"Este año a todo el mundo le fue mal salvo a los sojeros, los banqueros y el Cadete"

"Este año a todo el mundo le fue mal salvo a los sojeros, los banqueros y el Cadete"

30 Diciembre 2016

Por Violeta Rosemberg

¿Cómo fue que te interesaste por el humor político?

Pedro Rosemblat: Primero me interesé por la política, el humor fue la manera que encontré para hablar de política. Por otro lado, siempre me gustó contar historias y algunas falsas. Más que el humor me interesa el relato. En mis dos familias hay mucho humor. En mi familia materna son todas mujeres y hay un código de humor ácido muy fuerte. Y en mi familia paterna es el típico humor judío, irónico, triste, que se ríe de sí mismo, que es algo que yo tengo también. 

¿Y cómo fue que te hiciste kirchnerista?

PR: Por Néstor. En el 2003, mi viejo se fue a vivir a España y yo me quedé acá, arranqué el secundario en el ILSE y empecé a militar en el Centro de Estudiantes. Me acuerdo que el 25 de mayo de 2004 fui con mi tío y mi primo a la Plaza de Mayo, era la primera celebración de la patria en la plaza después de mucho tiempo, tocó Charly y Silvio Rodríguez.  Me acuerdo mucho de ese día porque fue la primera vez que vi la plaza llena y tuve una impresión de la patria. Y lo vimos a Néstor, que hacía dos meses había bajado los cuadros y restituido la Esma. Después tuve unos años de adolescencia, me cambié de escuela, fui a un colegio tilingo de Belgrano, me dediqué a salir de joda, fiesta electrónica, boludez absoluta…. Hasta el 2007, que en las elecciones Filmus-Macri me volví a involucrar. En el 2008, arranqué el CBC, la UBA, vino el conflicto con el campo, empecé a movilizarme, vivía en Belgrano y había marchas opositoras, yo estaba sacado, iba a Cabildo y Juramento y me puteaba con todos.

El kirchnerismo interpeló a la juventud como sujeto político. ¿Cómo viviste esa interpelación?

PR: Muchos marcan eso como un error. Dicen que cuando el kirchnerismo se recostó en la juventud como sujeto político abandonó al trabajador como sujeto. No estoy de acuerdo con que haya pasado eso, sí estoy de acuerdo con que si eso pasa es un problema porque es mucho más potente la identificación con el sujeto trabajador que con el sujeto juventud. Hay una cosa casi personal de Néstor Kirchner, era muy fácil identificarse con él y eso llegó hasta Cristina. Soy eso, soy parte de esa incorporación de los jóvenes a la política. Fue una suerte de viento de cola para mí, porque construir la identidad con Kirchner presidente era muy fácil: ibas a la Plaza y tocaba Charly García, puteábamos a los milicos y los metíamos en cana, nos plantábamos ante Estados Unidos, la Sociedad Rural, Clarín, los empresarios. Era mucho más fácil saber quién es uno.

¿Cuáles son las fuentes de tu formación política?

PR: Las fuentes políticas están todas vinculadas al peronismo. Mucho Jauretche, Scalabrini Ortíz, Perón, Hernández Arregui, esas fueron las lecturas de mi paso por la universidad. También La Rucci, un grupo de compañeros que para mí es una referencia política y de formación muy fuerte. Siempre tuve a lo largo de mi vida personas a las que escucho y respeto mucho y consulto constantemente. Siempre me gustó vincularme con personas de las que puedo aprender. Otras fuentes son las experiencias militantes, con unos amigos armamos una Asociación Civil que se llamó Política Argentina, el slogan era "fomentar el debate político", y organizábamos debates, charlas, foros de discusión. Nunca tuve política universitaria pero el paso por la facultad también lo rescato, eran años en que una clase de derecho administrativo terminaba en una discusión sobre la ley de medios. Después de eso se murió Néstor y con unos amigos nos lanzamos a abrir una unidad básica, la 27 de Octubre, en Colegiales, tuvimos una experiencia de militancia porteña de base, trabajando con una comunidad con las necesidades básicas satisfechas. Y en el año 2011 trabajé en el documental de Néstor Kirchner que estaba haciendo Adrián Caetano, mi trabajo consistía en relevar documentos y discursos de Néstor, me pasé un año entero de diez de la mañana a siete de la tarde mirando discursos de Néstor, incluso algunos me los aprendí de memoria, esa fue una fuente de formación fundamental. Y también, el año pasado trabajé en el Ministerio de Cultura, con Teresa Parodi y Verónica Fiorito, en el equipo de comunicación, manejando las redes de Teresa, esa fue una experiencia espectacular.

