Detención de Milagro Sala: la lógica de Cambiemos

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Detención de Milagro Sala: la lógica de Cambiemos

18 Enero 2016

Por Mauro Benente

La de Milagros Sala no es la primera detención por ejercer el derecho a la protesta y a peticionar a las autoridades. De hecho nuestra historia no solamente carga con detenciones y condenas, sino también con muertos por protestar defendiendo los derechos de todos y todas. Tampoco es la primera muestra que la Alianza Cambiemos utilizará la represión como modo de administrar los conflictos,  que en muchos casos son y serán consecuencia de su propia política económica. Sin embargo el arresto de la militante, ese acto violento de quitar la “grasa” llevado adelante por un Estado que se perfila bien delgado, parece distinto. Pareciera como si no tuviéramos un lenguaje disponible para dar cuenta de aquello que representa el arresto de la militante política. Recordemos que sin siquiera estar procesada –no estamos frente a una prisión preventiva- Milagros Sala fue detenida en una causa en la que se la acusa de instigar a cometer delitos y tumultos.

La fundamentación de la orden de detención tiene varios aspectos preocupantes. De una primera lectura, parece indicar que si convocar a una protesta implica instigar a cometer delitos, todas y todos que alguna vez hayan organizado una convocatoria pública deberían ser investigados y eventualmente condenados. Y en esta lista deberían encontrarse no solamente los referentes de movimientos sociales, sino también –y sólo a modo de ejemplo- los fiscales que hace un año organizaron un corte de calles para repudiar la muerte del fiscal Alberto Nisman. De todos modos, de una lectura más refinada surgen otros problemas.

La orden de arresto de funda en las obstrucciones al proceso desarrolladas por Milagro Sala, y en la flagrancia de sus acciones. Tratándose de una orden de privación de libertad, y de criminalización de la protesta, creo que los argumentos son insuficientes. Por un lado se afirma que no haber levantado el campamento indica que Sala no se ajusta a la ley y está entorpeciendo la investigación, argumento que es problemático porque si se la acusa de organizar el acampe, mantenerlo no impide que se siga investigando cómo se lo organizó. Por otra parte, se sostiene que continuar con el campamento constituye una flagrancia que habilita la detención, situación que también parece complicada puesto que Milagro Sala no se encontraba en el acampe al momento de su detención. Si bien creo que la fundamentación de la orden de detención resulta discutible, quisiera concentrarme en algunos aspectos más generales de la criminalización de la protesta.

En términos generales la jurisprudencia argentina, y la mayoría de los académicos y académicas, han sido especialmente hostiles hacia la protesta social. En algunos casos se ha sostenido que el derecho a protestar debía ceder ante el derecho a circular en vehículo particular o transporte público, mientras que en otros casos el argumento ha sido todavía más escandaloso: como la democracia se reduce al ejercicio del sufragio y el pueblo solamente puede deliberar a través de sus representantes, todo acto político que desbordando esa raquítica institucionalidad se atribuya la representación popular, debe ser tenido como un acto sedicioso. Sin embargo, si leemos el relato de los hechos que se construye en la orden de detención el problema es todavía más grave: ni siquiera se narra que se trata de una protesta. De la lectura del relato surge que el 14 de diciembre de 2015 Milagros Sala organizó un campamento en una plaza pública y en las calles aledañas, pero de la narración no surge si se trata de un campamento en protesta de nuevas medidas adoptadas por el gobierno de Morales o se trata de un campamento de una colonia de vacaciones. No se menciona ninguna dimensión política de estas acciones colectivas, excepto que con ellas se busca “lograr un efecto intimidante y desestabilizador.” El primer paso de la criminalización de la protesta parece haber sido, directamente, borrar toda huella de protesta y presentar las acciones como simples delitos.

Además de lo anterior, creo que hay dos aspectos del proceso judicial y de la orden de arresto que me parecen especialmente lamentables, y que se inscriben en la construcción política, estética y discursiva de Cambiemos. Por un lado, resulta alarmante que la denuncia haya sido promovida por el propio Gobernador de la Provincia, en un gesto bien característico del gobierno de Cambiemos: ocultar mostrando. En este primer mes de gobierno, la Alianza Cambiemos ha ocultado que no todavía no ha dialogado con movimientos sociales, con buena parte del sindicalismo, pero lo hace mostrando un diálogo fluido con los periodistas. Apelando a una estética publicitaria del diálogo, el gobierno no solamente no dialoga con sectores políticos y sindicales, sino que además les envía las fuerzas de seguridad. Pero creo que hay algo más profundo.

Según entiendo, el individualismo y el egoísmo no han sido el simple resultado de las políticas neoliberales, sino que éstas necesitan que los sujetos se conciban a sí mismos en términos individualistas. Dicho de otro modo, para ser exitosas, las políticas neoliberales necesitan que los sujetos se comporten de modo egoísta, y por ello el individualismo no es un simple epifenómeno del neoliberalismo. En este sentido, no llama la atención que la interpelación de Cambiemos apele al individualismo. Durante su campaña electoral Mauricio no interpelaba a trabajadores, estudiantes, científicos, sino que convoca a esos individuos aislados y egoísta. En lugar de visitar los sindicatos, los centros de estudiantes, las organizaciones de mujeres, y los centros culturales -espacios paradigmáticos de lo público y lo común-tocaba timbre y visitaba los hogares: ese espacio privado, egoísta y alejado de los demás. Del mismo modo, ya en la Presidencia, no convoca a actos públicos y comunes sino que continúa con la práctica de llamar por teléfono a los hogares, para hablar con los vecinos. En este orden de ideas, no es casual que la carátula de la investigación no sea el entorpecimiento del del transporte –el más utilizado para criminalizar la protesta- sino el de la organización de una acción colectiva. La organización de una protesta, de una acción colectiva, la reivindicación de un espacio público no estatal, en términos más generales la política pensada a partir del paradigma de lo común, parece atentar contra las premisas políticas y discursivas del individualismo pregonado por Cambiemos. Frente a la organización política, la solución brindada se ajusta incluso a la gramática de las fuerzas de seguridad: dispersar.