Reclamo de presos en Devoto: "Es un grito de auxilio para que se los considere seres humanos"

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Reclamo de presos en Devoto: "Es un grito de auxilio para que se los considere seres humanos"

27 Abril 2020

Por Nadia Mayorquin

El 24 de abril un grupo de presos de la Cárcel de Devoto visibilizó una protesta que surgió al enterarse de que un agente penitenciario había dado positivo en COVID 19. Además del penitenciario infectado, otros seis fueron aislados preventivamente. El reclamo se inició el jueves 23 de abril a la noche con batucadas y mensajes de audio vía whatsapp enviados desde los pabellones a grupos familiares. En dichos mensajes se preanunciaba lo que pasaría el viernes y el pedido de traslados, elementos de higiene y controles sanitarios por miedo a un contagio masivo.

Los internos ocuparon dos plantas del penal con capacidad para 1683 personas pero que alberga a 2200. Al mediodía la protesta incluía aproximadamente al 80 % de los pabellones. Fueron momentos de tensión para los familiares y observadores expectantes desde el exterior.

Claudia Cesaroni, abogada y querellante de la causa conocida como "Masacre del pabellón séptimo", ocurrida en el mismo penal el 14 de marzo de 1978, estuvo en el lugar desde el inicio y aseguró: "Ahí en el pabellón séptimo fue la masacre de 1978. Me desespera pensar que uno solo puede salir lastimado hoy. Son personas con derecho, el principal a la vida y a la salud. Lo que sucedió es mucho más que un motín, es un grito de auxilio para que se les considere seres humanos". De acuerdo con Cesaroni todas las medidas públicas de cuidado entran también tras los muros del penal, esa es la demanda.

La Cárcel de Devoto es el único penal que aún existe dentro del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires. En las alturas de la cárcel se veían tres banderas que sintetizaron la razón del motín: Nos negamos a morir en la cárcel. La frase colgada en los techos es el sentir en todas las cárceles del país donde se viven horas de tensión en medio de esta crisis sanitaria mundial. La aparición del COVID 19 se suma a una situación crítica en las cárceles, en ellas los presos sufren hacinamiento, malos tratos, superpoblación, comida poco nutritiva, escasa atención médica, falta de barbijos, guantes y alcohol en gel, sin el distanciamiento social necesario. Un dato importante es que la gran mayoría de los presos sufren de enfermedades respiratorias.

Tras nueve horas de motín, el viernes se logró el comienzo de una salida pacífica, sin represión, con el acuerdo de una mesa de diálogo con inicio el sábado 25 de abril para tratar el petitorio realizado por los presos.

Desde las 10:30 del sábado los miembros de la mesa de negociación se reunieron en la capilla del penal. Concurrieron el Secretario de Justicia, Juan Martín Mena; el Subsecretario de Política Criminal, Pablo Barbuto; dos jueces de Casación Nacional y Federal, Daniel Morin y Gustavo Hornos; Ariel Cejas Meliare, por la Procuración Penitencial y varios representantes de organizaciones defensoras de los derechos de las personas detenidas, así como los defensores oficiales. La abogada Andrea Casamento y el presidiario Guillermo “El Concheto” Álvarez, representaron la postura de los internos.

Según el acta se propuso como medidas abarcar el universo de alojamiento en el ámbito del Servicio Penitenciario Federal, por lo que no solo es un tema de la Cárcel de Devoto. Se acordó la conformación inmediata de un grupo de trabajo interdisciplinario y priorizar la revisión y estado de los trámites judiciales vinculados a la población de riesgo sanitario: personas en término de libertad condicional y asistida, las que tenían salidas transitorias otorgadas, aquellos con condenas no superiores a los cuatro años, los que tienen prisión preventiva cuyo cumplimiento exceda los dos años, mujeres embarazadas y/o con hijos, extranjeros con trámite de expulsión, personas que fueron condenadas bajo el régimen penal de menores. La próxima mesa de diálogo será el jueves 30 de abril.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el distanciamiento social como uno de los recaudos para evitar los contagios de COVID 19. Por las características propias del sistema carcelario y las condiciones de hacinamiento esto es imposible. A nivel mundial se está aplicando una política en la que el objetivo es descomprimir las cárceles para disminuir los contagios. América Latina afronta está crisis sanitaria con una desventaja adicional: las cárceles tienen sobrepoblación, hay más de un millón y medio de internos, tiene una tasa de encarcelamiento de 241 internos por cada 100.000 habitantes, la más alta del mundo. Casi un 6% son mayores de 65 años, el grupo de edad más vulnerable.

Las medidas de prevención recomendadas para esta pandemia: lavarse las manos, reducir las interacciones sociales, etc. son casi impracticables en el contexto carcelario. Los datos señalan que el 58% de los internos no tiene una cama para dormir y un 20% no tiene acceso a suficiente agua potable.