Eternautas de la autogestión
Mientras el mercado se apropia de El Eternauta, motivado por el suceso de la óptima factura de Bruno Stagnaro, quienes aplican el principal de los axiomas de la resistencia de Juan Salvo son las trabajadoras y los trabajadores de la autogestión.
A diferencia de PedidosYa, la más exacta cristalización de la salida individual, el sector de empresas autogestionadas y cooperativas no desgasta el símbolo de la máscara superviviente ni despoja de su significado a la nevada mortal.

Sus referencias son menos ostentosas y directas, pero más firmes. La nueva Federación de Cooperativas Autogestionadas de la República Argentina (FEDECARA) se reconoce heredera de experiencias de lucha de la época en que Héctor Germán Oesterheld nutría sus guiones, como la CGT de los Argentinos.
La central obrera que lideró Raimundo Ongaro surgió en 1968, cuando Oesterheld preparaba su nueva versión de la primera parte de El Eternauta, acentuando las referencias políticas y el llamado al compromiso que Luis Majul reclama no leer en la serie de Netflix.

El documento fundacional de FEDECARA señala que experiencias como la CGT de los Argentinos deben recuperarse y repensarse, “aunque parezcan a contramano de los tiempos”, para “conseguir el futuro de justicia social, solidaridad y autogestión que nos merecemos”.
Federación federal
Constituida en la asamblea del 29 de marzo, la FEDECARA es la expansión territorial de la precedente FEDECABA, que se circunscribía a cooperativas de ambas Buenos Aires.
Su concepto central no es la simple unidad, sino lo que definen como “Autogestión Productiva”, un objetivo superador que se propone la sostenibilidad de las empresas del sector más allá de los hoy menguantes o directamente erradicados apoyos estatales.
El gran riesgo de esa dependencia se comprueba en la actualidad, cuando actúa la motosierra. En su documento fundacional, FEDECARA esclarece que la consecuencia de una dependencia exclusiva de los aportes del Estado es que “frente a un gobierno que destruyó las políticas públicas y encarna un fundamentalismo del mercado (del mercado concentrado, además), nuestras organizaciones están en estado de extrema debilidad”.
Era un debate pendiente. Con el gobierno de Alberto Fernández se había esbozado, al ubicar al Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Productivo y no del de Desarrollo Social, la vía asistencial para abordar las urgencias del sector.
Como muchas de las líneas de acción imaginadas durante ese periodo, no logró consolidarse más allá de la enunciación oficial y el esfuerzo de algunos de sus intérpretes, que hoy participan de FEDECARA.
La nueva organización pretende modelos tan democráticos como eficientes, que consoliden la existencia de las autogestionadas eludiendo la dependencia exclusiva e indispensable de factores externos, entre los que se cuentan no sólo al Estado sino también a empresarios que tercerizan a través de cooperativas.
Presente y futuro
La FEDECARA se gestó con la preocupación de origen sobre el impacto del programa económico no sólo en el sector, con las matrículas de habilitación congeladas, sino en el marco general de ataque a la producción nacional y el mercado interno, mayoritario ámbito en que se vuelcan los productos y servicios de las autogestionadas argentinas.
Como contrapartida, los objetivos de la nueva Federación son el vigor del sector, el sostén de retiros equiparables al nivel de los salarios de convenio de cada actividad en relación de dependencia, y la solución a un añejo problema: el acceso a jubilaciones de quienes trabajan en empresas autogestionadas, sin la respuesta fácil e insuficiente del aporte a monotributos o cajas de autónomos.
Para conseguirlos, FEDECARA se propuso líneas de acción como:
- diagramar estrategias de diversificación que permitan enfrentar la volatilidad macroeconómica y el vértigo de los cambios tecnológicos;
- establecer circuitos de comercialización social, generando formas comunitarias de intercambio;
- propiciar la articulación con el sistema universitario y científico tecnológico, o lo que queda de él, para que la sinergia mejore procesos productivos y el recambio de tecnología; e
- impulsar la formación permanente de los planteles de las empresas autogestionadas.
Además, la Federación reclama la sanción de una ley nacional de expropiación de aquellas unidades productivas que hayan sido vaciadas por sus propietarios originales y recuperadas por sus trabajadores, y la estructuración de un sistema crediticio público que acoja al sector.
El camino de la FEDECARA será arduo, pero se asentará sobre la base sólida de valiosas experiencias previas. No sólo las individuales de cada organización, sino también las de conjunto, como
- la Escuela Nacional de Autogestión, que siguió el ejemplo de las desarrolladas en Brasil entre 2023 y 2024; o
- los Encuentros Internacionales de Economía de los Trabajadores y Trabajadoras, que organiza el programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires, acercando al país a referentes de experiencias similares en el mundo.
El documento inicial de la Federación incluye una frase que suscribiría el Oesterheld real, no el pasteurizado de las apps: “estar divididos y cuidando cada cual, en forma aislada, su supervivencia, es la peor respuesta”. Siempre, ante cualquier pregunta que ponga en duda el pan de cada día.