Máquina de fango: las operaciones judiciales como estrategia electoral del macrismo

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Máquina de fango: las operaciones judiciales como estrategia electoral del macrismo

07 Agosto 2018

Por Juan Cruz Guido

Corría julio de 2017 y el gobierno de Cambiemos mostraba serias fisuras en materia económica, con una sostenida caída de la actividad económica en general y de la productiva en particular, afectando seriamente la economía real. De esta manera llegaba la alianza gobernante a unas elecciones legislativas que significaban un plebiscito de su gestión. En ese momento, y a un mes de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, el fiscal Carlos Stornelli sacudió la agenda mediática con un espectacular pedido de desafuero y detención para el entonces diputado Julio De Vido, en un expediente vinculado a supuestas irregularidades en las contrataciones y manejos en la mina de Rio Turbio, administrada por Yacimientos Carboníferos Fiscales. El pedido resultó sorpresivo para el juez federal Luis Rodríguez, ya que el expediente había estado “planchado” y ni siquiera se habían tomado indagatorias. El magistrado decidió rechazar el pedido, decretar el secreto de sumario y avanzar con medidas de prueba. Para ese momento, el escándalo mediático ya se había desatado, con los medios del Grupo Clarín como estandarte, que cubrían su cobertura con el tema. Inclusive el editor del diario insignia del grupo mediático, Ricardo Roa, publicaba una verdadera joya del “periodismo de guerra” intitulada: “Hasta donde se ve, el juez sigue con la onda K”, donde el periodista presiona fuertemente al juez que había resistido el avasallamiento de las garantías y el debido proceso en pos del show mediático.

De todas maneras, a pesar de que a priori había fracasado el intento de desaforar y detener a De Vido, la discusión acaparo la atención de los medios en plena campaña electoral e incluso llegó a la Cámara de Diputados, donde finalmente el oficialismo no logró desaforar por “inhabilidad moral” al ex titular del Ministerio de Planificación federal. La alianza Cambiemos, liderada por el PRO, logró entonces que la campaña electoral transcurriera discutiendo a De Vido y “la corrupción K”, en detrimento de la discusión sobre el modelo económico propuesto por el gobierno. Se llegó incluso al cierre de campaña previo a las PASO, con el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, afirmando que cada diputado que sumara el PRO permitiría desaforar a De Vido en un futuro.

Finalmente, esto último no fue necesario, a pesar de que la retórica anticorrupción llevó a Elisa Carrió a un triunfo histórico en la Ciudad de Buenos Aires, ya que a días de la elección definitiva de octubre, la Cámara Federal presidida por Martín Irurzun revocaría la decisión de Rodríguez dando lugar al pedido de detención y desafuero del diputado De Vido. La situación brindó el cierre de campaña ideal para la polarización planteada por el gobierno en torno a la ética de buenos y malos. Los resultados electorales confirmaron la efectividad del libreto escrito por Duran Barba.

La historia se repite como farsa

En un contexto adverso para el gobierno macrista como el actual, donde el desmanejo financiero termino obligando al Ejecutivo a firmar un blindaje con el Fondo Monetario Internacional y donde la actividad productiva toca sus niveles más bajos en años, otra vez comienza la campaña electoral para el PRO. Como no podía ser de otra manera, de la mano de la justicia federal con asiento en Comodoro Py y con los mismos actores que en operaciones anteriores. El fiscal Stornelli, con dudoso material probatorio de público conocimiento, montó lo que el periodista Carlos Pagni denominó como “circo” mediático. Con la falsa ilusión de generar un Lava Jato argentino, el gobierno entregó a los empresarios de la construcción que, en palabras del constructor caído en desgracia Lázaro Baez, conformaban “el club de la obra pública”. Un grupo de empresarios, muchos de ellos vinculados al actual gobierno ideológica y hasta familiarmente como en el caso de Calcaterra e IECSA, que históricamente cartelizaron la obra pública de la República Argentina. En un contexto de ajuste debido a las estrictas exigencias del FMI, que implicaban particularmente fuertes recortes en las partidas para construcción, el gobierno decidió entregar la obra pública. No sólo montó un show mediático que unifica discursos de cara a una campaña electoral que ya comenzó, sino que también logró enfriar de manera justificada, frente a la opinión pública, las obras en todo el país.

En términos del escritor italiano Umberto Eco, comenzó la máquina de fango. La campaña sucia que embarra a la política en general, desarticulando y generando justamente el triunfo de la anti política. La anti política fundacional del gobierno PRO.