Teresa Parodi: "La cultura es decir quiénes somos"

Teresa Parodi: "La cultura es decir quiénes somos"

24 Mayo 2015

Por Boris Katunaric y Santiago Asorey

Entramos al despacho, una oficina amplia en la que se ve una mesa larga con muchas sillas. Saludamos cordial y amistosamente a la Ministra cuyo afecto y confianza sentimos desde el primer contacto, desde la primera mirada. Nos presentamos, le decimos que es un placer conocerla y ella nos responde con su tono dulce y correntino, ese que se niega a abandonar porque forma parte de su identidad. Tomamos asiento, uno de cada lado para que el panorama sea abierto. Teresa se ubica en la cabeza de la mesa, habitada con algunos libros y carpetas a la izquierda, una libreta y un celular a la derecha; a sus espaldas un ventanal enorme con cortinas blancas que trae la luz de una tarde que no parece de invierno.

Agencia Paco Urondo: Además de ser una artista muy reconocida, se sabe que también tuvo una militancia activa en sus inicios. Nos interesa saber cómo siendo una artista empieza a militar en política.

Teresa Parodi: Empecé antes de ser artista, es decir, fui militante política antes de ser conocida. Siempre toqué la guitarra, me preparé para eso, estudié no solamente en la universidad, sino que también estudié música en forma privada y me preparé como autora y compositora e hice mis canciones y era como una vida paralela, estudiante universitaria y el canto. A mí se me mezclaba todo en ese momento, era la que se subía a los escenarios en esos años de militancia pura a cantar para los compañeros, como después lo seguí haciendo a lo largo de mi vida cuando ya fui conocida, acompañé todas las luchas del pueblo argentino desde que aparecí en la canción en 1984, que volvíamos a la democracia.
Cuando gano Cosquín, ya hacía unos años que vivía en Buenos Aires, en plena dictadura, y ya venía cantando de todo lo que sucedía en el pueblo en los años de dictadura. Quiero decir que el canto estuvo siempre en mi vida y también la militancia, entonces compartí esa doble tarea porque también milité desde la canción. Por ejemplo, en Corrientes sucedió un hecho muy importante, en un momento muy importante, durante la dictadura de Onganía. En la Argentina se estaba discutiendo la privatización del comedor universitario y los estudiantes salimos en contra de la privatización en todo el país; en Corrientes matan a un estudiante, Juan José Cabral, cuya hermana era como una hermana mía -yo ya era militante-. Después, en Rosario, a partir de la muerte de Cabral, lo matan a Bello y después viene el Cordobazo. Ahí, en esos años de lucha, hasta que cae Onganía, se escribe una canción que fue escrita especialmente para Cabral y yo era la que cantaba esa canción en todas las luchas y en todos los espacios de resistencia que teníamos en la dictadura.

APU: Era de un autor anónimo...

TP: Era de un autor correntino que, por supuesto, no decíamos su nombre pero subía a los escenarios y cantaba esa canción. Pero todo el mundo sabía quién era, Corrientes era chico, te imaginás; le decíamos autor anónimo Benjamín De La Vega (risas). Era muy gracioso lo que pasaba porque todo el mundo sabía, por eso era muy difícil militar allá, por eso para mí el ámbito más concreto de militancia fue el Chaco. Empecé a estudiar ahí en la Facultad de Humanidades, que no era lo mismo que en Corrientes. En aquellos años no había puente, cruzabas en balsa, entonces era como que te ibas lejos para poder militar, para no estar cerca porque te lo impedían.
No puedo despegar una cosa de la otra, aun cuando dejé la facultad para ser maestra en el monte por una cuestión ideológica, militante, les enseñé a los chicos a cantar, además de sumar y restar y hablar de historia y de geografía; como no había hora de música, la inventé yo con la guitarra y después, en las fiestitas del 25 de mayo y del 9 de julio, en vez del piano estaba yo con la guitarra, y ahí me nombré a mí misma profesora de música.
Todas estas cosas convivieron en mí con la mayor naturalidad pero fundamentalmente estuvieron todas signadas y muy marcadas, aun mis trabajos como autora y compositora, por lo ideológico. Abrazo un pensamiento, me enamoro del peronismo, y aunque soy de una familia antiperonista, igual me enamoro del peronismo como una gran, enorme, hermosa, mayoría de la gente de mi generación. Era muy difícil militar en una provincia conservadora, inclusive el peronismo tenía otras características que las que tenían en el resto del país, pero también era muy enriquecedor porque a Corrientes venían estudiantes de todas partes, se armaban grupos para leer, para discutir, para formarse en el pensamiento político, fue extraordinario el pensamiento tercermundista. Yo soy del 47, toda esa generación estuvo muy marcada por la pasión por la política y el compromiso con la militancia. Eso estuvo antes que todo y, casi te diría, que vino de la mano con la música. Cuando elijo la música empiezo a elegir contar el país, el país que yo militaba y conocía, por eso está todo mezclado.

