Discutir el Estado (el debate que se debe el peronismo)

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Discutir el Estado (el debate que se debe el peronismo)

15 Julio 2025

El cierre de los frentes en la provincia de Buenos Aires abre la última etapa del año electoral. En la oposición peronista puede verse una tensión entre revisar el pasado y pensar algo nuevo o ser la negación de Milei y mostrar sus daños. Los límites del armado, el miedo a profundizar las tensiones internas y la planificación en base a encuestas parece inclinar la balanza en la segunda dirección. Si los sondeos dicen que hay empate entre mileísmo y antimileísmo, hay que hacer antimileísmo. Son las únicas cosas que junta a los distintos peronismos: armar una lista y oponerse a Milei.

Sin embargo, por lo bajo, en todas las conversaciones que participo, a todo opositor de a pie que escucho, no dejo de ver un hartazgo con la dirigencia y su falta de ideas. Milei no ganó porque las cosas se hicieron bien, sino porque la situación ya era paupérrima, y no sólo era culpa de Alberto Fernández. Una compañera en una de esas charlas dijo: "todo bien con defender al Estado, pero en la salita de mi barrio dan turnos médicos de acá a seis meses".

El riesgo de una campaña que enfrente a los dañados del modelo actual versus los dañados del modelo anterior es que se mantenga la tónica del año electoral, el protagonismo de los que no quieren saber nada con las elecciones, y que sólo los votantes de Milei vayan al cuarto oscuro con cierta ilusión, esa expectativa transformadora que el presidente supo construir.

El Estado en cuestión

La gran victoria de Milei fue dotar de sentido a la palabra "casta". La casta son los políticos, pero también son los periodistas. La casta es el trabajador estatal, pero también son todos los trabajadores que tienen un salario asegurado. La casta fueron todos los que podían quedarse en casa en la pandemia. Milei encontró un significante para un significado que estaba ahí. Nació la meritocracia popular, la vieja “lógica del cazador” que Denis Merklen supo caracterizar: el que se gana el mango día a día de diversas maneras.

En los últimos tiempos, la aceleración de los cambios tecnológicos permitió al mercado permear con muchísima mayor profundidad en el entramado social que el Estado. Mercado Pago es el último derecho conquistado, la bancarización informal, la financierización popular. Uber y Rappi, una salida laboral eficaz. En este contexto, la antinomia Estado-Mercado parece inclinarse con la fuerza del poder económico concentrado y el trabajador informal.

La pregunta por el rol del Estado para un peronismo en este siglo XXI se vuelve central. Sólo la defensa de su antiguo papel queda vetusta. Si no se piensa la sociedad actual y el rol del Estado en ella, estamos en camino a revivir algo que la nueva serie de Menem nos muestra: el mercado modernizador es una linda dopamina social, al principio es rica, después te mata. Pero primero seduce.

Una nueva asignación de recursos

Milei propone una discusión extrema, ¿quién es el mejor asignador de recursos, el Estado o el Mercado? ¿Estado totalitario o libremercado extremo? ¿Cómo se organiza la sociedad? ¿Cuál es su distribución justa? ¿Quiénes ganan los torneos de fútbol, los clubes o las sociedades anónimas deportivas? En ese extremo, casi infantil, construye la antinomia. En ese terreno el mercado gana. Difícil analizar el estado en ese clivaje absoluto.

Pensar un nuevo estado requiere pensar esta nueva sociedad, y una nueva articulación que logre su objetivo primordial: resolverle los problemas a la gente. Sobre esto hay poco desarrollo en materia integral, pero sí se pueden vislumbrar diversos modelos emergentes, experimentos y propuestas que, dada la complejidad social, pueden competir o complementarse. Mencionamos cuatro ejemplos:

* Articulación sistémica:

Durante la pandemia, Cristina mencionó la necesidad de reformar el sistema de salud, repensando la articulación estado-obras sociales-prepagas. Tanto la salud como la educación o la seguridad son arietes centrales en la crisis del Estado. Pensar en su modificación no implica una política pública, sino una revisión sistémica que incluya a sectores sociales y privados. Como se suele decir, una negociación en la que todos pierden algo para que gane el conjunto.

* Competencia tecnológica:

Cuenta DNI es una billetera digital como las que ofrece el mercado, pero de la banca pública, del Banco Provincia. Con una acertada combinación de estrategia empresarial, buena publicidad, interfaz intuitiva y promociones atractivas, se convirtió en una de las billeteras digitales más usadas en el AMBA. Un modelo que puede emparentarse a YPF: un Estado que puede ser exitoso en la arena del mercado. Para esto debe incluir una lógica empresarial que tenga en cuenta la rentabilidad y eficiencia.

* Promoción y regulación:

Cuando Matías Kulfas -ex Ministro de la Producción- firmó un convenio con la billetera digital Ualá, muchos le saltaron a la yugular. ¿Cómo puede ser que el Estado le diera créditos a una empresa de ese tipo? La explicación era simple. Al igual que Mercado Pago, Ualá se estaba convirtiendo en una herramienta para el desarrollo de las micro pymes. La facilidad en la gestión y la accesibilidad lo fueron convirtiendo en complemento para el desarrollo de emprendimientos. Si el Estado no llega a todos, debe ayudar y regular a quienes sí llegan.

* Modelo comunitario:

La victoria de Juan Monteverde en las elecciones legislativas en Rosario visibilizó una propuesta política distinta. Su organización, Ciudad Futura, junto al Movimiento Evita y la UTEP vienen desarrollando en esa ciudad diversas experiencias de gestión social exitosas. Un tambo devenido en industria que hoy ya produce alimentos a precios hasta un 40% más bajos que el mercado, mercados populares de productos cooperativos, escuelas de gestión social que reciben premios por el nivel educativo. La gestión social es autónoma del Estado, construye su propio mercado, genera trabajo y beneficios a los consumidores. Un modelo equidistante del Estado y del Mercado, que conjuga la eficiencia y en el bien social.

Estos cuatro modelos presentan numerosas diferencias entre sí, sin embargo confluyen en la necesidad de dar respuestas a las transformaciones societales del presente, saliendo de la discusión Estado versus Mercado. Articular las necesidades populares con los desarrollos tecnológicos y la reformulación de un Estado que ya no sea todopoderoso, sino que inteligentemente pueda ordenar el entramado social, que fomente y controle, que se sirva de los desarrollos tecnológicos y sociales, que impulse el trabajo y el capital.

Un peronismo para un Estado

El peronismo es sinónimo de Estado, y juntos se volvieron sinónimos de casta. Casta, corrupción, despilfarro, déficit e inflación, la cadena de significantes que los une. Hasta el momento, la propuesta de campaña, el mensaje de “esperanza” que presenta la principal fuerza opositora -expresada tanto por Cristina como por Axel- es que el modelo de Milei va a caer. En las redes se celebra cada aparición de un arrepentido del voto al libertario, como si no quedara otra que una vuelta al voto peronista.

Quizá efectivamente caiga este modelo destructivo. Pero parece difícil imaginar una salida con las mismas herramientas del pasado. Si el peronismo y el Estado se alejaron de la sociedad, la tarea debería ser volver a ensamblarse. En estos cuatro modelos hay claves, hay propuestas, muchas de ellas contradictoras, pero también complementarias. Si peronismo y Estado son caras de una misma moneda, repensar el peronismo necesariamente lleva a repensar el Estado. Construir una nueva esperanza política requiere imaginar un nuevo Estado.

@carraspero (X)

@Lucio_fm (IG)