“El ataque de La Nueva Provincia a la Universidad Nacional del Sur fue feroz”

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“El ataque de La Nueva Provincia a la Universidad Nacional del Sur fue feroz”

05 Diciembre 2014

Por Diego Kenis

Al cierre de esta nota, el Senado de la Nación aprobó el pliego de Miguel Palazzani y lo dejó a un paso de ser el nuevo fiscal federal ante los Tribunales Orales de la Capital Federal, trámite al que sólo resta la rúbrica de la presidenta de la Nación. El visto bueno de los senadores de los distintos bloques políticos fue el único unánime otorgado a un pliego en la jornada.

Palazzani se crió en la región pampeana profunda, entre Bahía Blanca, Villa Iris y Guatraché. Se graduó en La Plata y antes de ser fiscal de Derechos Humanos bahiense, fue abogado querellante en juicios de lesa humanidad en Santa Rosa.

Y, antes todavía y también en la capital pampeana, ejerció por más de dos décadas la profesión y sumó a sus tareas la de docente de la Universidad Nacional de La Pampa, donde llegó a conducir la Secretaría Legal y Técnica. En el camino, se hizo un tiempo para cursar parte de la carrera de Filosofía en la Universidad Nacional del Sur (UNS).

Todo ese bagaje recolectado en el cruce de fechas y lugares lo condujo en 2013 a la Unidad Fiscal que dirige junto a su par José Nebbia. Ambos llevan adelante, entre otras causas judiciales, la acusación contra Vicente Massot, director y propietario de La Nueva Provincia imputado de participar en el terrorismo de Estado desde las páginas del propio diario mediante el aporte de operaciones psicológicas. El jueves 27 de noviembre, los fiscales presentaron un nuevo escrito ante el juez interviniente, Álvaro Coleffi. En casi 700 páginas, incluye el análisis pormenorizado de las publicaciones del matutino en el bienio 1976- 77, los años de mayor intensidad de la represión clandestina. AGENCIA PACO URONDO dialogó con Palazzani para desarrollar uno de los aspectos menos transitados de la acusación contra Massot: el del especial énfasis que La Nueva Provincia ponía al caracterizar al sistema educativo y, en particular, a la educación universitaria como espacios que requerían de la intervención represiva que derivó en el genocidio de la última dictadura y en decenas de asesinatos, desapariciones, secuestros y cesantías de docentes, estudiantes y trabajadores de la UNS.

APU: A la hora de construir un enemigo en la otredad y en el marco del plan criminal en desarrollo, ¿qué grado de importancia otorgaba La Nueva Provincia al sistema educativo?

Miguel Palazzani: El objetivo de ataque era todo el ámbito educativo porque lo que se quería rediseñar era la subjetividad. No es casual, en ese sentido, el convenio suscripto entre Ibérico Saint Jean, gobernador bonaerense durante la dictadura, y La Nueva Provincia para la publicación del suplemento infantil Totópolos. No es inocente, aunque se esconda bajo ese nombre infantil. Se trataba de un rediseño de la sociedad argentina que, según los propios (José) Martínez de Hoz y (Walter) Klein había que hacerlo para los próximos veinticinco años y tenía su epicentro en el sistema educativo. En el nivel de educación secundaria, por ejemplo, la intervención en los planes de estudio incluyó la supresión de la materia “Estudio de la Realidad Social Argentina” y la inclusión de “Formación Cívica”, que luego pasó a ser “Formación Cívica y Moral”. Es decir que se trató de una intervención medular del aparato de poder represivo en el conjunto de la educación argentina.

APU: ¿Este señalamiento hacia el sistema educativo también incluyó a la Universidad Nacional del Sur?

Miguel Palazzani: Quiero ser muy claro, porque así surge de la causa: para La Nueva Provincia, la UNS era su principal competidora en términos de generación de sentido, como usina de generación de sentido. Y en este aspecto, vista como su principal competidora y rival, el ataque al ámbito universitario y especialmente al de la UNS fue feroz desde las páginas de La Nueva Provincia.

