El ojo blindado: a 16 años de la masacre de Puente Pueyrredón

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El ojo blindado: a 16 años de la masacre de Puente Pueyrredón

26 Junio 2018

Por Javier Mujica Ríos

Los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, ocurridos durante la jornada de movilización piquetera del 26 de Junio 2002, marcaron el cierre de una época de crisis institucional reinante en el país desde los años 90, acentuada en 2001. A 16 años de la “masacre de Avellaneda” los sectores involucrados analizan los hechos, que fueron reflejados por las lentes de los fotógrafos que cubrieron la noticia y produjeron un vuelco en la información primaria.

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Municipalidad de Avellaneda, oficina de Prensa y Ceremonial junio de 2002

La noticia de los enfrentamientos en el Puente Pueyrredón aquel 26 de junio cerca del mediodía aquel, corrió como reguero de pólvora en la Municipalidad de Avellaneda y en el país. El jefe de prensa llamó a uno de sus colaboradores y le pidió ir urgente al Puente y luego a la estación de trenes de Avellaneda, ubicada sobre la Avenida Hipólito Irigoyen, a 200 metros de Avenida Mitre. Le dio un celular tipo Handy y le advirtió:”te van a llamar de Radio 10, tenelo prendido y atento”. Eran las 12.17

“El tema de los piquetes y del posible corte simultáneo de los accesos a la ciudad es una de las mayores preocupaciones del Gobierno en lo relativo al conflicto social, que ya registró más de 11 mil manifestaciones en los primeros cinco meses del año, según datos de la Secretaría de Seguridad revelados ayer por Clarín [...]. Álvarez advirtió que si se cortan todos los accesos al mismo tiempo será tomado por el Gobierno como “una acción bélica”. [...] El Gobierno ya recibió críticas de algunos sectores que creen que ha mantenido una actitud “demasiado pasiva” frente a los cortes, y reclaman “mano dura” con los piqueteros”

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Entrevista a Oscar Laborde

Oscar Laborde fue intendente de Avellaneda en el período 1999-2003 por la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación, conocida como la Alianza, luego de una reñida elección en el año 1999 que colocó en la Presidencia a Fernando De la Rúa. Hoy es Embajador, Representante Especial para la Integración y la Participación Social (REIPS) para el Mercosur, de la Cancillería Argentina.

En el ámbito municipal, Laborde quitó del sillón a quien ocupaba ese cargo desde 1989, Baldomero Álvarez de Olivera, quien era Intendente desde 1989.

- La mañana del 26 de junio de 2002 se percibía algo raro en el ambiente con la toma del Puente Pueyrredón. ¿Tenía usted algún dato de lo que podía suceder durante el desarrollo de la jornada piquetera de ese día?
- Durante toda la semana previa hubo señales preocupantes. Desde distintos funcionarios
nacionales se advertía que el corte del puente significaba una declaración de
guerra, inclusive Carlos Ruckauf había hecho en esos días una reivindicación de
su firma avalando el decreto de Isabel Perón que estipulaba el “aniquilamiento
de la subversión” en el año 1975; pero además me llamó mucho la atención que se
había ordenado la evacuación de camas en el Hospital Fiorito. Era evidente que
algo se estaba gestando…

Al embajador Laborde le tocó gestionar en tiempos de crisis y vivir desde cerca los asesinatos de Kosteki y Santillán aquel día. La oficina en el Palacio San Martin donde funciona Cancillería, es amplia. El sillón alto de cuero que ocupa el ex Intendente, da la espalda al ventanal, que a su vez asoma a la Plaza del mismo nombre.

-¿Cómo era hasta entonces su relación con los Movimientos Piqueteros de Avellaneda?-

-Nosotros, frente a la situación social y política que se estaba viviendo creamos un Comité
de Crisis que funcionaba en Cáritas y donde entre otros sectores, estaban representados los movimientos sociales o piqueteros.-

Avellaneda, junio 26 de 2002

-“Hola Javier, soy el productor de Radio 10. Vas a salir en el programa de Chiche a las 14,10 es la primera nota y debe ser impactante. Por favor sácame al aire a algún comerciante asustado o que le hayan roto el local y decí que por ahí paso la horda Humana arrasando con todo, mujeres, niños y encapuchados !!!! “.

