Pacheco: "La imagen del desierto implicaba una tierra a expropiar"

  • Imagen

Pacheco: "La imagen del desierto implicaba una tierra a expropiar"

15 Marzo 2020

Por José Cornejo*

 

Mariano Pacheco es autor de los libros Cabecita negra. Ensayos sobre literatura y peronismo, Montoneros silvestres (1976-1983). Historias de resistencia a la dictadura en el sur del conurbano, Kamchatka. Nietzsche, Freud, Arlt: ensayos sobre política y cultura, De Cutral Có a Puente Pueyrredón, una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados y co-autor de El militante que puso el cuerpo, la biografía de Darío Santillán. En esta conversación reflexiona sobre la figura de Sarmiento y su Facundo, la tradición de los talleres y grupos de estudio en Argentina y nos cuenta sobre algunas iniciativas que estará desarrollando en marzo en Buenos Aires.

Resultado de imagen de mariano pacheco

APU: ¿Por qué esta importancia del desierto para pensar la política argentina?

MP: ueno, en primer lugar, porque como supo afirmar Federico Nietzsche alguna vez, en el desierto han habitado, desde siempre, los veraces. Es una figura que ha inspirado asimismo la filosofía de Gilles Deleuze, y parte de su trabajo conjunto con Félix Guattari. Hay algo del orden de la invención que se vincula al desierto, una suerte de ausencia de orden en realidad, una especie de sin-sentido que habilitaría posibilidades para la gestación de nuevos sentidos. Eso, por un lado.

Por otro lado, la imagen del desierto funda la cultura argentina, como señaló Beatriz Sarlo. El desierto fue primero la definición de un espacio ocupado por hombres cuya cultura no era reconocida como cultura De allí que los gauchos, y sobre todo los indios, se transformaran en un Gran Otro despojado de cultura, una otredad pensada como vacío. Fue la operación ideológica que Sarmiento hace al escribir su Facundo, base conceptual del programa que luego se va a desarrollar tras la batalla de Pavón (1861), cuando se imponga el predominio de una clase, y más claramente con la “Campaña del desierto” (1879), que magistralmente fue definida por David Viñas como “la fase superior de la conquista española”. Esa operación ideológica implica simultáneamente una operación económica y política, y muy bien lo entendió la generación del ochenta del siglo XIX: la imagen del desierto implicaba una tierra a expropiar, una población a disciplinar y un discurso a elaborar, con el que se pudiera medir, delimitar, describir, clasificar  y ordenar, todos elementos necesarios para proyectar la construcción de un Estado, una nación sobre el desierto argentino.

 

APU: ¿Es una mirada enfocada en el siglo XIX entonces?

MP: Sí y no. Es una mirada puesta en el período que va desde 1945 (cuando Sarmiento publica el Facundo) a 1880 (cuando el ejército libertario sanmartiniano se transforma en el brazo armado de una clase que ha triunfado) y es una mirada que busca rastrear los modos en que esa dicotomía entre civilización y barbarie ha vuelto una y otra vez hasta nuestros días. Hay una idea, que ya estaba presente en Borges, que sostiene que la barbarie es una suerte de “destino sudamericano”. Por eso me parece que hay ser precisos con los conceptos y las palabras a utilizar, y dar cuenta de los sentidos no sólo actuales sino históricos que han tenido en nuestros países. Por ejemplo: acertadamente, creo, ciertas izquierdas intentan dar cuenta del desastre al que el capitalismo está llevando a la humanidad, y se habla de una “crisis civilizatoria”. Cpincido con el diagnóstico, pero me cuesta colocarme en el lugar de la civilización y no en el de la barbarie. Por otra parte, hay toda una historia maldita de ciertas izquierdas que, en Argentina, coincidieron con la mirada de la historiografía liberal, y sobre eso hay tener todos los reparos que sean necesarios. Cuando hablamos del pasado no hablamos de mera historia, sino de cómo esa historia condiciona nuestras miradas actuales. Hay toda una tradición teórica, que podríamos rápidamente situar de Nietzsche a Foucault, pasando por Walter Benjamin, que puede ayudarnos a complejizar o ensanchar los necesarios conceptos materialistas con los cuales pensar la historia. Entonces, hablar del desierto y el aniquilamiento del indio es también poner el foco en Rafael Nahuel, y la lucha mapuche en la Patagonia; o es hablar del modo en que la burguesía estigmatizó al proletariado en el siglo XX. Los cabecitas negra hace unas décadas, o las guachinas y los pibes chorros, los anarquistas viajeros (como Santiago Maldonado) o las mujeres y hombres del precariado (quienes trabajan en la economía popular y son denigrados bajo el rótulo “choriplaneros”) son prte de un problema actual que enlaza de manera directa en el modo en que Sarmiento esbozó un programa clasista para poner en pie un país racista. 

