Misiones: ¿complicidad judicial en violación y femicidio?

  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen
  • Imagen

Misiones: ¿complicidad judicial en violación y femicidio?

14 Junio 2013

Por Sergio Álvez y Martín Sereno I “No hay práctica periodística posible por fuera de la disputa por el poder: para construir o reconstruir o modificar el estado de la naturaleza de clases” (Víctor Ducrot, “La intencionalidad editorial”)

El domingo 26 de mayo de 2013, el diario El Territorio, publicó un artículo titulado “El caso Taty Piñeiro debería estar cerrado“. Dicha publicación tiene un valor histórico considerable: no se recuerda en la historia de la prensa gráfica de Misiones, que un medio de comunicación solicite el cierre de una causa judicial antes que la propia Justicia de por cerrado el caso.

Se trata de un femicidio acontecido el 11 de julio de 2012, en la localidad de Puerto Esperanza. Ese día, en un descampado del barrio El progreso, apareció el cadáver de Lieni “Taty” Piñeiro, de 18 años, con signos de haber sido violentamente ultrajada. El caso se complejizó con la posterior detención de un compañero de escuela de Taty, Hernán Céspedes, también de 18 años, que días después terminó apareciendo “suicidado” en una comisaría de Puerto Iguazú, a horas de declarar y habiendo advertido a su madre de que estaba siendo torturado y amenazado de muerte por los policías de esa dependencia, para que se auto incrimine como autor del hecho.

La nota de El Territorio aparece plagada de omisiones, imprecisiones, errores de apreciación y especialmente de una marcada intencionalidad editorial que coincide de lleno con las expectativas del diputado provincial Gilberto “Pato” Gruber (Frente Renovador), cuyo hijo Fabián, está fuertemente sospechado y acusado de ser el verdadero y principal autor del crimen por los familiares de Céspedes y Piñeiro, por la defensa de las víctimas y por un importante número de testimoniales. Fabián es además sobrino del intendente de la localidad de Puerto Esperanza, Alfredo Gruber. Los Gruber, son una de las familias más poderosas – desde lo político y económico – de todo el norte de Misiones y tienen bajo su real control a prácticamente todas las instituciones públicas de Puerto Esperanza, desde el hospital hasta la propia fuerza policial. Los Gruber, además, son habituales auspiciantes del diario El Territorio.

En nombre de los familiares de Taty Piñeiro y Hernán Céspedes, de los periodistas y ciudadanos amenazados de muerte por acompañar las marchas de silencio que todas las semanas se llevan a cabo en Puerto Esperanza pidiendo que la Justicia investigue a los verdaderos sospechosos y en la memoria de Taty y Hernán, a continuación iremos desglosando los párrafos del artículo periodístico citado, para intentar marcar con claridad los aspectos que nos resultan falaces, detallando cuáles fueron las omisiones principales en las que incurre el texto, y al mismo tiempo formular las preguntas y observaciones que hasta ahora, la Justicia de turno no supo contestar.

Familias

1. El artículo de El Territorio, en uno de sus primeros párrafos, relata la versión que el medio tiene de lo ocurrido con inmediatez a la aparición del cadáver de Piñeiro: “De manera urgente se despertó al comisario Rubén García y se dio aviso al juez penal de turno de la Tercera Circunscripción (Puerto Iguazú) Juan Pablo Fernández Rissi y al fiscal Martín Brítez. La primera orden fue tajante, hasta que llegaran a Puerto Esperanza los instructores junto a un médico y una bioquímica de la Unidad Regional V, se montó triple vallado de la escena del crimen, uno a quince metros del cadáver, el segundo a 50 metros y el restante a 170 aproximadamente. Nadie debía pasar del tercer límite, salvo personal de criminalística para las primeras pericias”.

La principal falacia que aparece aquí, es que una de las primeras personas en llegar al lugar, cruzar los vallados e intervenir activamente en las primeras acciones de peritaje, fue el intendente Gilberto Gruber, y posteriormente el diputado provincial Pato Gruber. Esto ha sido debidamente comprobado por testimonios, fotografías e incluso el propio diputado Pato Gruber, en una entrevista radial (1) manifiesta abiertamente:

“Fuimos los primeros en estar al frente con los peritos y el juez. Yo mismo incluso colaboré buscando el capuera algo que pudo haber quedado, porque siempre algo queda”.