¿Cómo se relaciona lo que hacés con el periodismo?

PR: Estoy muy ligado al periodismo porque trabajo leyendo el diario. Además, laburo en programas periodísticos y con periodistas. Creo que la diferencia es que uso la información para algo que no es producir la noticia. Puedo hacer chistes con una interna entre Marcos Peña y Prat Gay y no me interesan estrictamente los motivos ni las consecuencias reales de esa interna ni mucho menos cuáles son las fuentes de esa información. Más bien trato de poner a jugar en ese dato cuestiones más generales que leo en el gobierno y al mismo tiempo trato que ese dato me permita seguir trabajando esa lectura.

El cinismo y la pedagogía son lugares frecuentes del humor político. En el primer caso, el humor sirve para denostar y en el segundo para bajar línea. ¿Cómo pensás estas cuestiones?

PR: Es algo que laburo mucho. La conciencia progresista siempre está al acecho. Lo que tengo claro es que a mí me interesa la política y el humor es una herramienta para intervenir políticamente, no me interesa construir un lugar de verdad para desmarcarme, ni para ilustrar, ni solamente para cagarme de risa, aunque la mayoría de las veces termine pasando algo de eso. Busco otro tipo de intervención, más abierta. En este sentido, el humor es una herramienta muy potente porque la conclusión es la risa y la risa no cierra nada, al contrario, es más bien una reacción ante el disparate, una respuesta casi espasmódica a partir de la cual cada uno elige entre quedarse ahí o dar un paso más y pensar algo distinto, algo que tiene que ver con el sentido del chiste y con uno mismo y lo colectivo, en fin, con la política.

¿Cómo incidió en tu trabajo la derrota del kirchnerismo y el triunfo del macrismo?

Me joden con algo que es un poco cierto y es que este año a todo el mundo le fue mal salvo a los sojeros, los banqueros y el Cadete. Creo que esa paradoja no tiene que ver conmigo si no con la política. Tampoco creo que el humor tenga en sí una potencia contrahegemónica diferencial. Lo que cambió fue la relación de poder y a partir de ahí cambió todo lo demás. Cuando hacía el Pibe Trosko me sentía identificado con Cristina, cuya hegemonía era indiscutible, y entonces me burlaba de la izquierda que es una expresión casi marginal de la política. De hecho, la satirización de la izquierda duró dos meses y el personaje pasó muy rápidamente a apuntar a la oposición, le pegaba más a Macri que a Altamira. El Cadete podría haber existido en algún programa del kirchnerismo, hubiera bardeado a la oposición y eventualmente hubiera tirado algún palo al propio espacio político. La derrota del kirchnerismo y el triunfo de Cambiemos generó un escenario absolutamente distinto, la oposición ahora es la expresión mayoritaria de la política argentina. Además, como era de esperar, se redujeron muchísimo los medios de comunicación en los que se puede expresar el kirchnerismo, la misma audiencia para muchos menos medios, porque no hay Duro de domar, no hay TVR, no hay 678. A la vez que la fragmentación de nuestro espacio político, producto de la derrota, provocó un vacío de referencias a todo nivel. No existe más la cadena nacional. Cristina hoy habla en Comodoro Py. Eso es algo que tiene consecuencias muy fuertes y es obra del macrismo. Otro punto es que algunas figuras del periodismo, como Navarro, Silvestre y Caballero, entre otros, se convirtieron en referentes para mucha gente. Y también el bajón que trajo el macrismo hizo posible que una propuesta de humor político como la del Cadete tuviera tanta y tan buena recepción. La propuesta consiste básicamente en seguir hablando de lo mismo pero mientras nos reímos un rato, sin por ello abandonar la preocupación y el compromiso. Me río mucho de mí y de nosotros, el Pibe Trosko era un poco eso, yo vivía con mi mamá y tenía la ilusión de cambiar el mundo, no estaba organizado con nada pero bueno tenía esa ilusión… era otra época.

Buena parte de lo que hacés trata de la crítica al macrismo. ¿En qué ideas centrales se asienta esa crítica?

