“A Carlos Jáuregui lo considero un formador de activismo LGTBIQ y un militante social importantísimo”

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“A Carlos Jáuregui lo considero un formador de activismo LGTBIQ y un militante social importantísimo”

23 Noviembre 2016

Por Juan Manuel Ciucci

APU: Se cumplen 20 años de la muerte de Carlos Jáuregui, has organizado varios homenajes hacia su persona, ¿qué te movilizó a ello, y qué querías rescatar de él?

Gustavo Pecoraro: Es un interés personal, pero que tiene un trasfondo político. Yo fui amigo y compañero de Carlos desde el ´84, ingresé a la Comunidad Homosexual Argentina, hasta el ´96 cuando fallece, y en esa época militábamos en Gays por los Derechos Civiles. A Carlos lo considero un formador de activismo LGTBIQ, y un militante social importantísimo para nuestro país, un visionario. Y hay algo que tiene que ver con el rescate de esa memoria y de su rol militante en los ´80 -´90: cuando volví a la Argentina en 2010, estuve muchos años viviendo afuera, sentí que Carlos no estaba. Por supuesto que estaba en el recuerdo, en el corazón de las amigas y amigos que compartimos militancia y amistad con él, pero no estaba en el activismo, en el movimiento LGTBIQ. Era como un recuerdo muy lejano.

Y hay una realidad: muchos de sus contemporáneos murieron a causa del VIH Sida, otras y otros estaban más grandes y con otras ubicaciones políticas. Y el activismo joven, valioso para las conquistas que se lograron en la década del 2000 (Matrimonio Igualitario y la Ley de Género) quizás peca de tener una mirada muy pequeña hacia el pasado. Tiene una fuerza arrolladora, y sin el activismo joven no se hubieran logrado las conquistas de la nueva etapa, pero desde mi punto de vista creo que le falta mucha formación, mucha elaboración. Más allá de la teoría, pero una elaboración que está pegada a la praxis temporal de otras generaciones. Ver cuáles fueron los errores, los marcos marcos políticos y sociales donde se realizó esa militancia.

Entonces empecé a sentir que necesitaba hablar de Carlos, necesitaba traerlo. Organizamos desde un programa radial que tenía en Fm La Tribu las Jornadas Homenaje Carlos Jáuregui que se mantienen, y que a través de los años empezaron a cobrar otra dimensión. La primera muy ligada al recuerdo y homenaje a las víctimas del VIH, pero luego se transformó en una propuesta cultural. A partir del segundo año las organizamos con Casa Brandon, las compañeras que tienen el centro cultural en Villa Crespo, y logramos instalarlas. Siempre vamos a la Plaza Carlos Jáuregui en Cochabamba al 1700 y es un espacio que habitamos.

APU: Este año has presentado una película El puto inolvidable, y el libro Acá estamos..

GP: Empecé a pensar en otro tipo de homenajes, ahora que se cumplían los 20 años de su muerte. Vos nombrabas al libro que edita la Legislatura y del cual participan legisladores como Pablo Ferreyra o Maximiliano Ferraro, más un montón de compañeras y compañeros Carlos y referentes de la academia y del periodismo. Y también está el documental El puto inolvidable, del cual soy co-guionista, y es un proyecto personal, más ligado a la producción que llevó adelante Lucas Santana, que es el director. Y después este proyecto que ya está a punto de concretarse, que es el de nombrar a la Estación Santa Fe , que cruza las avenidas Santa Fe y Pueyrredón de la Línea H, como Santa Fe – Carlos Jáuregui. Desde ese punto de vista creo que sí, que le he puesto el cuerpo, que está bueno, y que está bueno reconocerme después de llevar 6 años adelante las jornadas y todo esto para traer de nuevo a Carlos acá, estoy contento con mi tenacidad. Y haber podido sumar más posibilidades para el recuerdo.

