La política como rehén del Poder Judicial y los medios de comunicación

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La política como rehén del Poder Judicial y los medios de comunicación

03 Noviembre 2017

Por Matías Busso*

En las últimas semanas se agudizó lo que pareció ser una marca de nacimiento del actual régimen político. Es que Cambiemos nació  como la negación del Kircnerismo, como el sector con más carga de odio contra el gobierno anterior. Odio que a través de un efectivo aparato mediático supo contagiar a un sector cada vez más importante de la sociedad. Es por ello que casi hasta como promesa de campaña prometían la prisión del Ex Ministro Julio De Vido: la bocera de esta posición fue la Diputada Elisa Carrió con la frase: "Necesitamos más diputados para que De Vido vaya preso".

Estas denuncias, manifestaciones o deseos, ¿están acaso fuera del juego de la Política? Entiendo que, viniendo desde personajes como Carrio, son esperables estos cruces y estos antagonismos para polarizar y cooptar parte de un electorado. Carl Schmitt definía el criterio amigo-enemigo como condición sine qua non de lo político, deconstruyendo y rivalizando con las posiciones liberales.

El problema para el sistema político y la democracia es cuando esas manifestaciones y enunciados se vuelven reales, y entonces vemos como inmediatamente después del resultado electoral, se ordena la prisión preventiva  y el desafuero de De Vido; proceso expedito e irregular del cual fueron cómplices no solo las fuerzas oficialistas, sino agrupaciones de izquierda, que asistieron dóciles  al circo mediático y judicial.

Al armado de causas sobre opositores, el encarcelamiento de Milagro Sala, el juicio a dirigentes sociales (por un manifestación ocurrida hace 13 años, ante el asesinato de un dirigente popular), se le suma la renuncia (luego de constantes aprietes) de la Procuradora General de la Nación y la destitución del Juez Arias, critico nos solo de la gestión del actual gobierno provincial sino del anterior.

El último hecho, fue la detención repentina y arbitraria de Amado Bodou , luego de que el juez Ariel Lijo, a cargo de la investigación, sea denunciado por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires (colegio de los Martínez de Hoz) y de dos ONGs, cercanas al gobierno actual.
Nada se había modificado ni en la causa ni en las condiciones de la investigación para dictar la prisión preventiva. Fue solo una respuesta a esas denuncias contra el Juez, y según se observó en la cobertura mediática: Pan y Circo, con Lijo como actor principal.

Estas prácticas no solo avasallan las garantías de los involucrados y apresados, sino que modifican las reglas de la política, quedando expuesto todos los opositores a una extorsión que, ya no se pacta en premios y castigos en las urnas, sino que se pone en juego la libertad misma. El mensaje para opositores, dirigentes sindicales y sociales es claro en un contexto en que se están discutiendo medidas estructurales como la reforma Laboral.

Pero el mayor riesgo de transformar la política en una sucesión de hechos policiales, es que se degrada el sistema en general y la política, como herramienta de transformación,  que queda secuestrada como rehén  del Poder Judicial (poder aristocrático y chivato si los hay) y de los medios hegemónicos de comunicación.

*Abogado