“El peor de los nuestros es siempre mejor que el mejor de ellos”

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    Sergio Massa, Ministro de Economía
APU STREAM

“El peor de los nuestros es siempre mejor que el mejor de ellos”

03 Julio 2023

APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11 a 13 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con Yair Cybel, periodista de El grito del sur, sobre el cierre de listas y la campaña electoral que se viene. La existencia o no de un centro político, la importancia de otras discursividades, el posible voto “bronca” y el rol de América Latina. 

Agencia Paco Urondo: ¿Cómo vio el cierre de listas y las posteriores reacciones?

Yair Cybel: La llegada de Massa es una reelección ideológica del albertismo. Vamos a un peronismo sin transformación del status quo, del orden y el progreso para algunos, que no discuta la matriz productiva y en donde el sector minoritario sea el que representa a las mayorías, por lo menos en el ámbito electoral.

Ahora, el peor de los nuestros es siempre mejor que el mejor de ellos. Por un lado, a Massa lo pusieron los gobernadores, son ellos los que se sientan  y garantizan territorio, estructura y aparato para decir quién es su candidato de unidad. Hay algunas pistas, como la baja participación en Tierra del Fuego, Córdoba, Chaco y la de 2021. Al pan-peronismo menos politizado hay que movilizarlo. Por otro, cierta apelación al centro político que, para mí, no existe sino que es una construcción discursiva de ciertos sectores que terminan abonando a la idea de que efectivamente existe, lo que lo corre cada vez más a la derecha. 

APU: Una síntesis muy escuchada es que es continuidad con conducción política. 

YC: Sí, creo que más de una elección del candidato propio es una del rival. Es una apuesta a que en octubre la rival sea Patricia Bullrich, es decir, comerle cierto espacio de representación a Rodríguez Larreta, que está cada vez más obligado a correrse a la derecha para no perder espacio. No hay grandes diferencias entre Massa y él, salvo por la composición política, pero en términos personales o de intereses que representa no. Es una elección para forzar un ballotage que, hipotéticamente, se podría ganar.   

APU: En términos discursivos, como Unión por la Patria, ¿de qué forma se puede encarar la campaña que se viene?

YC: Es complejo, el escenario está cada vez más corrido a la derecha. La posibilidad de que corra la candidatura de Juan Grabois es un acierto, no sólo para que compañeros no se equivoquen y metan la boleta de Myriam Bregman sino como apuesta discursiva. Que no sea un peronismo que habla de PyMEs y estabilidad macroeconómica únicamente y que haya al menos un candidato que hables de los pobres.

Me parece que está claro que el candidato de Cristina, y de la mayoría del peronismo, es Sergio Massa, pero el aporte de Grabois viene por ese lado. Creo que va a ser el único que, en nombre del peronismo, va a salir a hablar en nombre de los pobres, excluidos, de las villas, que en el discurso público está bastante perdido. Si uno lo escucha al presidente parece que estamos viendo una realidad distinta. 

APU: No sólo por su figura sino también por los representantes del Frente Patria Grande.

YC: Sí, incluso me parece triste que no esté la candidatura de Ofelia Fernández. En la Ciudad de Buenos Aires, donde hay un problema demográfico de gente que no es de clase alta pero se percibe como tal y un problema político, donde el peronismo no ha encontrado la manera de ganarle a Larreta y sigue poniendo a Lammens que dice ser su amigo, la figura de Ofelia despertaba esperanza y ganas de salir a militar. 

Me parece una lástima que en la estrategia de Ciudad no tengamos referentes que generen motivación, como Ofelia y Lucía Cámpora. En el 2019 habían entrado un par que por lo menos mostraban cierta renovación.     

APU: Si la oposición trata de distinguirse discursivamente de lo que fue esta gestión. ¿Qué nos queda a nosotros en términos de comunicación? ¿Cómo ser la contracara de Larreta y Bullrich?

YC: Larreta me recordaba a lo que fue el spot de Mauricio Macri en 2015 diciendo todo lo que no iba a hacer, que eran una serie de mentiras. Creo que hay dos apuestas complejas en el Frente de Todos. Primero, humanizar el perfil de Massa para que parezca más votable. En eso, que el primer acto haya sido con el avión de los vuelos de la muerte repatriado. Segundo, el difícil ejercicio pedagógico de hacerse cargo de la gestión y al mismo tiempo demostrar algún tipo de futuro venturoso.