Siempre que la memoria me lo trae al consciente suena esa frase: Horda humana, horda humana… Años sin poder borrar esas dos palabras asociadas que no dicen nada y dicen tanto.

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Los hechos. Puente Pueyrredón y estación ferroviaria Avellaneda, 26 de junio de 2002

El miércoles 26 de junio de 2002 más de cinco mil personas pertenecientes a organizaciones piqueteras de la zona sur del Gran Buenos Aires se dirigían a cortar el Puente Pueyrredón, principal acceso entre las ciudades de Avellaneda y Buenos Aires, cuando fueron cruelmente reprimidas por un operativo combinado de cuatro fuerzas de seguridad. Dos muertos, más de treinta heridos de bala, cerca de doscientos detenidos y miles de personas huyendo atemorizadas ante el despliegue de una violencia arbitraria y desproporcionada, dieron lugar a lo que se recuerda como la masacre de Avellaneda:

El asesinato a sangre fría de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Un grupo de uniformados, entre ellos el comisario inspector Alfredo Fanchiotti y el cabo Alejandro Acosta, ajustaron sus correajes, cargaron sus armas, cuando aún no era pleno día en Avellaneda y salieron con los dientes afilados, sin saber que terminarían imputados por 2 homicidios y 7 tentativas de homicidio, por el delito de encubrimiento agravado que incluyeron a los por entonces policías Félix Vega, Gastón Sierra, Lorenzo Colman, Carlos Quevedo y Mario de la Fuente y por el delito de usurpación de “títulos y honores”, al actuar como policía durante la represión (ex policía Francisco Robledo).

El juicio se estiró desde mayo de 2005 hasta el 9 de enero de 2006, cuando el Tribunal Oral Nº 7 de Lomas de Zamora condenó a reclusión perpetua a los dos primeros y a penas menores a los restantes.

“¿Qué ven…, pero qué ven?”, preguntaba, casi amenazaba, uno de los periodistas… Silencio, hasta que otro dijo, “¡Está vivo!, ¡El muerto está vivo!”. Una nota emitida por la señal TN en forma reiterada presentó una entrevista a un joven en el GBA, que decía que el que estaba en la tapa de Clarín, en forma borrosa era Darío Santillán.

Como un Blow-Up al revés, la foto de Pepe Mateos mostraba que el muerto estaba vivo. Hasta que llegó Fanchiotti, claro.

“Hola Chiche, estamos debajo del Puente Pueyrredón, por aquí pasó la horda humana arrasando con todo. Comercios, locales, personas comunes fueron avasallados en su paso, por el grupo de piqueteros que luego se dirigió a la estación de Avellaneda…”

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Laborde 2

“Almendra se llama la nena de ese portarretrato y es mi nieta”, asegura el ex­-embajador Oscar Laborde mientras señala la foto que se apoya sobre un rincón de su escritorio. Al lado hay otras imágenes enmarcadas, una junto a sus hijos, dos mujeres y un varón y otra con su esposa.

Laborde se apoya y se reclina cada vez, reflexiona ante cada pregunta y contesta con certeza apoyando las manos en un antiguo mueble de madera estilo Luis XV con detalles de bronce dorado en las patas y las manijas de los cajones. La araña de hierro forjado y cristal cuelga a tres metros de nuestras cabezas e ilumina mucho menos que la luz del sol que ingresa por la ventana lateral.

-¿Con el hecho consumado, cuál fue su postura como Intendente?

