Pastora evangélica: "La mujer tiene que pelear por sus derechos"

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Pastora evangélica: "La mujer tiene que pelear por sus derechos"

18 Febrero 2019

Por Camilo Carbonelli

APU: ¿Cómo surgió la fundación Mujeres por la Nación?

GG: Es una asociación civil que nació en 2000, cuando ya se avecinaba la crisis y se veía la importancia del trabajo de los movimientos sociales. En primer lugar me inquietaba porque siempre trabajé en la cuestión social, en un ámbito eclesiástico. En ese entonces, me parecía que las iglesias estaban muy enfrascadas paredes adentro y afuera había una gran necesidad; eso me llevó a ver qué podíamos hacer, para contribuir a nuestra sociedad. En ese momento, salían a la calle las Madres y Abuelas, los jubilados. Nos acercábamos a ver cómo podíamos ayudar. Ahí se abre un espacio en el Consejo Nacional de la Mujer, donde se conformaron las mesas sociales (la mesa social es donde los dirigentes sociales se sentaban a discutir las problemáticas que el país estaba atravesando y que proponíamos para apaliar la crisis). Nosotras en ese momento no teníamos nombre y empezamos hacer parte de la mesa social. Ya estábamos con un grupo de mujeres profesionales y dijimos porque no hacemos un espacio de mujeres, ahí nace mujeres por la nación.

APU: ¿Tuvieron una intervención en el Consejo Nacional de la Mujer en ese momento?

GG: Ya luego de la crisis 2001/2002 empezamos a trabajar en mesas de articulación que se realizaban en Consejo Nacional de la Mujer, donde se pensaban políticas para enfrentar a la crisis. En el Consejo de la Mujer, en aquel entonces, estaba Pimpi Colombo, quien nos abre un espacio de consulta. La primer propuesta que le hacemos tiene que ver con la cuestión económica, porque entendíamos que repercutía directamente en los hogares. En aquel momento, el 60% de las mujeres era sostén en el hogar, porque los hombres habían perdido el trabajo. Esto trajo una crisis familiar que recrudeció la violencia dentro de los hogares. De ahí surgió la idea de visibilizar la violencia que las mujeres vivían. Junto con el gobierno hicimos el primer congreso contra la violencia en la Biblioteca Nacional. Recuerdo en aquel momento nos dijeron del consejo de la mujer no tenían estadísticas concretas de la situación que estaba pasando. Le propusimos recabar datos a través de las iglesias, que hicieran encuestas y así llenamos el consejo de cifras sobre la violencia. Todo ese proceso terminó en la ley 26485 de protección integral a mujeres.

APU: ¿Quiénes integraban ese espacio de mujeres?

GG: Nos dimos cuenta que había un gran voluntariado de las iglesias evangélicas, católicas y diferentes organizaciones que tenían llegada a la gente. Pero también entendimos que ese voluntariado no tenía formación. Así armamos el primer grupo que se dedicó a formar a esas personas que se sumaban.

APU: ¿Cómo trabaja Mujeres por la Nación?

GG: Trabajamos con tres ejes. En primer lugar, la atención directa, esto es, un equipo multidisciplinario que atiende directamente con psiquiatras, psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales, operadores sociales, para la atención de las personas que estén viviendo en una situación de crisis, con problemas intrafamiliares. Trabajamos desde violencia, abusos, drogodependencia, trata; toda la problemática social que atraviesa una familia. Después vimos que no era suficiente, porque nos llegan personas que necesitan un lugar donde vivir: víctimas de trata, víctimas de abusos, mujeres en situación de calle, madres. De ahí fuimos articulando, abriendo espacios donde se fueron formando en hogares. Hoy nosotras tenemos un hogar de madres, recibimos mamás en situación de trata, de abusos. Trabajamos con la persona, con sus proyectos de vida. Le damos el sostén para que puedan hacerse cargo de su vida, de sus hijos, con una perspectiva para que puedan vivir y trabajar. También tenemos un lugar que sirve para cuando salen del hogar.

El segundo eje es la formación, tenemos escuela de operadores sociales encuadrados en la educación popular; trabajamos con voluntarios, dándoles herramientas a la gente que quiera hacer un trabajo social. Están encuadrados dentro de la temática de la psicología social, con operadores en violencia con perspectiva de género, operadores en adicciones, operadores de abuso sexual e infantil.