PR: En la tele lo que más trabajo es la idea de un gobierno para pocos, la Argentina chica, el Estado chico. Más que un gobierno para ricos lo pienso como un gobierno para muy pocos. Los veo a ellos como los mismos de siempre y como una manga de saqueadores. Un tema que trabajo mucho es el chetismo, el anticheto es un tema recurrente. Soy bastante cheto también pero ellos son chetos muy exclusivos, el Newman, la UCA. Creo que si en algo estamos de acuerdo nosotros y ellos es que el modelo que vienen a reinstalar tiene que excluir a mucha gente y ese modelo no cierra sin represión. La represión tiene muchas maneras pero la de las balas es la definitiva. También trabajo mucho con la ridiculización de los personajes del gobierno pero siempre conectando esos rasgos personales con un rasgo general del gobierno. Por ejemplo, la ministra de seguridad aparece como una borracha pero sobretodo como una pistolera, la borrachez de la ministra me sirve para representar el desborde del macrismo, desborde en el sentido de que no tienen límites y van por todo, y eso se conecta directamente con el carácter represivo del gobierno. Trato de oponerme al discurso de la antipolítica. Está mucho más instalado que la disputa es honestos versus corruptos que muchos versus pocos. Y es muy difícil torcer esa ecuación porque es más fácil instalar la antipolítica, es más fácil interpelar desde la moral que desde un discurso político e ideológico. Y por la historia reciente, hay algo que vuelve del 2001, de hecho no hay que olvidarse que el macrismo también es una emergencia de esa crisis.

¿Qué análisis hacés del primer año de gobierno del macrismo?

PR: Una idea que se derrumbó este año es que si al gobierno le va bien nos va bien a todos. Hasta muchos opositores al macrismo cayeron en eso en sus discursos. All gobierno le ha ido relativamente bien en sus objetivos políticos, aún cuando son un desastre y se equivocan y son burros, creo que salvo por algunos problemas no menores que hay que ver para dónde van, al gobierno le ha ido bien este año. ¿Quiénes son los que están mejor? Muy pocos. Y eso es lo más importante. La gran dicotomía argentina es: o muchos tratando de que seamos todos o muy pocos quedándose con todo. También creo que para mi generación, que nos acostumbramos a la buena, que empezamos a tener conciencia con Kirchner en el poder, con Cristina abriéndonos el juego, nos vino esta y nos estamos curtiendo. La generación de los noventa o las anteriores están más acostumbradas a que la Argentina de repente te pegue una piña en la cara.

¿Cuáles de las discusiones que se dan al interior del peronismo te interesan más?

PR: El problema de la conducción me parece fundamental. Hoy se habla mucho de la unidad del peronismo, que es un temón que atraviesa la historia del peronismo y está cargado de conflictos, como si se tratara de la pacífica confluencia de los distintos sectores que integran el peronismo. Se exige al peronismo que se una para derrotar al macrismo como si eso fuera posible a partir de una decisión voluntaria y racional. Me parece que ese problema no se puede pensar sin plantear antes el problema de la conducción. La cuestión de la relación de los distintos espacios del peronismo con el macrismo también me parece interesante, este año se dio mucho esa discusión a partir de los posicionamientos de la CGT, el Evita, el PJ. Pero insisto que son todos problemas subsidiarios del problema de la conducción.

Hace pocos días presentaste una obra de teatro. ¿De qué se trata?

PR: Sí, es la primera vez que hago algo que escapa no sólo al medio de comunicación sino a la noticia del día y abarca un periodo temporal más amplio, que va del 2001 a hoy. La obra trabaja ese espejo entre la Alianza y el macrismo, entre De la Rúa y Macri, entre el fantasma de De la Rúa y el fantasma de De la Rúa que está hoy. La trama es el Cadete en la Casa Rosada, con un mensaje muy importante para el presidente, y se va cruzando con distintos personajes. Lo hago con Martín Rechimuzzi, que es un genio, un actor del carajo que también trabaja la política desde el humor. Nos gustó mucho hacerlo y tuvo una recepción buenísima. Además, el teatro es una experiencia muy distinta a la tele o la radio. Es un medio más propicio para la ficcionalización, para poner a jugar en la actualidad las memorias recientes. Y tiene otro impacto. Espero hacer esto mucho el año que viene, además de la radio y la tele.