Paula Maffia y Mariana Baraj: Juego de Damas

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Paula Maffia y Mariana Baraj: Juego de Damas

06 Noviembre 2016

Por Jorge Hardmeier

Paula Maffia colecciona proyectos. El de mayor repercusión es la banda de señoritas Las Taradas: ejecutan con excelencia cierto repertorio musical de las décadas del 30, 40 y 50, filtrado por cierto espíritu punk. En 2015 Paula editó Ojos que ladran, con la banda Paula Maffia Orgía y es parte, a su vez, de La Cosa Mostra. Mariana Baraj porta un apellido ilustre y ha colaborado con diversas celebridades musicales. Hasta la fecha, editó seis discos solistas, siendo el último de ellos Vallista. En noviembre será publicado Churo, un disco para niños. Hasta aquí dos biografías inconexas. Pero no. Es que ambas entrecruzarán sus talentos, sus músicas y sus corazones. Yo – explica Maffia- admiro enormemente a Mariana. No sé en qué momento sugirió la posibilidad de compartir fecha y con esa posibilidad - antes no imaginada - instalada en mi mente no iba a descansar hasta lograrlo. ¿Baraj? Me gusta el trabajo de Paula y la vengo siguiendo hace rato con varios de sus proyectos, creo que es muy talentosa y me interesa la interacción con músicos como ella. Vamos a tocar varias canciones juntas, algunas de ella, otras mías y una parte de solo set con charango, loopera, set de percusión y pistas.

Aprendizaje

Mariana es hija de Bernardo Baraj, saxofonista eximio, integrante de grupos como Alma y Vida, Banda Spinetta y el trío Vitale Baraj González. Mi recorrido en la música comenzó desde muy chica por mi papá Bernardo y comencé a estudiar música a los quince años y en la actualidad lo sigo haciendo. Mis primeras experiencias musicales con un carácter profesional comenzaron a comienzos de los 90. La genealogía de Paula Maffia difiere. Sus padres dejaban unos casettes por ahí, de Queen, Chopin, María Elena Walsh o Ella Fitzgerald, y la niña que Paula era saltaba en la cama al escucharlos: Yo vengo de una familia de intelectuales, no hubo ningún incentivo musical en mi entorno. Agrega: También prender la tele y escuchar las bandas de sonido de Tom & Jerry o Merry Melodies me impresionaba más que el relato visual del dibujito. Para los cinco años tenía la certeza de que era una irremediable enamorada de la música y para los quince la certeza se transformó en coraje y le pedí a mi mejor amiga que me acompañara a inscribirme al Conservatorio: en una de esas, la música era un amor correspondido. Ese fue el génesis, luego el devenir en la elección de ser músicas: Mi recorrido siempre estuvo ligado a la libertad y a la experimentación – responde Mariana Baraj - y si bien fui pasando por diferentes instancias artísticas siempre el eje estuvo puesto en dedicar la vida a la música. Por eso todo lo que me va pasando es consecuencia de un largo camino de hacer siempre lo que mi corazón me dicte y vivir la música con mucha disciplina, responsabilidad e intensidad. Maffia es una novelera musical. Transita instancias diversas: Yo pasé de ser una enamorada a ser una cortejante. Al inscribirme a los quince en el Conservatorio me propuse formalizar un vínculo con ella. Casi en simultáneo empecé a componer y tocar en mi primer proyecto, una banda punk de chicas llamada Acephala. No necesité muchos años para darme cuenta que yo no era criatura de Conservatorio y a los veintiuno - mientras cursaba Antropología en la UBA - abandoné el mismo y pasé a formar, al poco tiempo La Cosa Mostra, convencida de que lo mío era la academia y el rock. Contra todo pronóstico, años después abandoné la carrera y mi trabajo para dedicarme de lleno a la música y la docencia. Para entonces ya habíamos formado Las Taradas que prometía lindo. Y ya llevaba muchos años de tocar solista.

