Coronavirus en Ecuador: "Los alimentos no son una mercancía"

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Coronavirus en Ecuador: "Los alimentos no son una mercancía"

28 Mayo 2020

Por Silvia Arana

El dirigente del Movimiento Nacional Campesino Richard Intriago comenta sobre las Brigadas Campesinas por la Soberanía Alimentaria. Este proyecto surgió como una respuesta solidaria de los pequeños productores agrícolas frente al desabastecimiento de alimentos y la especulación de precios que aquejó a la población de Guayaquil y otras ciudades ecuatorianas en el contexto de la pandemia. Dice Richard: "Los agricultores lanzamos esta propuesta a partir de nuestra convicción con el concepto de la soberanía alimentaria. Tejimos una relación solidaria entre campo y ciudad porque pensamos que los alimentos no son una mercancía sino un derecho humano".

¿Podrías presentarte y contarnos sobre tu trabajo con el Movimiento Nacional Campesino - Fecaol?  

Mi nombre es Ricardo Intriago, soy montubio, agricultor, ingeniero agropecuario, PhD en Agroecología, fundador del Movimiento Nacional Campesino-Fecaol. No soy el presidente (alguna gente se confunde)... la Fecaol es una organización con liderazgo horizontal. Tenemos un comité constituido por nueve dirigentes nacionales de la Costa, la Sierra y la Amazonía. Apuntamos a tener una dirigencia diversa y equitativa en género y edades. Representamos a alrededor de 30.000 campesinos de las tres regiones principales de Ecuador. 

¿Cómo definirías ser montubio?

Ser montubio es algo cultural, es el que siente como propia la cultura de los campesinos de la Costa.

¿Cuándo y cómo surge la Fecaol? 

Surge hace 19 años. Antes de eso, los grandes terratenientes que concentran la propiedad de la tierra en la Costa monopolizaban y controlaban los gremios de agricultores. Los pequeños y medianos productores estábamos junto con los grandes exportadores agropecuarios en la Cámara de Agricultura, que obviamente respondía a los intereses de los grandes exportadores. Y desde ahí empezamos a cuestionar a esta organización hasta que rompimos con esa unidad irreal, y empezamos el proceso para crear un organismo que defienda los intereses de los pequeños productores. 

Fue un proceso muy duro, hubo tres compañeros asesinados en El Empalme y amenazas de muerte contra otros compañeros, incluido yo. La situación se agravó cuando tomamos una posición contra el uso de agroquímicos, de pesticidas. Poco a poco la Cámara de Agricultura fue perdiendo poder -a pesar de que algunos ministros trataron de levantarla-, pero al irnos los pequeños productores los dejamos sin poder de movilización; nosotros éramos el 90% de los que se movilizaban. 

Ante la pandemia y la emergencia sanitaria que sumió en una situación de grandes carencias a la gente trabajadora de Guayaquil y Ecuador, ¿cómo reaccionó el Movimiento Campesino? 

Cuando comenzó la pandemia estábamos muy preocupados (y seguimos estándolo). Todos tenemos uno o más familiares o compañeros muertos -no solo por el coronavirus sino también por otras enfermedades no tratadas por el colapso total del sistema de salud. Pero a los 15 días de iniciada la pandemia, ya no aguantábamos más y empezamos a organizarnos para responder a la gente que pedía alimentos de manera desesperada. Si los funcionarios no hacían nada, nosotros decidimos salir a dar una respuesta ante la crisis porque somos gente que hace cosas grandes sin tener plata en el bolsillo.

¿Nos describirías la propuesta para garantizar la provisión de alimentos directamente del campesino a la gente de la ciudad en la pandemia? ¿Hubo alguna respuesta del gobierno nacional?

Nosotros, los productores agropecuarios de la Sierra, Costa y Amazonía propusimos las Brigadas Campesinas por la Soberanía Alimentaria para abastecer durante la pandemia de manera directa a las ciudades; sin intermediarios que encarecieran los productos. A pesar de no estar de acuerdo con las políticas del gobierno nacional, debido a la pandemia pensamos que había que poner en segundo lugar los desacuerdos y hacer una propuesta para salir de la crisis alimentaria. Le hicimos llegar la propuesta al gobierno nacional, pero este respondió -a través de intermediarios- que no le interesaba. Entonces difundimos la propuesta nosotros mismos en coordinación con organizaciones sociales de las ciudades. Y tuvimos una gran respuesta en todas partes del país. Las Brigadas Campesinas por la Soberanía Alimentaria comenzaron a repartir canastas de alimentos en todas las regiones del país. 

