“El sector que votó al FpV es abrumadoramente plebeyo, de clase popular”

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“El sector que votó al FpV es abrumadoramente plebeyo, de clase popular”

01 Diciembre 2015

Por Redacción APU

APU: Empecemos con un balance sobre el año electoral y la victoria de Cambiemos. ¿Qué le interesaría destacar del triunfo macrista y de la derrota del FpV? ¿Qué aspectos no se han señalado sobre el tema?

Manolo Barge: El primer detalle, que señalan todos los medios internacionales, es que el país está partido en dos mitades. Además, la diferencia o la brecha electoral es mínima, a diferencia de lo que pasó en el 83 y en el 99, cuando perdió el peronismo. Por otro lado, está la composición del voto. El sector que votó al FpV es abrumadoramente plebeyo, de clase popular, o como le llaman del otro lado, la “chusma”. Esa “chusma” que debe ser conducida por las clases decentes, como dice Carrió. Del otro lado están los sectores medios y altos, y en menor medida, populares. Eso hace que Mauricio Macri tenga por delante una contradicción muy fuerte entre su proyecto económico y la lógica política.

APU: ¿Cómo se da esa contradicción?

MB: El proyecto económico de Macri es el shock, aplicar un programa de ajuste ortodoxo, liberal. Eso va desde el dólar libre a salarios bajos. Se busca una devaluación cambiaria y laboral. Después está la lógica política, que se contrapone con el proyecto económico. Tenemos dos bloques, uno del 51% y otro del 49%. Para que el bloque macrista se consolide es necesario que la economía mejore. Ahí está la contradicción: si el proyecto económico es rapiñar todo lo que se pueda la lógica política no tiene nada que ver. Pero como también hay en marcha un proyecto de clase, el objetivo es perdurar en el gobierno.

APU: Que el ministro de Economía elegido haya sido Alfonso Prat-Gay y no Carlos Melconian, ¿puede dar cuenta que en principio primó la lógica política?

MB: La discusión está ahí, en la política. Se trata de perdurar muchos períodos o de rapiñar lo que se pueda y que te vayan a buscar a las islas Galápagos. Del otro lado hay un bloque que tiene otra composición de clase y una notable capacidad organizativa. Otro problema que tienen es que el Congreso nacional no es la Legislatura porteña: los legisladores responden a su familia y no mucho más. Los diputados y senadores responden a sus provincias.

APU: Es un escenario muy complejo para Cambiemos.

MB: Además, la gente está en contra del endeudamiento externo. Es interesante lo que dice el director de Poliarquía en La Nación, que explica que la gente cree que su economía va a andar el año que viene mejor que este año. Otra cosa que señalan los medios financieros internacionales es que ese 49% es peronista, ni kirchnerista, ni progresista.

APU: ¿Qué balance hace de la derrota en la provincia de Buenos Aires?

MB: Hay que decir algo: en PBA se ganó en las PASO, en las generales y en el balotaje. Se perdió la gobernación. Eso pasó por varios motivos. En primer lugar, por una mala administración de Daniel Scioli. Fue puesto en la provincia por Néstor Kirchner pero no lo dejaron armar, que Nación se ocupaba de todo. Los muchachos se quedaron cómodos en esa. Después, en 2011, se decidió sacarlo de la cancha porque no era el candidato. Después terminó siéndolo. En el medio, por ejemplo, estuvo el problema con los docentes, porque Nación no transfirió fondos a la provincia.

APU: Pasada la derrota, ¿cómo se reorganiza el peronismo?

MB: Todos los dirigentes volvieron a cero. Cristina, Scioli, Aníbal, Massa, Urtubey. Todos volvieron al mismo nivel. Hay que empezar a construir de vuelta. El que más votos junte es el que mejor llegará posicionado al 2017. Más allá, por supuesto, de lo que hagan Macri y Vidal en la gestión.

APU: ¿La elección no deja a ninguno fuera de la cancha?

