Estela de Carlotto: "Han sembrado mucho odio, mucha división, pero estamos luchando, no nos han vencido"

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Estela de Carlotto: "Han sembrado mucho odio, mucha división, pero estamos luchando, no nos han vencido"

11 Septiembre 2019

Por Daniel Dussex | Foto: Daniela Morán

La semana pasada se cumplieron 40 años de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) al país durante la dictadura cívico militar. Hablamos con Estela Carlotto sobre ese acontecimiento, la lucha de las Abuelas y también sobre momento político actual.

APU: ¿Qué significó la visita de la CIDH?

Estela Carlotto: Fue maravilloso para nosotros la venida de ellos en 1979. Hay registros fotográficos de la cola que hacíamos los familiares para entrevistarnos y pedirles que hicieran algo. A la CIDH, a las Naciones Unidas, a Amnistía Internacional, a Madame Mitterrand y a muchos países que nos han ayudado les guardamos un agradecimiento eterno porque gracias a ellos también pudimos difundir nuestra historia en el mundo, cuando desde la prensa de la dictadura se decía que acá no había desaparecidos, que éramos “mujeres locas”.

Desde la Casa de Gobierno creían que eramos débiles, nos decían se van a cansar. Se equivocaron mucho, porque el amor de una madre es inmenso y la mujer tiene una fuerza desconocida adentro. Nunca me imaginé que esta etapa, estos 42 años de mi vida iban a ser como son. Yo tenía un proyecto sereno, burgués si se quiere, sin trascendencia más que la propia, la de familia. La vida me golpeó, nos golpeó a todos pero no nos vencieron. No vencieron el ánimo de la madre, de la abuela, de mis otros hijos, de mi familia. Hoy en el siglo XXI mi familia toda es militante. Si quisieron matarnos nos sembraron, nos reprodujeron. Hasta los pequeños de mi casa hacen el signo de lucha porque aprenden, saben mucho, entienden y quieren que las cosas no queden sin la verdad, la memoria y la justicia.

A pesar del dolor, le doy gracias a la vida porque puedo decir que dejo algo, que hice algo, que no fue una vida vacía y eso me da fuerza, me reconforta. Al encontrar a mi nieto en el año 2014, lo encontramos entre todos, me fortalecí más todavía en seguir buscando a los que faltan. Con la llegada de mi nieto llegó también Laura en su sangre, en algunos gestos, algunos parecidos, no muchos, porque se parece más al papá. Está la familia completa otra vez, de alguna manera.

APU: Hablando de Laura, alguna vez mencionaste también ese comentario que te hizo aquella compañera que dio testimonio que tu hija estaba con vida, embarazada y que le dijo a los represores "Mi mamá cuando se enteren de lo que me hicieron va a buscarlos y no va a descansar hasta terminar esa búsqueda". Vos decías que no te reconocías con la entereza o la fortaleza que fuiste logrando en el camino, parece que tu hija sí ya intuía eso.

EC: Sí, yo siempre dije que Laura me conocía más que yo misma porque no era que tuviera miedo de salir a la calle y hacer una manifestación... era maestra, yo estaba preparando mis tareas, llevando ayuda a los niños tan humildes de la primera escuela en la que estuve más de quince años en Brandsen, todo el amor lo volqué allí, a mis hijos, en mi familia. Entonces digo que ella me conocía más que yo misma. Dijo mi madre mientras viva no les va a perdonar nunca esto que me están haciendo. Es cierto, no perdono, no tengo por qué perdonar nada, ni olvidar por supuesto, y seguir insistiendo que no se pierda la memoria.

El empeño de Abuelas es buscar y hacer justicia, tenemos juicios en todo el país para que no se repita en un futuro con otros jóvenes pensantes semejante barbaridad. No tiene humanidad lo que han hecho, más de 700 centros clandestinos en todo el país, 30.000 personas desaparecidas, 500 bebés robados, robos de bienes con gente que prestó colaboración en todo esto. Uno dice qué pensaban, cómo podían aceptar qué estuvieran haciendo esto. Por eso, cuando regresó la democracia brindamos, después nos dimos cuenta que faltaba mucho para ser democracia, pero la tenemos. Una democracia imperfecta sí, pero la más larga de nuestra historia. Creo que debe ser la última dictadura, aunque existan gestos dictatoriales en gobiernos constitucionales, no es la dictadura porque hay un voto, hay una voluntad del pueblo.

APU: : Pareciera que estás hablando del presente...

EC: Sí, estoy hablando del presente, porque el presente es importantísimo ahora. Creo que tenemos que pensar cómo puede haber llegado la Argentina a tener la pobreza, la indigencia, la muerte de niños y viejos por falta de alimentos o medicamentos, la falta de escolaridad porque no hay escuelas, no hay cupos, gente durmiendo en la avenida 9 de Julio, la más poblada por el turismo, la familia entera en la calle porque no tiene para pagar el alquiler, niños pidiendo limosna para comer porque no tienen comida. Cada día se abren nuevos comedores populares, no es para festejar. Esto no existía cuando era niña, se comía con papá y mamá en la casa, a la escuela se iba a estudiar. Servían un vasito de leche o un pancito, eso lo hacían todas las cooperadoras, pero era para que las cuatro horas no fueran tan largas, pero ahora que en las escuelas se coma, se de la merienda y después se lleven comida para cenar... no es misión de la escuela.

Han sembrado mucho el odio, mucha división, pero estamos luchando, no nos ha vencido, ni a los organismos de derechos humanos ni a la sociedad. La juventud está muy movilizada, presente, en paz, sin violencia. Hay que revertir esta situación realmente miserable que tenemos ahora en Argentina para recomponer todo lo que se perdió.

APU: Te vimos acompañando a Cristina en La Plata en la presentación de su libro Sinceramente. ¿Tenés expectativas por lo que viene?

EC: Sí, triunfó una idea que nació en otro lado, pero que nosotros los organismos de derechos humanos la impulsamos mucho el año pasado y un poco el anterior que era la unidad del pueblo a pesar de las diferencias. Si la mayoría queremos modificar la realidad y coincidimos en eso, ya tenemos algo en común. Después, seamos del color político que nos guste a cada uno es respetable, pero tenemos un pensamiento fuerte en común que es volver a tener una sonrisa, ganas de vivir y no muertes, llantos y enfermedades que no teníamos y que han vuelto. Eso es a lo que convocábamos a las iglesias, a los gremios, a los partidos políticos... hicimos muchas reuniones y firmamos un acta de compromiso para cumplir con esto también el año pasado y este año se concretó.

Se consiguió la unidad de casi todos los partidos progresistas a pesar de las diferencias políticas para terminar con un gobierno, en tiempo y forma - nadie quiere que se vayan antes - sin violencia, con el voto, para empezar de nuevo a reconstruir nuestro país, cosa que va a ser bastante difícil y duro por la enorme deuda externa que tenemos que pagar. Si el Fondo entregó dinero a gente que no la usó para lo que debía usarse y se la llevó al bolsillo, también tiene responsabilidad.

Por eso, notar un vuelco en la sociedad me da mucha esperanza, mucha fe y espero ese momento tan deseado para volver a sonreír, tener la comida de todos los días y el trabajo.