Emilce Moler: “Con el intento de asesinato a Cristina se rompió el pacto del Nunca Más”

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    Emilce Moler
APU ENTREVISTAS 2023

Emilce Moler: “Con el intento de asesinato a Cristina se rompió el pacto del Nunca Más”

30 Marzo 2023

Emilce Moler protagonizó la Noche de los Lápices, en 1976. Estuvo detenida desaparecida. Conversó con Agencia Paco Urondo para reflexionar sobre la dictadura y dar una mirada sobre los jóvenes actuales.

Agencia Paco Urondo: A esa juventud que se caracteriza por su indignación, su rebeldía ¿Qué le estamos ofreciendo, hoy, para canalizarla?

Emilce Moler: Cada vez que hablamos de las, los, les jóvenes, los ponemos a todos como en la misma bolsa y me parece que ahí es donde se empieza a hacer la diferenciación. Generalmente, en los momentos electorales, los jóvenes empiezan a ser una preocupación, generadores de conflictos. Ahí hay una construcción de la juventud con todos nuestros preconceptos. Por un lado tenés a los jóvenes que los discursos adultocráticos hablan de ellos como incautos que los llevan de las narices, no saben bien lo que quieren, les decimos adolescentes. Y por el otro lado, los jóvenes que son revolucionarios, que tienen el poder en sus manos de hacer los cambios trascendentales. Es decir ¿de qué jóvenes hablamos? Me parece que la juventud es una construcción social que estamos haciendo. Y hay tantos jóvenes como preconceptos, ideologías, concepciones, hay. No es lo mismo jóvenes de provincia, del interior de nuestro país, que otros de la ciudad de Buenos Aires. Tampoco por ser jóvenes biológicamente en sí no hay una característica especial; son las características que, como adultos, les vamos asignando. Yo siempre digo que nunca fui joven, Fui imberbe, después fui presa, militante de Derechos Humanos, declarante en los juicios, declaré contra Camps a los 27 años y nadie dijo “una joven declaró”.

APU: ¿Por qué lo de imberbe, si le tuvieras que contar a las juventudes de hoy?   

E.M.: Porque a las juventudes en el año 72, 73, cuando nos expresábamos políticamente, Perón, nuestro máximo líder, nos llamó “los imberbes”, cuando había antagonismos entre los grupos sindicales y los jóvenes que queríamos utopías. En los movimientos sociales y populares siempre hubo tensiones. Vaca Narvaja lo dice muy claro, Perón no nos echó de la Plaza, nos fuimos indignados de que no nos hubiera reconocido. Quizás es como Vaca Narvaja dice y hoy, con menos poder de indignación, nos hubiéramos quedado. Creo que hoy, desde los escenarios, se dicen cosas mucho más fuertes a la gente que está presente y nadie se levanta y se va. Los procesos de indignación también cambiaron. Cuando Cristina decía si hay funcionarios que no funcionan, que se vayan, todos se quedaban sentados, nadie se levantó y se fue. Pareciera que éramos más sensibles, quizás hubiese sido otra la historia si nos hubiéramos quedado en esa plaza a dar las batallas desde adentro del movimiento y no pasar a la clandestinidad, donde se quedó expuesto a muchos errores tácticos y políticos, con toda nuestra memoria y sentimiento, porque uno lo hizo desde la máxima nobleza y poniendo el cuerpo. A lo que apuntaba con todo esto es que definamos qué queremos de los jóvenes, porque si pensás que son unos incautos no le pidas que hagan la revolución. ¿A los jóvenes les interesa la Dictadura? Por supuesto que les interesa, muchísimo. Hay que ver desde qué lugar y cómo uno le habla de esos temas. Soy un poco crítica de la transmisión que estamos haciendo de la Memoria. Vamos como por la tercera o cuarta generación en la trasmisión de esta Memoria donde, para muchos, ya es la historia oficial. La que le hablan en la escuela, en la casa, en la televisión. Y los jóvenes, por supuesto, van a buscar otras historias. Cuando alguien le dice que no son 30000 se preguntan cómo es eso. Nosotros buscábamos otras historias, siempre. En eso sí hay una cuestión de inquietud. ¿Por qué buscan otras historias? Porque se la estamos dando un poco monolítica ¿Quiere decir que no le vamos a contar lo que nosotros hacemos? No, pero los tenemos que hacer partícipes. Si no, no se sienten interpelados y no pueden apropiarse de esa Memoria. No es lo mismo contarles una historia que sacarlos por el barrio, mirar las placas que hay, mirar los nombres y que puedan decir es el abuelo de mi compañero de tal cosa ¿Por qué está desaparecido? Y, trabajaba en la fábrica, la que está cerrada. Era un obrero que reclamaba por una jornada de 8 horas de trabajo o por determinados reclamos que ahora vos los tenés. Me parece que desde ahí los podemos interpelar. La figura del desaparecido, a ellos los conmueve mucho y lo bueno es que, también, los toman como banderas de sueños y de utopías. Si no empezamos del hoy para atrás, es como un relato estático y no hay diferencia entre el Cabildo y la Noche de los Lápices. La escuela es central en esto. Cuando los jóvenes investigan, hablan con los sobrevivientes, van a determinados centros clandestinos, cuando analizan las cuestiones económicas, entienden un montón de cosas y a partir de ahí pueden entender su presente. ¡Claro que les importa la pobreza! Se indignan, pero les pasan muchas cosas, sufren mucho los jóvenes.

