Ningún traspié es una derrota definitva

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    Votación legislativa Octubre 2025_Noelia Guevara
    Foto: Noelia Guevara

Ningún traspié es una derrota definitva

28 Octubre 2025

Lo sucedido ayer no es una tragedia irremontable, ni mucho menos. Varios factores hay que poner en el tablero de análisis, y evitar conclusiones definitivas, menos aún atribuirlas a una única fuente.

Se trató de un tropezón en la Historia argentina, como hemos tenido tantas veces.

En primer lugar no hay que olvidar que en las elecciones de medio término de la era macrista, en el 2017, también pasó lo mismo y con porcentajes más o menos parecidos… y en el 2019 triunfó ampliamente la propuesta de un gobierno nacional y popular, esto independientemente del desastre que fue después el gobierno de Alberto Fernández. Lo que importa es prestar atención a que, en términos globales, las decisiones del electorado están determinadas por varios factores confluyentes:

A) la coyuntura del momento en que se vota y la situación más o menos inmediata anterior. No existen fidelidades pétreas inmodificables en por lo menos un 35% o más del electorado, que decide en y según la coyuntura.

B) La mayor o menor concurrencia del electorado a votar.

C) El descreimiento en la seriedad o eficacia de la fuerza política que se presenta como alternantiva.

D) La incidencia de maniobras o manipulaciones externas, por ejemplo la injerencia de una potencia exterior desplegando estrategias psicológicas; o las falsas noticias, la publicidad engañosa, la persecución judicial, etc.

E) La incidencia del contexto geopolítico global.

F) El mal diseño de la campaña propia.

G) El tipo de elección, si de medio término o presidencial. Todo esto, y algunos otros que se me pueden pasar, confluyen para incidir en el resultado de una elección. Pero seguidamente quiero repasar algunos puntos, con el único fin de aportarlos al ruedo de la discusión, reflexión y crítica. 

El mileismo, el libertarismo, no va a dejar de ser lo que es (como lo fue el macrismo): el desgobierno de una banda con contradicciones internas, ganado por el ideologismo antiperonista, racista y antipopular, en este caso en sintonía enfermiza con EEUU. Esto significa que, por más que hayan ganado, los daños sociales y el descontento social se van a seguir produciendo y creciendo, de manera palalela a las políticas económicas que aplique en detrimento de los derechos sociales, sumado a la marcha de las propias internas de los libertarios, muchas veces brutales entre sí, y también con el macrismo. Internas como todas aquellas que se producen en las alianzas que se basan en el único interés de robar y hacer plata y mantener privilegios para la oligarquía y hoy los pules financieros concentrados. Es decir, al mejor estilo de las bandas. En éstas no hay ideales de bien común social, hay finalidad de enriquecerse cada uno, o cada grupo, mezclado con brutalidad y odio racista. O sea, los libertarios seguirán profundizando el daño y dolor social, y con esto el crecimiento y decontento consecuente del pueblo.

Hay que tomar en cuenta también el hecho de que EEUU con su préstamos a Milei, tuvo también una injerencia notable en nuestra política doméstica. No puede descartarse que una buena porción de los votantes del domingo hayan comprando el miedo a: “si pierde Milei nos vamos y que se arreglen”, “los argentinos están muertos”, expresado por Trump a un periodista durante un vuelo. Esto desató inmediatamente el temor a una fortísima devaluación a partir del lunes, con la consiguiente disparada brutal de precios de los insumos básicos.  ¿El comentario “al pasar” de Trump fue realmente una pregunta y una declaración espontánea, que se viralizó de pura casualidad con tanta fuerza? ¿O fue algo muy bien preparado como bien sabe hacerlo la inteligencia yanqui cuando prepara un golpe, hoy no tanto con armas sino con amenazas y fak news?

Otro factor a tener en cuenta es que esta fue la elección en la que más ausentismo hubo en relación al padrón electoral. No se llegó al 68% de un padrón de 36 millones de votantes habilitados. Creo que es histórico, nunca hubo tan poca concurrencia a votar. Nada menos que once millones y medio de argentinos no fueron a votar: descreimiento. Pero puede ocurrir, tal como sucedió en 2019 –después de la derrota del 2017- que una importante porción de esos once millones sí concurrirán a votar en 2027 en contra de los libertarios, sencillamente porque estarán peor todavía que hoy y con un nivel de sufrimiento y enojo mayor por lo dicho antes, que dificilmente podrá neutralizar otra declaración de Trump –si es que sigue estando- durante un vuelo en avión.

