El otro Montes de Oca

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El otro Montes de Oca

15 Octubre 2013

Por Santiago Gómez

Jorge Rossetto es el Director de la Colonia Nacional Montes de Oca, uno de los cinco hospitales que dependen del Estado Nacional. De formación psicólogo, asumió en la institución en el marco de un proceso de reforma del modelo asilar que nació en la provincia de Buenos Aires, nombrado Reforma Cabred, porque el mismo tuvo como centro dicho hospital, más conocido como Open Door, y que elaboró la “Declaración de Lujan”, en el año 2007. Desde las dos instituciones, la provincial y la nacional, se llevó adelante una política de articulación con los servicios de salud mental de algunos municipios, para garantizar la atención cercana al domicilio, acorde a las exigencias de la atención primaria de la salud. La experiencia desde el Estado nacional no solo se sostuvo, sino que se profundizó, lo que significa cientos de vidas propias fuera del manicomio, en libertad.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Desde cuándo estás al frente de la Colonia Nacional Montes de Oca y cuáles han sido alguno de los logros alcanzados hasta el momento?

Jorge Rossetto: Desde abril del 2004, nueve años y medio, cuando iniciamos la construcción de un nuevo modo de atención, dejando gradualmente el modelo asilar que fue hegemónico y único durante años. De una institución que tenía diez pabellones, nueve destinados a personas internadas durante decenas de años, donde cuatro de estos pabellones tenían más de cien camas, donde habían casi mil personas asiladas e institucionalizadas, pasamos a una institución que tiene 28 servicios, que no solo están distribuidos en el predio que la institución tiene en la localidad de Torres, sino también en otras, como Luján, Campana, municipios como Moreno, como Exaltación de la Cruz. Progresivamente fuimos construyendo una red, en el que fuimos sustituyendo el modelo asilar por un modelo de inclusión social, que se evidencia en los programas de Unidades Residenciales que tiene la institución en la comunidad; en el de Dispositivos de Gestión Asociada, que son casas donde se reúnen personas que estuvieron muchos años institucionalizados y que están desvinculados de su familia o no la tienen. Se reúnen, alquilan una vivienda en la ciudad y cuentan con el apoyo del Estado a través del programa Regreso al Hogar, que es un subsidio económico equivalente al subsidio por discapacidad, que se complementan con los recursos que tienen las personas, en algunos casos tienen curador oficial, y que en un acuerdo que hicimos con la Procuración General de la Provincia, los recursos de los representados, como los recursos de la propia institución, se orientan hacia la promoción y el fortalecimiento de proyectos de vida independiente. Todo esto en el marco de una política de derechos humanos. Una política no solamente de restitución de derechos, sino también de ampliación de derechos.

APU: ¿Cómo fue el proceso de transformación por el cual quienes desempeñaban tareas de enfermería al modo asilar, pasaron a ser artífices, promotoras y estar a la cabeza con este nuevo modelo?

JR: Gran medida tuvo que ver con el trabajo que comenté y haber conocido el horror. Cuando una institución pasa ciertos límites, como fue el caso del Montes de Oca, creo que cuando uno propone desarrollar la implementación de una política, se produce un efecto inversamente proporcional al daño, al horror que la institución vivió. Hay una gran capacidad de resiliencia de la institución y de los trabajadores. Personas que estuvieron a cargo de pabellones de máxima seguridad, algunos más que enfermeros parecían carceleros, de pronto hoy son promotores y artífices de este proceso de cambio, están a cargo de residencias en la comunidad, están comprometidos en el proceso de reforma. Lo que se hizo no fue solo desterrar los calabozos, eliminarlos, sino devolverles la dignidad. Ver antes escenas muy lamentables, muchas personas desnudas, tiradas en el campo o encerradas en la planta baja de un pabellón. Son escenas que han quedado en el pasado, pudimos demostrar que la desnudez no era algo intrínseco a la discapacidad, era algo naturalizado que pudimos desnaturalizar. Pudimos demostrar que eran actos de abandono, no de libertad. Las personas que están en la institución tienen derecho, pudieron tener voz, ser artífices ellos mismos de su propio destino.

APU: ¿Los profesionales acompañaron?

JR: Muchos de ellos han entendido. Hay que pensar que desterrar el manicomio no significa eliminar la institución, estamos trabajando para que se entienda esto. Eliminar el manicomio genera más institución no menos institución. Genera más trabajo, no menos trabajo. De a poco se fue comprendiendo que la eliminación del modelo asilar no conlleva en absoluto la eliminación de la institución, implica poder construir otro tipo de instituciones que tengan sentido para la sociedad, que brinden un servicio a la población, como Centros de Días, Centros de Salud.

APU: La Presidenta de Justicia Legitima nos dijo en una entrevista que no es sólo la corporación de abogados la única corporación profesional, que en la salud también hay un poder corporativo que atenta, que resiste contra una mejor intervención del Estado y que es un obstáculo para garantizar los derechos de los ciudadanos en la atención a la salud. ¿Qué pensás al respecto?