- La postura era tener las puertas de las dependencias municipales abiertas, para que, como efectivamente sucedió ante la represión, los manifestantes pudieran alojarse en ellas; lugar
que sería muy difícil que las fuerzas represivas atacasen o quisieran invadir.
Cuatrocientas personas al momento de producirse los hechos pudieron refugiarse en áreas del
municipio; es más, la persona que va a auxiliar a Darío Santillán, que lo carga
en la camioneta y termina muriendo en sus brazos camino al Hospital, es un
trabajador municipal. Esa era la actitud que tuvimos, de completa solidaridad.

- La primera versión hablaba de peleas entre fracciones piqueteras, luego de asesinatos de parte del Estado. ¿Cuál fue su posición ante los Gobiernos de Provincia y Nación ante eso?

-Frente al relato de los hechos que empleados del municipio y compañeros me hicieran,
viajé a informar al Gobernador Felipe Solá de la situación; en verdad costó que
creyeran la versión de los hechos que le estaba transmitiendo. Además cuando públicamente
manifestamos la participación de la Prefectura en la represión, tuvimos muchas
presiones desde el Gobierno Nacional que trataron de deslegitimarnos, e inclusive
diarios como Clarín, planteaban que nuestros argumentos pretendían trasladar la
responsabilidad al gobierno nacional.

Los hechos corroboraron que todo lo que dijimos era cierto y que hubo una responsabilidad absoluta del gobierno del Presidente Eduardo Duhalde; inclusive que muchas acciones estuvieron planificadas y monitoreadas por distintos funcionarios de su gobierno.

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“Chiche, le voy a pasar con Cesar y su señora, son los dueños del local que fue arrasado por los manifestantes en su paso como horda humana por la Avenida Mitre rumbo a Pavón”…

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Frente Popular Darío Santillán

Monte Chingolo, Lanús.

El cartel del frente está pintado a mano y se lee: “Predio Frente Popular Darío Santillán”. A la izquierda, una garita que en un momento pudo haber sido de seguridad, indica la entrada al lugar. La barrera está mitad levantada, o caída, depende según cómo se la mire. La rodean muchos perros. De todas clases, altos, bajos, de raza, callejeros, cruzados. Perros blancos, grises, negros, perros sin raza y sin apuros.

Desde este lado de Avellaneda se divisa el predio. Un rectángulo de dos mil metros cuadrados que en su etapa de gloria supo albergar a más de 200 operarios. Se trata de la ex metalúrgica Roca Negra, que quebró a finales de los 90 como resultado del modelo exportador y liberal del menemismo.

-¿Busca a Leo? - Me preguntan desde la garita.

- Si- respondí dudando, algo asustado porque los perros se abalanzaban sobre la camioneta impidiendo que avance. Adentro, más adelante, se lee en un cartel en altura “Bachillerato Popular Roca Negra” y debajo un mural pinta la escena. Un ángel sobrevuela la pared y el edificio, tiene la cara de Darío Santillán, el joven asesinado por la policía al mando del comisario Franchioti en la jornada piquetera del 26 de junio de 2002 en Avellaneda.

“Hubo un clima de guerra previo, las declaraciones del Ministro de seguridad Bonaerense Juan José Álvarez, de Aníbal Fernández y del arco político pidiendo que se terminen los cortes y las protestas generando un escenario del que Duhalde tomó nota y actuó en consecuencia, envalentonado por el establishment y los intereses de medios masivos u oficialistas de entonces como Clarín. Que luego además atribuyó las muertes a peleas internas del Movimiento y después debió desdecirse ante la sociedad. Hay fotos en esta sede que te muestran cómo fue presentada la noticia por diferentes medios. Yo tenía 18, 19 años por entonces pero Darío también era muy joven y su lucha había empezado mucho antes”.

“El tema de los piquetes y del posible corte simultáneo de los accesos a la ciudad es una de las mayores preocupaciones del Gobierno en lo relativo al conflicto social, que ya registró más de 11 mil manifestaciones en los primeros cinco meses del año, según datos de la Secretaría de Seguridad revelados ayer por Clarín [...]. Álvarez advirtió que si se cortan todos los accesos al mismo tiempo será tomado por el Gobierno como “una acción bélica”. [...] El Gobierno ya recibió críticas de algunos sectores que creen que ha mantenido una actitud “demasiado pasiva” frente a los cortes, y reclaman “mano dura” con los piqueteros”

(Reunión de ministros, funcionarios de Justicia y jefes de Fuerzas de Seguridad. Buscan frenar cortes de puentes, Clarín, 19/6/2002).