MB: No hay “un derrotado”. Todos perdimos. Por lo menos, para los que venimos de la generación que perdió en el 83, es así. En el peronismo no hay beneficio de inventario: cuando se gana, hay que hacerse cargo de todo, cuando se pierde, perdemos todos. Lo que puede ordenar en 2017 son las PASO y las listas para legisladores. Hay que meter a todos adentro: cómo hacés para decirle a Felipe Solá o a Julio Bárbaro que no pueden competir. Hay que poner un piso del 10% y que todos compitan. Después ordenar la lista en función del resultado.  

APU: ¿Que el peronismo no esté en Casa Rosada ni en La Plata puede hacer que sea más natural ese proceso? Antes, la lapicera la tenían el presidente o el gobernador.

MB: Si no se hace, se va a perder. Porque hay sectores que van a ir por su lado. Después la convergencia se dará en 2019, pero es mejor preparar el terreno en 2017.

APU: Después está el peso de los nombres propios. ¿Ve a CFK, Scioli, Urtubey y Massa propiciando ese proceso de unidad?

MB: Hay diferentes mesas. Una mesa está integrada por aquellos que tienen responsabilidad ejecutiva, como los gobernadores o los intendentes de las grandes ciudades. Urtubey, Das Neves, Manzur, Capitanich, Magario, etc. El resto tiene que acumular para el 2017. Cristina puede acumular o ser Menem. Massa puede volver o ser Bordón. Para volver tienen que ganar una elección, no les queda otra. Es un error creer que el 49% es de Scioli o de Cristina.

APU: Lo nombró a Massa: ¿dónde lo ve jugando?

MB: Massa es como los bailarines cuando se estiran en el piso y quedan con las piernas extendidas. Su problema es que la mitad de sus votos se fueron para Scioli y la otra mitad para Macri. Si a Macri le va bien, esos votos no los recupera. Están en una esquizofrenia muy aguda: que son algo nuevo, que no son pejotistas pero sí peronistas. Yo no voy a decir quién es o no peronista. Para mi Bárbaro e incluso Bullrich son peronistas si ellos se definen así. El massismo digital nos dicen Herministas (por Herminio Iglesias, candidato a la gobernación bonaerense en el 83) pero en realidad se trata de Saúl Ubaldini.

APU: ¿Cómo es eso?

MB: Claro, el protagonismo en la etapa que viene no va a estar en el Congreso, como se dice. Si se pone pesado, los protagonistas van a ser las movilizaciones populares. Y van a putear los sindicatos, las organizaciones sociales y la gente que putea contra las empresas de servicios públicos. Se la llevaron con pala y ahora quieren aumentarle su rentabilidad.

APU: Decía que es un miembro de la generación que perdió en el 83. ¿Qué habría que tener en cuenta en esta etapa?

MB: Se ganó la elección del 89 con todos los medios en contra, sin la caja del Estado. Con nada. Le tocó asumir al peronismo con la hiperinflación, vos cobrabas el sueldo y no te alcanzaba para comer. Además se cayó el muro, el socialismo real, la crisis de la socialdemocracia. Lo que quiso hacer Menem es ser el ala izquierda del neoliberalismo. Lo que los compañeros jóvenes no quieren reconocer es que Néstor pudo bajar el cuadro de Videla porque antes Menem pudo castrar al partido militar. Sin Menem no se podía bajar ese cuadro. Menem desfinanció a los militares e impuso la doctrina (Martín) Balza que decía que el subordinado debía revisar las órdenes que recibía. ¿Cuándo debía hacerlo? Cuando eran ilegales o inmorales. Por eso Videla le dice a (Ceferino) Reato que al que más odia es a Balza.

Ese es un problema operativo que tienen hoy: las fuerzas de seguridad no quieren cumplir una orden si no viene de un juez. Porque no se quieren comer una causa penal por la muerte de una persona. Eso es una ventaja operativa para nosotros si sabemos aprovecharla. No hay que provocar a las fuerzas de seguridad, hay que marchar bien organizados. No hay que ser funcional a la represión. Eso puede sacarse en limpio de la experiencia de los 80: hubo muchas marchas, multitudinarias y muy ordenadas.