También debe considerarse que los condicionamientos externos que implica la entrega de la economía argentina a la Banca JP Morgan y EEUU, es muy probable que genere serios conflictos en las provincias, y consecuentemente eso rebote tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. En Diputados, aunque tras la elección el Peronismo ha perdido peso numérico (98), hay otros bloques minoritarios, que en total suman 49 o 50 legisladores, que en aquel caso pondrán en riesgo la ilusión del “tercio de votos necesarios para mantener los vetos” (98 + 49 = 147. Es más que 107). Siendo pesimistas, supongamos que de los bloques minoritarios solo se rebelen la mitad, el resultado será = 122. Sigue siendo más que 107. En el Senado ocurre algo parecido, quedó dividido en tres tercios, LLA tiene un tercio, el Peronismo un tercio, pero el tercer tercio que podría englobarse en “otros” no es para nada seguro que vote en bloque a favor del primero. El gobierno no la tiene tan fácil como parece.

Otro dato es que, más allá de las consabidas agachadas corporativas y veletas de la Corte Suprema y de los jueces de Comodoro Py y similares, las investigaciones por los hechos de corrupción (Caso Libra, sobornos en la compra de medicamentos en la Agencia Nacional de Discapacidad, compromisos con el narcotráfico de diversos referentes importantes libertarios, etc.) seguirán su curso, en Argentina y en el extranjero, particularmente en EEUU. Aunque en menor medida, esto seguirá minando la imagen del gobierno.

Otro elemento que debe ser tomado en cuenta hoy, mucho más que hace unas décadas, es el aspecto geopolítico. Nunca como en esta época estuvieron tan presentes en sus consecuencias los hechos internacionales, las disputas de los nuevos bloques de poder. No solo por la decisiva incidencia que hoy tiene la realidad virtual, digital, que hace que hoy no existan más las distancias tanto físicas como temporales, todo es un permanente presente. Esto en cuenta, no hay que olvidar que la dependencia brutal que este gobierno libertario está generando con EEUU, lo está haciendo en un momento en que ese país está en un manifiesto proceso de declive, y que está por eso necesitando tener un aliado bien dependiente y con riquezas naturales en Latinoamérica, ante los gobiernos que desprecia como México, Venezuela, Colombia, Cuba, y los molestos como Honduras, Nicaragua, Chile, inclusive Perú, una dictadura, pero que no negocia el impresionante puerto que le construyó China y que le abre las puertas al Oriente a través del Pacífico. Téngase en cuenta que en EEUU acaba de “caer el gobierno”, lo que para nosotros significa carecer de presupuesto, cesación de pagos y miles de nuevos desempleos, falta de pago a gran cantidad de empleados públicos, enojo social con el trumpismo por su política antiinmigración, movilizaciones de protestas masivas, enfrentamientos internos del gobierno federal con los estados. Esto significa que el gobierno de Trump, barrilete del que se prendió Milei como única salvación, en cualquier momento puede perder la cola del que éste se agarró, caer, cosa que va a pasar, de esto no tengo ninguna duda, y con él a su vez abruptamente el castillo de mentiras construido por el sociópata que se cree “el mejor economista del mundo”. Y esa situación de crisis que repercutirá internacionalmente, va a incidir también en Latinoamérica y, obviamente, en Argentina, como ocurrió cuando con los conflictos de EEUU en medio oriente, los gobiernos latinoamericanos reaccionaron creando UNASUR, CELAC, reforzando el Mercosur e intentando un camino de incipiente independencia en la toma de decisiones y vínculos mundiales.

Es de destacar, en este raconto, el fracaso de Provincias Unidas, el fracaso duro que fue Schiaretti en Córdoba. Y el fracaso de Randazzo que quedó fuera. Lo cual, más allá de que implicó un triunfo de los conservadores, de la derecha fascista, pone en evidencia que sacar las patas del peronismo histórico, del verdadero peronismo, el que siempre luchó por hacer efectivas las tres banderas históricas de independencia económica, soberanía política y justicia social, los que nos pusimos al hombro la lucha en la década de los setentas sin esperar cargos a cambio, no sirve para nada, pasás a engrosar el tacho de basura del vandorismo, de las conducciones cegetistas traidoras, de los Duhaldes, de los Menem, de los Scioli y toda esa porquería especuladora del pejotismo. Esto muestra, como una linterna que ilumina en una caverna posibles salidas, que puede ser el momento de inicio de la construcción de un movimiento amplio, en el que confluyan el peronismo revolucionario, la izquierda sensata, las organizaciones sociales y los gremios combativos, que con una fórmula de unidad y un programa claro y movilizador ofrezca una verdadera alternativa para el 2027 que enamore realmente al electorado que hoy está tan dañado como enojado.  