-¿Había empleados de la ex Roca Negra en los inicios de la actividad en este predio?

- No, asegura Leonardo. Este fue y es un espacio compartido, en principio por Movimientos piqueteros y desocupados como la Corriente Clasista y Combativa Aníbal Verón, el Movimiento de Tierra y Desocupados de Solano y Lanús, nucleados en una causa en común de lucha y en las maneras de mirar la construcción social como la tenían los compañeros que dejaron la vida y siguen muriendo por la bandera de la igualdad social”.

La resaca del invierno penetra en los huesos. Es temprano en el conurbano bonaerense. No tanto, pero es la mañana aún. Una avenida que también es ruta provincial separa Monte Chingolo de Villa Dominico. Resulta difícil cruzar el camino General Belgrano sin toparse con pozos, baches y verdaderos cráteres que imposibilitan el transito normal de autos y camiones por la avenida que separa Lanús de Avellaneda y es símbolo de disputa de años entre los gobiernos locales, provinciales y nacionales. Unos aducen que es responsabilidad del otro la reparación y así la pelea lleva años sin respuesta.

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Avellaneda

La sede madre de la Universidad Nacional de Avellaneda está en España y Colón, un edificio viejo y moderno a la vez. Su fachada casi intacta remite a sus orígenes, el Mercado de Abasto de Avellaneda. En la vereda lateral aún perduran algunos carros que los changarines usaban para transportar la mercadería desde el puesto de venta a la calle. El barrio sigue muy parecido según cuentan los vecinos.

En un aula, sentado y leyendo un libro, se encuentra mi entrevistado. Ariel Penissi, Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA), docente titular de Cátedra Historia Social Argentina, Universidad Nacional de Avellaneda. Es más joven que el redactor de esta nota pero los atraviesa la misma historia. La crisis de 2001 y los asesinatos de Kosteki y Santillán de la jornada piquetera del 26 de junio de 2002 nos encontró en la calle. En diferentes lugares por cierto, igual que ahora.

- ¿Cuál fue el rango distintivo de la creación del Movimiento Piquetero?-

-El Movimiento piquetero, no sólo que no tiene una representación política ni dirigencial directa sino que prácticamente no la buscan, no la necesitan ni quieren. De esa manifestación legendaria en Neuquén y trágica por la muerte de Teresa Rodríguez, se van conformando distintos núcleos que se destacan y resultan llamativos por su carácter crítico, en ese momento, acerca de las figuras de liderazgo político.-

- ¿El cese de protestas del Movimiento Piquetero obedece a los asesinatos de Kosteki y Santillán en el año 2002?-

- Para eso deberíamos preguntarnos desde que óptica se lo mira. La lógica del MP no es perpetuarse en el tiempo sino que obedece a reclamos muy puntuales y ante ciertas condiciones políticas, laborales o sociales y se pueden seguir dando esporádicos reclamos. En los procesos de subjetivación, los sectores que son partes se construyen así mismos de manera diferente precedente a esa situación, es decir que algo pasa en términos subjetivos y les da un plus a las personas que reaccionan ante determinadas situaciones.-

Ariel se detiene, piensa, respira y amaga con abrir su celular, nos interrumpe la llegada de estudiantes de su materia pero amablemente les sugiere silencio. Un silencio que también marca la escena, lo imagino en la mirada de aquellos que escucharon los disparos en la estación Avellaneda cuando los jóvenes yacían en el suelo.