Incluso, aunque parezca increíble, fue el propio intendente Gruber, quien impidió el ingreso a la zona vallada, de la madre de Taty Piñeiro, Rosa González, quien declaró a los cronistas del presente informe:

“Yo estaba en el Registro Civil haciendo un trámite cuando me cuentan que apareció un cadáver de una chica. Llamo a mi hijo, le pregunto por Taty y me dice que no estaba en casa, corro hacia el lugar y antes de llegar a la zona donde estaban los policías y peritos, me sale al cruce Alfredo Gruber junto a un grupo de policías, que me impiden llegar, me detienen, me suben a la camioneta, me obligan a subir, y me dicen tenemos que buscar una foto de tu hija y el documento. Fuimos a casa, le di el DNI y la foto, y salgo corriendo para el lugar, pero vuelven a detenerme, ahí me intercepta la esposa del intendente, y tía de Fabián Gruber, Alicia, que me abraza y me impide llegar, me habla, todos ellos estaban ya del lado donde estaba el cadáver, y a mí no me dejaban pasar, hasta el diputado estaba, entonces me pongo nerviosa, grito que quiero ver si es mi hija quien estaba ahí, pero me suben de nuevo al patrullero, me llevan al hospital y me inyectan no sé qué cosa. Desperté y estaba abombada, en una sala del hospital”.

Entonces, si El Territorio dice que “Nadie debía pasar del tercer límite, salvo personal de criminalística para las primeras pericias”, ¿por qué no aparecen estos datos en la nota? ¿cuál es la razón por la que la nota del diario no cuestiona la presencia de los Gruber, familiares directos de un sospechado, en la escena dónde se llevaron a cabo las primeras pericias? ¿Por qué el juez y las autoridades permitieron el ingreso a la zona de peritajes a los Gruber y se la impidieron a la propia madre de la víctima?

Altar

2. En otro párrafo, continuando con el relato de aquellos primeros peritajes, la nota del diario octogenario sostiene: “Pero los recaudos no terminaron, y se previó hasta el último detalle, investigadores y peritos bioquímicos del Cuerpo Forense de la Justicia llegaron al lugar, se tomaron las primeras muestras en el lugar y el cuerpo de Taty fue llevado al hospital local, para continuar la tarea específica de tomar muestras, firmar la defunción de la víctima y enviar el cuerpo a la morgue de Posadas para su correspondiente autopsia. Se extrajeron todas las muestras consideradas útiles para dar con una pista del asesino. Cabellos, uñas, restos de sangre y manchas de fluidos de todo tipo se tomaron en el trillo y proximidades. La misma rigurosidad se utilizó en el hospital, donde se realizó el primer relevamiento de cortes, heridas y golpes que recibió el cuerpo.”

Aquí la omisión fundamental tiene que ver con que el traslado del cuerpo de Taty al hospital de área de Puerto Esperanza, no se dio en un contexto de regularidad, de hecho no estaría sentado en el libro de ingresos del hospital, y siquiera el médico de guardia fue informado de ese ingreso- y hasta en un principio fue negado por las autoridades de dicho nosocomio, cuyo director de entonces, un médico de apellido Vera, renunció a raíz de este escándalo. Fuentes reservadas (2) nos confirmaron que allí el cuerpo de Taty fue cuidadosamente lavado- algo totalmente impertinente dado que no había pasado morgue judicial ni se habían tomado todas las pruebas necesarias- , lo que se aprecia con absoluta claridad en la secuencia fotográfica (3) que el periodista Daniel Ortigoza entregó al juzgado de instrucción que lleva adelante la causa, fotografías que aportan pruebas específicas, pero que incomprensiblemente nunca fueron peritadas todavía.

Cualquier cronista que haya accedido a las fotografías en cuestión – evidentemente no fue el caso de El Territorio – no podría más que preguntarse ¿por qué el cuerpo fue lavado en el hospital local, dónde se borraron manchas y marcas que pudieran resultar fundamentales? ¿Por qué El Territorio no menciona el aseo del cuerpo en su relato periodístico, ni tampoco las circunstancias de total irregularidad que envolvieron al ingreso del cadáver?

Antonia Otazú, enfermera del hospital de área de Puerto Esperanza y delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), declaró en entrevista radial (4) lo siguiente:

“El cuerpo de Taty fue llevado al hospital sin siquiera que el doctor de guardia sepa, a él le comentaron a las diez de la mañana y no sabía él que el cuerpo estaba ahí”.