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APU: Decís que los jóvenes salen a buscar porque estamos contando la historia en forma monolítica ¿Qué creés falta, todavía, contar de ese período?

E.M.: Creo que ya hemos contado mucho, es la manera en cómo, ellos, pueden comprender ese proceso. Hay palabras que, para ellos, pueden ser distintas. Por ejemplo, los centros clandestinos ¿Todos sabemos qué quiere decir exactamente? Les cuesta entender lo que es, realmente, una dictadura en términos de ausencia de derechos. Hoy que se habla tanto de las faltas de libertades, bueno… No permitir la banalización de palabras como dictaduras, libertad. Ahí tenemos que trabajar, un preso de la dictadura no es un preso de ahora. No hay que decir más de lo que decimos, sino hacerlo de otra manera.

APU: Para contarles a los más chicos ¿Cómo era esa sociedad que vos viviste? ¿Alguien desaparece y nadie pregunta qué pasó con esa persona?

E.M.: Tuvimos un hecho muy cercano a nosotros que me sirve siempre para ejemplificar cómo era nuestra sociedad y vemos cómo continúan los problemas con el cambio: Santiago Maldonado. Tuvimos un desaparecido en democracia y no hubo indignación. La víctima no pudo serlo, no la dejaron. Enseguida lo condenaron por su adhesión a ciertas luchas. Y la sociedad, en esos microtemas, funcionó como en los momentos previos a la Dictadura. La escuela se convirtió en un lugar de autocensura, dijeron que había una circular que les prohibía hablar del tema cuando esa circular nunca existió. Hablar de Santiago Maldonado era un problema. Nunca recibí tantos insultos por un cartel como el la marcha por Santiago. La familia no se sintió acompañada, la dejamos sola. En las charlas, a los pibes les pregunto si fueron a esa marcha, si le pidieron a los docentes de hablar, si se interpelaron. “Bueno, eso, reproducido por 30000”, les decía. Y ellos mismo se preguntaban por qué no fueron. El pibe que pasa por esa reflexión va a ser distinto a un nuevo hecho, quizás porque no tiene que remitirse a la Dictadura, con el hecho de su propia práctica y conducta en democracia que no estuvo a la altura de las circunstancias por diversos motivos, logra una transformación. Así tenemos que trabajar. Porque hay prácticas que no cambian.