- Pero hoy, años después, no han cambiado demasiado algunas situaciones…

- En torno a eso hay una discusión. Es cierto que en términos macro económicos 2002-2006 hubo 4 millones de personas que volvieron al empleo formal, la construcción de viviendas y la forma de cooperativas hicieron que esa masa demandante de alguna manera acallara sus reclamos. Hoy la disputa está dada desde el empleo y la precarización laboral existente.-

El 2001 deja una marca importante en los actores, que luego se manejan de acuerdo a esa marca, en mayor o menor medida. Algunos ven con buenos ojos la incorporación al aparato gubernamental, que produce en esa instancia, otras posibilidades que no ejercía el Estado hasta ese momento y otros forman parte de un bloque heterogéneo oficialista aunque sin estar en la función pública y van conformando militancia y terceros que se mantienen con la autonomía del Estado y el Gobierno, pero es para estudiar con detención la aparición de la CTA ya que desde que nace, realiza la marcha Federal con De Genaro y Lozano a la cabeza, logra tener 1 millón y medio de afiliados, logra la convocatoria del Frenapo (Frente Nacional contra la pobreza) tiene una ascendencia y una presencia muy impactante en la escena pública y política pero termina con sus dirigentes también Partidarios por diferentes sectores de la política post 2001

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-“Bien Javier, seguimos después de la tanda, asegúrate de llegar a la estación para ver que sucedió en el enfrentamiento entre los piqueteros las primeras informaciones hablan de dos muertes y 20 heridos, volvemos tras los auspicios…”

-Ok Chiche, hasta luego…

El camino hasta la estación fue preocupante. Sentía el cronista que estaba diciendo lo que querían que diga, por otra parte aún no estaba claro lo sucedido esa mañana. La policía amenazaba y no dejaba pasar a nadie a cien metros de las vías sobre la avenida. Mujeres con niños llorando, olor a pólvora en el aire y una cortina de humo que se abría con el paso de una ambulancia.

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El Ojo blindado

Dos reporteros, Mateos -de Clarín- y Kowalewski -fotógrafo independiente que cubría actos de las Madres de Plaza de Mayo y se ganaba la vida, como él mismo lo dijo, como “fotógrafo de ceremonias familiares” vieron sus vidas convulsionadas a partir de aquella jornada. Las 240 imágenes que registró Mateos y las fotos que tomó Kowalewski, con una máquina “absolutamente manual” y reveló en su propia casa, fueron incorporadas a la causa y, finalmente, fueron pruebas irrefutables para demostrar el accionar criminal de los policías.

Kowalewski reveló los rollos al día siguiente. Se comunicó con la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) para avisar de la importancia de sus registros. Se pusieron en contacto con Página/12.

Alejandro Elías, por entonces editor de fotografía de Página llamó entonces a Kowalewski y le pidió el material y le preguntó por los honorarios que pretendía por el material. El precio fue que “cualquiera que las quiera pueda usarlas de la misma manera que ustedes: gratis”. A instancias de su compañera hizo, horas después, una corrección a su demanda y le propuso al diario que compraran medicamentos para entregar al MTD de Almirante Brown.

Después de escuchar la declaración, el fiscal Bernardo Schell pidió la exhibición de un video. Las imágenes mostraban a Fanchiotti revisando a Santillán, sin preocuparse por las heridas provocadas por las propias balas policiales.

Se escucha una voz -Eh, viejo. Mirá que te estoy sacando fotos”.
El fiscal interroga: -¿Reconoce esa voz?
-Sí, soy yo. – responde Mateos.
-¿Por qué dijo eso?- repreguntó Schell.
-Yo, generalmente, cuando hago fotos no intervengo. Pero era una manera de pedirle un poco de piedad, después de ver cómo arrastraban y palpaban a Santillán.

