"Grieta es el nombre elegante que las clases dominantes le ponen a la aparición de un proyecto popular en Argentina"

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"Grieta es el nombre elegante que las clases dominantes le ponen a la aparición de un proyecto popular en Argentina"

11 Noviembre 2020

Por Martin Massad

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo están las dos principales fuerzas del país, el peronismo y Juntos por el Cambio? ¿A su entender, Macri ya fue?

Artemio López: Para nada daría por cerrada esa discusión. Considero que a un liderazgo que termina con 40 puntos de votos y una gestión presidencial cumplida hay que ganarle en la cancha. De todas formas, Macri está en dificultades por varias razones. Por un lado, está su reciente gestión, que ha sido la peor desde la recuperación democrática, y por otro lado, tiene niveles de popularidad muy bajos. Sin embargo, esto no marca la intención de voto y en términos de liderazgo Rodríguez Larreta funciona bien en los medios y en la mesa de arena, pero todavía hay que verlo caminar la cancha. En este sentido, va a tener que demostrar que es más que Macri en términos de liderazgo nacional.

En cuanto al Frente de Todos, tal cual lo dijo Cristina Fernández de Kirchner en su carta, el Presidente ocupa la centralidad en el sistema de decisiones del Poder Ejecutivo. Obviamente la teoría del doble comando es una construcción opositora, ya que acá el que define el curso de acción es el Presidente, y en eso no hay ninguna discusión. Luego está el liderazgo histórico de CFK, que no discute nadie, y que es quien mayor volumen electoral le aporta al Frente de Todos. Estadísticamente, 8 de cada 10 votos de este espacio proviene del sector que la acompaña. No olvidemos que CFK hizo una elección ejemplar en la Provincia de Buenos Aires en 2017 aún sometida a todo tipo de persecución judicial y mediática, algo sin antecedentes en democracia. Por lo tanto, el volumen electoral que expresa la actual Vicepresidenta es el hegemónico en el espacio del Frente de Todos, pero el sistema de decisiones hoy concurre sobre la figura de Alberto Fernández.

APU: ¿Cree que, en el tiempo que lleva de mandato, Alberto Fernández ha logrado generar un voto propio?

A. L.: Sinceramente, es tan alta la dificultad y complejidad de su gestión que no creo que ni siquiera Alberto esté pensando en eso. Es muy difícil, además, porque hay un liderazgo histórico constituido, por lo que sería un error conceptual enorme ir a disputar y competir en ese espacio.

APU: ¿Considera que la figura de Horacio Rodríguez Larreta es una construcción mediática?

A. L.: Exactamente. Macri es un liderazgo que ha tenido como respuesta 40% de votos. A ningún presidente que se va con ese nivel de votos, se lo derrota en las declaraciones en los medios. Eso tiene que ser corroborado en alguna elección donde claramente la ciudadanía intervenga y ponga blanco sobre negro, pero por ahora es una disputa de analistas. 

APU: A su entender, ¿cuál es la explicación para que Macri se haya ido con ese nivel de apoyo?

A. L.: La explicación lógica es que el país está dividido desde hace tiempo. Perón llenaba plazas pero la revolución que lo echó, que fue la Libertadora, también lo hacía con un nivel de convocatoria muy fuerte.

Los valores culturales de kirchnerismo empalman de manera histórica muy concretamente con los valores del peronismo fundacional. De hecho, es la fase peronista que se reconcilia con la historia de ascenso social. La soberanía política y económica que le dieron volumen a la etapa inaugural del peronismo obviamente, generó muchas adhesiones y, al mismo tiempo, muchos rechazos. Ese rechazo fue, por primera vez, enraizado en un solo liderazgo. La oposición, que normalmente iba divida en democracia y frente al peronismo, logró en Mauricio Macri la unificación de un liderazgo claramente antiperonista y antikirchnerista.

Más allá de las cuestiones electorales socioeconómicas, las cuestiones de valores e ideológicas tienen mucho peso en la ciudadanía. Hay un descrédito muy grande por parte de la patria consultora y los analistas con respecto a los valores y el sistema ideológico que se pone en juego cada vez que la gente toma decisiones electorales. Si en 2017, Cristina, en condiciones desfavorables, logró 32 puntos de votos en la provincia de Buenos Aires, y Macri, después de haber hecho un gobierno desastroso logró 40 puntos, eso quiere decir que confluye en la decisión del voto algo más que la cuestión económica. Algo que tiene que ver con valores, perspectivas, relatos familiares, es decir a un complejo de circunstancias que se dan cita a la hora de la decisión de voto.

APU: En su opinión, ¿el país sigue en una grieta, donde no existen terceras posiciones políticas?

A. L.: Grieta es el nombre elegante que las clases dominantes le ponen a la aparición de un proyecto popular democrático en Argentina. Hasta la llegada de Néstor Carlos Kirchner en 2003 no había grieta. Todo se resolvía en la mesa, la gente se entendía hablando y, a pesar de haber diferencia de opinión, había acuerdo en cuanto a lo esencial, que era el proyecto socioeconómico.

