45 aniversario del asesinato de Paco Urondo

  • Imagen

45 aniversario del asesinato de Paco Urondo

20 Junio 2021

Por Analía Ávila | Ilustración: Gato Nieva 

Arderá el amor,
arderá su memoria
hasta que todo sea como lo soñamos
como en realidad pudo haber sido
.

(Paco Urondo)

El poeta, periodista, dramaturgo y militante Francisco Reynaldo Urondo Invernizzi, tal era el nombre completo de Paco, nació el 10 de enero de 1930 en Santa Fe y fue asesinado hace 45 años en un enfrentamiento con fuerzas de la dictadura militar, el 17 de junio de 1976 en Mendoza. Intelectual de los años 70, integró las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que luego se fusionó con Montoneros. 

Su infancia transcurrió entre libros, música clásica, cine y aventuras en el río. En su adolescencia conoció a Fernando Birri quien tenía las virtudes de un hombre renacentista: poeta, dibujante, pintor, escultor y titiritero. Años después sería un cineasta con gran formación, iniciador de la escuela documentalista de crítica social y fundador del Nuevo Cine Latinoamericano. Juntos conformaron un colectivo de artistas llamado “El Retablo de Maese Pedro”, propuesta multidisciplinaria de cine, música, títeres, teatro y artes plásticas que recorrió Santa Fe.

Paco tenía duende, ese poder misterioso que Federico García Lorca definió como una lucha más que como un obrar o un pensar: “Todo hombre, todo artista, cada escala que sube en la torre de su perfección es a costa de la lucha que sostiene con su duende, no con un ángel, ni con su musa”.

La obra de Urondo permaneció durante mucho tiempo oculta, desaparecida, era muy difícil de encontrar en las librerías pero circulaba en forma clandestina, de mano en mano, entre amigos y militantes. Sus ensayos, obra poética, periodística, cuentos, dramaturgia y su única novela fueron recuperados y publicados por la editorial Adriana Hidalgo a partir del 2006 en la colección “Biblioteca Urondo”. La reedición de la extensa obra del poeta es un acto de celebración, memoria y justicia.

En octubre de 2017 AGENCIA PACO URONDO asistió a la presentación de la obra completa de Paco en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, con una mesa integrada por Ángela Urondo Raboy, Susana Cella, Carlos Ulanovsky, Cristina Banegas y con la presencia de Fabián Lebenglik, editor de Adriana Hidalgo.

Cella, doctora en Letras, fue responsable del estudio preliminar y edición de Obra poética y Todos los cuentos. En la presentación del Conti, recordó que en una entrevista que le había hecho Marcelo Pichon Rivière a Urondo para la revista Panorama, había dicho que “escribir poesía es una especie de fatalidad”. Y concluyó: “El conjunto de lo que escribió está todo el tiempo penetrado por la actitud de un poeta parado en el mundo, en la vida, que está actuando continuamente, una incansable vitalidad y un incansable amor, que ha dado como resultado una obra literaria en sus distintos géneros y muy especialmente en la poesía, de las grandes cumbres que tenemos no sólo en la poesía nacional sino también a nivel de la lengua, es un legado maravilloso como ha sido toda su vida”.

En la misma presentación, Ulanovsky, periodista y escritor, manifestó que Paco fue el mejor de todos de una generación que creyó el cambio posible, y que se puso en acción para que ese cambio se concretara. Contó que compartió trabajos con él y que si bien no fueron amigos disfrutaron momentos entrañables: “Hablamos de comidas y bebidas, también de cine, teatro, literatura. Y especialmente hablamos de amores, de mujeres y de esa revolución eterna que es la vida. Con constancia de bon vivant  Urondo monitoreaba nuestras elecciones gastronómicas en el restaurante El pulpito que quedaba justo debajo del diario La Opinión”. Lo definió como “un tipo gozador de la vida”.

No hay descripción disponible.