APU: Es armónica esa relación, no tiene fricciones.

TP: No tiene, no puede tener. Mí trabajo de cantora popular es el de recorrer y escuchar las voces y la música más honda del pueblo, ir en busca de esa música. Yo creí que me iba como maestra, a enseñar, y en realidad me fui a aprender muchas cosas, pero fundamentalmente, a mirar las cosas desde ese lugar. Todo tu pensamiento y tu convicción se acentúa, se potencia y vas sintiendo cada vez más fuerte el compromiso con lo que pensás y con la construcción de un país justo, a la medida de nuestros sueños, que luego fue el país que propuso construir Néstor y yo desde el primer momento adherí a su llamado.

APU: ¿Cómo conoció a Néstor y a Cristina?

TP: Los conocía como todos nosotros, sobre todo más a ella, porque la escuchábamos hablar y nos deslumbraba, cada vez que podíamos seguir algún debate por televisión uno se quedaba a escucharla y uno pensaba qué brillante esta mujer. Lo conocí a él cuando se hizo la interna entre Menem y Cafiero. Yo acompañé toda la campaña de Cafiero, con la renovación, con toda la gente de aquellos años viajé por todo el país y llegué hasta Río Gallegos. En un momento los compañeros me dijeron: “che, tenemos que ir a cantarle al flaco, un compañero que está por la intendencia” y yo fui. Compañero, ya está, la palabra compañero te tira y allá vamos. Eso no nos cambió a nosotros, los códigos de la Juventud Peronista son tan claros, hemos estado tan convencidos con esos códigos que yo sigo sintiéndome de la JP, esa que tiene la edad que tengo yo ahora, porque ustedes ahora son de la nueva.
Me acuerdo que cuando él asumió aquel 25 de mayo, donde hizo un hermoso acto en la plaza, nos hizo entrar al despacho y nos mostró el sillón de Rivadavia y él me dijo “¿Vos te acordás de mí, Teresa, porque me fuiste a cantar cuando estaba por la intendencia?”. Se acordaba perfecto, le digo sí, yo me acuerdo, vos eras el flaco. “Yo le preguntaba a los compañeros, che ¿le avisaron a Teresa que ganamos por ciento y pico de votos?” y los otros le decían: no, ¿qué le vamos a avisar eso? Le dijimos que ganaste, nomás (risas). Andá a saber si era exactamente así, no importa, lo que importa es la simpatía, él se acordaba de eso y la forma afectuosa y compañera que él tenía de acercarse. Siempre me pareció alguien campechano, alguien que te parece que conociste de antes, alguien que nadie te tiene que presentar, era eso, es código, el compañero, uno lo sentía cercano.

En este momento suena su celular. Nos pide un momento, nos dice: “es de presidencia” y agrega. “si querido, espero”. Sospechamos algo. Teresa, al teléfono, dice: “Hola presidenta”. Los que estamos haciendo esta entrevista tomamos aire y nos quedamos duros como rulo de estatua, sin respirar, apenas moviendo los ojos, dudando sobre si mirar a la Ministra o mirarnos entre nosotros, estamos desconcertados. Mientras tanto Teresa sigue: “sí, Presidenta, sí, Presidenta ¿para mañana o para hoy?”, “esta noche lo tiene, Presidenta”.
La Ministra corta el teléfono. “Perdón”, se excusa. “No, gracias”, contestamos y nos reímos los tres. De inmediato llama a sus colaboradores, da algunas indicaciones rápidas y vuelve a sentarse con nosotros (que aun no podemos recuperarnos de la sorpresa). Nos dice: Es mágica, ¿no? Quiero decirles que les tocó un momento extraordinario, tiene una intuición la Presidenta, estaban los jóvenes para escuchar su voz.
Seguimos.

APU: ¿Cómo comienza su relación con Las Madres de Plaza de Mayo?

TP: Pasa que yo también soy una hija de las Madres, como todos los hijos de Hebe -el mayor tendría mi edad-. Cuando vine a vivir a Buenos Aires, en el 79, las Madres empezaron a caminar y yo empecé a caminar con ellas. Yo era una anónima y me acerqué a las Madres porque tengo muchos compañeros desaparecidos, dos primos muertos en acción en los años más duros de la dictadura. Luego ellas se dividen por cuestiones ideológicas, por distintas radicalizaciones, unas más que las otras; a mi juicio, unas tomaron posiciones más sociales, socializaron la maternidad, sacaron los nombres de los pañuelos, ya no pedían por su propio hijo, sino que pedían por todos, el pedido era colectivo, la conciencia más politizada. Después, las otras Madres que también son militantes, pero estas cosas pasan. En un momento se separan pero uno las quiere a todas, yo cantaba en los dos actos, me iba corriendo de uno al otro, como tantos otros artistas. También vi los años en que la política instaló el punto final y la obediencia debida, el indulto y como se iban quedando las Madres solas en su lucha e iban desapareciendo los que las acompañaban. Cuando volvimos a la democracia, en pleno fervor, las calles estaban llenas de gente que defendía la democracia y que estaba horrorizada con lo que había pasado en los campos de concentración que existieron, pero también había una cosa de no terminar de creer en eso. Finalmente, cuando vino el menemismo muchísima gente se fue a los costados y solo las Madres quedaron denunciando lo que pasaba, lo que seguía pasando en el país, esta otra forma de la exclusión que tuvo el menemismo que destruyó la cultura del trabajo, lo privatizó y precarizó los logros de los trabajadores a lo largo de su historia, que eran los que el peronismo había puesto, como nunca, en el punto justo.
En esos años, las Madres quedaron diciendo lo que había que decir y, medio que las plazas se habían vaciado porque se había vaciado la cultura, porque se había vaciado la historia, porque se había vaciado todo.
Yo las acompañé a ambas a lo largo de la vida, tengo una relación muy intensa, sobre todo con Hebe a lo largo de todos estos años, y después son ellas las que me llaman a mí para que yo dirija el espacio de la ex Esma, el ECuNHI.

APU: Fue la directora de ese espacio desde su fundación.
TP: Si, yo lo cree, digamos.

APU: Usted creó el ECuNHI, que es un centro cultural muy importante, pero no es el Ministerio. Imaginamos que debe ser distinto el trabajo, ¿qué balance hace de este año de gestión que lleva en el Ministerio de Cultura?

TP: Tuve una gestión, no tan grande, antes del ECuNHI, que fue la Dirección General de Música durante el final del gobierno de Telerman, antes de que él se asocie con Carrió para pelear la Capital; cuando pasa eso yo me voy del gobierno de la Ciudad. Ahí me di cuenta, y después lo confirmé en el ECuNHI, que me gusta muchísimo la gestión cultural, me gusta mucho armar equipos para sostener esta mirada política de salir a buscar la cultura. La cultura es un hecho vivo, se hace con o sin Estado, con o sin mercado, la hace el pueblo mientras va viviendo, fluye, se transforma, la pueden aplastar, la pueden ningunear, pero existe porque nosotros somos una Nación con una historia compartida, con sentimientos compartidos, estamos atravesados por ella. Las regiones culturales están muy marcadas en nuestra conformación como Nación, hemos heredado esa enorme riqueza cultural y nuestras voces salen, emergen, las tapen o no las tapen.
Descubrí que me parecía que el Estado, lo que nosotros pensamos con este proyecto nacional y popular, tiene que cumplir con un rol fundamental precisamente para eso, es decir: salir a iluminar, a potenciar, a dar herramientas a ese pueblo que está gestando su propia cultura. A visibilizar eso que es lo que no muestra el mercado porque, con su penetración, aplastó con los fines que ya sabemos, hibridizar, esterilizar para no ser nosotros mismos. Tratar de darle un equilibrio, que es muy difícil, porque esta es la pelea cultural que todavía estamos dando y en eso están los medios concentrados. La Ley de medios nos va a permitir mostrar la pluralidad de voces y la tremenda, riquísima diversidad que tiene nuestro país, la Ley de medios va a permitir que todas esas voces sean audibles y sean visibles. Mientras la antigua ley de medios tampoco lo permitía, la concentración de medios hacía que, a nosotros, nos puedan instalar de arriba para abajo, la cultura. Nos hicieron cambiar un montón de cosas, desde la comida a la vestimenta, la cultura de shopping, la cultura del zapping, la cultura de lo efímero, la hibridización y la globalización. En cualquier parte del mundo querés prender la radio y escuchás la misma música cantada en los distintos idiomas del mundo pero la misma música híbrida que no es de ninguna parte. Te cuesta muchísimo encontrar la música oriunda de ese lugar, tenés que zambullirte y preguntar, andar por lo recovecos para saber dónde está esa música.

APU: Se le quitó la identidad.

TP: Tendieron a atomizar, a igualar de una manera que solamente le sirva al mercado. Te venden lo que tenés que escuchar, lo que tenés que comer, cómo te tenés que vestir y qué es lo que te tiene que importar en tu cabeza. De esa manera es la dominación absoluta. La dominación es cultural.
Cuando estaba en la Ciudad empecé a darme cuenta que el Estado es la gran herramienta, y por eso no hay que perder el protagonismo del Estado. Nosotros teníamos la necesidad de que se cree el Ministerio, era cada vez más urgente y la Presidenta crea el Ministerio. ¿Qué espera la cultura? Que el Estado sea el salvaguarda de que eso siga sucediendo, crezca, se desarrolle, se potencie, se vea y se oiga. Y seamos nosotros, nuestras voces las que estén diciendo quiénes somos, la cultura es decir quiénes somos, nada más y nada menos.

APU: ¿Qué balances realiza de la gestión de Mario Gómez, director de la Casa de la Cultura, y los distintos proyectos que se están realizando desde allí, por ejemplo el proyecto de alfabetización de docentes y alumnos, Decir es Poder?

TP: Esa Casa es una herramienta para igualar, hay que dejarla fluir, hay que acompañarla, potenciarla y darle herramientas a cada una de esas personas que la hacen, aceptando todas las formas que la cultura tiene para que la hagan crecer, para que no se quede en el espacio de lo marginal donde finalmente es desechada. La Casa de la Cultura se convirtió en la casa central de la cultura villera en todo el país, ahí las políticas de inclusión son clarísimas y determinantes. La Secretaría que dirige Franco Vitali, la de Políticas Socioculturales donde también es sub secretario Emiliano Gareca-, trabaja en función de esa casa de la villa y desde ahí federaliza las políticas de inclusión en el ámbito cultural, porque es un derecho de todos estos lugares que genuinamente están trabajando su propia cultura, acompañando, respetando, acompañando los procesos de creación, de desarrollo, dándole los elementos para que hagan. Por ejemplo, el otro día vimos un documental hecho por ellos mismos, con ellos mismos de protagonistas, conducido por profesores, contándose ellos mismos. Fue una cosa tan emocionante, tan conmovedora, cómo le das las herramientas (digo, el Estado le da), acompañás a la gente y fluye y los podés acompañar para que se desarrollen, para que florezcan y tenga futuro.

APU: En ese marco en el que se busca que el Estado sea garante de nuestros bienes y derechos culturales, llega la Ley Federal de las Culturas.

TP: Esa es una ley pensada por todo el sector que se discutió en todos los sectores y regiones del país. Los protagonistas para pensar en ella fueron todos, cada uno dijo desde su lugar, todas las comunidades que existen en la Argentina, los pueblos originarios. Hay una cosa clara: todas estas formas expresivas forman parte de una Nación, es decir, tenemos por un lado nuestras propias raíces pero, por el otro, está la construcción de este ser nacional desde lo cultural en el que convergen todas estas particularidades. Por un lado mantenemos nuestras raíces porque yo sigo hablando como correntina, pero me siento absolutamente parte de la Argentina y hablo en argentino desde mi propio acento de mi región.

APU: Lo que se llamó despectivamente “dialecto”.

TP: Sí, el regionalismo, folklorismo, con eso ya te descartaron. Este es un proceso maravilloso, tiene que venir mucho más tiempo para tomar mucha más conciencia de todo esto, pero de alguna manera nosotros nos hemos defendido como país y nos defendimos en nuestras regiones y en nuestra originalidad, resistimos inclusive a la globalización desde las distintas regiones culturales.

APU: ¿Cree que la ley va a poder salir y lograr estos objetivos?

TP: Creo que la ley va a servir como una gran herramienta al Ministerio para formar espacios, para seguir discutiendo quiénes somos, cómo queremos seguir siendo como argentinos y respetando nuestras diversidades y, sobre todo, manteniendo muy en claro la inclusión que es la que nos permite la igualdad de oportunidades. Mientras podamos tener desde el Ministerio esta ley, que es una ley marco que nos permite potenciar el mensaje cultural de nuestro proyecto nacional y popular, la ley es muy necesaria.
No tendríamos ni que estar pensando en qué modelo de país queremos vivir, la Argentina entera debería votar que esto siga, estamos discutiendo de igual a igual contra un proyecto que casi nos destruye, por eso la pelea profunda es cultural.

APU: Y siempre lo fue, también...

TP: Es así, la batalla es cultural. Ahora tenemos que hacernos cargo, tenemos que defender eso. Ahora se va la Presidenta el 10 de diciembre, pero ¿podemos permitir que se vaya este modelo, este proyecto? ¿Podemos permitir que todo lo que logramos en estos doce años nos los quiten de las manos? ¿Para que vuelva el neoliberalismo con su peor forma y la peor gente que es justamente la que nos llevó al desastre?. Mientras Cavallo dice que Macri es una maravilla, dios mío, corramos, ya votemos, eso es algo que me parece que también, queridos… ustedes son tan jóvenes, pero por favor, no se olviden de lo que ya pasamos y sean ustedes los portavoces y salgan a decir y a militar, no se bajen nunca de estas tribunas que tienen que tener el pueblo para hablar por sí mimos, porque si se bajan ustedes se baja todo. Néstor me dijo una vez en el Luna Park: “Ahora Cristina” y yo dije: “y después vos de vuelta”. “No, no, de vuelta Cristina, yo tengo que armar cuadros”. Era tan simpático cuando hablaba, me decía: “no podemos hacer nada sin cuadros Teresa, nos sacaron todos los cuadros”, yo me mataba de risa y le decía: “¿vas a salir vos a militar?” El día que murió, uno decía egoístamente ¿cómo te vas venir a morir ahora? Era muy loco lo que pasaba en el corazón de uno pero yo veía en la plaza a los jóvenes, había una neblina y yo lloraba y pensaba para mí: “lo hizo, hizo los cuadros, fue a formar cuadros y acá están”.
Como yo vengo de todas estas luchas, de todas estas guerras ¿sabés lo que significa para mí estar acá? Acompañar a la Presidenta y a Néstor, porque lo que yo soñé con ellos, son tantos que no están, lo estamos haciendo y, lo que es más hermoso, ustedes ya lo tienen, nosotros no lo tuvimos, no tuvimos padres atrás que nos cuidaban en nuestra lucha, ustedes nos tienen.