Sigue habiendo un problema de desconexión entre la política institucional y cierta sociedad que está descontenta. Javier Milei come de esa incapacidad de representación, de esa política muy palaciega que a veces le pone muy poco oído a lo que pasa en la calle. Ahí va a haber que hacer un doble juego. Por un lado, recuperar algún tipo de utopía y de posibilidad de que se puede construir un país diferente y, después, hacerte cargo de la gestión. Creo que también se lo puede hacer confrontando con Macri. Esa puede ser una de las líneas discursivas, pero es un desafío también, porque parte de la campaña de Massa va a ser su gestión.     

APU: Hacer campaña con contrafácticos siempre es más difícil. 

YC: Sí, sumo que me parece difícil hacer campaña desde la nostalgia. “Tuvimos doce años en donde…” y hay algo del romanticismo en el discurso del kirchnerismo. Ahora votan pibes de 16 que en el 2015 tenían la mitad. Su status quo fue muchas veces el peronismo. Hay que recuperar el pasado no con una mirada nostálgica, sí contrastando que se puede vivir mejor.

Hace unas semanas salió Agustín Rossi a decir que querían reponer la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que le tenemos un profundo respeto pero no enamoramos a nadie con eso. Ni siquiera legislaba internet. Creo que el desafío es cómo enamoramos de nuevas formas sin sacar de la cartera reivindicaciones programáticas que, en ese momento, eran de vanguardia y que hoy en día habría que volver a discutirlas pero como piso de arranque de la discusión. El desafío es cómo construimos nuevas ideas que enamoren. 

APU: Por otro lado, si vemos el caso Córdoba, ¿es posible un acercamiento de la provincia con un candidato a presidente de nuestra coalición?

YC: Lo que hacen en Córdoba es cordobesismo. De la Sota es eso, su hija también, Schiaretti y Llaryora también. A todo esto, hace doce años viene ganando el peronismo. Hay una mirada que tiene que ver con lo que pasa en el territorio, con las complejidades de nuestro país. Larreta se intenta juntar con Schiaretti y Llaryora lo primero que dice es que es una renovación generacional. 

Miremos por ejemplo Misiones, con el Frente Renovador de la Concordia, que abarca a todo el mundo. Lo mismo con el Movimiento Popular Neuquino. Hay una lógica provincialista que muchas veces desde la Ciudad de Buenos Aires, que tiene que ver con la composición del poder interno en cada provincia. El vice de Gerardo Morales es oriundo del justicialismo. La discusión tiene que ver muchas veces con que en lo nacional se pierde la mirada de lo territorial. 

Lo de Córdoba es expresión de una fuerza que hace política local. Es un riesgo hacer política sólo a nivel local, vinculada al territorio y a la gestión. Por un lado, caes en el localismo y perdes la mirada holística de lo que te pasa como nación. Por otro, te metes en una discusión provincialista, donde lo que se discute tiene que ver como en Jujuy, que es la propiedad de la explotación del litio. Es decir, si como hizo la reforma de 1994 la provincialización de los recursos naturales genera que tengan autonomía de control o si vos como Estado tenes herramientas para disponer políticas federales y nacionales, que las tenes efectivamente.  

Las provincias te dicen que al estatizar las oficinas, trabajos y decisiones van a estar en Puerto Madero, en su territorio deciden ellos sin importar del partido político que sea y que encima los elige la gente. Hay una dimensión de lo local, que no pasa sólo en Argentina sino en toda Sudamérica, que a veces perdemos de vista al momento de pensar composiciones partidarias, y creo que en ese marco se inserta lo de Córdoba. 

APU: ¿Y qué pasa ahora con Javier Milei? ¿El fenómeno ya no es tal?

YC: En primer lugar, creo que hay que a tener cierta pedagogía de cómo empezar a leer encuestas, y las que se hicieron durante estos días tuvieron un campo muy corto de tres días. En general, se recomienda que el tiempo durante el que vas recolectando la información sea más extendido porque si no está muy sujeto a los hechos de coyuntura inmediatos. Eso permite un análisis más extendido y evaluar fenómenos, y no fotos muy chiquitas.  

Sí se ve una caída progresiva de la imagen de Milei y una desastrosa performance en las provincias donde apoyó genocidas de distintos colores. Mi lectura es que fue una apuesta de cierto sector de la clase dominante para derechizar la discusión discursiva, que les sirvió hasta ahora y que le soltaron la mano. La otra vez lo cuestionó el presidente de la Cámara de la Construcción al plantear la eliminación de la obra pública. Lo que va a generar es una representación grande, es el corrimiento de ciertos márgenes discursivos, es que esté llevando como vice a una negacionista, pero lentamente va perdiendo asidero su capacidad de ser candidato. Cada vez menos sectores del poder apuesta a que llegue a una hipotética segunda vuelta. 