Obra periodística de Paco

La patria fusilada (1973) es un libro fundamental en la vida periodística y militante de Paco, no sólo por el valor documental sino también por las condiciones urgentes en las que se gestó. El 24 de mayo de 1973 Urondo ofició de reportero en la cárcel de Villa Devoto donde él también era un preso político y tomó los testimonios de los únicos sobrevivientes de la Masacre de Trelew.

Además de este libro clave, existen una gran cantidad de crónicas, entrevistas,  perfiles, reseñas de libros y comentarios de teatro escritos por Urondo entre 1952 y 1972, publicados en diarios y revistas, que son la parte menos difundida y conocida de su obra. En 2013 Adriana Hidalgo editora publicó la Obra periodística con una compilación de estos textos. La investigación y selección fue realizada por el escritor Osvaldo Aguirre que resalta lo significativo de este material porque “permite comprender mejor las claves de una época convulsionada y de grandes transformaciones, así como seguir de cerca las preocupaciones del autor, con la maduración y desarrollo de las líneas centrales de su escritura y sus reflexiones estéticas e ideológicas”.

Urondo empezó como cronista de información general y pronto se volcó al periodismo cultural. Formó parte de la redacción de Che, semanario dirigido por Pablo Giussani, también trabajó en El Diario y fue redactor de cultura en La Opinión. Como freelance publicó en revistas como Leoplán, Adán y Panorama. Entre 1973 y 1974 fue responsable político de Noticias, el diario que editó Montoneros. En muchos de sus textos periodísticos está presente la prosa poética, y también algunos fueron germen para su obra de ficción.   

En sus crónicas y entrevistas hay una ruptura con las formas convencionales de la escritura periodística. Esto se ve en los perfiles de intelectuales y artistas donde ya asoma el uso de la primera persona del cronista. También convirtió crónicas en autobiografías, un formato en el que abrevaban grandes periodistas de los años 60 y 70 como Julio Ardiles Gray y Osvaldo Soriano. Hay artículos dedicados a escritores como Oliverio Girondo, Roberto Arlt, Julio Cortázar, Raúl González Tuñón, Macedonio Fernández  y Juan L. Ortiz. Con Juanele lo unía una relación entrañable, escribió sobre él y su obra en La Opinión literaria, donde destacó  “su línea de trabajo de despojamiento y búsqueda desagradable para todo el oficialismo cultural”. Como homenaje al poeta entrerriano el nombre de guerra que adoptó Paco fue “Ortiz”.

Siguiendo la tradición de las aguafuertes de Arlt, Paco fue un gran observador de la ciudad de Buenos Aires, su arquitectura, los cafés, los personajes y también escuchaba los modos del habla y las jergas de las distintas tribus urbanas. En “Sabihondos y suicidas” (Leoplán, 1962) desfilan La Helvética, un viejo café que quedaba en San Martín y Corrientes, que Paco califica como de “café comprometido”; El Tortoni, con recuerdos de Baldomero Fernández Moreno y Arlt; Los treinta y seis billares y Alberto Castillo; el Richmond de Florida y el debut de Julio De Caro. Y reflexiona Paco: “Pasa de todo en el café; transcurre en ellos parte de la vida de la ciudad y, por tanto, parte de la vida del país”.   

En “Nuevo cine argentino” (Leoplán, 1961) Urondo se enfoca en el peronismo y su influencia en el cine que tomó características de las dos grandes líneas que existían: “Por un lado el proletariado, o la clase trabajadora como se la llamó, reconociéndose, tomando conciencia de su propia existencia (…) y por otro lado la élite surgida de distintos sectores de lo que se conoce como clase dirigente”.

En palabras de Aguirre, compilador de la Obra periodística, estos textos “son piezas maestras del género que por el rigor investigativo, la vastedad cultural y su calidad de escritura, están considerados como representativos de lo que luego dio en llamarse ‘nuevo periodismo’”.