestón. También el show va a ser ATP, cosa que siempre nos preguntan, si pueden ir con los hijos. En este lugar si se puede ir con los chicos y chicas mayores de 7 años.

La imagen puede contener: texto“Por todas las veces que dije diosito si safo de esta, a lo mejor me tiene que tocar”.

El rock es pura actitud, una especie de bichito que molesta y construye puentes desde lo estético y, lo más importante, para decirnos dónde es que estamos parados en las realidades circundantes. Condimentos y acciones subjetivas más que aprehendidas y desperdigadas por este trío que cumplirá una década en los escenarios.

Por esto y mucho más, todo aquel que entre los 7 y 99 años se encuentre dispuesto a dejarse atravesar por un verdadero remolino, acérquese el próximo 10 de mayo a partir de las 20hs al Teatrito (sarmiento 1752)… no se arrepentirá!

 

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