XXY, en el desliz semántico

XXY, en el desliz semántico

13 Septiembre 2014

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Por Santiago Asoreyy GBA

Alex (Ines Efron)  vive junto a sus padres, Kraken (Ricardo Darin) y Suli (Valeria Bertucelli) en una cabaña aislada frente a la costa. Alex tiene 15 años y tiene síndrome de Klinefelter, es intersexual. La familia un día recibe la visita de una pareja de amigos, Ramiro (German Palacios) y Erika (Carolina Peleritti) con su hijo Alvaro. Ramiro es un cirujano reconocido y su llegada implica la posibilidad de una operación a Alex. Alvaro y Alex empiezan a desarrollar una relación que ira acentuando el conflicto de Alex y el entorno social. Es a partir de este momento en que se despierta el conflicto entre la mirada categórica y univoca de la sociedad respecto a la identidad sexual y la forma de ser de Alex.

Del deber ser al ser

Acaso la indefinición salvaje de la sexualidad de Alex en XXY y la ambigüedad de las relaciones en la pelicula nos permitan otra aproximación al problema de la identidad. Es posible percibir la identidad ya no como una experiencia posible de aprehender en una totalidad cerrada, sino la identidad como un conflicto. La identidad como una disputa que siempre encuentra en su fisura la posibilidad de buscar nuevas lecturas. Hay un pragmatismo político interesante en esta concepción de la identidad que se resiste a cerrarse y catalogarse en las categorías monolíticas del lenguaje, que entiende efectivamente que es en la lucha y en la disputa en donde la identidad gana espacio, siempre y cuando se reconozca los caracteres precarios o provisorios de nuestra posibilidad de nombrar la identidad.  La identidad ya no como algo recuperado sino como un perpetuo recuperarse.  La identidad inscripta en las fisuras del lenguaje, nos obliga a seguir buscando a seguir transformando la forma en que nos representamos y nos pensamos a nosotros mismos.

Los estudiosos del abordaje de la temática de género coinciden en que cualquier representación ficcionada ya sea literaria, televisiva o cinematográfica de una identidad minoritaria ayuda a tornarla socialmente visible. Quienes forman parte de ellos habitualmente no se encuentran representados en ningún tipo de obra, lo que finalmente los solapa de la realidad. En este sentido, “XXY” contribuye, incuestionablemente, a la visibilización de un género que, hasta hace muy poco, era considerado como una particular rareza. Entonces el público empieza a tomar conciencia, poco a poco, de que la intersexualidad no es ni tan infrecuente, ni tan rara.

“XXY” alude a la ecuación cromosómica que determina que el sexo sea masculino (XY) o femenino (XX). En el caso de la intersexualidad, esta ecuación resulta diversa, lo cual explica la aparición inicial o desarrollo posterior de órganos tanto femeninos como masculinos.  El título entonces resulta una pieza semánticamente interesante, ya que es algo así como la carta de presentación e identidad de la película. Alegoría de cromosomas así como, también, portador de una X final rota, quebrada, sin una de sus patitas, y por ello con forma de Y. En ese desliz semántico es desde donde se construye el film de Lucia Puenzo. Desde esa Y a medio camino, desde esa X quebrada.

La película aborda la cuestión de la intersexualidad, antes conocida como hermafroditismo fluctuando en el proceso de asunción de miedos, de autoconocimiento, de coraje, de interpelación social, de crecimiento, en donde la actuación de la actriz principal captura de a poco  la pantalla. La sinopsis argumental del film da cuenta, por sí misma, denuncia el sufrimiento de una joven intersexual y los prejuicios generales respecto de su condición.

La constitución sexual de Alex  obliga a una búsqueda de identidad, pero también a su problematización. Porque más allá de lo que finalmente decida respecto de su cuerpo y de su vida, es una identidad mayor la que está en juego. La identidad social, la exigida por los patrones que ella impone.

En ellos se entrelazan también las creencias, las estructuras de los adultos, los progenitores y sus profesiones ligadas al ejercicio de la biología y al de la cirugía estética. Conformación genética y atención a la imagen. Lo que no puede modificarse y lo que, pareciera ser, sí. Dos caras que se alternan, se requieren, se chocan. Por ello es que Alex decidirá dejar tales pareceres de lado, y animarse a una decisión. Como si fuese una mecha que, lentamente, avanza hacia la explosión final.

Entonces, el derecho y el revés,  este lado y aquel otro. Alex como espejo que devuelve imágenes invertidas, que permite enfrentar miedos, sea tanto para aceptarlos como rechazarlos. Mientras todo un grupo de personas procura mantenerse en equilibrio, desde un delicado sostén social. Alex, por su parte, cuestiona, busca respuestas y procura no caer en el intento. Elección que deja al descubierto los muros sobre las que una sociedad establece normas, tan débiles como sus propios cimientos sobre los que se erige.