APU: Me interesaba de la película la recuperación de su militancia política, y cómo eso impacta en su militancia por los derechos del movimiento LGBTIQ…

GP: Yo estoy formado en el marxismo, aunque tengo ahora otras interacciones ideológicas, siempre creo que hay que analizar los contextos políticos y sociales de las épocas en que nos movemos. Es injusto analizar a Carlos desde el hoy, como hacen algunos estudiantes o intelectuales becarios del Conicet, sin analizar y sin entender lo que era la realidad social post dictadura para nuestro colectivo. Lo que contamos en el documental es que con el regreso de la democracia en el ´84, los putos, las tortas y los travas seguíamos siendo ciudadanos de segunda. Lo seguimos siendo muchísimos años más, en algunas cuestiones como en la igualdad de poder transformar nuestras relaciones familiares en legales, como el Matrimonio Igualitario e incluso con la Identidad de género para las personas trans y travestis que se auto-percibían según su decisión. Pero para nuestro colectivo desde el año ´84 hasta el ´96 cuando en la Ciudad de Buenos Aires se derogan los edictos policiales, había leyes heredadas de la dictadura y de mucho antes incluso, que le permitían a la policía y a los servicios detenernos en la vía pública. Ya la detenciones eran arbitrarias, pero para esto además tenían recursos legales: existía una ley de averiguación de antecedentes, habían edictos policiales que les daba potestad a la policía para detener arbitrariamente a quien considerara “sospechoso” por merodear en la calle, por no llevar ropa acorde con su sexo, etc.

Todas cuestiones que tenían que ver con la represión hacia la identidad, específicamente. Entonces me parece que hay que analizar desde ese punto de vista: nos llevaban presos, nos detenían arbitrariamente. A eso salimos a responder, era lo más inmediato, había razzias en los bares y boliches donde íbamos a bailar o a conocer a otro tipo, llegaba la policía, prendía las luces y te llevaba preso. Y eso significaba que exponía a la gente que estaba en un armario con su sexualidad o su orientación sexual a problemas con su familia, a perder los trabajos, a problemas en su edificio. Problemas que realmente pueden llegar a destruir la vida de una persona. Por eso otro de los grandes méritos de Carlos y de los militantes que estábamos en la CHA en esos momentos, y que luego formamos Gays por los Derechos Civiles, era la visibilidad. Para nosotros era importantísimo poder salir a la calle y decir somos gays, estamos orgullosos, somos visibles. Porque eso lo que hacía, si bien no era muy popular en nuestra comunidad, porque éramos los que movíamos el avispero… a veces volanteabas o pedías una colecta en un boliche y te decían “yo vine a bailar, no queremos hacer esto… Pero eso determinaba que en los momentos e necesidad sabían a quién referenciar, cuando la cana venía nosotros teníamos un servicio legal que orientaba de cómo poder salir del embrollo de una detención arbitraria.

Desde ese punto de vista creo que también a la militancia hay que marcarla y analizarla desde la profunda soledad para con los partidos políticos y el Estado. Eso es algo que cambió cualitativamente, ahora cualquier partido político hace “políticas” hacia la diversidad. Y está bien, a mí me parece bien. Siempre digo: bienvenidos los partidos a la diversidad. Ahora, nosotros estuvimos muchos años peleando y golpeando puertas, sin encontrar respuestas. O con la ignorancia o el desprecio como respuesta, incluso en algunos momentos con la complicidad de estos partidos y el Estado a esta represión arbitraria en la calle. No digo que eso no suceda, lo que sí es claro es que nuestro colectivo batalló para que esos recursos legales que tenía la policía y el Estado se acabaran. Eso es lo que Carlos hizo con la redacción de la cláusula antidiscriminatoria en la Ciudad de Buenos Aires, que es el artículo 11 de su Constitución, que incluye entre otros ítems la orientación sexual. y que abrió todo un panorama para sentar jurisprudencia para otras conquistas como la derogación de los edictos policiales, etc. Y además situó a la Ciudad de Buenos Aires, porque uno cree que esta Ciudad es la de estos últimos años, y es la Ciudad de Buenos Aires gobierne Groso, De la Rua, Macri o Rodríguez Larreta. Y fue ejemplo en todo el continente como la primera Ciudad que tuviera una constitución que hablaba de la orientación sexual. Fue tomada como ejemplo para generar otras constituciones en la región.

