Malvinas: para que cuenten la de Rambo

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Malvinas: para que cuenten la de Rambo

02 Diciembre 2020

Por Hugo Robert | Ex Combatiente de Malvinas y vicepresidente del CECIM

En la imagen se puede apreciar a soldados argentinos de la Compañía B del Regimiento 7, arrastrando a compañeros muertos para enterrarlos luego de la batalla. Es la mañana del 12 de junio de 1982. Monte Longdon. Islas Malvinas. Soldados enterrando soldados. Con 18, 19 años. A algunos de la foto los conocí personalmente luego de la guerra, a otros sólo de nombre.

Yo estuve en la Compañía C del mismo regimiento y guardo los sonidos dantescos de aquella madrugada. La foto me resulta particularmente demostrativa de como vivimos los soldados la Guerra de Malvinas. Solos y arrastrando a los Compañeros. Empujándolos de alguna manera. Para seguir, para no caer. Algunos pudimos volver, otros volvieron por la mitad y 632 se quedaron para siempre.

Y lo hicimos en base a solidaridad entre soldados. Sosteniéndonos unos a otros para no caer. Para no caer.

La solidaridad entre soldados fue clave. Más allá de la mermelada que Luis Aparicio sigue reclamándole a otro soldado, más allá de algún cigarrillo hurtado o un pedazo de pan robado de alguna trinchera, la solidaridad y el acompañamiento entre los soldados, fue clave para mantenerse vivos y a salvo.

Solidaridad entre soldados, que lo salvó a Cangui de morir después del bombardeo del 12 de Junio a la mañana, solidaridad de Rolando Pacholczuk que no alcanzó para salvarle la vida al Gordo Rocha, solidaridad de los 4 soldados que en medio del bombardeo más atroz que yo recuerde, la madrugada del 14 de junio trayendo al mismo Rolando herido en una manta esquivando bombazos. Solidaridad de Javier Corbalán -soldado, por si hace falta aclarar- acompañando a Rolando agonizante en sus últimos momentos en el buque hospital Almirante Irízar.

En la Compañía A del mismo regimiento, el mayor ejemplo de solidaridad lo realizaron los soldados  Carlos Alberto Hornos, Alejandro PedroVargas, Pedro Horacio Vojkovik y Manuel Alberto Zelarrayan. Para los que no conocen la historia, los 4 soldados atravesaron de noche el río Murrel para proveerse de comida. Era el 8 de Junio de 1982 y los soldados del Regimiento 7 (repito, los soldados. Sólamente los soldados) habíamos perdido tanto peso que nos costaba reconocernos. Atravesaron el Murrel de noche , en busca de alimentos y se toparon con una casa que estaba repleta de víveres. Cargaron un bote con todo lo que pudieron e intentaron el regreso. Heroico. Los imagino a Pedro y Alejandro riendo en silencio (siempre los recordaré riendo) en esa noche oscura y fría , atravesando el Murrel con la carga más preciada con la que iban a sorprender a sus compañeros – soldados, por si hiciera falta aclarar una vez más- y, como ángeles solidarios, compartir ese tesoro alimenticio con sus amigos. No pudo ser. Volaron los cuatro y el bote al pisar una mina.

No tengo certezas, pero podría asegurar que alguno de nuestros marciales Jefes de entonces, habrá expresado “ que se jodan por insurrectos” o alguna de las delicadas frases que nos dedicaban frecuentemente.

Una vez rendidos, algunos de esos Jefes, se quitaban las insignias que los distinguían como tales, aduciendo cuestiones de seguridad que los soldados “no entienden”. A mí y a muchos soldados nos pareció más un acto de cobardía que de otra cosa. Como los repliegues anticipados de los suboficiales Ibañez (Urco, para los soldados), Caamaño (guerrero del operativo independencia, según él y recordman en los 1000m con obstáculos, según lo que se vió en Malvinas). También podría hacer mención del oficial que se escondió cuando el entonces Mayor Carrizo organizó un contraataque para ayudar a quienes se estaban replegando la madrugada del 14, pero no recuerdo su apellido, creo de origen inglés. O el primer oficial herido del Regimiento 7 , al que casualmente unos días antes de los combates, se le disparó el fusil o la pistola reglamentaria,hiriéndolo levemente e impidiendo su consagración como héroe en las posteriores batallas que no pudo -lamentablemente- disputar ya que fue convenientemente evacuado.

Tampoco recuerdo a suboficiales u oficiales estaqueados por mal comportamiento en combate o en días anteriores. Sólo soldados estaqueados. Solo soldados... Al regreso de la guerra, y luego de obligarnos a firmar que estábamos en perfecto estado de salud psicofísica y que de Malvinas no se podía hablar, la cosa no fue muy distinta.

Casi diez años tardamos los soldados en conseguir  la Pensión de Guerra y Obra Social.

