Las víctimas reales de la inseguridad

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Las víctimas reales de la inseguridad

08 Febrero 2013

Por Alejo Flores I La agenda de los medios hegemónicos tiene, desde hace ya algunos años, a la inseguridad como una de sus temáticas privilegiadas. A la vez, los reclamos por esta cuestión fueron uno de los principales ejes sobre los que se organizaron los cacerolazos del 13 de septiembre y 8 de noviembre del año pasado.

Los razonamientos que suelen ordenar estas protestas (en general provenientes de ciudadanos de clases medias y altas) se basan, a grandes rasgos, en el rechazo a la idea de que las personas procedentes de los sectores más relegados les roben, los asesinen o los maten para robarles. A la hora de explicar los motivos que llevan a tal situación, lejos de reparar en la complejidad del fenómeno y de las condiciones que lo posibilitarían, el argumento más común es que la justicia y la policía no son lo suficientemente duros con los delincuentes. 

Analizar los datos difundidos por el Instituto de Investigaciones de la Corte Suprema de Justicia de la Nación acerca de los homicidios dolosos consumados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante 2010 y 2011, permite tener una mirada más amplia sobre el tema y ayuda a revisar ciertas cuestiones que suelen darse por sentadas.

Con respecto al número total de víctimas en la Ciudad, el informe da cuenta de 168 casos en 2010 y 190 en el año siguiente. Considerando la población total de 2.890.151 habitantes (según el último Censo), la tasa homicida señala una cifra de 6,87 casos cada 100 mil personas en 2011 y una de 5,81 en el año anterior.

En relación a la nacionalidad de las víctimas de los homicidios, el primer lugar lo ocupa, obviamente, Argentina (55 por ciento en 2010 y 63 por ciento al año siguiente). En los escalones siguientes hay una marcada preponderancia de inmigrantes de otros países sudamericanos, entre los que se destacan Paraguay (11 por ciento en cada año), Perú (10 por ciento en 2010 y 6 por ciento en 2011) y Bolivia (6 por ciento en ambas mediciones).    

Observando la distribución geográfica de la tasa de homicidios, se puede percibir en ambas mediciones que la mayor parte de ellos se concentran en solamente cuatro de las quince comunas en que se divide la Capital Federal: la 1 (formada por los barrios de Retiro, San Nicolás, Monserrat, San Telmo, Constitución y Puerto Madero), la 4 (Parque Patricios, Pompeya, Barracas y La Boca), la 7 (Flores y Parque Chacabuco) y la 8 (Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo).

En 2010, dicha región concentró el 65,41 por ciento de los homicidios, mientras que en 2011 (esta vez incluyendo también la Comuna 9, que abarca Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda), la proporción ascendió a un 73 por ciento. En términos generales, se trata de las comunas con menor densidad de población dentro de la Ciudad, y también de las de menor poder adquisitivo.

Tomando en cuenta solamente esta zona de mayor concentración de homicidios, resulta también importante analizar en qué proporción inciden los diferentes móviles para los crímenes. En el informe de 2010, el mayor porcentaje corresponde a robos (30,77 por ciento), mientras que una parte importante de los hechos tiene su origen en discusiones y riñas callejeras (23,08 por ciento).

Sin embargo, la situación de los móviles se transforma notablemente si se pone el foco en los datos de 2011. El caso más emblemático en este sentido es el de la Comuna 1, donde el 61 por ciento de los homicidios se vincula a situaciones de riña, ajuste o venganza, mientras que el robo sólo aparece en el 3 por ciento de los hechos registrados. En las demás comunas la situación se da de manera similar, aunque en proporciones ya no tan desiguales (Comuna 4: 39 por ciento contra 10; Comuna 7: 50 por ciento contra 14; Comuna 8: 48 por ciento contra 26), excepto en el caso de la Comuna 9, donde el 18 por ciento de los casos corresponde a riñas y el 29 a robos. Los móviles relacionados a la violencia intrafamiliar, así como los casos de “legítima defensa”, cuentan con proporciones menores en esta estadística.

Los datos que surgen de la investigación de la Corte son abundantes y merecen un análisis exhaustivo. Sin embargo, algunas conclusiones preliminares dejan inferir que no siempre quienes más protestan por la inseguridad son sus víctimas principales.