Y unas palabras sobre nuestra campaña: pésima. Basada en los clásicos spots de tipo épico, con ingeniosos jingles, con fábricas que echan humo, obreros que sonríen, Banderas Argentinas que flamean, primeros planos de caras de argentinos y argentinas de distintas procedencias, incluidos de pueblos originarios, planos de marchas multitudinarias mostrando felicidad… Fórmulas del tipo “a una fuerza se la frena con otra fuerza en sentido contrario” (¡Qué pelotudez!) ¿Qué decís con eso? Nada. A lo sumo algo así como “hay que juntar más votos que ellos para ganarles”. Pero obvio. Qué gilada. Con eso no se dice nada concreto. Absolutamente ninguna propuesta desafiante concreta, como podría haber sido, por ejemplo: “La mayoría en el Congreso es para hacerles juicio político a los tres delincuentes de la Corte Suprema y a los estafadores procesales que condenaron a Cristina sin pruebas”. O “La mayoría en el Congreso va a ser para hacerle juicio político al gobierno por mal desempeño de su función por haber violado groseramente la Constitución Nacional y por haber cometido inconducta moral con la promoción de una criptomoneda que resultó una estafa, por desvío de fondos públicos, por haber incluido en sus listas a personajes vinculados con el narcotráfico, por haber retenido a las provincias fondos que les pertenecen, etc”, “La mayoría en el Congreso será para revocar el Dto. 70/23 y la llamada Ley Bases”, cosas por el estilo, que pueden sonar muy fuertes, pero son las que, por su osadía y frontalidad, precisamente son las más eficaces para agitar los ánimos y enamorar a un electorado timado y descreído. Por eso la derecha usa ese estilo, por eso Milei habla como lo hace, con otros sentidos, y con lo que atrae a una gran parte del electorado, especialmente jóvenes, ávido de propuestas desafiantes, osadas, descontracturadas, que digan cosas concretas, que se salgan del molde. Seguimos siendo unos inútiles pechos fríos que en la era digital y de la  inteligencia artificial, para comunicarnos seguimos escribiendo con lápices Faber mojando la punta del grafito con la lengua, caligrafía cursiva en cuadernos con rayas tratando de no tocar el borde superior…

Una última cuestión, que no tengo de dónde tomarme para abrigar alguna sospecha, siquiera mínimamente fundada. He advertido que es enorme la cantidad de gente que, ante el inesperado resultado de las elecciones de ayer, están convencidos de que hubo fraude. “Hubo trampa”, “hubo fraude”, “es imposible lo que sucedió”, “semejante contradicción entre el 7 de setiembre y el 26 de octubre se dio justo la primera vez que se usa el sistema de boleta única de papel”, “algo tuvieron que haber hecho”. Son frases que se oyen, y no aisladas. Tanto, que a uno mismo hace que se le generen dudas. No tengo absolutamente ningún elemento como para dar por cierto, o por lo menos como probable, el fraude. Pero, la verdad, la coincidencia de la gran diferencia en Buenos Aires entre setiembre y octubre, sumado al estreno de la BUP, y le agregaría: más la insólita llegada el miércoles pasado de una flotilla de jets privados con los banqueros más importantes del mundo (¿Qué acordaron? ¿Qué trajeron?), hace que se me clave la espina. ¿Cómo es el procedimiento práctico por el que, terminada la elección, presidente de mesa y fiscales realizaron el conteo? ¿A dónde se volcó? ¿Cómo es la planilla? ¿Cómo se informó a los centros superiores? ¿Se introdujeron los datos en algún sistema digital, en algun programa o aplicación digital? ¿A dónde se retransmitieron? ¿Hubo operadores y cuántos en el medio del proceso, entre la primera introducción de los datos y su llegada a la CNE? ¿Qué ocurre con las BUP de cada mesa una vez que se volcaron sus datos a algún sistema digital? ¿Se conservan en algún lado? Conocer con exactitud este proceso es lo único que puede llegar a permitir dar alguna pista sobre esas sospechas de fraude, que parecen más derivadas de un gran asombro ante el tan inesperado como incongruente resultado relacionado con el ánimo social, que fundadas en datos duros concretos.

Ninguna derrota es definitiva, solo cuando la pelea se abandona, y muchos son los factores a cojugar en el análisis, e interesantes las alternativas por delante para seguir dando la pelea.