La creación de YPF y el desarrollo del modelo "mosconiano" (1922-1930)

  • Imagen

La creación de YPF y el desarrollo del modelo "mosconiano" (1922-1930)

29 Marzo 2013

Por Daniel Marques*

La creación de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), el 3 de Junio de 1922, durante el último tramo de la presidencia de Hipólito Yrigoyen (1916-1922), implicó la decisión del gobierno nacional de involucrarse de modo más efectivo en la actividad petrolera. Esta iniciativa se enmarcó en un contexto signado por la fuerte presión que ejercían sobre el mercado petrolero argentino –y en general sobre toda América Latina- las compañías petroleras estadounidenses (Jersey Standart) y europeas (Anglo Persian Oil Company y Royal Dutch Shell) en la competencia por el control de reservas petroleras en lo que algunos autores han definido como “la lucha petrolera de posguerra”. Además, en el plano interno, y frente a la atracción política que ejercía el problema petrolero entre los votantes urbanos, base electoral del Partido Radical, el gobierno de Yrigoyen afrontó una decidida campaña legislativa por hacer más sólida la intervención del Estado Central en el manejo de las concesiones petroleras provinciales. Sin embargo, estos intentos no fueron acompañados por el apoyo de los parlamentarios, dado la influencia de muchos senadores y diputados conservadores de las provincias con petróleo (tal el caso de Salta o Jujuy) que se negaban a otorgar al Estado central el manejo del recurso petrolero y la fractura creciente de los propios legisladores radicales ante esta cuestión. Hacia fines del primer período de gobierno de Yrigoyen las inversiones privadas extranjeras ya se habían establecido en algunas provincias argentinas como Salta y en los Territorios Nacionales patagónicos de Neuquén y Chubut.

Por otra parte, los yacimientos estatales patagónicos de Comodoro Rivadavia atravesaban una casi endémica ineficiencia dadas las carencias financieras, la falta de equipamiento y las continuas diputas laborales. La expansión de la perforación, si bien había sido significativa entre 1920 y 1922 con sesenta y nueve pozos, quedaba relegada por el impresionante crecimiento de las compañías privadas que entre 1919 y 1922 expandieron su producción en casi un 400 por ciento. Los problemas de financiamiento, una constante desde el inicio de la explotación petrolera, se vieron agravados en 1920-1921 por la confusa administración gubernamental y las falencias en la gestión desarrollada por los funcionarios del Ministerio de Agricultura de la Nación, con la falta de elaboración de presupuestos anuales, la casi ausencia en el  registro de costos y ventas, la imprevisión en el control de gastos y la escasa atención a las reales necesidades de inversión en los yacimientos. Las denuncias de corrupción desarrolladas tanto por la oposición política al gobierno en el Congreso, como por los principales medios de prensa de la Capital Federal, llevaron al P.E.N. a plantear la reorganización administrativa de la explotación petrolera del Estado. El Decreto de creación de la Dirección General de YPF seguía manteniendo a la empresa en la esfera del Ministerio de Agricultura, del que dependía en materia de habilitación de fondos y de compra de materiales y equipamiento. Esta reorganización, recibida con crítico escepticismo por parte de la prensa y por los círculos políticos vinculados al Congreso de la Nación, marcó el punto de inflexión de lo que hasta entonces había sido una coyuntura signada por una escasa credibilidad hacia la política petrolera desplegada por el Estado Argentino.

La llegada de Marcelo T. de Alvear (1922-1928) a la presidencia significó en los hechos la revitalización de la recientemente creada Dirección General de YPF, en gran medida por el tenor decididamente nacionalista de las decisiones tomadas respecto del avance del capital privado sobre el mercado petrolero y, fundamentalmente, por la elección del coronel del Ejército, Ingeniero Enrique Mosconi al frente de la empresa. La acción desplegada por Mosconi, dio un impulso decisivo a la actividad, reorganizando y ampliando las operaciones de YPF en vistas a su constitución como una empresa verticalmente integrada con posibilidades de competencia exitosa en el mercado interno. Fruto de estas políticas y del apoyo obtenido de parte del gobierno central, YPF registró un crecimiento y una expansión considerable a lo largo de toda la década del 20, constituyéndose rápidamente en modelo de organización empresarial y de inversión estatal en la actividad petrolera para otros países de América Latina. Bajo la gestión de Mosconi (1922-1930), y en el marco de la expansión del nacionalismo petrolero dentro del aparato estatal, YPF adquirió completa autonomía administrativa respecto del Ministerio de Agricultura y avanzó en la implementación de sucesivos planes para el incremento de la producción de petróleo crudo en  los yacimientos de Comodoro Rivadavia y Plaza Huincul.

