El pibe de Brasil, por Facundo Baños

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El pibe de Brasil, por Facundo Baños

10 Junio 2017

Hace unos días pasó algo en Brasil que en realidad nunca pasó, pero los medios lo difundieron igual, se hicieron eco de la no-noticia como siempre pasa, y trascartón se produjo el escarmiento mediático y virtual que ya conocemos de memoria. Lo que pasa es que son tantas las falencias, y son tantas las crueldades, que a la hora de intentar abordarlas en una nota uno no sabe hasta dónde se tendrá que remontar. El huevo o la gallina.

La semana pasada leí dos noticias sobre el mismo tema: ambas fueron escritas apelando a un tono sarcástico y condenatorio, para relatar el mal trago que pasó un jovencito que aparentemente había intentado cometer un hecho delictivo. Un tatuador del lugar lo agarró “con las manos en la masa” y se lo llevó a su estudio para escracharle la frase “soy un ladrón y un tarado” en la frente. Apenas las primeras repercusiones, se convirtió en héroe de villanos, por el asunto este de hacer justicia por mano propia que tan bien les sienta a los que no son fanáticos del pensamiento. En el enlace de YouTube se oye cómo el tatuador bromea con la persona que está registrando la escena de la tortura.

Hay muchos portales de noticias que son muy precarios y que habitualmente se dedican a difundir primicias o “tendencias” cuyo origen son las grabaciones caseras que se cuelgan en la web: un mundo que se retroalimenta permanentemente, que no precisa pasar por ningún filtro para funcionar y no parece tener regulaciones externas de ninguna índole. Está permitido divulgar mentiras y nadie saldrá castigado excepto, como en este caso, la víctima del linchamiento virtual de turno, que es el producto inmediato de estas viralizaciones. La “posverdad”, esa de la que tanto se viene hablando y que nos come el cerebro todos los días un poco. Cada vez hay más de estos portales berretas que vinieron a llenar un espacio que los medios tradicionales dejaron vacante hace tiempo. El problema no es que los medios tradicionales se hayan quedado en blanco y que se genere un movimiento distinto para suplirlos. El problema es que “lo nuevo” es precario y no es ético, menos aún riguroso, y que no tienen idea del deterioro que genera. O sí, y entonces la cosa se pone peor.

El primero de los dos enlaces aplaude en el título mismo de la noticia la actitud del hombre que le propinó el tatuaje gratis al ladrón. Asegura que es la única manera de que ese chico escarmiente. En la bajada, lo menciona al torturador como “un artista brasileño”. Uno de los atributos de estos sitios es que ninguna de las notas que publican llevan la firma de su autor (quizá haya alguna rara excepción), y eso garantiza que se pueda decir casi cualquier cosa. El segundo enlace que vi es todavía más grave porque pertenece a una sección del diario La República de Perú, un medio gráfico de tirada nacional que, uno supone, debería guardar un poco más de decoro. Bueno, parece que tampoco che. Bajan línea burda y reaccionaria con alegatos del estilo “el joven lo pensará dos veces antes de volver a delinquir” y, no conformes con eso, en el cuerpo de la nota mandan fruta a dos manos, afirmando que “de acuerdo a las primeras versiones” el chico robó las herramientas de trabajo del tatuador (el pobre tatuador, les faltó escribir, o “el artista brasileño”).   

Y estos medios que alimentan el morbo de los consumidores con su dosis diaria, ayer salieron a redimirse. La República tituló que la verdadera historia difiere escandalosamente de la que ellos mismos habían publicado una semana atrás. No solo el pibe no había intentado robar los elementos del tatuador sino una bicicleta que estaba atada en la calle, sino que en realidad la estaba queriendo reparar y no tenía ninguna intención de llevársela, ¡ah! El chico de 17 años tiene problemas mentales y vive con su abuela en una situación de vulnerabilidad muy delicada. Bueno, pero son detalles, ¿no?

Russia Today, que solo había presentado un párrafo “gracioso” y aleccionador cuando introdujo el link de YouTube, ahora tuvo que hacer una investigación periodística para salvar el error, tomando datos de O’Globo (peor es nada), desmintiendo la culpabilidad del chico y mencionando al colectivo Afroguerrilha, que a través de las redes sociales organizó una colecta para cubrir los gastos de una cirugía que le borre las marcas del tatuaje. En fin, este portal dio la noticia que, en todo caso, uno hubiera esperado leer el día después de lo ocurrido. ¿Todavía no estaban todos los elementos sobre la mesa para dilucidar la verdad? Bueno, entonces hay que esperar viejo, ¡hay que esperar! Dejen de poner el afán de lucro por encima de la verdad. La fe de erratas que publican no la lee nadie en relación a la bola que hicieron correr con la noticia original, ustedes lo saben y no les importa, porque su poder radica precisamente en la práctica sistemática de alimentar al pueblo con esa basura que producen minuto a minuto.

“¿Qué hay detrás del video del joven al que le tatuaron la cara como escarmiento?”, es el título de la nota aclaratoria de RT. Detrás de eso están ustedes: gente que escribe pésimo porque no tiene ninguna clase de vínculo con el oficio que yo aprendí, que es el periodismo; los culpables de que la realidad de los pueblos laburantes sea cada vez más indigna y decadente; los provocadores de la ruina mental de la gente que se pelea entre sí con saña y de la pobre gente que en lugar de separar cuando hay algún tumulto lo filma con el celular para abastecerlos a ustedes y que ni siquiera tengan que tomarse ese laburo…

Nos meten en un debate de la verdad y la posverdad, que no hace más que relativizar algo que nunca debiera ser: el triunfo del engaño, la creencia y el arraigo de la línea intencionada que baja siempre desde sectores del poder y que se esparce como una inundación en los barrios y en los pensamientos de la “gente de a pie”, que somos nosotros, los perejiles. Y el problema se magnifica cuando un gil que se cree vivo se apropia de esas tramoyas discursivas para llevar un poco de agua a su molino.

¿Qué quiero decir con todo esto? No sé si quiero decir algo, pero tengo la sensación de que estamos mal informados y que es algo que deberíamos atender un poco más. La desinformación no es azarosa y es el factor que rige nuestras vidas: ya lo había dicho Carlos Abrevaya en un librito que se llama Medios Locos, que salió publicado allá por el año 1989 y que está más vigente que nunca, y cuya lectura humildemente recomiendo.

Si los medios tradicionales ya fueron, entonces hagamos que surjan alternativas que interpelen al público nuevo pero que sean conscientes de su función social y que tengan reparos a la hora de informar, ¡por favor! Nos estamos matando entre nosotros.

RELAMPAGOS. Ensayos crónicos en un instante de peligro. Selección y producción de textos: Negra Mala Testa Fotografías: M.A.F.I.A. (Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs).