Vidal en manos de la Bonarense (La seguridad según Don Pirulero)

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Vidal en manos de la Bonarense (La seguridad según Don Pirulero)

04 Enero 2016

Por Esteban Rodríguez Alzueta*

A lo mejor cuando se publique esta nota los prófugos de Alvear ya fueron recapturados o liquidados, y cuando eso suceda estaremos cada vez más lejos de la verdad. Como escribió Ricardo Piglia: “no hay ninguna lógica. Luchamos por restablecer las causas y deducir los efectos, pero nunca podemos conocer las redes completas de las intrigas”. Por eso recomendaba que para comprender cualquier acontecimiento, sobre todo aquellos que tienen la capacidad de mover todas las piezas del tablero, había que prestar atención a sus relaciones: “Nada vale por sí mismo, todo vale en relación con otra ecuación que no conocemos.” En esta partida, la verdad, nunca será la realidad.

A esta altura resulta superfluo y casi imposible saber qué pasó. Pero una cosa es seguro (aunque a seguro se lo llevaron preso): Vidal quedó en manos de la Bonaerense. Vidal, apenas asumió mandaba un radiograma a todas las comisarías para que los oficiales de la Bonaerense se presenten a partir del 1° de enero en la Vucetich para un entrenamiento que se prolongaría durante un año. No se daban mayores explicaciones, se apelaba a la cadena de mando. Vidal aplicaba misterio. Pero la Bonaerense no se iba a dejar pisar la alfombra. Hoy, la Bonaerense le muestra los dientes, le tira cazabobos, planta operativos y deja en posición ridícula a los funcionarios frente a la opinión pública, sigue jugando y cantando “Al Don Pirulero”.

La Bonaerense le marcó la cancha a Duhalde con Cabezas y después con el asalto al Banco Nación en la ciudad de Ramallo. De hecho, la masacre le costó su candidatura a la presidencia. Años después lo volteó del gobierno al que había llegado entrando por la ventana, obligándolo a llamar a elecciones anticipadas. Causa y efecto. Aunque el efecto no tenga nada que ver con la finalidad que se persigue, la Bonaerense sabe que una vez que aletea una mariposa, ya no se podrán controlar sus efectos. Pero para entonces habrán generado las condiciones para operar sobre semejante quilombo. A Scioli casi le pasa algo parecido con el caso Candela. Pero el ministro Casal, rápido como un avestruz, supo negociar y Candela apareció. Muerta, pero apareció. Y todos saben que con eso alcanza para sacar el acontecimiento de escena y pasar a otro tema. Sobre todo cuando a la madre le plantaron un abogado para que burle a las cámaras.
Antes o después de cada coyuntura electoral, sobre todo cuando se estima que cambiará el gobierno, cunde la incertidumbre y cada sector se prestará hacer lo que aprendió para ganar certidumbre. Si los maestros mandan mensajes a través del periodismo y los estatales, más lanzados, se lanzan a la calle con un paro, la Bonaerense, más sutil, jugará entre bambalinas.

La Bonaerense siempre está en el medio, dando vueltas en todos los casos más resonantes, agregando confusión, emputeciendo las escenas contemporáneas con la que se mide el funcionariado. Aunque parezcan negligentes y distraídos, están haciendo política. Allí donde hubo una explosión, saqueos, secuestros, secuestros express, robo a bancos o piratas del asfalto, cuatrerismo, está la Bonaerense. La Bonaerense maneja el territorio y es lo que le está enseñando a Vidal. Le está haciendo saber que no se puede gobernar la provincia con metrobuses y globos amarillos, que gestionar no es lo mismo que una campaña electoral. Le están borrando la sonrisa de la cara y como dijo una amiga periodista “ya no volverá a ser lo que era, veremos si puede volver a dormir sin Rivotril”. Lo digo también sin chicanas y amargura. Dice Candelaria Shamun: “Más allá de estar en las antípodas del macrismo, cada vez que la Bonaerense muestra los dientes, nada bueno sale.”   

La Bonaerense no está negociando sus paritarias salariales. La Bonaerense es más ambiciosa, no quiere ser tan mediocre: está negociando el pase de la Local, con presupuesto y tropa, a su propia estructura; y, además, está negociando el territorio, la recaudación y la repartición. Lo saben las niñas y los niños y ahora también Vidal: “cada cual atiende su juego, y el que no una prenda tendrá”.

*Docente e investigador de la UNQ. Autor de Temor y Control. Miembro de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional y del CIAJ, organismo de derechos humanos de La Plata.