Yo canto porque me gusta, yo nací para cantar

La música puede ser canalizada a través de una diversidad de instrumentos. Ambas, Paula y Mariana, son algo así como multinstrumentistas y, además, poseen amplias dotes vocales. Sin embargo, siempre existe “ese” instrumento. Paula elije la voz: es transparente, depende de la imaginación directamente, es virtual y física a la vez y me parece realmente un instrumento inconmensurable. Pero creo que cada canción pide un instrumento pareja a la hora de ser compuesta. Una vez que la canción se hizo «adulta», creo que se anima más fácilmente a ser trasladada a otras plataformas. Paula canta desde que tiene uso de razón: Es muy fuerte la sensación del cuerpo cuando canta. Es un placer que una vez que lo incorporaste se vuelve muy adictivo. Puedo aceptar que de pequeña nunca pensé en componer o dedicarme a la música, pero nunca pensé en no cantar. Mariana Baraj elige una pareja de instrumentos como principal, el canto y la percusión pero le interesa sumar otros para componer y también complementar a la hora de tocar en vivo como charango o cuatro. La voz es un instrumento más que tiene que ser trabajado desde muchos aspectos comenzando por la técnica y muchas cuestiones que hacen a la interpretación y la expresión. Estudio canto desde los quince años y creo que la voz con el tiempo va adquiriendo carácter, color y peso, va madurando. Otro elemento conecta a Paula y Mariana: la no atadura a un determinado género musical. Si algo caracteriza a ambas es la mixtura de diversos estilos. Explica Baraj: Siempre tuve una inquietud natural de transitar diferentes caminos dentro de la música y también de sumarme a proyectos de otros artistas. Creo que esta posibilidad te enriquece y te nutre muchísimo. Maffia es, por cierto, una suerte de arqueóloga: En mi caso es más de una locura por la música vieja de la era pre-rock que de una búsqueda de linaje. Mi incursión por la música latinoamericana se hizo en simultáneo al desmenuzamiento del repertorio de la canzonetta napoletana y la chanson francesa. Hay algo en las sonoridades crudas de los años 30, 40 y 50, y hay una intensidad tan fuerte en estos géneros mencionados, que me hacen concluir que el rock, en realidad, existe desde mucho antes de que se lo llamara como tal.

Música del alma

Cargamos con una banda sonora de lo que fue nuestra infancia y formación. Ciertas canciones son la cortina musical de nuestros fracasos, nuestros devenires, nuestros amores. ¿Cuál fue la banda de sonido en la formación musical de estas mujeres? Escuché de todo – apunta Baraj - muchos músicos de jazz en mi casa cuando era chica, luego comencé a escuchar folklore y como me gustan todos los estilos sigo escuchando de todo. Cualquier tarde en mi casa podrían sonar Las voces de Oran o Los Manseros Santiagueños. ¿Paula Maffia? Nacida en el 83 no puedo dejar de mencionar de mi época pop a Roxette, Mariah Carey y los B52’s, de mi temprana adolescencia a PJ Harvey y Tori Amos y cuando descubrí el trip-hop y con esto Massive Attack, Portishead, Bjork, Smoke City, Morcheeba. Para los dieciséis o diecisiete ya estaba metidísima en el punk y post punk con las remeras de Pixies y Breeders agujereadas de tanto uso y yendo a ver a las She-Devils o a Poca Vida a Melonio o al Salón Pueyrredón. También me empecé a meter mucho en el mundo cantautora cuando a los quince descubrí a una de mis referentes máximas, la cantautora uruguaya Samantha Navarro. Ahora si salgo a escuchar es a bandas o solistas amigxs, de aquí o alrededores. No soy muy fan de los festivales masivos. Me morí por ver a St. Vincent pero ni loca me meto en un Loolapalooza.

Mariana, buceadora incansable, define: La música es la posibilidad de conectar siempre con algo bueno, cura, no importa el género. Creo que la única meta que tengo es la de todo lo que haga realizarlo con la mayor excelencia posible, ya sea en discos o en vivo. Proyectos siempre tengo muchos, lo importante es trabajar para llegar a los corazones, abrir cabezas y dejar huella. Paula Maffia se refiere, específicamente, a la actitud de los sacerdotes que indican lo que debe ser escuchado y aplica la cumbia como ejemplo: Es un género extraordinario y complejo con una pata en la cultura negra (la costa) y otra en la cultura aborigen (la montaña) de Colombia. Ninguna academia que se precie de ser tal puede ignorar esto. Luego hay géneros a los que «la gente» le toma tirria como el reggaeton o la Cumbia Villera o, en los 80’ la llamada "Música tropical"o "de bailanta", por hacer apología a cosas "no finas"... pero creo que ahora con tantx niñx bien cantando Cumbia políticamente correcta, esta es una brecha soslayada.

