Prohibido hablar de Perón
Hace unos pocos meses, nos enterábamos de la censura hacia el libro de Pablo Hernández (miembro académico del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas) al pretender presentar su libro “El peronismo en la vida cotidiana” en la Institución de la que forma parte. Como en toda censura, no hay argumentos. Prevalece la intolerancia, el berretín autoritario que les sale al área de Cultura. Como si el nombre de Perón y todo aquello con lo que se lo vincula no pueda ser historizado.
Ahora el gesto de violencia y represión simbólica se hizo notar el pasado miércoles 7 de mayo. Mientras nosotros, los incorregibles, recordábamos y conmemorábamos el nacimiento de nuestra Jefa Espiritual, Eva Duarte de Perón, el inefable Adorni anunciaba como un logro de gestión y eficiencia el cierre del Instituto Nacional Juan Domingo Perón. El tufillo a provocación revanchista fue notable.
Curiosamente, tanto el Instituto Juan Manuel de Rosas como el de Juan Domingo Perón fueron declarados nacionales en los tiempos del gobierno neoliberal de Carlos Saúl Menem. Digo curiosamente porque sabemos que Menem ganó haciendo uso del aparato y del discurso peronista /nacionalista para luego someterse a los dictámenes del Consenso de Washington. No obstante, la política de “reconciliación nacional” fue una exitosa estrategia de oficializar aquellas corrientes que habían ejercido un fuerte discurso contrahegemónico. Obviamente, la condición de acceder al reconocimiento era someterse a lo que advertía Jauretche en su “Política Nacional y Revisionismo Histórico”: convertirse en reproductores de historia anticuaria, lejanos de las contiendas del presente.
Desde la otra trinchera, con la “nueva” historia oficial los intereses también distaban de los de la población privilegiando soporíferas tesis vinculadas a problemas microhistóricos, de estudios de caso que poco tenían de incidencia o de interés para el publico lego. Como consecuencia de esta situación del alejamiento de la Historia como “magistrae vitae” y el consenso al delirio de Fukuyama y su “fin de la Historia”, llegaría la debacle económica y social del 2001 en donde la población no obtuvo respuesta de los historiadores, y en su reemplazo se constituían en best Sellers verdaderos adefesios historiográficos como los libros de Jorge Lanata y Pacho O Donnell.
Ahora, en 2025, la nueva propuesta neoliberal no necesita de consensos ni de falsas reconciliaciones. Por el contrario, serían contradictorias a su impronta disruptiva, agresiva e irracional. Hoy, 9 de mayo, la CGT emitía un comunicado denunciando el atropello:
“Creíamos que los argentinos habíamos aprendido que el odio y el resentimiento habían imposibilitado durante años la consolidación de la comunidad nacional, que sólo es posible con la convivencia y tolerancia de todo ideario y que no estábamos dispuestos a repetir y revivir antinomias. La patria la construimos todos, unitarios y federales; radicales y conservadores; peronistas, socialistas o liberales…”
¿Qué son estos? Pregúntele a Steven Forti que con su absurda denominación “Extrema derecha 2.0” pretende dar en el clavo, cuando en realidad el mileísmo es una conjunción de absurdos que nada tiene que ver con retoricas nacionalistas y defensas soberanas y tampoco pretenden restaurar un orden liberal doctrinario. Es una conjunción de exabruptos y bravuconadas, la “banalidad de la estupidez” como le hemos dado en llamar alguna vez. Lo único que tiene acertado Forti es lo del poder de la tecnología, de las redes, del mundo 2.0 donde todo es efimero y volátil. El discurso mileista dista de tener argumentación. Y siguiendo esa línea irracional, decide disolver y anunciar un Instituto Nacional sin haberse publicado siquiera un decreto. Me contaba Oscar Castellucci (miembro de la Comisión de Homenaje a Juan Domingo Perón, también disuelta por este “no-decreto”):
“No existe el decreto, es algo muy particular. Hicimos el abrazo al edificio junto a los compañeros de ATE (ayer 8/05) y estaba ocupado por la policía. No te dejaban entrar. Hicimos el acto, no pasó nada. Y cuando terminó dejaron solo entrar a los integrantes de la Comisión, con la senadora y al rato llegó el jefe del operativo que dijo que como no tenían el decreto, se retiraban. Un ridículo inimaginable. La cuestión es que el Decreto está en la Secretaría de Legal y Técnica de Capital Humano y luego pasaría a Presidencia donde ahí lo tienen que firmar. Es un estilo: te anuncian que te van a matar, pero te matan después”.
En el medio de toda esta comedia trágica hay un peligro de carácter cultural: el Instituto Nacional Juan Domingo Perón cuenta con un acervo documental importante ligado obviamente a la historia del líder de nuestro movimiento que corre un grave peligro. Porque en el mientras tanto, mientras transcurre este hiato donde está el cierre y no está el decreto que lo dispone, ese material puede ser presa del saqueo, atentando con una parte vital de nuestra memoria histórica. Irak necesitó de una guerra imperial para que le vacíen miles de piezas arqueológicas, artefactos y objetos culturales. A nosotros nos bastaría con un “no decreto” y la indiferencia de nuestra dirigencia, de nuestros supuestos jefes de nuestro partido y por elevación, de nuestro movimiento.
Por este medio, llamo a la solidaridad de nuestros compañeros, que se sacuden la modorra y empecemos a reaccionar contra nuestra historia tan vapuleada y pisoteada por esta clase de energúmenos.