El peronismo, desde la muerte del general Perón hasta la llegada de NK, fue el partido del ajuste conservador y neoliberal en Argentina. Esa es la verdad, lo tuvo muy definido con Menem, y nunca pudo desembarazarse de la colonización neoliberal que sufrió desde la muerte de Perón.

Hubo dos renovaciones, una terminó con Menem, la otra con De la Rúa a través del Frepaso, y ambas trajeron a Cavallo. Tanto el radicalismo como el peronismo, ambos pensaban iguales en términos socioeconómicos, aunque tenían diferencia de otro tipo, como ideológicas o culturales, pero no había una diferencia sustancial en cuanto al modelo socioeconómico. Kirchner aparece para suspender la hegemonía neoliberal dentro del peronismo y surge la grieta como un fenómeno a analizar. La grieta es eso, entonces: la interrupción de la hegemonía del neoliberalismo en Argentina después de casi tres décadas de dominio.

APU: ¿Considera que Alberto Fernández puede considerarse como la continuidad de Néstor Kirchner?

A. L.; En mi opinión, Alberto Fernández es la continuidad del proyecto popular democrático que inauguró Néstor Kirchner, y la garantía de que eso suceda es que CFK es la vicepresidenta y obviamente le aporta el 80% de los votos al espacio. 

APU: Ya en términos de la situación actual, y en relación al tema económico, ¿considera que el aumento de los salarios es una cuota pendiente del gobierno?

A. L.: El 80% de los hogares recibe ingresos a través del salario, sea formal o informal. La verdad es que hay una caída salarial de 10 puntos porcentuales, y en este sentido, fíjate que todas las paritarias van a cerrar en promedio 20 puntos por debajo de la inflación, teniendo en cuenta, además, que ya veníamos 20 puntos atrasados con respecto a Macri. Hoy el ingreso familiar está muy retraído, con una línea de pobreza de $47 mil. Esto redunda en niveles de consumo muy básicos, muy estrechos, y el consumo doméstico explica el 70% del crecimiento y también la inversión, porque nadie invierte en un país que no consume. Por lo tanto, la cuota pendiente, la asignatura a resolver, es el ingreso de los hogares y, en particular, el salario, porque es lo que economía argentina requiere para poder arrancar.

APU: Como contracara de lo anterior está el tema de los precios, ¿cómo analiza la posibilidad de frenar el aumento de precios?

A. L.: Personalmente, creo en la regulación de precios y, por eso, los programas de referencias de precios son importantes. Además, considero que hay que gestionar un acuerdo entre el Estado, los trabajadores y los empresarios para acordar una política global dirigida a los salarios y a los precios. Esto no es fácil, incluso Argentina lo intentó varias veces, siempre con resultados muy variados. No es verdad, sin embargo, que todos los acuerdos hayan sido un fracaso, y de esto hay ejemplos como el Pacto social de Perón a mediados de los años 70 o también el caso de Precios cuidados, que durante el gobierno kirchnerista funcionó bastante bien.

APU: Una de las noticias de la semana fue la reunión del ministro Guzmán con integrantes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Respecto a esto, ¿cree que el empresariado argentino tiene intención de contribuir con el gobierno?

A. L.: El gesto del ministro Guzmán de reunir a la AEA es correcto para escuchar al conjunto de voces. Sin embargo, es evidente que hay sectores que pretenden una devaluación para sentarse a dialogar. La postura de Argentina es no tolerar en lo más mínimo el tipo de devaluación que exigen algunos sectores empresarios. Por lo tanto, no tengo una postura optimista en cuanto al nivel colaborativo de algunos empresarios, pero desde el punto de vista del Estado y del ministro de Economía, es correcto que concurra y escuche todas las voces, sino esto conduciría a una crisis de gobernabilidad que terminaría redundando en una crisis del gobierno nacional de proporciones impredecibles.

APU: A modo de cierre, ¿tiene encuestas respecto a cómo se manejó la pandemia por parte del gobierno de Alberto Fernández?

A. L.: A partir de la información de encuestas de colegas, realizadas recientemente en la zona metropolitana, se puede deducir que el Gobierno tiene un saldo de imagen positiva en la gestión, y en este sentido el COVID- 19 es central en casi 10 puntos, y es casi lo mismo la imagen del presidente. Obviamente, cayó respecto a los valores iniciales, pero eso era esperable, ya que nadie podía suponer que los valores de 70 puntos de aceptación se iban a mantener mucho tiempo. Dada la magnitud de la crisis socioeconómica y de salud, el gobierno igualmente está en niveles razonables de aceptación: Alberto tiene 60% de aceptación y la gestión está en 55%. De todas formas, hay que tener en cuenta que las encuestas publicadas siempre refuerzan la opinión editorial de los medios que la publican.