La mujer es el negro del mundo

En este momento de gran movilidad social en cuanto a lo femenino, hecho que involucra, claro, a la música y su contexto, le pregunto a ambas sobre la cuestión: Creo que hay un avance – sostiene Baraj - pero sí, falta mucho. La mujer va ocupando mayores espacios pero aun están muy instaladas algunas ideas o conceptos que hasta que no se erradiquen la mujer seguirá un poco relegada en muchos aspectos. Maffia se explaya: Yo creo que no es para nada novedosa la mujer en la música. La mujer está asociada al fogón, a la cultura oral, al canto y a la leyenda. Esa es la cultura del matriarcado y la reunión. Que la industria y la sociedad hayan ocultado o banalizado a la mujer es otra cosa. De todos modos, desde que empiezan los registros sonoros hay directoras de orquesta desde clásicas como Frieda Belinfante hasta populares como Ina Rae Hutton. Sí creo que finalmente, en parte por mérito exclusivo de las mujeres de luchar por su lugar en el arte o en el área que sea (siempre, finalmente, será una lucha de género y política), y en parte porque al mercado siempre le conviene ser laxo para abarcar la mayor cantidad de intercambio (el mercado no discrimina), las mujeres dejaron de ocupar ese lugar obligado de coristas o cantantes y pasaron a tocar, hacerse oír y ser referentes como instrumentistas, compositoras y autoras. Periodistas de ambos sexos me siguen preguntando "por qué Las Taradas es una banda integrada sólo por mujeres". Yo les pregunto si le hacen la misma pregunta a los chabones de La Bersuit. Todavía tenemos que dar explicaciones para nuestros aquelarres. Torquemada presente.

Bienpensantes, abstenerse

Luego de unos días, vuelvo a contactarme con Paula Maffia, ya no sólo por el rol de la mujer en el contexto musical, sino para indagar en su posición ante los últimos acontecimientos, la lucha de las mujeres, la pelea por sus derechos, por el freno a la violencia machista, lamentablemente naturalizada: Creo que la lucha de las mujeres está cobrando visibilidad y logrando exponer las monstruosidades con las que convivimos históricamente: inequidad, acoso callejero diario desde que somos pequeñas, imposibilidad de decidir sobre nuestros cuerpos, violencia simbólica y física doblando a cada esquina, abuso, violación y femicidio. Nos queda mucho por delante, porque cuanto más nos exponemos, aparentemente, más ofendemos a la buena sociedad, aquella que recuerda recriminarnos todo, pero no recuerda dejar sembrar machismo y violencia. La lucha de las mujeres lleva siglos pero ha tomado fuerza real en el último siglo. No se ofenda, señor, señora bienpensante. Recién comenzamos a recorrer un largo camino. Ténganos paciencia, estamos trabajando duro para desoprimir a la mitad de la población humana. Creo que uno de los temas que más irrita a la gente es la libertad personal. Inmediatamente la toman como una invasión de la libertad suya. Esto puede ser así pero en muchísimos casos no lo es. Antes de la ley de matrimonio igualitario, cuando yo andaba de la mano por la calle con una pareja mujer, llegué a recibir todo tipos de insultos, acosos y violencia física. Fui expulsada de decenas de bares y transportes públicos. Las cosas no cambiaron mucho en la cabeza de los demás, pero el hecho de que se haya hecho una ley lo vuelve de alguna manera "normal" y por lo tanto medianamente tolerable. El cambio real va a ocurrir cuando la gente pueda desinteresarse de la vida de los demás. Yo sé que hace cuarenta años besarse en la vía pública era una manera veloz de buscarse caer en un calabozo. Por suerte eso cambió, pero sólo porque la gente dejó de ofenderse con la demostración pública del amor (heterosexual). Ya va a llegar el día en el que esa generación que luchó por sus beso públicos no se ofenda por los besos de lxs demás. Somos seres políticos, en cada uno de nuestros actos, música incluida: Mencionando u omitiendo a la política, la música hace política. Es tan político León Gieco y sus canciones de protesta como Chano cantando lo linda que es Buenos Aires. Es política la música aunque su autor o autora no tenga una postura partidista o panfletaria. En este escenario planteado, entonces, me parece que lo mejor, por no decir, el deber, es formarse e instruirse, informarse. Un artista es un difusor de discurso, una usina de ideas. Es responsabilidad de el o la artista cuidar a su público, pensar dos veces lo que dice y cómo lo dice, no caer en la tentación de ventilar compulsivamente el hipotálamo y decir la primer barbaridad que se le viene a la cabeza, porque eso luego no se remedia con disculpas y genera un envenenamiento grave en la opinión pública, alimenta al comedero de opinólogos y fundamenta los pensamientos más crueles, como pasó luego de las lamentables declaraciones de Cordera y Walas, por ejemplo.