Mateos también dio testimonio durante el juicio. Estaba en la estación, mirando el cuerpo de Kosteki y “en eso, entró la policía levantando las armas. Escucho gritos y veo que Darío Santillán sale corriendo con otro muchacho que no sé quién es. Los policías gritaban. Escucho dos o tres disparos y quedo paralizado unos segundos. Cuando salgo al patio veo el cuerpo de Darío moviéndose. Y enseguida percibo al comisario muy nervioso. Casi inmediatamente dos policías levantan a Darío de los brazos y lo arrastran. Era una situación muy desaprensiva. Él intenta un gesto, pero no puede moverse, y lo dejan tirado en el puesto de diarios. El comisario lo palpaba, yo interpreté que le pegaba. Le advertí que le estaba haciendo fotos, para que lo dejara tranquilo. El comisario me miró y me dijo algo que interpreté como una puteada”.

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-“Así es Chiche, estamos en la Estación de Avellaneda, una sensación extraña. Parecen rastros de una película de acción, policías, mujeres, niños y mucho humo rodeando el ambiente, se dice que la policía atacó….

-“Gracias Javier Rios desde el lugar, seguimos en un instante, tenemos en línea al Gobernador de la Provincia, Felipe Solá, buenas tardes…”-

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“Desde La Plata, el gobernador Felipe Solá reportaba a Olivos que la Bonaerense no se hacía cargo de los disparos que mataron a Kosteki y Santillán. Poco le duró esa postura. La aparición de las fotografías lo llevó a corregir su posición inicial y expresar, ahora que el comisario inspector Alfredo Fanchiotti era un “psicópata, un demente”. “Me mintió”, aseguró el mandatario y agregó que creía que “también les mintió a sus superiores”.

“Había recibido una llamada telefónica, desde Olivos. Se hizo rogar, ignorante del sacudón que recibiría su carrera política y el gobierno de quien lo había colocado al frente de la provincia cuando Carlos Ruckauf decidió abandonarla. Solá tendría que ajustar esa tarde –noche su relato a la verdad, a esa altura documentada en los archivos digitales de Mateos. Le hicieron entender que la llamada era por un asunto gravísimo y, entonces sí, respondió. Enmudeció cuando le transmitieron el mensaje de El Jefe -como se gustaba llamar a Duhalde por entonces- haciéndole cambiar el discurso, tras comprobar que las fotos mostraban de modo irrefutable que los asesinos estaban en la Bonaerense y no entre los piqueteros”

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Duhalde. El otro.

Otro actor de los hechos fue Eduardo Duhalde convertido en presidente de la Argentina, de la inestabilidad política, la volatilidad partidaria, la convertibilidad y el corralito desde el primer día del 2002, cuando la Asamblea Legislativa en medio de los desórdenes en las calles de Buenos Aires, decidió convocarlo para poner fin al caos desatado tras la huida de Fernando de la Rúa con mandato hasta el 10 de diciembre de 2004.

El Gobierno guardó silencio durante las ocho horas posteriores de producidos los asesinatos, algo que destacó la edición del día 27 de Página/12. El primer relato de los acontecimientos estuvo a cargo del secretario de Seguridad Interior de la Nación, Juan José Álvarez, quien buscó presentar los hechos desde una óptica policial, en la que la protesta se desbordó producto de una interna piquetera. El propio ministro del Interior, Jorge Matzquin brindo una conferencia de prensa, en la cual no descartó que los grupos de “piqueteros” se hubieran enfrentados con armas entre sí.

Sin embargo, ese miércoles de comienzos del invierno austral, estos hechos hicieron tambalear la estrategia de estabilización del propio Duhalde. Decidió evitarlo con una jugada dramática, el 2 de julio, anunció el adelanto de las elecciones presidenciales de septiembre a marzo de 2003 y el 18 de noviembre, por acuerdo de los poderes políticos, se estableció el 27 de abril como fecha definitiva de los comicios, con asunción del nuevo binomio el 25 de mayo.

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Al término de esta crónica el Senado de la Nación aprobó el cambio de nombre de la estación Avellaneda del ferrocarril Roca por el de “Kosteki y Santillán”.

Lo demás ya es historia conocida, la década ganada o la década perdida. Según con que ojo se la mire.

* La crónica se publicó originariamente en La Tecla eñe