APU: Pensaba una posible herencia del trabajo de Carlos en su papel como asesor en la Legislatura, en el trabajo en leyes que permitan ampliar los derechos del colectivo LGTBIQ. ¿Lo piensa así, lo vive así?

GP: Siempre miré a las instituciones con mucho recelo, es más, las sigo mirando con recelo. Hubo un proceso de mucho trabajo en políticas hacia el colectivo con María Rachid, o Daniel Lipovetsky o Gabriel Alegre, pero se acabó, porque no están esos actores haciendo la política. Por eso cuando tuve la oportunidad de entrar a la Legislatura como para pensar una política tanto a Pablo Ferreyra como a Maximiliano Ferraro les dije “yo quiero hacer política LGTBIQ y trabajar aborto y las políticas de género que pudiéramos llevar adelante o acompañar al proceso de lucha por los derechos de las mujeres”. Y me parece que desde ese punto de vista sí hay como una herencia, pero no soy un señalado, sino que soy una persona que al ver que se iba a perder eso, di un paso adelante. Con los costos personales y políticos que significa estar dentro de una institución como la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Porque desde afuera es una cosa, pero después el trabajo parlamentario no es como el trabajo que uno hace en la calle. Uno tiene la necesidad de interactuar, de entender que las mayorías cuando son las que no te gustan de alguna manera hay que meterse para de alguna manera resquebrajarlas. Siempre cuento que la primera vez que le presentamos a alguien del PRO, del oficialismo, el proyecto de la Estación Carlos Jáuregui, ese diputado que está en mandato hoy me dijo “de ninguna manera vamos a aprobar ni acompañar este proyecto”. Después se votó por unanimidad. Entonces desde ese “de ninguna manera” a la votación por unanimidad, existió un proceso de trabajo parlamentario pero también un proceso de trabajo de apoyo popular en la calle. Fue un “nos van a decir que no, pero cómo hacemos para que nos digan que sí, sin que se pierda el sentido de la idea”. Es como lo que pasa con el Cupo Laboral Trans, con el que siento que se necesita recrear la misma situación, se necesita apretar desde varios lugares. Por ahí es más difícil o no, no lo sabemos.

En ese sentido quizás lo vea desde un lugar de aprendiz, más que de herencia. Siento que una de las cosas que los militantes o activistas tenemos que tener en claro es la posibilidad de entender que hay un montón de espacios de activismo, y a veces se queda el activismo diciendo que “el nuestro es el único válido”. Para el colectivo LGTBIQ en los últimos años existieron espacios de activismo disidente, espacios de activismo un poco más en el plano legal, en la salud, en la cultura. Y también hay compañeros y compañeras que se han dedicado a hacer el trabajo parlamentario para que salgan las leyes, y eso también es muy importante. Porque a veces como estamos “más cerca” de los que deciden el poder, es visto como que si tuviéramos algún beneficio. Y me parece que el beneficio tiene que estar marcado más que nada primero en qué agenda llevas adelante, y cómo la llevas adelante. Para mí es importante que en la Ciudad de Buenos Aires se sigan trabajando leyes hacia el colectivo LGTBIQ. el ejemplo más claro es la Ley de Cupo Laboral Trans: se caía el estado parlamentario, repensamos una estrategia y eso nos llevó a poder representar un proyecto que para nosotros tiene unas mejoras, con el apoyo de 25 diputados y diputadas de 9 bloques parlamentarios. Es un buen comienzo, va a ser una batalla dura, el oficialismo se está preparando para las elecciones, me imagino que mucho más adelantado que los otros bloques, y entonces vamos a tener que estar atentos sobre qué cosas quieren llevar adelante y qué cosas no. Y cómo presionar para que las leyes que a nosotros nos interesen se puedan llevar adelante.

APU: Este sábado se realiza una nueva Marcha del orgullo, ¿cuáles son las diferencias con aquellas primeras y qué perspectivas le ves hacia el futuro?