APU: ¿Cómo cree que se va a insertar la campaña en términos de discusión continental?

YC: Primero, me gustaría reivindicar la política exterior de Alberto Fernández. Lo trajo a Evo Morales, intervino para potenciar organismos de integración regional, logró sostener diálogo con Brasil a pesar de Bolsonaro, volvió a dar la discusión por las sanciones a Cuba y Venezuela, intentó mediar en conflictos geopolíticos, visitó a Lula preso. Como presidente fue un excelente canciller. 

Con respecto a la campaña, es interesante lo que dice García Linera en el sentido de que la apuesta de la derecha es que en Argentina se pierda para instalar la idea de que el segundo ciclo progresista fue corto. De la misma manera, el de la derecha sí lo fue, tras lo que fue el Grupo de Lima. Hoy todos, más o menos, son centro izquierda o centro izquierda. 

Creo que la discusión tiene que ver con eso, incluso con otros temas de fondo, como con el gasoducto. Parte de su exportación va a ir a Río Grande, en el sur de Brasil. Cinco veces fue Alberto este año, no es casual. Tiene que ver con una mirada geopolítica. Un 30% de nuestras importaciones para con ellos son energéticas, y el gasoducto casi que lo revertiría a ese déficit comercial. En términos de integración regional, sería muy importante que no perdamos. 

APU: ¿Hay un clima de desconcierto general con respecto a cómo enamorar a la gente?

YC: Coincido en el diagnóstico, hay un gran descrédito en la política y hay que volver a construir ese contrato de representación. Cristina habló mucho de lo que implica eso y hay una discusión sobre lo que se va a salir a decir. El antecedente inmediato polémico es el contrato electoral de 2019, no sé si ahora vamos a tener margen. En campaña siempre prometes un poquito más de lo que podes cumplir porque pones a jugar expectativa, esperanza y utopía. No sé si va a ser una campaña de utopías, por eso me gusta escuchar ciertas cosas de Grabois.  

APU: ¿La asistencia electoral y el posible voto bronca van a ser factores importantes?

YC: En Argentina tenemos partidos políticos fuertes y eso genera representación. Es muy sano para nuestra democracia que haya un radicalismo de más de cien años. Implica institucionalidad. Lo mismo con el Partido Justicialista, o la historia de los partidos trotskistas. Miremos qué pasa en las sociedades donde no hay estructuras partidarias para saber lo que es el voto bronca. 

Un caso que sigo mucho es Perú. Castillo ganó las elecciones en medio de un descrédito y en un país donde se presentaron 18 partidos, donde 17 tenían menos de quince años. Esa es la dinámica institucional en Perú. En una sociedad como la nuestra el diagnóstico viene siendo que es más preocupante el ausentismo. No quiere decir que Milei no exprese una parte del voto bronca. 

APU: Por esa misma razón es más preocupante el ausentismo.

YC: Las elecciones de Tierra del Fuego donde el voto en blanco arrasó dan cuenta de algo. Tiene que ver creo con una incapacidad de interpelación a la juventud. No me como el chamuyo de que se volvió de derecha. Ahora, tiempo atrás, los centros de estudiantes secundarios eran mucho más fuertes. Eran instituciones. Hoy está mucho más retraída, lo mismo en las facultades. Es un indicio de una incapacidad de la política de enamorar.

APU: Hay problemas en la manera de concebir los reclamos de las juventudes y del diálogo con las mismas.

YC: Sí, hay problemáticas de los jóvenes de las que no estamos hablando. Por ejemplo, la del empleo. Muchos somos pluriempleados. Hay muchos precarizados. El trabajo ya no es garantía de estabilidad, ni de ascenso social ni de nada. Hay una discusión sobre el mundo del trabajo que no estamos dando ni viendo, que tiene que ver dos posiciones marcadas: la desregulación total, la que plantea que todo es economía social y popular, y en el medio una mirada muy estructurada de que lo que no es trabajo formal en relación de dependencia no es trabajo. 

No le estamos hablando a un montón de pibes. Creo que el feminismo logró hablarle a las juventudes, pero ahora entra un poco en crisis después de terribles conquistas. Temas pendientes como el trabajo, la vivienda, la comunicación, que insisto hace mucho que no discutimos un proyecto. Todas las organizaciones tienen un área de género o ambiental, pero ninguna un área de comunicación. Lo entienden como el que saca fotos y diseña, que hace todo. La conectividad, la manera en que nos informamos, lo que muestra el algoritmo. Esos debates hay que darlos.  

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