¿Dónde estaban los suboficiales y oficiales de Malvinas en esos casi diez años? ¿Dónde estaban nuestros Jefes en Malvinas mientras nos cagaba a palos la Federal y teníamos que rescatar a nuestros compañeros –soldados, por si se necesita nuevamente aclarar- de las comisarías de Capital Federal? ¿Donde estaban las “gloriosas FFAA” mientras sus soldados reclamaban una pensión y seguían cayendo como moscas, suicidándose o hundiéndose en el alcohol o las drogas para superar tanto horror?

Mientras transcurrieron esos casi diez años, los miembros de las 3 FFAA participantes de la guerra, siguieron cobrando sus haberes, con Obra Social y todos los beneficios que le fueron negados a los soldados, a los que se les dificultaba enormemente el acceso al mercado laboral por su condición de Ex Combatientes.

Cuando apareció la Pensión, los sótanos de la Democracia, disfrazados con uniforme, exclamaron: ¡Somos todos iguales!! ¡¡Las balas picaban para todos!!!

Lo peor es que muchos Compañeros se lo creyeron. Eso sí que duele. Olvidaron de a poco lo vivido en la guerra y la posguerra. Y comenzaron a tender la mano a quienes aún, tienen muchas cuentas por rendir. Nunca ocultamos los buenos y honrosos comportamientos de los cuadros. Pero no hemos sido los soldados quienes intentamos tapar lo sucedido en Malvinas. Y hay cientos de denuncias en la Justicia desde hace más de trece años. Y son por torturas. Torturas a soldados. Siempre soldados.

El jueves pasado, 18 de marzo, se le intentó rendir un Homenaje al Soldado Caído en Malvinas, José Luciano Romero, correntino de nacimiento, platense al momento de ir a la guerra. Los organizadores del Acto, entre ellos la Municipalidad de La Plata, no tuvieron mejor idea que convocar y darle micrófono a Marcelo Llambía Parraz, ex militar participante de la guerra de Malvinas como oficial del Ejército, actualmente degradado ( en criollo: no es más militar), acusado de pertenecer a grupos afines al nazismo, reconocido carapintada participante de alzamientos militares en contra de la Democracia, confeso asesino de un camarada de armas en 2005 y condenado por homicidio por ese caso, con cuentas por rendir en Malvinas. Una joyita.

En un reportaje radial, la Presidenta del Concejo Deliberante Ileana Cid, presente en dicho acto, trató de deslindar responsabilidades por parte de la Municipalidad, pero sus respuestas distan mucho de la realidad. El flyer convocante muestra el escudo municipal y fue distribuido por Prensa del municipio.

También estuvieron presentes algunos ex combatientes de la región. Algunos de ellos con pasado de militancia en el CECIM LP,  hoy alejados del centro. A ellos les pregunto. ¿Qué pasó? ¿Qué nos pasó, Compañeros? ¿Desde cuándo tenemos que convocar a militares para homenajear a los únicos Héroes de la guerra de Malvinas , nuestros Compañeros Caídos?

Por cada militar que estuvo en Malvinas , hubo aproximadamente diez soldados. Diez verdaderos camaradas de José Luciano que vivieron la guerra junto a él, como la vivimos todos los soldados que estuvimos en las Islas. Apoyándonos en nuestros compañeros soldados. Cómo vivimos la dura posguerra de los inicios.

¿Es necesario convocar a un ex militar con los antecedentes deshonrosos de Marcelo Llambías Pravaz, para someter a la familia Romero a una historia de dudosa veracidad? Porque basta saber algunas de las tantas  mentiras que los integrantes de las tres FFAA les contaron a los padres, hermanos, esposas, novias al regreso de la guerra para salir espantados de esa situación. Llegaron a recomendarle a alguna madre que se ocupe mejor de los hijos “que le quedan vivos en lugar de seguir reclamando por el muerto”.

¿Es necesario reivindicarse una y otra vez con la inconducente “gesta heroica”? ¿Es necesario tener presentes en los actos a integrantes de aquellas FFAA para que cuenten “la de Rambo”? ¿No hubiese sido mejor convocar a alguno de los soldados que compartieron la vida y estuvieron seguramente a su lado , cuando el enemigo británico se llevó la vida  de José Luciano?

Puedo hasta entender la necesidad de algunos familiares del consuelo de todos, incluidas las FFAA. Pero los ex soldados les debemos la Verdad a nuestros Caídos. Les debemos, poner en palabras lo que ellos ya no pueden gritar.

Ellos son los únicos Héroes que nos dejó la guerra de Malvinas. Merecen mucho más que un relato militar, sospechado de mentiras y traiciones. Los Ex soldados Combatientes de Malvinas nunca necesitamos reivindicarnos con las FFAA para hablar de Malvinas. Nos alcanza con nuestra Memoria.