Madre de Taty

3. La nota de El Territorio continúa con el siguiente párrafo: “El Territorio pudo constatar con sólo ver los detalles fotográficos, que el agresor ultimó a Taty Piñeiro en el piso, con su cuerpo sobre el de ella, golpeándola primero con una piedra y después propinándole estocadas a punta de navaja, hasta degollarla, buscando que no gritara ni llorara más, después de haberla ultrajado sexualmente de manera salvaje”.

Ante esta afirmación cabe preguntarse, ¿cómo es que con “sólo ver los detalles fotográficos” se puede arribar a conclusiones semejantes? ¿qué tipo de rigurosidad periodística es capaz de sostenerse con la simple observación de fotografías como disparador para brindar un relato que sugiere una acción tan compleja como una violación seguida de asesinato? ¿Puede una simple fotografía en la que aparece sólo la víctima llevar a alguien a asegurar que existió, como asevera el diario, que hubo un solo agresor? ¿cuál será el innovador método científico que permite a un simple cronista determinar a partir de la simple contemplación de una foto, el orden en el que se sucedieron las acciones de un asesinato?

Más adelante, El Territorio afirma: “En el lugar del crimen y cuando la niebla lo permitió, se encontró la hoja de una navaja múltiple, tirada entre los yuyos. Fue la punta de la madeja que se terminó de deshilvanar cuando se encontró entre las chapas de una parte del techo de la vivienda de la familia Céspedes el resto del arma homicida. Para sumar claridad, fue una de las dos hermanas de Hernán Céspedes quien metió la mano y la extrajo, ya que de manera violenta se oponía al allanamiento que realizaba la Justicia tras la orden de detención del sospechoso”.

Aquí aparece la confirmación de que el diario en cuestión no tuvo acceso a las pruebas fotográficas que aportó Ortigoza. Dicha secuencia fotográfica exhibe el cuerpo de Taty semidesnudo, ya ensangrentado, pero en TRES LUGARES DISTINTOS, lo que abre la sospecha poderosa de que el crimen no se cometió en el trillo donde finalmente apareció el cuerpo, sino en otro lugar, que presuntamente sería el campo de aviación de la localidad de Puerto Esperanza, situada a dos kilómetros del trillo del barrio El Progreso que El Territorio y la pobre investigación judicial sindican como el supuesto “lugar del crimen”.

Lo explica el periodista Ortigoza: “Estas fotos son contundentes, claras, están tomadas aparentemente con una cámara Kodak profesional según nos han podido explicar colegas de Buenos Aires, y en una de ellas aparece el cuerpo sobre un suelo que es similar al del campo de aviación. Este lugar está a dos kilómetros del trillo donde dejan finalmente el cadáver, y para llegar hay que atravesar todo el centro de Puerto Esperanza. Esto significa que necesariamente tuvo que existir al menos un vehículo para llevar a cabo este traslado, es totalmente improbable, que alguien en moto haya podido hacer ese trayecto con un cadáver sin ser visto por nadie, totalmente ilógico”.

En cuanto a la “aparición” de una hoja de navaja en la casa dónde vivía Hernán Céspedes, El Territorio no toma en cuenta las severas denuncias de los familiares de Céspedes en cuanto a la implantación de pruebas como el cuchillo y el celular de Taty (“yo misma vi como un policía de Posadas, calvo, conocido, sacó el celular de su manga y lo colocó” denuncia una hermana de Céspedes), en el marco de operativos totalmente irregulares y violentos.

¿En qué se basa El Territorio para siquiera permitirse dudar del accionar de la Policía de Misiones, plagada ésta de sospechas por operáticos de todo tipo, irregulares y fuera de la ley, en prácticamente toda la provincia? ¿Por qué habría que confiar tan ciegamente en los operativos? ¿Por qué razones El Territorio no habla de las secuencias fotográficas aportadas por Ortigoza a la justicia, fundamentales, dónde además aparece un cabello rubio en la mano de víctima, que tampoco fue debidamente peritado por el juez de la causa?

Ortigoza

Prosigue el artículo de El Territorio: “La labor de los investigadores duró ocho días intensos pero tomados con mucho sigilo. Tres jóvenes que conocían a Céspedes coincidieron en que vieron su moto en el acceso al trillo, el material refractario decorativo la hacía inconfundible el aporte de una cámara de seguridad de un supermercado chino a pocos metros del lugar donde Piñeiro se encontró con Céspedes. En el video se puede inferir que la joven iba como acompañante en una moto de color negro. El mismo color del vehículo del sospechoso”.

Lo que no cuenta el diario es que las “labores investigativas”, incluyeron el secuestro, golpiza, y amenazas incluso con exhibición de armas, por parte de la policía a un grupo no menor a diez alumnos del bachillerato al que acudía Taty Piñeyro. Los alumnos incluso en algunos casos fueron detenidos durante horas, en los que recibieron violentos interrogatorios. Todo esto consta en testimoniales que no han trascendido públicamente, pero que generaron un absoluto terror en la población escolar.

Carlos Duarte, maestro del curso donde asistían Taty Piñeiro y Hernán, resumió la situación contando: “Previo a la detención de Hernán , se llevaron a varios jóvenes, de condición humilde, de nuestra escuela, que luego manifestaron que hubieron apremios ilegales, a muchos chicos se les hizo pasar la noche en la comisaría sin ningún cargo, según manifiestan hubo golpizas, exhibición de armas, intimidación, siempre con la amenaza que no hablen de lo que se les hacía, hubo amenazas de muerte y les decían que buscaban un culpable. Hasta los llevaron a la zona del río. En ese momento el comisario era García. Una persona que siempre estuvo muy allegada a los Gruber y que luego misteriosamente fue trasladado.”

Por su parte, la directora de la escuela a la cual asistían Taty y Hernán, confirmó a los redactores de este informe que luego de aquellos interrogatorios, un total de diez alumnos que fueron llevados por la policía, aterrorizados, nunca más volvieron a la escuela. Algunos, hasta se fueron de la ciudad.

En relación a la supuesta filmación de la cámara de un supermercado, en el cual se apreciaría a Céspedes y Piñeiro en una moto, huelga decir que ni la defensa de las familias, ni las familias, pudieron acceder al presunto material, para poder determinar la veracidad del mismo, y su supuesta importancia como prueba vinculante de algún ilícito.

Duarte

El artículo continúa con menciones a los dos allanamientos que se hicieron en la casa de los Céspedes, sin citar una sola línea de las denuncias y los testimonios que la familia hizo constar en el expediente por implantación de pruebas. Toda la versión que se toma es la policial, aunque no se citan las fuentes precisas de tales relatos, sino que se apela a una narración cuasi literaria, desprovista de fuentes. Dice El Territorio: “Mientras sucedía esto, a Hernán Céspedes se lo examinaba clínicamente, allí sorprendió que estando desnudo y bajo una temperatura menor a los 10 grados, el joven se mostraba impávido, no se movía, ni temblaba. No tenía golpes ni rasguños”.

Este segmento, llama la atención por la contradicción que subyace con el mismo relato que el diario esgrime en relación a los hechos y sugiere una pregunta: ¿Es posible violar a una persona, asesinarla a pedradas y cuchilladas y no tener en el cuerpo marca alguna? ¿A quién le sorprendió que Céspedes no temblara? ¿Cuál es la presunta fuente del relato y qué estaría intentando demostrar el mismo?

A la hora de relatar el desenlace que cobró la vida de Hernán Céspedes en la comisaría de Iguazú, nuevamente sin especificar de donde proviene la versión – aunque es sabido que es el fiel relato policial- el diario narra:

“La madrugada del domingo, se presume que el joven asustado por el presunto trato que iría a recibir en la cárcel, escribió en la pared de la celda donde estaba solo: “Te amo mamá”, y se colgó con los cordones de una zapatilla que el llavero policial habría dejado ingresar en una bolsa con abrigos y comida. Cuando el cuidador fue alertado, ya nada pudo hacerse, el joven pendía de los barrotes atado al cuello. Su muerte llevaba impregnada una confesión, la que sólo hubiera servido para sellar la contundencia de las pruebas”.

Aquí la manipulación de la información y las omisiones resultan alevosas. No se menciona en absoluto las torturas que Céspedes recibió en la Unidad Regional 5 de la Policía de Misiones, en Puerto Iguazú, ni se cita las numerosas testimoniales de testigos que pudieron verificar dicha situación.