APU: Mientras te escuchaba decir lo de las prácticas que no cambian, recordé el intento de asesinato de Cristina y especulaba qué tenían estos tipos pensado para el otro día si eso les salía bien.

E.M.: Es un hecho trascendente. En todas las charlas que tengo con jóvenes, hablo de alguna manera del atentado a Cristina porque lo planteo desde la ruptura del Nunca Más. Y les explico que fue el pacto social y político que se hizo en donde nunca más se iban a dirimir los conflictos sociales y políticos a través de la violencia de las armas. Con el intento de asesinato de Cristina se rompió el pacto del Nunca Más. Y no hubo un nuevo relanzamiento del pacto porque no se sumaron todos los sectores sociales y políticos a declarar la indignación, el repudio. Hubo un movimiento bastante grande, pero las cabezas del arco social y político no estuvieron a la altura. En los 24 de marzo, todavía nos están faltando determinados sectores que no se están sumando a este pacto social y democrático del Nunca Más y ahí es donde empiezan los peligros. Si no estás en este pacto ¿qué estás pensando? A los jóvenes les digo no importa si era Cristina, no importa si era Mauricio, hubiéramos estado de la misma manera presente. Había que repudiar ese acto y no todos salieron a hacerlo. Al otro día, en las escuelas, todos los docentes tendrían que haber estado hablando y no aceptar esto. A la docente le toca conmemorar el 24 de marzo y va a hablar de los hijos, de las abuelas, de los nietos, de la apropiación, pero no te habla de que intentaron matar a la vicepresidenta, que Santiago Maldonado desaparece y ahí es donde está floja de densidad la transmisión de la memoria. Los pibes lo ven lejos, eso, y no hay una relación con el presente.

APU: En relación a lo que vos decías, vi 2 o 3 actos de Milei, y me llamó la atención la cantidad de jóvenes presentes ¿Cómo lo interpretás?

E.M.: El otro día me preguntaban qué hacemos con los chicos que piensan como Milei. Por un lado, tranquilizarnos, hablar desde el amor, no desde el odio, tenemos basta experiencia en eso. Segundo, verlo como un proceso mundial. Digo, no se pudieron parar las dictaduras, no se pudieron parar las democracias en Latinoamérica, tampoco vamos a parar tan fácil las derechas como proceso mundial. Tenemos que estar preparados para convivir, hablar, interactuar con las derechas. En el Proceso no estaban, le contaba a los chicos que no tenía compañeros de derecha, estaban los que no le interesaba la política, pero no de derecha. Es un proceso nuevo. En parte, porque la política fracasó en darles una respuesta a sus realidades, no se sienten contenidos por las políticas actuales y hay desencantamiento. En el 2001 tuvimos el “que se vayan todos” y no veíamos como algo tan negativo a los que gritaban esa consigna. Hoy vemos que no era un movimiento fácil, pero era una situación de hartazgo. ¿Por qué los pibes no van a decir que se vayan todos estos que tampoco me sirven? Por supuesto que uno se enoja, le molesta. Siempre digo que, cuando se da que un grupo de chicos apoyan a Milei y demás, hay un montón de chicos que no tienen ninguna postura. A los jóvenes militantes hay que darle muchas herramientas de diálogo, argumentativas, de conducta, no para convencer al que está totalmente convencido de apoyar a Milei, sino para todos los otros que están observando. Ser de dique de contención para que la mayor cantidad de jóvenes no vayan a esos lugares. Quizás no adhieran a nuestras causas, pero que no vayan a los actos de Milei o a votarlo, es un montón, en estos momentos. Eso se logra con las conductas, entonces, cuando te dicen “todos los políticos son iguales”, tenés que tener vidas dignas para poder desargumentar. A los jóvenes militantes les está costando muchísimo frenar las derechas, es muy difícil.

“No nací militante con una bandera, era un mar de contradicciones, de pensamientos distintos. Lo importante es que vas haciendo después, con todas esas cosas, a lo largo de tu historia”.

APU: ¿Por qué te parece que sucede eso?