GP: Lo positivo es que hace 25 años que el colectivo LGTBIQ sigue en la calle, reclamando. Por supuesto con nuevos actores, nuevas personas que determinan la convocatoria. Soy uno de los impulsores de la primera Marcha del Orgullo, en aquel momento todo era “vamos a hacerla”, no sabíamos qué podía pasar, si nos iban a meter presos, si nos iba a pegar la policía. Fue una marcha muy chiquita, recuerdo que me había deprimido directamente. Porque en ese momento yo era de la vanguardia que nació con las marchas de los Derechos Humanos, esas marchas o las de la Resistencia de las Madres eran multitudinarias, y nos encontrábamos con esta marchita…
Después creo que nuestro colectivo tiene que estar siempre en la calle, reclamar en la calle, y es en la calle donde dirimís las internas. Hay mucha interna en nuestro colectivo, se meten mucho los partidos políticos, y hay muchos compañeros que lamentablemente se meten como militantes políticos a la agenda del colectivo. Y a veces eso genera que se pierda el sentido transversal que tiene nuestro colectivo. En la primera marcha estábamos los troskos, los católicos, los radicales, los peronistas, los nada, los que iban a ver si levantaban… No pedíamos carnet, tratábamos de tener un consenso. Lo que no quisiera es que la marcha de un colectivo que es variopinto quede solamente representada por unas consignas. O por una parte de referentes que hacen su propio guiño a ciertos partidos políticos. Eso me parece un error, por más que coincida más con una ideología que otra. Me parece un error, así como si ocurriera una catástrofe y todo el colectivo se volviera del PRO, o todo el colectivo se volviera trosko, tampoco está bueno. No es así, porque siempre dejás afuera a alguien. El año pasado fui una de las personas y organizaciones que impulsó que la Comisión Organizadora levantara la consigna “Justicia por Diana Sacayan” y no lo hizo, me pareció un error político gravísimo. Y sumado a eso agregó como consigna el “Amor sí, Macri no”, y llamó a votar pos Scioli, al que votamos, pero que no me parece que sea correcto. Porque eso a lo que lleva es que la gente que tiene que ir a esa marcha, después no vaya.

Y este año ocurre algo similar: por supuesto que todos estamos a favor de la liberación de Milagro Sala, pero es cierto que antes que esa consigna tendría que haberse levantado una consigna que referencia al activismo de respuesta al VIH y la Comisión Organizadora no lo hace. Entonces da pie a que los cobardes, los que quieren destruir la marcha, los boicoteadores, los que no les interesa la política, los que también son infiltrados de la derecha, y son gays, lesbianas o trans, ¿también lo son, no?; empiecen a generar estas campañas de desprestigio de la marcha. He leído cosas que no puedo entender y son inauditas, para utilizar un término comunicacional: de pibes gays escribiendo “ojalá que los corra la policía”. Es como un oxímoron desde donde venimos: a nosotros nos corría la policía, por eso salimos a hacer esta marcha, por eso salimos a organizarnos. Y ahora un puto de 20 años desde su facebook se erige en el fiscal de lo que se puede o no hacer, y además nos manda a reprimir. Entonces ante eso hay que estar en la calle. Y ante eso hay que acompañar a los compañeros, más allá de las diferencias, que se toman el tiempo de organizar la marcha. Porque no es que se organiza automáticamente, hay gente que le pone el cuerpo, y organiza. Yo no estoy en esa comisión, por lo que tengo que tener un poco de respeto hacia los compañeros y compañeras que durante meses la organizan. Es una marcha multitudinaria, hay que organizarla. Tengo mis matices, pero a la marcha hay que ir, y si no estás representado por alguna de las consignas levantas la tuya. Como hicimos el año pasado con “Justicia por Diana Sacayán”, que luego fue levantada por un montón de gente y hubo incluso organizaciones que participan de la comisión organizadora que la levantaron. Me parece que somos un colectivo que tendría que tener un poco más de sensibilidad para con los compañeros y compañeras que perdemos, y que además han hecho tanto por el colectivo. Y en ese sentido este año es muy significativo: son los 25 años de la primera Marcha, 20 años de la muerte de Carlos Jáuregui, 20 años de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, y el primer año que no va a marchar Lohana Berkins. Si sos un referente, si sos un dirigente o si querés ser un dirigente de nuestro colectivo, tenés que tener un baño de humildad y recordar esas cosas.