Además, en ese período se previeron y se realizaron inversiones en bienes de capital, se ampliaron los muelles para el embarque de crudo, se construyeron talleres para la reparación de equipos y una usina para electrificar los yacimientos, y se adquirieron buques tanques adicionales para el transporte oceánico del petróleo hacia Buenos Aires y La Plata. La obra de infraestructura más relevante del período fue la construcción de una gran refinería en Ensenada (La Plata) para cuya edificación se estableció un contrato con la Bethlehem Steel Corporation de los Estados Unidos, que entró en operaciones en diciembre de 1925. Con esta refinería en pleno funcionamiento, YPF estuvo en condiciones de producir gasolina y una amplia gama de productos derivados del petróleo; entre ellos kerosene, “Agricol”, y combustible para motores diesel. Finalmente, y a efectos de llegar directamente al mercado interno, YPF creó una amplia red de distribución y comercialización para sus productos con depósitos de almacenamiento, centros de distribución, surtidores y agencias de venta al por mayor y por menor en las principales ciudades del país. Por otra parte, bajo el gobierno de Alvear, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso a través de decretos presidenciales la exploración estatal de importantes regiones del país, suspendiendo en cada una de ellas las solicitudes de cateo y reglamentando los pedidos mineros como estrategia para frenar la acción especulativa con que se venía desenvolviendo el capital privado en este ámbito desde 1907.

Desde el punto de vista de las relaciones laborales las políticas desplegadas por Enrique Mosconi sobre los yacimientos petrolíferos estuvieron dirigidas a producir un sujeto social (los trabajadores petroleros del Estado) que aparecieran como privados de la posibilidad de generar una autonomía política y sindical y estuvieran contenidos por una estructura inclusiva (la empresa estatal) a la que debían absoluta referencia. La represión sindical, la cerrada disciplina laboral, la tendencia a sostener en su totalidad la vida cotidiana de los trabajadores y sus familias dentro del espacio “socialmente controlable” representado por el Yacimiento y la explícita intención por promover vínculos de identificación entre la fuerza laboral y la empresa y, a través de ellos, con el conjunto de la nación, constituyen algunos de los indicadores más relevantes del denominado “modelo mosconiano”.

Durante el período mosconiano se limitaron desde la directiva de la empresa todas las posibilidades para la expresión sindical, evitando la constitución y el reconocimiento de cualquier organización que representara a los intereses de los trabajadores por fuera de las pautas definidas como válidas por quienes gobernaban la compañía. Entre 1922 y 1930 el pleno desarrollo del ideario mosconiano terminó por dar forma definitiva a un modelo de organización empresaria que suponía la virtual confluencia de intereses entre directivos y trabajadores: “al encarar la organización del personal de YPF, lo hicimos con criterio humano, social y práctico, en bien de los intereses generales y del progreso de la Nación”** En esta perspectiva, cada trabajador era percibido por la Dirección de la empresa como si se tratara de un “soldado civil”, al servicio de un interés fundamental para el desarrollo de la comunidad nacional y que por tanto debía estar compenetrado en alto grado con el rol excepcional que le competía a su función: “exigimos del personal, conducido con estricta equidad y justicia, una disciplina inflexible y una rigidez absoluta en el cumplimiento de deberes y obligaciones. Todos debían entregarse por completo al trabajo con cerebro, corazón y músculo”.

*Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco

** Enrique Mosconi: El Petróleo Argentino (1922-1930). Círculo Militar. Biblioteca  del oficial. Buenos Aires. 1983 (pág. 77).
*** Enrique Mosconi: El Petróleo Argentino... Ob. cit. . (pág. 77)