Una alternativa contra la extinción de las abejas

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Una alternativa contra la extinción de las abejas

04 Diciembre 2020

Por Germán Pereira | Asociación Proyecto Cáñamo

Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del consumismo. Una especie de parásito llamado ser humano, con comportamientos de consumo especialmente irracionales, se expande hoy sobre el planeta. La creencia inadecuada pero persistente de que los recursos naturales estaban a disposición ilimitada genera, entre otros males, la pérdida brutal de biodiversidad y, con ello, el gran declive de uno de los insectos polinizadores más nobles para el planeta como la abeja. Pero, yace un catártico y es con cáñamo.

Los importantes e innegables problemas ambientales y sociales que padece la humanidad moderna señalan la necesidad de lograr un cambio hacia sistemas y alternativas ecosostenibles. Hay indicadores y estudios alrededor del mundo que dan cuenta de la grave desaprensión con que la raza humana viene tratando a la naturaleza y sus recursos. La tendencia consumista global que, por el otro lado y en consecuencia, produce la brutal deforestación de vastas áreas del planeta, la pérdida de su biodiversidad, la contaminación y sus múltiples efectos,… como, por supuesto, el cambio climático.

Hace demasiado tiempo se sostiene una relación torpemente instrumental con el ambiente. Se nos presenta como si fuera una fuente inagotable de recursos disponibles para engordar la tendencia cultural imponente de devorar, de usar y tirar… de descartar. Si bien el aumento de la mortalidad de las abejas es atribuible a múltiples factores condicionantes y de estrés, el método tradicional actual e insostenible de producción agropecuaria con los efectos colaterales de puntuales sustancias tóxicas aplicadas en ciertos cultivos que así mismo acarrea la degradación ambiental, la degeneración de los hábitats y la desaparición progresiva de ecosistemas. Sin embargo este escenario negativo, y aunque parezca incongruente, se puede revertir con el cultivo de cáñamo.

Hace unos meses atrás se publicó un estudio en una revista científica donde investigadores de la Universidad Estatal de Colorado (EEUU) instalaron diez trampas en los campos de cáñamo del norte del estado y recogieron abejas en el transcurso de cinco días durante la temporada pico de floración. El equipo informó de 20 géneros diferentes de abejas que acudían al cáñamo en flor, demostrando que este cultivo es capaz de atraer a polinizadores tan importantes como estos, ya que el polen de las flores de cáñamo macho es usado para alimentar a las larvas de abejas. Si bien la especie vegetal no produce néctar, la naturaleza abundante y rica en polen de las flores machos, lo hace un cultivo ecológicamente importante para mitigar la disminución de los polinizadores más importantes. Cuando los investigadores observaron más de cerca la colección, encontraron cerca de 2.000 abejas, de las cuales el 38 % eran abejas melíferas clásicas. En concreto encontraron Apis mellifera (38%), Melissodes (25%), Peponapis (16%) y Bombus (5%) que representaban más del 80% del total de abejas en las muestras.

Sólo para dar un parámetro significativo de la situación actual de exacerbación en la que nos encontramos, la cual se vuelve cada vez más incontrolable, sirve dar como ejemplo la disminución drástica de la población de colmenas de abejas al ser sensibles al cambio de temperaturas y de ecosistemas. Los niveles han alcanzado cifras alarmantes. Tan solo en 2013, los apicultores de Estados Unidos experimentaron una pérdida de hasta 50% en sus colmenas. De la misma manera, en Argentina los datos son escalofriantes, en el lapso 2010-2018 se pasó de 3,2 millones a 1,8 millones de colmenas.

Entre los insectos, hay muy pocos domesticados como el gusano de seda y un componente fundamental en la producción y en servicios ecosistémicos como polinizadoras es la abeja melífera. Aproximadamente el 30% de los cultivos agrícolas del mundo (entre los cuales, muchos frutos y hortalizas) dependen de la polinización realizada por insectos y otros animales. Pensar que la miel es un elemento que ha utilizado el ser humano desde sus orígenes. De hecho, las pinturas rupestres de la Cueva de la Araña en Valencia, que datan de 7.000 años a. C., muestran como un hombre está recolectando miel. Para estimar el trabajo de polinización de las abejas hay que considerar que para una carga de néctar de su buche cada abeja debe visitar entre 1.000 y 1.500 flores, hace una media de 10 viajes diarios a la colmena. Siguiendo el vuelo, y para conseguir un kilo de polen, se necesitan aproximadamente 60.000 viajes de éstos geniales insectos.

Si bien el cultivo de cáñamo es popular por sus usos potenciales en miles de cuestiones como medicina, textil, alimentación, construcción… además, su prolífica producción de polen puede proporcionar importantes beneficios ecológicos. Es una planta dioica, lo que significa que las plantas son masculinas o femeninas, y naturalmente la polinización se realiza por el viento, lo cual no requiere polinizadores como las abejas para producir semillas y nuevas plantas. La floración del cáñamo en el norte de Colorado (lugar donde se realizó el estudio) se produce entre finales de julio y finales de septiembre, después de que otros cultivos completaron sus ciclos florales. Entonces, este lapso de tiempo coincide con una escasez de plantas de cultivo amigables con los polinizadores en la región, lo que hace que las flores de cáñamo sean una fuente potencialmente valiosa de polen para las abejas.

La investigación es más que interesante, porque significa que los campos de cáñamo crean una especie de ecosistema propicio y ecológicamente benéfico cuyas flores pueden atraer a una amplia gama de abejas silvestres, además de generar una biodiversidad en general. Plantar otra alternativa de cultivo como rotación y de alto valor como el cáñamo (capaz de producir desde fibras a biocombustibles) puede beneficiar económicamente a los agricultores. Se sabe que la forma en que se hace agronomía está deteriorando la biodiversidad y es inviable en el tiempo, y que a su vez perjudica a la propia actividad agrícola toda. Cuando los productores tienen más opciones de cultivos, de recursos, de alternativas… eso lleva a sistemas de cultivos más saludables, con más oportunidades, con menos problemas y más diversidad. Con agroecología se hace más fácil controlar malezas, plagas y enfermedades. Esto indirectamente beneficia a las abejas.

Hoy (y si sigue igual) los polinizadores como las abejas continúan enfrentándose a desafíos que les están llevando hacia una irremediable extinción, por lo que es crucial desarrollar prácticas sostenibles en la producción y cambiar la forma de consumo. El cáñamo industrial puede desempeñar un papel importante al proporcionar tanto como opciones nutricionales para las abejas y como recurso renovable para agricultores. La mirada convencional de algunos expertos hasta la fecha sobre los problemas ambientales ha sido limitada y hasta sesgada. Entonces, si bien el estudio es muy preliminar, sirve como proyecto de investigación de referencia, pues los resultados iniciales fueron muy prometedores. El cultivo cañamero nos deja frente a una oportunidad para proponernos un cambio de paradigma, una nueva hoja de ruta hacia una transición socioambiental sostenible. Y no es un zumbido, es realidad plausible.