Los agricultores lanzamos esta propuesta a partir de nuestra convicción con el concepto de la soberanía alimentaria. Tejimos una relación solidaria entre campo y ciudad porque pensamos que los alimentos no son una mercancía sino un derecho humano. A partir de nuestra propuesta, otros se plegaron. Ganamos mucho reconocimiento en las ciudades. Antes era casi un insulto llamarle a alguien "campesino". Eso cambió, ganamos un reconocimiento.

¿Cómo funcionan las Brigadas Campesinas por la Soberanía Alimentaria?

Se garantiza durante la crisis sanitaria el abastecimiento de los productos del campo a un costo razonable, sin intermediarios para combatir el desabastecimiento y la especulación. Nuestro primer paso lo dimos en Guayaquil. Nos instalamos con una flota de camiones cargados de productos a cinco minutos del mercado más grande de la ciudad. Empezamos a vender allí a un precio tres veces menor que los precios inflados en los mercados tradicionales. Hasta ese momento el municipio de Guayaquil no había realizado ningún control de precio a pesar de las denuncias de sobreprecio y especulación. Logramos que al día siguiente, enviaran por primera vez inspectores a controlar los precios en los mercados.
 
 Al día de hoy tenemos tres centros de acopio y distribución, uno por cada región (Costa, Sierra, Amazonía): Guayaquil, Quito y Zamora. 

¿En qué consiste el proyecto Boticas de Salud?

Las Boticas de Salud surgen de la cooperación de campesinos con educadores urbanos, trabajadores del transporte y otras agrupaciones comunitarias para intentar mitigar las falencias del sistema de salud pública y la ausencia del Estado. En Guayaquil y en el país muchas personas viven del día a día. Un día que no salen a trabajar, no tienen para comer ni para comprar un remedio. Entonces con la cuarentena, muchas personas se quedaron sin recursos, sin herramientas para cuidarse (ni siquiera paracetamol). Vimos mucha gente deprimida, ancianos que por un simple resfrío se derrumbaban mentalmente creyendo que era COVID-19. Entonces, en coordinación con las líderes comunitarias de la ciudad repartimos eucalipto, jengibre, manzanilla y otras hierbas medicinales que forman parte de la medicina tradicional del pueblo. Ponemos a disposición de la gente eucalipto que no curará obviamente el coronavirus, pero aliviará enfermedades respiratorias. Se han establecido boticas en Monte Sinaí, sector Nigeria de la Isla Trinitaria, Guasmo Sur... 

¿Podría describirnos las operaciones de trueque entre campesinos de diferentes regiones?

Son intercambios masivos realizados entre campesinos de diferentes regiones que hacen trueque con lo que se produce en cada área. Se realiza el transporte por flotas de camiones -respetando las medidas sanitarias- hacia una localidad determinada. Son intercambios sin dinero, con los que damos un golpe a la moneda. Nos manejamos como territorios autónomos dando un ejemplo que fue seguido por muchas otras personas en las ciudades.  

Vi el video que registra el trueque masivo entre los campesinos de la Costa y de la Sierra en una localidad de la provincia de Tungurahua. ¿Cómo se organizó?  

El trueque en Tungurahua  fue coordinado por el Movimiento Nacional Campesino - Fecaol, Mujeres Sin Límites Tungurahua, Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria y la comunidad de Llimpe. En el trueque solidario masivo del 13 de mayo participaron campesinos de cuatro provincias de la Costa y de la Sierra: Guayas, Tungurahua, Esmeraldas y Manabí con el objetivo de combatir la crisis alimentaria que vive el país garantizando la soberanía alimentaria para las familias ecuatorianas. El próximo trueque masivo solidario será este fin de semana en la zona amazónica.

¿Cómo continúa evolucionando la pandemia de COVID-19 en las comunidades campesinas de la Costa?

Sigue muy difícil la situación. Hace pocos días murió de COVID-19 el compañero Óscar Belduma integrante de la Dirección Nacional del Movimiento Nacional Campesino - FECAOL, dirigente de la provincia de El Oro; coordinador político-pedagógico de la Escuela de Agroecología. Recientemente también fallecieron el compañero dirigente campesino Héctor Rodríguez del Guayas y Paulo Tapia de El Oro. Junto a muchos compañeros más que cayeron por esta enfermedad y también por otras enfermedades. Muchas de estas muertes se podrían haber evitado con un sistema de salud adecuado que funcione dentro de un modelo económico y social diferente.