Nora Céspedes, la madre de Hernán, relató lo mismo que aportó al expediente judicial:

“La última vez que vi a mi hijo con vida, después de estar horas esperando, abrieron el candado y me dejaron verle tres minutos. Me pidió que no lo abrace, porque había estado encadenado a una barra por la espalda, y le dolía todos los brazos, la espalda, lo abracé por las piernas. Tenía golpes por todos lados, me habló al oído y bien clarito me dijo mami, me están matando, la policía demasiado quiere que yo diga el que fui el que mató a Taty, me están cagando a palos, me ponen bolsas en la cara para asfixiarme, y me están amenazando mamita, creo que no voy a volverte a ver mamá” dijo y me abrazó. Cuando pudimos ver el cuerpo, tenía rotos los huesos, marcas de quemadura de cigarrillo, las manos lastimadas, por todos lados marcas de que fue terriblemente torturado, hay testigos de todos esto que el juez no quiso escuchar, a mi hijo lo golpearon hasta matarlo, justo unas horas antes que declare, es una terrible mentira lo del suicidio, eso no va a quedar así”.

Tampoco menciona El Territorio que el responsable de la integridad física de Céspedes aquella noche era el comisario Carlos Alberto Ojeda, ex jefe de la Dirección de Investigaciones de la Unidad Regional V, separado de la fuerza recientemente e imputado judicialmente de proteger a una banda de narcotraficantes y asaltantes que operaba en Iguazú.

Familia de Hernán

En ningún momento el diario menciona a Fabián Gruber, el hijo del diputado provincial. Escuetamente, la nota dice: “Surgió el dato de que en el pueblo había “un joven al que le gustaban las fiestas”, el hijo de un diputado. Se lo interrogó no sólo a él, también a sus cinco amigos, y el patrón de todos dio negativo y sus relatos coincidieron en donde estaba cada uno de ellos la trágica noche. Pero el hijo del legislador aclaró que conoció a la chica en el verano pasado, pero que era la novia de otro chico”.

El periódico no menciona aspectos esenciales, que no han sido investigados judicialmente ni dados a conocer públicamente hasta el momento. Entre estos datos, los autores del presente informe pudieron indagar acerca del ingreso de Fabián Gruber al hospital de Puerto Esperanza un día después del asesinato de Taty, dónde según consta en relatos testimoniales confiables y bajo absoluta reserva de identidad, habría recibido una serie de curaciones en su zonas genitales y en su cuello y espalda, por parte de una enfermera cuyo nombre de pila es Mirta y que, por estos días, sospechosamente se apresta a realizar un viaje a Suiza. La defensa legal de las familias, aguarda que esta línea pueda ser investigada a fondo, cosa que no ha sucedido en absoluto.

Asevera Rosa González, madre de Taty Piñeiro: “La mamá de un chico detenido en Esperanza, que pudo ver a Fabián Gruber en la comisaría, me contó muy bien que él estaba todo rasguñado y eso no consta en ningún lado. Después pudimos saber que estuvo siendo curado en el hospital, sé muy bien quien es la persona que lo curó, y eso tampoco se investigó, todo se está tapando para salvar a quien creemos fue el gran responsable”.

Ninguna mención hay en el artículo, acerca de las amenazas de muerte que Fabián Gruber personalmente y haciendo ostentación de un arma de fuego, efectuó contra el docente Carlos Duarte, y anteriormente contra el comunicador radial Daniel Ortigoza.

Tampoco dio cuenta El Territorio acerca del suicidio, posterior al femicidio, de uno de los amigos de Fabián Gruber que también estaba sindicado -por testimoniales varias- como otra de las personas que en la noche del crimen integraba el grupo que habrían estado acompañando al hijo del diputado, en el cual se señala a otros “hijos del poder político y económico que maneja Esperanza”.

Padre de Hernán - Madre de Taty

(*) Periodistas. Correo de contacto: periodismoyjusticia@gmail.com

Notas:
(1) Los autores del presente informe conservan todas las grabaciones de audio citadas en la presente nota.
(2) Los autores se reservan el derecho de la absoluta protección de fuentes de la presente publicación periodística, solicitada ante las más de treinta amenazas de muerte que envuelven al caso hacia quienes apoyan los reclamos de justicia de las familias Piñeiro y Céspedes.
(3) La secuencia fotográfica citada fue recibida anónimamente y en el mes de enero de 2013, por el comunicador Daniel Ortigoza, quien de inmediato las puso a consideración de la Justicia. Los autores de la presente nota conservan copias del material.
(4) Entrevista realizada por la emisora radio Tucam, de Puerto Esperanza.