Por supuesto, el momento más álgido es el del ataque a los departamentos de Humanidades y al de Economía. Pero mucho antes de esto, ya venían señalándolo y mucho después de eso seguían alentándolo. Ironías o paradojas del destino: cuando La Nueva Provincia entiende que los claustros están “limpios”, Vicente Massot concurre por La Nueva Provincia a la UNS a dar un seminario sobre periodismo y las primeras palabras que dice son: “el poder del periodismo es inconmensurable”. Impacta ver la figura del imputado en ese ámbito, cuando en él habían desarrollado su mayor ataque, sin temor a equivocarnos. Fue el mayor porque, justamente, se nota mucho en el tratamiento que hace La Nueva Provincia de la Universidad que la reconoce como su principal rival en Bahía Blanca y la región, y sabe que tiene que atacar ese ámbito porque justamente le disputa el sentido simbólico del discurso y de la subjetividad. Y eso, obviamente, La Nueva Provincia lo conoce, y lo conoce bien. Y ahí ataca. Por eso también decimos que no hay posibilidad de dudar del dolo, de la intención y del conocimiento que tenían de lo que estaban haciendo. Y por eso también es que, incluso, entendemos que se trata de un delito distinto: el de persecución, de acuerdo al Derecho Penal Internacional. El contenido de injusto de las conductas criminales ameritan abordarlo desde esa perspectiva.

APU: ¿Cuál es la participación de La Nueva Provincia en relación a los departamentos de Humanidades y Economía, de acuerdo al análisis que ustedes realizaron?

Miguel Palazzani: La UNS fue objeto de ataque múltiple: grupos paramilitares, la Armada, el Ejército, la Policía Federal,  La Nueva Provincia y el Poder Judicial Federal. Además del asesinato de (el estudiante David Cilleruelo, conocido como) Watu y las cesantías y represión que ya habían comenzado antes de 1976, los hechos de persecución que emergen como emblemáticos son los que ocurrieron en Humanidades y Economía. Las declaraciones de muchos profesores ante los funcionarios del Poder Judicial fueron falseadas y adulteradas y manipuladas para poder encarcelarlos. Se ejerció contra ellos todo el poder terrorista.

La Nueva Provincia intervino con una cobertura central, señalando el objetivo, legitimando los secuestros, los tormentos y la “limpieza” de los claustros. Cuando están “limpios”, Vicente Massot desembarcó en la UNS para hablar de periodismo. El machaque fue permanente e intenso, y enfatizaba el alerta que había que tener en ese ámbito, incluyendo fotografías de los docentes señalados, con cobertura a página completa, presentando el hecho como único en el país y un ejemplo a seguir. Se caracterizaba como héroes a los principales intervinientes: (el militar Acdel) Vilas, (el jefe policial Félix) Alais y (el juez Guillermo) Madueño y su equipo del Juzgado Federal 1. En resumen, todos los recursos periodísticos del diario estuvieron puestos al servicio de la concreción material de la acción con un aporte central: el ocultamiento y silenciamiento de la realidad.

APU: Ante esta situación, ¿podría la UNS presentarse como querellante en la causa?

Miguel Palazzani: Junto con el de los trabajadores, uno de los grupos o colectivos más atacados fue el de los estudiantes y la comunidad educativa. La UNS se encuentra plenamente legitimada para intervenir como querellante. Si el plan de aniquilamiento fue instigado, encubierto y justificado desde las páginas del diario La Nueva Provincia -y el caso de los departamentos de Humanidades y Economía es, por sus características, único en el país- no sólo puede presentarse sino que sería interesante que lo hiciera porque aporta mucho desde lo concreto pero también desde lo simbólico, tal como se ha hecho en otros lugares del país en que también emergió como un mandato histórico. Sería también una manera de instalar la discusión acerca de toda la herencia funesta que ha dejado la dictadura cívico-militar, incluido como actor determinante el diario, en Bahía Blanca y la UNS como objetivo de ataque: desde los programas de estudio hasta el propio paradigma y modelo de profesional que egresa.