“Kutín” Delgadino: “Acá tenemos candombe afroporteño”

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DOSSIER 8N

“Kutín” Delgadino: “Acá tenemos candombe afroporteño”

06 Noviembre 2022

Ángel Horacio Delgadino, más conocido como Kutín, es un referente en el mundo de la percusión afroargentina. Padre de cuatro hijos, nacido en Parque Patricios en la maternidad Sardá, el 10 de julio del 70; hincha de Racing, criado en el barrio Justo Villegas (Municipio de la Matanza). En diálogo con Agencia Paco Urondo compartió su relación con la música, la presencia ancestral del tambor en la familia, la riqueza cultural de su barrio en La Matanza, su militancia en Asociación Misibamba, las experiencias de participación en proyectos que fomentan la difusión de nuestra cultura invisibilizada y la historia del reconocido evento cultural denominado Rumba Social.

Recuerda el vínculo con la música desde que tiene uso de razón. “Yo tenía cinco o seis años y mi viejo tenía discos de Cortijo, José Feliciano, músicos puertorriqueños. En las reuniones familiares caían y se ponían a tocar con tumbadoras, bongo y alguna guitarra. Mi tía Tina cantaba con ellos tangos en ritmos de bolero, y rumba abierta, surgida en la época en la que ellos iban al Shimy Club, en la Casa Suiza”. La rumba abierta es un género musical afroporteño practicado desde el primer tercio del siglo XX y es la mixtura del candombe porteño y la rumba cubana de aquella época.  

Kutín evoca las anécdotas familiares y los recuerdos fluyen como toques sobre la mesa del bar: “Un tío al que amé demasiado fue Juan Carlos Robles, alias “Juampi”. Era un virtuoso, un adelantado en su tiempo. Otro que tenía la virtud de tocar y cantar era el tío Ignacio. Me fascinaba ver todo eso”. “Empecé a imitarlos, sacaba los toques de oído y a los seis años mi viejo empieza a llevarme a las fiestas y reuniones como la mascota”, agrega.

Dadas las condiciones económicas de su familia, sumadas a su creatividad y ganas de tocar, Kutín comenzó a realizar sus propios instrumentos. “Tenía unas latas de leche y las uní con un taco de madera en el medio para hacer un bongó. Me hice un timbal con dos latas de dulce de batata. Le arruiné el palo de escoba a mi vieja para hacer el pié. Cobré... pero tenía mi timbal”.

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Toque

Los Delgadino fueron una de las primeras familias que empezó a incorporar algunos géneros  de la música afrocaribeña en el barrio.La música que se escuchaba en casa era la bomba, la plena, el bolero… como es lento, empezás por eso. Mi papá era un fenómeno haciendo tango en tiempo de bolero. Gran cantante de esquinas. En esa época, en mi barrio había un montón. Estaban toda la noche. Así fue como me largué. Lo acompañaba muchas veces hasta que a las nueve venía mi vieja y ya me llevaba para casa. A los siete ya tocaba en la tumbadora el golpe básico de guaracha. A los diez empecé a tocar con dos”.

Las influencias de Kutín son amplias y desprejuiciadas. Como gran parte de su generación, la radio ha sido el medio de comunicación que aportó exponentes transatlánticos a su formación. La adversidad fue enfrentada con inventiva y tenacidad: A los once años me largué a tocar con una canción de David Bowie, Let´s dance. En el final hay un toque de tumbadora. Estaba al lado de la radio escuchando música esperando que pase esa canción y con unos tambores que le habían prestado a mi viejo y habían quedado ahí, yo practicaba. De paso descansaba un poco mi vieja porque a la pobre le golpeaba todo: la mesa, el lavarropas, la cocina, la bacha. Tocaba todo el tiempo. Cuando me mandaban a dormir, con los dedos hacía el bongó en la mesita de luz, que abierta sonaba como un quinto. La tenía loca a mi vieja”, se ríe y agrega “con La Pantera Rosa se me pegó el jazz cuando encontré un disco de Henry Mancini en la casa de mi abuela. Mi viejo también tenía discos de Ray Coniff. Crecí escuchando eso y la música nuestra”.
Kutín recuerda nostálgico: “El blues lo conocí en la adolescencia con mi tío Juampi, compartíamos la pieza. Él fue el único que llegó a estudiar un poco de percusión. Agarrábamos una pava, una olla, y me pasaba lo que sabía. Le gustaba tocar conmigo porque tenía la capacidad de escuchar y reproducir al pie de la letra”.

“Tenía unas latas de leche y las uní con un taco de madera en el medio para hacer un bongó. Me hice un timbal con dos latas de dulce de batata. Le arruiné el palo de escoba a mi vieja para hacer el pié. Cobré... pero tenía mi timbal”.

Divino tesoro: Candombe, rumba abierta y juventud

El amor y compromiso con la percusión le posibilitó vincularse con la música como medio de vida. “Con diecisiete, dieciocho años empecé a laburar con mi tía Pelusa, haciendo rumba para que ella cante o baile.” Pelusa Lamadrid hoy es la directora del grupo de rumba abierta llamada La Familia. “Me encantaba tocar. En Villegas se cortaba la luz y a cinco cuadras se oían los tambores de mis primos. Terminábamos tocando todos juntos. Era otro país. Contrario a la idea de que los negros acá no existen o dejaron de existir, ese barrio está lleno de negros. En las reuniones familiares venía todo el barrio a ver cómo tocaba y bailaba mi familia”.

Kutin recuerda a su tía, matriarca afroporteña, cantante, bailarina y fundadora de la Asociación Misibamba. “Cuando conocimos a la Tía María Elena Lamadrid le encantó cómo tocábamos los tambores. Nosotros quedamos fascinados con la cantidad de candombes que sabía y cómo los cantaba”. Y exclama con los brazos abiertos “¡Sabe como cincuenta! ¡Una locura! Desde ese momento quedamos conectados con ella”.

Hacia fines de los ´90 comenzaron a resurgir en Buenos Aires las primeras organizaciones de afroargentinos del Tronco Colonial, descendientes de esclavizados que comenzarían a marcar un camino. “A la tía María Elena la conocimos antes que ella estuviera en África Vive, que fue una organización que fundó mi tía Pocha, María Magdalena Lamadrid, la hermana de mi viejo.  A raíz de un problema que sufrió cuando tuvo que viajar a EE.UU y en el aeropuerto de Ezeiza la acusaron de tener documentos falsos. No consideraban posible que ella fuera negra y argentina. Perdió el vuelo e hizo juicio. En ese momento se empieza a reivindicar la negritud en la Argentina, era 98, 99. Menem había dicho que era un problema de los brasileros. De ese mambo revivió el candombe”.

“Pocha” Lamadrid falleció en septiembre del año pasado, dejando una huella imborrable en la militancia afroargentina. “Le hicieron una nota a la tía y ella dijo: “somos diecisiete familias que vivíamos en Barracas, la dictadura nos pasó a un baldío que se llamó Villa Cartón, en Soldati, hoy Parque de la Ciudad; otro gobierno militar nos sacó de ahí y nos mandó a la Provincia, a Ciudad Evita, y algunos se quedaron en Lugano”. El proceso de gentrificación que se dio en Buenos Aires fue cruel y especialmente incisivo con las clases populares afroporteñas que vivían hacinadas en conventillos, en la zona sur de la ciudad. 

Pocha fue la primera que llego a tener ciertas apariciones en radio y televisión nacional y extranjera, algo que impactó en la comunidad. “Vino la BBC, el New York Times, Ángela Correa, la mujer de Pino Solanas, a mi casa. Ahí resurgió nuestra música: el candombe”.

Familia Rumba Nuestra: el poder de concientización de la música ancestral.

La acción que llevaron adelante los Delgadino fue crear la agrupación Familia Rumba Nuestra. Recuerda Kutín: “Con mi hermano Seba pensamos en hacerlo cantar a papá, que sabía un montón de candombes. A mí viejo le dicen ‘Chingolo’. Lo bautizó así mi abuela porque todo el tiempo estaba cantando. El proyecto surgió con la idea de ir a las escuelas a tocar nuestro candombe, tangos, y rumba. A través de lo que le pasó a mi tía Pocha resurgió el candombe, luego África Vive, Misibamba. Estuvimos realizando talleres en el Centro Cultural Rojas. Ahí conocimos muchos profes de música a los que les transmitimos los conocimientos para poder enseñarlo en las escuelas e institutos. Hay mucha gente que ha recorrido toda Latinoamérica buscando toques ancestrales sin saber que acá teníamos afrodescendencia y un toque: el candombe afroporteño. Acá tenemos candombes en africano, que vienen de los bantú. Nosotros mismos no sabemos bien qué significan las letras”.

Son las familias de la comunidad las encargadas de preservar y transmitir el legado cultural afroporteño. Éstas se vieron obligadas a retirarlo de la vista social que se daba mayoritariamente durante el carnaval y relevarlo a la intimidad familiar. Las políticas de blanqueamiento impulsadas por la generación del 80 lograron invisibilizar esta comunidad a la vez que era burlada y humillada públicamente en los medios de comunicación de aquella época. Pasaron muchos años y aún el candombe afroporteño y la rumba abierta siguen invisibilizados a los ojos de gran parte de la sociedad. La acción que llevaron adelante los Delgadino fue crear la agrupación Familia Rumba Nuestra.

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Asociación Misibamba: “Ir a los colegios es como salir a evangelizar”

Las experiencias que Kutín vive en las visitas de las que participa con Misibamba incrementan su voluntad de compromiso con la difusión y concientización acerca de la cultura afroargentina. En los espacios de estudio encuentra el terreno donde cuestionar lo adormecido, las escuchas dispuestas a indagar en la historia personal y colectiva. De manera contundente expresa: “Estar entre negros y ver negros en el barrio en que me crié es normal. Todas las generaciones, de mi papá para atrás, son negros. Desde que empezamos a ir a los colegios cambió mi conciencia, es como salir a evangelizar. Pasan milagros ahí. Cuando terminan las charlas siempre viene alguien que dice que alguien en su familia es o era negro. He visto cómo alumnos y también profesores que se reencontraron con su afrodescendencia. Así es como se va dando la toma de conciencia de gente que muchas veces no quiere reconocerse, en un principio. Es muy grato eso. Misibamba me llevó a meterme más en la lucha. Al comienzo me costaba mucho, me quedaba en el tambor. De a poco me fui soltando con la palabra.

Pablo Cirio es antropólogo especializado en cultura afroargentina y fue uno de los pilares de la construcción de la Asociación Misibamba, en 2008.

“Pablo Cirio me pasó mucha data y eso me ayudó a contar mi historia y la de mi familia, siempre desde el lado de la música, que es lo que yo hago”.

Africanidad en la música argentina

Podemos encontrar la participación de Kutín y la familia Delgadino en dos trabajos notables que, con profunda belleza, exponen los sabores ancestrales de la música de nuestra región, riqueza cultural que han sabido incubar durante los tiempos más hostiles. “Negro Che Negro Usted es un trabajo colectivo que se inició antes de la pandemia y estuvo atravesado por toda la problemática. Estuvo bueno porque participaron mis hermanos, mi viejo. Para mí no hay nada más lindo que entrar a un estudio de grabación o a una sala de ensayo. Pero la participación en el documental fue lo más importante. La primera vez que participamos en un documental: contamos la convivencia en la familia afrodescendiente, los tambores, el candombe. Fue lo que nos catapultó a hacer conocida la historia y la música afrodescendiente. El disco es secundario”.

Más experimental resulta para Kutín su colaboración en el disco de Gianluca Bonfanti Mele. “Vino muy humildemente a casa. Tenía que hacer una tesis y le pareció una buena idea hacer algo con el candombe. Con él hicimos un trabajo muy flashero, Reconociendo la Mùsica Afroargentina es como el Led Zeppelín de los candombes. Gianluca tomó unas palabras de la tía María Elena y le puso su impronta con el piano y el bajo, yo le puse percu, un amigo de él grabó algunas voces. Le llamó la atención que yo no necesitara el metrónomo. Lo tengo internamente por naturaleza. Trabajamos muy bien en su estudio. Terminamos siendo amigos. Compartimos el gusto por el jazz".

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Rumba social

La rumba social: fiesta salsera, familiar y popular

Sebastián “Neshe” Delgadino, hermano de Kutín, es el creador del evento que, desde hace diez años, reúne al barrio alrededor de la música que lo identifica y amalgama a las distintas generaciones que lo ven crecer y pasar tradiciones. “La Rumba Social es una idea de mi hermano Seba. Mi tía, cuando se iba de gira, traía discos que acá no se escuchaban. Cortijo, Ray Barreto, Rolando Laserie, todo coincidía con la clave del candombe. En el barrio se hizo costumbre y asumió la salsa gracias a que nosotros poníamos esa música y tocábamos los tambores arriba de eso. Se hizo un barrio salsero, el único en la provincia de Buenos Aires. También gracias a Osvaldo Palavecino, jugador profesional de fútbol que se fue a Colombia y cada vez que venía traía discos de cumbia y salsa. Esa música se quedó en el barrio. Las distintas generaciones se criaron escuchando esa música. Mi hermano armó la rumba social en un centro de jubilados con la música que escuchamos de pibes, junto con algunos rocanroles, y hoy es un punto de encuentro que se ha convertido en algo internacional, porque convoca a quienes se van enterando, gringos y músicos internacionales que no se quieren ir de Argentina sin ir a Villegas a escuchar salsa. Es una fiesta. El doce de noviembre será el próximo encuentro y los esperamos para compartir esta tradición del barrio”.