JR: Sí, creo que todavía existe. Si pensamos desde nuestra propia experiencia, en general, el núcleo más resistente fueron los propios profesionales, venían siendo el mayor obstáculo para encarar un proceso de cambio, pero creo que la fuerza del proceso logra que se sumen aquellos que están en el frente de la trinchera en el cuerpo a cuerpo de la atención, cuando pueden entender hacia a donde vamos, cómo pensamos la institución que tiene que superar  a la institución manicomial, ahí se produce una alianza muy fuerte que ataca contra estas resistencias, las termina neutralizando. El punto son los determinados privilegios que se ocultan detrás de una práctica corporativa. Cuando se tenga en cuenta que el cambio implica futuro, sobre todo para los más vulnerables o los que tienen menos herramientas, cuando se plantea explícitamente, aunque haya conflictos, me parece que el cambio se produce de un modo  más natural, sin tantas trabas. Son trabas y obstáculos que están en el poder judicial, en los sectores profesionales.

No se trata de algo vinculado al saber científico, sino de haber tenido durante tantos años un sistema carcelario, que poco tiene que ver con la salud y son los propios profesionales los que lo sostuvieron, con sus informes, con indicaciones de contención a personas, contener es atar a una cama. Hace poco leí un informe de un médico donde ordenó contención a una persona que tenía un retraso mental grave, una persona compleja, que había roto unas cañerías. La indicación era celda de aislamiento.

APU: Eso no es un médico, es un carcelero

JR: Es un carcelero que termina en una ronda que hace un supervisor que se encuentra que hay una persona que termina encadenada, desnuda

APU: ¿Todavía cadenas?

JR: Me estoy refiriendo a un hecho que sucedió hace algunos años, que no sucedió en el siglo XIX, sucedió en el año 2000. Eran informes hechos por personas formadas, que pasaron por la academia, pero que aportaban una ideología que no era la de un médico, la de un agente de salud, sino todo lo contrario, sino la de alguien que utilizó su título para callar una persona, para restringirla en su derecho, para torturarla. Esto es un ejemplo de como en nombre de, la psiquiatría, en nombre de, la salud mental también se pueden hacer cosas espantosas.

APU: En Brasil, como efecto del proyecto de “Más médicos” de Dilma, que evidenció la necesidad de atención en lugares a los que los profesionales no van a trabajar, se produjo en los medios de comunicación una discusión respecto al accionar de los médicos e hicieron cámaras ocultas para denunciar el incumplimiento horario. Considerando que en Santa Cruz Kirchner les hizo cumplir el horario a los médicos, como cualquier empleado público. ¿Considerás que el incumplimiento de horario de los profesionales nos lleva a que las personas tengan que ir de madrugada para conseguir turnos?

JR: Sin dudas, es una de las causas del problema, la caja de privilegios. Cuando nos designan en un cargo tenemos una carga horaria que cumplir, para la cual nos pagan un sueldo y todos tenemos que cumplir con esa responsabilidad. Creo que es un problema casi estructural que tiene el propio sistema, que en muy pocos lugares se ha resuelto, y lo que uno va viendo es que la gente que tiene más compromiso, con un modelo inclusivo, de salud mental en la comunidad, que respeta derechos, que los restituye o contribuye a ello, son los que cumplen la carga horaria. El tema del incumplimiento es uno de los grandes problemas que tienen los profesionales y que no contribuyen en nada a favorecer a jerarquizar el Estado, pasa por ahí. Todos somos iguales en una organización, desde el director al personal auxiliar, todos tenemos una obligación que cumplir.

APU: Cuando se le pregunta a los médicos por este tema, responden con el salario. ¿Tan bajo es el salario de un profesional?

JR: Ganan bien, no puedo decirte exactamente, pero en promedio doce mil, trece mil pesos, algunos ganan más, es un salario relativamente bueno, pero es una cuestión cultural. Hemos tomado medidas contra el incumplimiento, pero es un problema estructural. La diferencia entre lo que cobran los profesionales y los que no lo son, la diferencia en la carga horaria. Ahí hay una brecha importante, el punto es que todos nos sintamos trabajadores, sin distinción de jerarquías, porque lo somos, y parte de una organización y de un equipo, y cuando esto suceda, esa cuestión de diferenciación desaparecerá. Todos tenemos una responsabilidad como agentes del Estado y agentes de la salud.

APU: ¿Cuántas casas y cuántas personas han dejado el manicomio?

JR: Cuando llegamos había 961 camas asilares y prácticamente no había altas. En el 2004 se dieron 13 altas en todo el año. Pasamos de 961 a 550, cuatrocientas once personas que volvieron con sus familias, que retornaron a sus provincias, que forman parte de proyectos de vida independiente en la comunidad.  En estos nueve años y medios egresaron 863 personas, porque muchos de los ingresos a partir del 2006 egresaron de la propia unidad de admisión que creamos ese año. Camas asilares pasamos de 961, a 550. Tenemos 140 personas aproximadamente en casas de gestión propia y asociada. Las asociadas son alquiladas por las personas con apoyo del programa, con apoyo de nuestra institución a través de este programa, reciben un refuerzo alimentario, de un subsidio económico a través del Programa Regreso al Hogar, hay 80 personas participando de ese programa en distintos lugares del país. Descendió el número de ingresos, de permanencia, bajamos el número a diecisiete días, estamos en línea con los estándares que se toman como referencia.