Mugica: El cura y la Bestia

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Mugica: El cura y la Bestia

18 Julio 2015

 Por Antonella Riso 

Oscuridad. Luz. Se ve la única pieza de la escenografía: una pared de chapa. Pintadas en aerosol la P y la V. Ingresa una caravana de cinco personas rezando. Aparece, se presenta con su presencia rubia, prolija. Camisa celeste y cuello blanco. Sí, se parece

- A mi me llaman La Bestia Rubia.

Aparece en el medio del grupo, protegido o vigilado. Se coloca al frente de la pared de chapa

-José.

Se da vuelta. Disparo. Otro disparo. Cae al suelo

-La puta que te parió.

Jadea, tiene espasmos. Le pide al Señor que quiere quedarse por ellos.

El desenlace da comienzo al relato. La trágica partida del Padre Mugica conocida por todos. Sin embargo, esta obra refleja el lado humano detrás de la imagen del cura revolucionario que defendió los intereses del pueblo. Sus contradicciones con la Iglesia. Sus deseos mundanos. Su ferviente deseo de iluminar el camino de los otros.

El protagonista va relatando sus plegarias en voz alta. Entre intervalos, relata el guión de lo que está haciendo. Se ríe, cuenta lo que siente, lo que piensa. Incluso relata experiencias que pocos conocen. Como cuando se quedó varado en una ruta de Madrid a Francia luego de visitar a Perón para reconfirmarle su lealtad. Nadie en ese desolado camino le dio ayuda al cura que corría por la banquina. Insólito.

Cuatro bailarines lo acompañan. Van mutando y se transforman en chicos de la villa, para luego ser el coro que acompaña las plegarias, para nuevamente ser bailarines que rodean al Padre. Una de ellas se abre del grupo y se convierte en Ella. Ella, quien lo busca en la noche. Y Él en voz alta explica lo que piensa y no le dice. Que se fuguen, se acompañen, se cansen, se amen, se necesiten.

Cada escena termina con un pequeño apagón. Por momentos, aparece alguno de los bailarines relatando anécdotas de Mugica. Muchos de esos sucesos lo contaron familiares, amigos y testigos de esas situaciones. De repente, una proclama del cura y comienza una música rockera, se convierte en musical. Su única compañera es una campera de cuero que usaba cuando subía a su chopera comprada, o robada o prestada. Nadie sabe decirlo, según la bailarina relatora.

Juegan a un partido de fútbol, se arma una coreografía. Mete.

-GOOOOL.

Habla con Dios. Lamenta no poder transformar esa realidad, porque él sabe que vive muchas cosas y tiene muchas otras a las que ellos nunca van a poder aspirar siquiera.

Misa. Procesión. Silencio.

- José.

Dicen que en realidad murió para salvar a su mejor amigo ya que le ordenó a los médicos de la ambulancia que lo atiendan primero. Disparo. Se sacude ante el balazo. Lo mira. Cae de rodillas. Se lamenta. Llora y en ese momento uno tiene ganas de llorar. Surge la impotencia. Mira al cielo. Suplica. Se desvanece.

Ficha técnica

Elenco: Nelson Rueda, Laura Figueiras, Pedro Frías, Gabriel Del Río y Melisa Noé Pereyra
Coreografía: Mecha Fenández
Música: Rony Keselman
Escenografía y Vestuario: Jorge Ferrari
Iluminación: Fernando Berreta
Prod. de giras: Vanina Fábrica
Prensa: Caro Alfonso
Foto: Agustina Luzniak
Asist. de dirección: Lalo Moro
Asist. de escenografía y Vestuario: Luciana Uzal
Peluquería: Prana
Dramaturgia: Andrés Gallina
Dirección: Tatiana Santana

Funciones: todos los viernes de julio, a las 23 hs., en Timbre 4 (México 3554, Boedo)