E.M.: Porque hoy en día, ganar las discusiones con cuestiones argumentativas es muy difícil. Nuestros ejes de Memoria, Verdad y Justicia están en crisis. Llegar a la verdad era demostrar la existencia de los centros clandestinos, de los desaparecidos. Pensábamos que, como un proceso natural, después venía la Justicia a condenar a quienes hicieron todo eso. Ahora sabemos que no es lineal, ese proceso. La verdad, para mí, es un concepto que está en crisis. Hoy, vos mostrás datos, hechos, y no les importa. Donde un zócalo de televisión o un meme te destruye. Los memes tienen una producción viral y una comunicación más efectiva que cualquier argumentación. Quienes estamos en los campos populares nos basamos en ella, en las lecturas, los análisis, los datos y en la verdad. Quienes están en otros registros no le interesa tanto, eso. Estamos en una trampa comunicacional muy difícil porque no es nuestro registro. Y no aggiornamos nuestras prácticas, serán las nuevas generaciones quienes lo tengan que hacer.

APU: Me pregunto si los tipos como Milei no están encausando más quién es el culpable del malestar y lo ponen en la política mientras nosotros, a nuestros jóvenes, les estamos diciendo “es un poco más complejo, sentate acá que conversamos”.   

E.M.: Ese es el tema, que seguimos manejando un registro comunicacional y no es el de las nuevas generaciones. Les exigimos una serie de argumentaciones, de tiempo, de reflexión, que no va. Ellos van con latiguillos, frases, conceptos cortos, pega, pega, pega. En un momento nos ganaron con los ejércitos, ahora no los necesitan. Los sectores populares venimos lentos, no sé que nos pasa.

APU: La diferencia de fuerzas, armas, tecnología y de conocimiento que disponen me hace preguntar si venimos lentos o explicame cómo hacer para ganarles.

E.M.: Venimos desiguales. Yo vengo del área informática, empecé a estudiar inteligencia artificial en los 90. O sea, que soy una mujer grande, pero que tengo herramientas para esto que hizo boom recién ahora. Por ejemplo, el chat GTP tiene en inglés, el triple de la información que tiene el castellano. Cuando le preguntás en nuestro idioma recibís el tercio de la información que recibe uno que habla en inglés. Y así, todo. Hay procesos que son muy internacionales, de macropolítica. Venimos de una gran diferencia. Tenemos recursos tecnológicos, científicos, pero nos cuesta todo. Y me parece que a los jóvenes siempre es importante ponerlos en esos contextos, por que si no se frustran y dejan. Capaz que ahora no hay que encausar en una única lucha. Antes decíamos “vamos para allá, hacia la contradicción principal del enemigo” y avanzábamos. Algo que me sorprendió fue la cuestión feminista. El aborto legal era una utopía y se logró. Si hubiéramos pretendido poner en fila todas las luchas no se hubiera logrado. Yo les digo “chicos, cada uno tome la bandera que más le parezca interesante, con la que se sientan más comprometidos, que entren en contradicción con otras, cada uno avance y vean hasta dónde llegan”. Hoy, en la diversidad, me parece que también se da la diversidad de lucha. Les da esa herramienta para no sentir que cambio todo o no cambio nada. Cambiá una cosa, después vemos. Yo no sentía que iba a cambiar o protagonizar la Noche de los Lápices, yo fui a una marcha, capaz que si me dolía la cabeza, ese día ni iba.

APU: En tu libro hablás de sacarle la cosa heroica al militante…

E.M.: ¡Claro! Con el respeto a los compañeros desaparecidos y demás, trato siempre de sacar eso, porque si nos ponemos allá donde éramos lo mejo, lo máximo, qué les queda para ellos, es una piedra demasiado pesada. Les tendríamos que mostrar que éramos como ellos, en otras circunstancias. No elegí estar presa necesariamente. Estoy muy orgullosa de mis decisiones que me permiten dormir tranquila y eso vale muchísimo,