 

APU: ¿Insistís muchos en Sarmiento, el “padre” de la educación argentina?

MP: Sí, creo que hay que poder diferenciar la justa defensa de la educación pública, laica y gratuita argentina, y las necesarias luchas en defensa de más altos salarios y mejores condiciones laborales de las y los trabajadores de la educación de lo que implicó la educación pública en sus momentos de inicio. No olvidemos que así como se concibió el desierto como imagen de vacío de, población sobre tierras donde estaban los indios, luego se entendió al desierto como imagen de vacío de pasado. El gaucho derrotado pasó a ser reivindicado por la elite y opuesto a esos revoltosos europeos que vinieron a poblar el desierto. La educación tuvo su momento de instrumento de homogeneización y búsqueda por anular las diferencias (de lenguaje, de pasados, de tradiciones, de ideas). Y Eso Sarmiento fue la pieza clave del siglo XIX. Ricardo Piglia ha insistido mucho en entender la importancia de la figura del escritor para entender la función política de Sarmiento, y su rol en la historia argentina. Facundo es clave en ese sentido: porque explica a los europeos el neocolonialismo y propone en forma terminante la política del exterminio, como señaló José Pablo Feinnmann. En ese sentido, me gusta mucho la forma a la que se refiere a este libro (que por otra parte es una pieza clave de la literatura nacional), el crítico argentino Fermín Rodríguez, quien en su libro Un desierto para la nación argentina (en el que deleuzianamente parafrasea el emblemático Una nación para el desierto argentino, del historiador ) destaca que el Facundo representa una “táctica discursiva” que le sirve a Sarmiento para entrar en territorio enemigo, y orientarse, en una búsqueda que se sostiene en la voluntad política de arrancarle a las masas su poder de movimiento, separando los cuerpos de lo que pueden, para transformar su naturaleza por medio del trabajo y la disciplina”.

 

APU: ¿Sobre estos temas rondará el ciclo en Caburé? ¿Por qué esa insistencia en los talleres y actividades extracurriculares, que por otra parte son aranceladas?

MP: Bueno, en primer lugar, los talleres son espacios de formación, de conversación, de establecimiento de otros modos de relacionarse con el conocimiento. Me siento parte, por biografía, pero también por concepción, de un entramado muy típico en Argentina, y sobre todo en Buenos Aires, que tiene que ver con los grupos de estudio. Yo cursé materias, varios años, en la Facultad de filosofía y Letras, en ambas carreras, pero me considero un autodidacta. Tengo casi 40 años y leo de manera voraz desde los 15. Me formé con Raúl Cerdeiras y buen tiempo con Gabriel Sarando, ambos filósofos autodidactas formados con Raúl Sciarreta, el gran armador de grupos de estudio en los años sesenta. También me formé en numerosas conversaciones, sobre lecturas y sobre la vida, con personas que son con hermanas y hermanos mayores, tíos y tías si seguimos la línea de los formalistas rusos, todos docentes de la educación pública por otra parte, como Andrea Gallegos, Miguel Mazzeo o Esteban Rodríguez Alzueta. Y es una tradición que entiendo vale la pena seguir sosteniendo, aunque el autodidactismo sea una especie en extinción, en una lógica académica y docente que ha hecho estragos con la dinámica de papers y cursos por puntajes. En mi caso, el tiempo que viví en la provincia de Córdoba y ahora que he retornado a Buenos Aires, intenté e intento que una parte de mi trabajo tuviera y tenga que ver con ésto: cursos, talleres, encuentros en los que se puede poner en diálogo una cantidad de lecturas y reflexiones que uno ha tenido por años. Media el dinero, sí, porque como en todo en este mundo uno tiene que vender su fuerza de trabajo en el mercado para poder sobrevivir. 

Y sí, sobre algo de todo esto intentaremos hablar en el ciclo en Caburé, en el que seguiremos el rastro de textos literarios fundamentales como el mencionado Facundo o el Martín Fierro, pero también sus reescrituras, desde el film Los hijos de Fierro de Pino Solanas a El guacho Martín Fierro de Oscar Fariña, o Las aventuras de la China Airon, de Gabriela Cabezón Cámara, por nombrar otro costado de la literatura y la historia argentina sobre la que haremos hincapié, y que no hemos hablado.


“El desierto y la nación argentina”. Curso en Caburé Libros 
Días y horarios: Miércoles 11, 18 y 25 de marzo, de 18 a 20 horas.
Dirección: México 620 (San Telmo- CABA)
Costo: $1.000 (todo el ciclo)
Inscripciones: palabrasprofanas@gmail.com o por wsp al 351 8140576

*Director AGENCIA PACO URONDO