Los proyectos de brigadas alimentarias, trueque masivo y boticas de salud son propuestas de largo plazo para unir el campo y la ciudad, ¿cómo cree que continuarán postpandemia?

A partir de la pandemia quedó demostrada la importancia y también la potencia de la relación campo-ciudad. Es importante darle continuidad a largo plazo a esta relación. Ya tenemos el tejido básico para unir a las comunidades campesinas con las comunidades urbanas. En Guayaquil estamos trabajando con agrupaciones de mujeres y grupos comunitarios de varios sectores: Monte Sinaí, Isla Trinitaria, Guasmo. También estamos desarrollando un trueque con artistas y con la Federación Nacional de Artistas Autónomos del Arte y la Cultura (FENATAAC). Les proveemos de canastas alimentarias, y ellos nos ayudan a difundir con sus habilidades artísticas nuestras actividades como campesinos (fotografiando, representando teatralmente, grabando). Creemos que con la unión del campo y de la ciudad saldremos de la crisis.

¿Cree que la contaminación ambiental -que es la más alta del país en Guayaquil- es uno de los factores por los cuales esta ciudad es el epicentro de la pandemia?

Creo que en primer lugar figuran el hacinamiento y las condiciones de extrema pobreza causadas por el capitalismo neoliberal. Es un modelo al que no le importa el ser humano. ¡En Monte Sinaí [barrio del sur de la ciudad] no hay ni siquiera agua! No hay servicios básicos. No hay salud pública. O retrocedemos del desarrollo capitalista absurdo o nos extinguimos. Para cambiar de modelo, también hay que reconciliarse con la naturaleza. Y esto no lo digo yo, lo están reconociendo en todo el mundo.
 
El gobierno nacional acaba de anunciar una serie de medidas de recorte del presupuesto público, cierre de empresas públicas, disminución de salarios. ¿Qué piensan de este paquete económico los campesinos?

Con estas medidas el gobierno está profundizando el problema. Si disminuye el trabajo, la economía se estanca. El modelo económico basado en la producción y exportación petrolera no es viable. Debe haber un cambio profundo de rumbo hacia un modelo económico sostenible y racional enfocado en la producción agropecuaria sin agrotóxicos; de reconciliación con la naturaleza. Podríamos tener un país económicamente viable si volvemos la mirada hacia el sector agropecuario que en el 2016 producía el 14% del PBI -mientras que Petróleo y Minería retenía el 13%. 

¿Cuál fue su motivación para trabajar en la comunidad y en la organización del Movimiento Nacional Campesino?

Yo crecí en Guayaquil, pero mi familia proviene de Manabí, un área agrícola. Crecí comiendo buena comida, como plátano con sal prieta y maní quebrado [Ríe]. A los 17 años participé en la Fundación Sin Manchas con la que llevábamos comida a los chicos de una escuela del Suburbio. A esa misma edad escribí un libro al que titulé El poder de elegir, que trataba de cómo superar malos hábitos y hacer dinero [Risas]. Hoy no escribiría lo mismo. Estudié Agronomía en la Universidad Católica de Guayaquil. Después de recibirme, me fui a trabajar al campo. Ahí observé que había muchos niños con hidrocefalia -condición producida por el uso de agrotóxicos. Cuando me enteré de esto, me vinculé a los grupos que luchan contra los pesticidas. Y así comenzó...

«Voces de Guayaquil, epicentro de la pandemia en Ecuador» consiste en una serie de entrevistas a residentes días posteriores a que su ciudad estuvo en la primera plana de los noticieros internacionales por los muertos sin sepultura y sus familiares clamando por ayuda a un Estado aparentemente inexistente. Trabajadores, artistas, estudiantes, docentes comparten sus vivencias desde la ciudad que es el centro económico y financiero del país y que paradójicamente también es la ciudad con mayor concentración de pobreza. Se estima que un 17% de los 2.700.000 habitantes de la urbe viven en condiciones de pobreza. Recostada sobre las aguas terrosas del río Guayas, con un clima muy cálido y húmedo que no hace mella en la actividad intensa y el carácter hospitalario y amable de sus habitantes, Guayaquil tiene la mayor densidad de población del país y el sistema de transporte público con más usuarios. Estos elementos junto a las profundas deficiencias del sistema de salud pública nacional cuyo presupuesto fue reducido un 36% en el último año y la desorganización del gobierno municipal son factores que ayudarían a explicar por qué la ciudad concentra el 70% de los casos de COVID-19 en Ecuador y la mayor cantidad de contagios per cápita en toda América Latina. Libertad Gills coordinó la realización de todas las entrevistas de esta serie.