Dirty John: la serie basada en crímenes reales vuelve a ser un éxito

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Dirty John: la serie basada en crímenes reales vuelve a ser un éxito

21 Agosto 2020

Por Jazmín Manuel

La nueva temporada de la reconocida serie de Netflix, que en su primera entrega se centró en el caso de John Meehan –un hombre que se dedicó a manipular, controlar y estafar mujeres–, se estrenó el pasado 14 de agosto. Siguiendo el género true crime (crímenes reales), en esta segunda parte conocemos el caso de Betty Broderick, una mujer que pierde el control tras una larga lucha judicial contra su ex marido.

La historia se centra en Betty (Amanda Peet), una mujer criada en el seno de una familia cristiana y tradicional de clase alta, que, pese a la desaprobación de su madre, se casa con Dan Broderick (Christian Slater), un joven estudiante sin estabilidad económica. Con el pasar de los años, podemos ver cómo Betty se convierte en el principal sostén económico de la familia, a la vez que cría a sus hijos, mientras su esposo se forma para convertirse en un profesional exitoso que llega a tener su propia firma de abogados.

Todo parece funcionar bien, hasta que Dan la deja por su secretaria e inicia el divorcio. Es entonces que, después de años de esfuerzo invertidos en el éxito de su esposo, Betty se encuentra sola peleando por la división de bienes y la custodia de sus hijos contra su ex, un abogado de mucho poder en San Diego, que se niega a darle crédito por mantenerlo durante los años en los que se formaba profesionalmente.

La serie se centra en mostrar cómo la salud mental de Betty se ve terriblemente afectada durante los cuatro años que dura esta agotadora batalla legal. Podemos presenciar cómo la personalidad de la protagonista cambia durante los años de abuso psicológico, manipulación y violencia económica de la que es víctima, hasta llegar a un límite en el que el resultado es explosivo.

La serie, creada por la productora Alexandra Cunningham, se basa en el caso real de Betty Broderick, cuyo juicio tuvo una gran cobertura mediática en Estados Unidos y provocó distintas reacciones en los televidentes. Betty tuvo el apoyo de una gran cantidad de personas –en especial mujeres– que se vieron identificadas con la desigualdad de derechos que sufrió durante el proceso de divorcio y la humillación que padeció durante esos años. A su vez, otro gran sector de quienes siguieron el caso la catalogaban como una “loca” cegada por los celos y en búsqueda de venganza.

Más allá de lo que cada uno pueda considerar respecto a este caso, durante la serie se tocan temas que siguen siendo un problema en la actualidad: la desigualdad que enfrentan las mujeres en la justicia y la falta de mérito con la que se ve al trabajo doméstico, ejercido por mujeres que dedican años de su vida a la crianza de sus hijos, las cuales suelen depender económicamente de sus parejas. Nos recuerda, una y otra vez, que aquellos actos que socialmente catalogamos como “amor”, en realidad, se tratan de trabajo no remunerado.

Los ocho episodios con los que cuenta esta segunda temporada se pasan volando. La serie es entretenida y atrapante; nos hace viajar en el tiempo constantemente, manteniendo el hilo de los hechos y los detalles. En esta ocasión, deja atrás el abuso del recurso de tensión y suspenso que se puede percibir más fuerte en la primera temporada, haciéndola aún mejor. Una muy buena opción para quienes disfrutan de este género.

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