El tercer eje tiene que ver con fortalecimiento del trabajo territorial y en esto hacemos un acompañamiento legal y técnico, porque también dentro del equipo tenemos abogados penalistas, de familia, y muchas veces somos querellantes en causas. Cuando nos llega una causa a nosotros es porque la causa ya estaba perdida y se violaron todos los derechos del niño y adolescentes de las diferentes situaciones. Nos piden intervención cuando se agotaron todos los recursos en los juzgados, trabajamos en estos casos, porque detrás de esto hay una venta de adolescente en la prostitución. Somos querellantes en muchas causa. Pero la justicia mira para otro lado. Articulamos para que esa persona, ese niño, esa joven que fue vulnerada tenga derechos. 

APU: ¿Cómo ve al movimiento feminista?

GG: El feminismo va por la cuarta ola. Hubo diferentes movimientos feministas a través de la historia. El primer movimiento feminista, lo que se llama la primera ola, fue en busca de los derechos de la mujer, lo que me pareció fantástico. La mujer tiene que pelear por sus derechos. No puede ser que haya mujeres que ganen menos que un hombre, por ejemplo. Después, creo que el feminismo se fue transformando en una ideología, donde llevaba a la mujer a una independencia. La mujer tenía que independizarse de todo. En ese tiempo estaba bien, porque la mujer estaba muy enfrascada en lo cultural, la mujer debía ocuparse de las tareas del hogar y el hombre salía. Eso no podía ser. Sobre lo que no estoy de acuerdo es con los que proponen algunas feministas en la actualidad, que en estos tiempos no me representan. Considero que existe la la violencia de género, que se da cuando un hombre cree que tiene derechos sobre la mujer. Defiendo una relación de paridad entre el hombre y la mujer. 

APU: En 2018 se discutió el aborto en el Congreso. ¿Cuál es su opinión al respecto?

GG: Tenemos una ley que contempla muy bien el tema del aborto porque contempla a la mujer abusada, para un aborto terapéutico en caso de violación, por malformación o cuando corre riesgo la vida la madre. No coincidí con el proyecto que se presentó, aunque sé que hoy se hacen abortos clandestinos, trabajamos todos los días con víctimas de abuso, con víctimas de violación, lo vivo a diario. Nos llegan constantemente casos de abusos y violación.

APU: ¿Desde la fundación cómo trabajan con la problemática del aborto?

GG: En la fundación tenemos un entrenamiento para los que quieran entender el aborto, desde lo psiquiátrico, lo psicológico, y todas las modalidades para poder ayudar a una mujer, tanto a la persona que pasó por un aborto, como a una persona que está en duda de hacerse un aborto. Jamás le voy a decir a una persona qué tiene que hacer, creo que la persona puede decidir, porque nadie elige un aborto sin costo personal. Cuando vos trabajás con una víctima (de abuso o de violación), tenés que trabajar con una persona. Lo que decida es una decisión de esa persona, a la que tenés que acompañar. Nosotros ponemos énfasis en trabajar desde la prevención. 

APU: Hay un debate actual en torno al movimiento de pañuelos verdes y al de los pañuelos celestes. ¿Son sectores antagónicos entre sí?

GG: Creo que se generó lamentablemente como una brecha. No tengo nada contra una mujer que quiera el aborto en cualquier circunstancia. No estoy de acuerdo, pero hay que dialogar. No niego que exista el aborto clandestino, porque también lo vivo, la que tiene plata accede a una clínica cinco estrellas y una chica de bajo recursos lo hace como puede. Eso es una realidad, soy consciente. Pero también digo que es una discusión que no se puede dar a la ligera, necesita más debate, con más información. 

APU: Por último, ¿cómo ve la situación social del país?

GG: Hay una crisis profunda que no solo tiene que ver con lo económico. El país necesita una transformación social donde no es me salvo yo sola y para salvarme tengo que aplastar al otro. Al trabajar con comunidades muy pobres me encuentro con situaciones que ya hay tres generaciones que no trabajaron, que viven del asistencialismo. Hay que volver a generar la cultura del trabajo para que la persona se autosostenga. Hay que hacer una restructuración social profunda donde el trabajo debe ser genuino, hay que reconstruir la cultura del esfuerzo.