Milei: un límite porteño

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Milei: un límite porteño

22 Noviembre 2023

En el marco de la derrota del oficialismo en el balotaje, los números de CABA fueron ignorados. Hay que reconocer la derrota en términos absolutos: Javier Milei se impuso con el 57,24% de los votos sobre el 42,75% obtenido por Sergio Massa. Pero ¡un momento! ¿Es un mal resultado para la Capital Federal?

Para figurarse cómo piensan los porteños y las porteñas que debería administrarse el Poder Ejecutivo Nacional, vale la pena una breve historización. Del 2003 hasta acá, la única vez que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires prefirió al peronismo fue en el 2011, cuando fue electa la fórmula de CFK - Boudou. Ganó con el 35,7% de los votos, una corta ventaja sobre los socialistas Binner - Morandini, quienes obtenían el 27,5%. En todo el resto de las elecciones presidenciales, la CABA hizo saber en las urnas que el peronismo no es su tipo de candidatura. Sin ir más lejos, cuando en 2019 la fórmula de Alberto y Cristina se imponía cómodamente por primera vuelta en el resto del país, el 52,64% de los porteños y porteñas clamaba por Macri y Pichetto.

Gráfico 1

En el balotaje del 2015, la fórmula Macri - Michetti se impuso con el 64,80% de los votos sobre Scioli - Zaninni, que solo lograron el 35,20%. Con una diferencia de casi 30 puntos porcentuales, se zanjó la contienda. Ahora bien, llegamos al 2023 y ante una nueva dicotomía, el candidato opositor a la fuerza peronista ganó una vez más. Pero esta vez, a Javier Milei solo le dió la performance para un 57,24% de los votos, por sobre los 42,75% de Sergio Massa. De la diferencia de 29,6% en el balotaje del 2015, el margen se achicó al 14,49% de los electores. Menos de la mitad.

Gráfico 2

A todas luces los porteños marcaron su límite. Una cosa es ser antiperonista y otra muy distinta es apoyar al proyecto experimental de La Libertad Avanza. Hubieron múltiples factores que tuvieron que ver con el achique de la diferencia. El primero es sin duda la campaña espectacular que se vivió, protagonizada por la militancia y la gente de a pie. El ejemplo más brillante de estos fue el acierto de Pedro Rosemblat y todo el equipo de Gelatina con la Fábrica de Jingles. Este fenómeno— que debe ser estudiado— sacó a una enorme cantidad de porteños de la letanía, los puso a cantar, bailar y convencer familiares. Traspasó la propia fuerza y sumó sectores no tradicionales. Se podría considerar que las dos fiestas realizadas en el Complejo C funcionaron como cierre de campaña para el incipiente movimiento jinglero, que se parece mucho al verdadero proletariado porteño, en su etapa juvenil tardía.

El repunte de Unión por la Patria también está relacionado con la gran elección que hizo Leandro Santoro en octubre. El candidato dió un volantazo de campaña de las PASO a las generales. Discutiendo alquileres y líneas de subtes, entre otros, logró interpelar a una parte de la ciudad que se hizo eco de esas propuestas tan propias. Para ser precisos, interpeló a un 18,31% más de personas del que logró capturar Ramiro Marra, el candidato de la fuerza que resultaría electa a nivel nacional. Después, Santoro se bajaría del balotaje porteño priorizando la campaña nacional, pero sin duda aumentó los números que se venían barajando.

Gráfico 3

A su vez, dentro del 10% que creció el actual ministro de Economía de las generales al balotaje, están contenidos una gran cantidad de radicales. Algunos vieron espantados las enfáticas caracterizaciones que el presidente electo hizo sobre Raúl Alfonsín en diversos medios nacionales. Otros observaron con preocupación cómo la fuerza libertaria no escatimaba en ataques, escraches y amenazas, entre otros, al presidente de la Juventud Radical de la Ciudad, Agustín Rombolá.

Una mención a la izquierda. Por supuesto que no a la vergonzosa dirigencia del FIT-U, los que llamaron al voto en blanco que amplió la diferencia en favor del ganador. Pero hay sectores que no se sienten identificados con la fuerza peronista, no le dieron su voto en las generales y sin embargo lo cambiaron en función de oponerse al temible candidato libertario. En la Ciudad hay una izquierda que sí es capaz de ponderar diferencias y tomar posición entre dos candidatos.

No se logró revertir el resultado. Aun así, sería erróneo subestimar este fenómeno. La Ciudad de Buenos Aires dió muestra de sus escrúpulos a la hora de votar al candidato que promueve el cierre de universidades públicas, el libre mercado, la libre portación de armas y la derogación del aborto. Es cierto, no alcanzó. Pero quedaron sentadas las bases para la construcción de un gran frente que contemple la existencia y diversidad de estos colectivos. Es cuestión de delinear qué es lo que une a los porteños que están dispuestos a enfrentarse a la motosierra.