Ni una menos

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Ni una menos

03 Junio 2016

 

En Argentina, 286 mujeres fueron asesinadas entre el 1º de enero y el 31 de diciembre del año pasado sólo por ser mujeres. En el 60 por ciento de los casos, los femicidios fueron cometidos por parejas y ex parejas o personas de su círculo cercano. El 59 por ciento de las víctimas fueron asesinadas en su propia casa.

Pero si bien los asesinos son personas del círculo íntimo de la mujer, sabemos que el problema es producto de la construcción socio-cultural de lo femenino y lo masculino, patriarcal, que le asigna a las mujeres una condición de subordinación estableciendo una desigualdad real, de oportunidades y de trato entre varones y mujeres, por la que se perpetúan las violencias contra las mujeres.

Quienes estamos trabajando hace muchos años para poner en la agenda social estas realidades, sabemos que la militancia contra las violencias es cada día, todos los días, y es un trabajo entre todas y todos, colectivo. Cada una/o desde su ámbito político, laboral, familiar, de militancia, batalla contra los prejuicios sociales cotidianos que son la plataforma para las violencias más graves que luego horrorizan a toda la sociedad como algo que irrumpiría de la nada. Seamos firmes al decir que la violencia por motivos de género constituye una violación de los derechos humanos y que las mujeres y niñas son sus principales víctimas.

Si bien durante la última década se inauguró un nuevo paradigma que reconoce gran parte de las deudas de la democracia con la igualdad de género al sancionarse leyes troncales que fijaron criterios y bases de las políticas públicas que debe asumir el Estado (entre ellas la ley N° 26.485 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que Desarrollen sus Relaciones Interpersonales); la experiencia demuestra que el tema de la violencia contra la mujer, por su complejidad, no se resuelve sólo con leyes. No sólo porque además de sancionarlas hay que cumplirlas, adjudicando los fondos públicos necesarios, sino porque resulta fundamental diseñar y ejecutar políticas públicas que fortalezcan a las mujeres, que les permitan tener una salida para preservar sus decisiones y sus vidas, para que una vida sin violencia sea una realidad. Por eso creo que el modelo de Estado que se está imponiendo en esta nueva administración empeora aún más la situación de las mujeres.

Todos los poderes del Estado deben ser parte de esta lucha, el Poder Judicial debe dar una respuesta a las víctimas y a la sociedad en su conjunto. No puede ser que aún siga siendo, muchas veces, participes de violencia de género.

Es fundamental que los operadores del Poder Judicial apliquen la normativa específica, adopten una perspectiva de género, consideren las características específicas de los casos de violencia contra las mujeres y comprendan los distintos estereotipos que suelen afectar a las mujeres.

Por ejemplo, si bien la normativa específica vigente, así como el Código Civil recientemente derogado, sumado a los instrumentos internacionales y la propia ley 26.061, establecían el marco legal para que los jueces entiendan que no debe otorgarse la patria potestad (nombre de la institución según el Código Civil derogado), responsabilidad parental hoy, a quien mato a la madre del niño/a o adolescente respecto de él o ella, podemos observar que hay situaciones en las que no ha primado dicha interpretación.

En virtud de lo descripto en el párrafo anterior, hace un tiempo se empezó a plantear la necesidad de modificar la normativa, para que no queden dudas sobre la manera en que deben actuar los jueces al momento de tener que decidir sobre el cuidado de los niños, niñas y adolescentes, que también son víctimas indirectas de los Femicidios y víctimas directas de la violencia machista en sus hogares. Por ello presenté un proyecto de ley para que sea claro el accionar que deben seguir quienes deciden sobre el cuidado de los niños y niñas que atraviesan el femicidio de sus madres.

En otros casos, la injustica se plantea cuando los jueces condenan a víctimas de violencia que actúan en legítima defensa. Casos como esos se repiten a lo largo del país. Muchas veces en las instancias de apelación y al hacerse público el caso, se corrige la injusticia pero la mujer víctima de violencia e inocente pasa años en la cárcel.

También la criminalización de las mujeres es una forma de violencia institucional, cuando las mujeres que buscan atender su salud sexual y reproductiva, son denunciadas violando todos sus derechos como pacientes o sin ser denunciadas son maltratadas en instituciones que debieran cuidarlas. Recientemente se conoció el fallo de la sala III de la Cámara Penal de Tucumán, que condenó a ocho años de prisión a “BELEN” por ser culpable de homicidio doblemente agravado por el vínculo y alevosía. “Belén” llegó al Hospital Avellaneda con fuertes dolores abdominales para que la asistan, pero allí fue tratada de asesina y sometida a tratos crueles porque los médicos pensaron que ella se había provocado un aborto. Belén no conocía su embarazo, pero aún en el supuesto caso de haber sido como los médicos erróneamente pensaron, no debían proceder en la forma que lo hicieron, violando sus derechos como paciente, el secreto profesional, sus derechos como ser humano y en particular como mujer.

“Belén”, esta privada de su libertad desde el momento en que ingresó a la guardia del hospital. Le dictaron prisión preventiva, la acusaron del delito de homicidio agravado por el vínculo (delito inaplicable para el hecho sometido a su juzgamiento) y por alevosía, sin contar con prueba alguna y la condenaron a ocho años de prisión.

Por todo esto, y por tantos derechos que se vulneran cada día, reafirmemos y denunciemos cada vez que sea necesario que la violencia contra las mujeres es una expresión de la relación de poder históricamente desigual, de una relación de dominación.

Por eso decimos basta, y no lo decimos sólo entre cuatro paredes, salimos a la calle y lo decimos todas juntas.

* Diputada Nacional FPV

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs)