Poesía: la fuga del buey

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Poesía: la fuga del buey

17 Octubre 2018

Por Águeda Pereyra

La fuga no implica solo la huida. Se trata de una forma de composición, musical, ampliamente cultivada en la época barroca. Cartaginese no sólo compone una zona, también compone un yo poético que en su fragmentación prolifera, muta, y circula, vibrante y errático a través de una miríada de focos: el poema irrumpe en ese devenir a través de la exuberancia de un paisaje real o imaginado, no importa. Porque si hay algo que "Fuga de buey" objeta es la pretendida consistencia de lo que llamamos “realidad”. Toda pretensión de coherencia demuestra ser insuficiente frente a lo diverso, a lo ambiguo, a lo degenerado. 

Imposible de sujetar, Cartaginese se aventura en un proceso de filiación y de nominación absolutamente arbitrario, caprichoso, in-definitivo y, de nuevo, mutable. Un ascenso y descenso de mareas, fogonazos que abren paso a la potencia de un cuerpo que se pasea felino, aletea o danza, vegetal, irradiando hacia espacios posibles o imposibles: juega, como una niña juega con el lenguaje y ahí acontece el deleite.
Devenir verbo nómade en esa topología que es Fuga de buey es habitar esa vivienda migratoria que burla los lugares establecidos. Salirse del ilusorio sentido común es puro arrojo del cuerpo a la intemperie. Es un cuerpo femenino, fragmentado y poseído por otras, múltiples, fuerzas: un cuerpo que consiente a esa invasión, la registra y la celebra.

Cito: “Voy perdiendo algunas escamas, plumas, ganando algunas raíces (…) empollo semillas tejo y destejo alas. Imito a los felinos y cultivo la atención para la caza”

El poemario respira con un ritmo sostenido en el verso o en la prosa poética. La cadencia, el sonido, las aliteraciones, los cortes de verso dejan abiertos los sentidos; Cartaginese utiliza los recursos propios del inconsciente: desplazamientos y condensaciones que crean una atmósfera íntima, onírica, erótica.

Cito: "Dentro del ojo astillas desconciertan los cantos de los murciélagos que no se quieren estrellar la mirada ni derramarse de forma en forma como una metáfora espesa ser un color un hijo del instante que gira y telescopia las estrellas".

No hay esa metáfora espesa, se trata aquí más bien un serpenteo por la espesura de la materia verbal. Nos chocamos con esa “cadena de significantes que progresa metonímicamente y termina circunscribiendo el significante ausente, trazando una órbita alrededor de él”, tal como ilumina Severo Sarduy. Porque crear es una forma de organizar el vacío, posibilitando de ese modo un nuevo orden simbólico, fértil, lúbrico y lúdico.

El psicoanálisis freudiano advirtió tempranamente la relación del goce con la lengua: en la creación literaria, así como en el chiste, hay un placer, un plus, que depara ese jugar con las palabras, ese bucear en el sinsentido; placer que no se agota en el acto creativo sino que se prolonga cuando resuena en el lector, en el oyente. Hay ahí una invitación a dejarse tomar por ese goce al que nos induce el poema, ser arrastrado a ese despliegue de intensidades. Un extravío a contramano de toda concepción utilitarista del lenguaje: hay, en el exceso, festín. Ahí, sólo resta suspenderse, demorar en lo que se manifiesta, en lo que se afirma, en lo que apenas asoma, en lo que se oculta.

Pienso en esa iluminación benjaminiana acerca de que nada puede ser terminado por completo: pienso en la lectura de este poemario, a través del cual me encuentro con la escritura de Cartaginese: si cada pliegue remite a otro pliegue, y si al desplegar las hendiduras de un texto nos encontramos con nuevas hendiduras; nuevas superficies o texturas, hay entonces una lectura siempre incompleta, una remisión inagotable y fecunda. Los invito entonces a dejarse bailar, a verse afectados por los pliegues de este poemario que es resonancia serpentina, susurrante, de un silencio que sigue escribiendo y diseñando sentidos.

¿Quién es Karina Fabiana Cartaginese?

Participó en las antologías Ama-Zonia 3.0 (2008 – Pájarosló Editora); Pájaros en la frente (Pájarosló – 2011); Ellas (Ediciones La Parte Maldita – 2013). Exit 75 (proyecto Tori Amos – 2015) y en el 2016 publicó Nos Comenzamos (editorial Huesos de Jibia). Realizó las plaquetas: Dedicados y Brevas (Taller Perronautas); Hay poemas suyos en los blogs: Transtierros, Lak Berna; Vía Combusta y El Infinito Viajar. También publicaron textos suyos en las revistas: Zorzalita; La Avispa; Siete Borreguitos; y Tendé. Varios poemas suyos fueron hechos canción por los cantautores: Valeria Pagola y Maxi Silva. Participó en ciclos de poesía. Es bailarina. Actualmente vive en José. C Paz. Provincia de Buenos Aires. Tiene 47 años.